La osadía de este personaje no puede entenderse si no es por que no conociera, y por tanto no controlara, todos los elementos en juego. En la primera mitad de 1705, alguien que decía ser un monje capuchino, envió una carta nada menos que a Versalles, el corazón de la corte francesa1. La misma iba dirigida al entonces Secretario de Estado de la Marina, el Conde de Pontchartrain, y decía que tenía a su disposición un compuesto con el que decía poder hacer oro y plata. Debió de incluir su ubicación exacta, aunque nosotros sólo sabemos que se encontraba en La Rochelle, quizás en Rochefort, capital de la provincia. La respuesta al monje no fue una carta directa de Pontchartrain, sino que éste escribió desde Versalles, el 12 de agosto de 1705 a su subordinado, Michel Bégon, por entonces intendente general de La Rochelle. La carta de Versalles encargaba expresamente a Bégon interrogar “ampliamente y a fondo” al monje capuchino, para luego hacerle saber a Pontchartrain qué era todo ese asunto2. A partir de este momento, el affaire empieza a complicarse. En los días siguientes a la recepción de la carta en La Rochelle, Bégon volvió a escribir a Pontchartrain contándole la conversación que tuvo con el monje alquimista. Al parecer, afirmaba que con los polvos podía convertir el cobre, tanto en oro como en plata3. Para nosotros, este doble potencial asignado a unos polvos ya es síntoma suficiente para pensar en el engaño, ya que generalmente, los polvos servían para una cosa, o para otra, pero no para las dos. Además, en Versalles había una larga tradición en aceptar a estos falsos alquimistas, así como para comprar medicamentos alquímicos, como el oro potable, y esto, tanto en la realeza como entre la alta nobleza.
El caso es que el 2 de septiembre Pontchartrain vuelve a escribir a Bégon, también desde Versalles. Pero ahora el asunto es mucho más serio ya que el Conde habló de ello con el mismísimo rey, transmitiéndole la conversación con el monje. El rey tomó entonces el mando y le dijo al Conde que Bégon pusiera a trabajar al alquimista en la transmutación, y que lo hiciera en algún lugar secreto, ya fuera en La Rochelle o en Rochefort. También la operación debería de hacerse en presencia del mismo intendente general, o alguien de mucha confianza en caso de no tener tiempo el primero, con el fin de que fuera el propio alquimista capuchino el que hiciera la prueba con los susodichos polvos. Una vez realizada, debería de enviarse a Versalles la materia resultante, para que fuera verificada por un experto en una prueba de ensaye del metal, como era preceptivo en estos casos4. Lo más importante, ya que hasta ahora no hay nada que se salga de lo que ya hemos visto antes, es la recomendación que se incluye en esta carta. Bégon debía de tomar conciencia de que todo era un secreto y, en consecuencia, sea el mismo bueno o malo, si la materia enviada fuera buena o no valiese nada, tomara nota de la importancia de que nada de esto fuera conocido. Es más, estas indicaciones sobre guardar silencio fueron añadidas a mano por el propio ministro.
Así pues, el monje alquimista se puso a trabajar, nade supo nada, realizó la supuesta transmutación y la materia resultante del trabajo llegó a Versalles en menos de dos semanas después de la carta del 2 de septiembre. El 16 del mismo mes Pontchartrain volvería a escribir a Bégon. En esta carta se decía que un químico hábil y honesto, que fue empleado para trabajar sobre la materia que el capuchino de La Rochelle le dio para hacer la conversión del cobre en plata universo oro, ha pedido algunas aclaraciones para poder poner en práctica lo que el religioso propone. Adjunto a esta carta iba la serie de aclaraciones pedidas por el químico y que Bégon debía de transmitir al alquimista5. Los momentos siguientes e inmediatos no los tenemos atestiguados. Pero sólo pudieron pasar tres cosas. La primera es que las indicaciones pedidas no sirvieran y, por tanto el químico ensayador no pudiera hacer la transmutación. La segunda es que la hiciera. La tercera es que las indicaciones se retrasaron, o nunca llegaron. En cualquier caso, el resultado fue el mismo: el monje alquimista debería ser enviado a París. La fecha exacta de la orden no la tenemos, pero sí sabemos que fue antes del 21 de octubre. Este día partió, esta vez desde Fontainebleau, otra carta de Pontchartrain, con novedades acerca del viaje que el monje debía de hacer a la capital. El Conde habló de nuevo con el rey sobre este asunto y, dada la importancia que se le daba en París, el propio monarca dio una orden a su Provincial de los capuchinos acerca del monje. Dicha orden iba incluida en la carta del 21 de octubre6. Una vez que el Provincial rindiera obediencia de la orden del rey y dejara marchar al monje fuera de su territorio eclesiástico, Bégon debería procurarle un asiento en la carroza que habitualmente cubría el trayecto desde La Rochelle a París. A continuación también debería informar a Pontchartrain del día en que el capuchino llegaría al convento de París, o si iba a tomar otra vía para llegar a la corte7.
Desde este momento dejamos de tener datos sobre lo ocurrido en Versalles, en París, o en el convento. Pero sí sabemos el final de la historia. Suponemos que la prueba no fue satisfactoria, y que el monje nunca llegó a transmutar nada en oro o en plata. Pero no fue ejecutado, sino que fue enviado a convento capuchino de Berry. Allí era maltratado por sus correligionarios, y bastante. Tanto que el propio monje decidió escribir a Pontchartrain acerca de tales maltratos. El Conde, a pesar del fracaso del capuchino decidió ayudarle. Al menos eso es lo que se deduce de la carta que éste envió al intendente general, donde le ordena que escriba al lugar donde se encontraba, y ya sea dirigiéndose al superior o a cualquier otra persona de consideración con el objeto de parar los maltratos y de que la traten bien, porque Su Majestad está satisfecha con el trabajo que él sabe8. Finalmente, la orden es cumplida y luego de su cumplimiento notificada desde La Rochelle a Pontchartrain, según sabemos por una última carta enviada por este a Bégon desde Versalles, el 2 de junio de 1706, donde se da por enterado de dicho cumplimiento acerca de este monje capuchino de “creía tener el secreto de la conversión de los metales”9.
1 Toda esta historia fue contada en 1845, de forma algo fantástica, en J.-T. Viaud et E.-J. Fleury, Histoire de la ville et du port de Rochefort, Rochefort, Mme Honorine Fleury, Libraire-éditeur, 1845, Volumen 1, 226ss. En 1892 apareció una « Question » en en Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 14 (1892), 97, donde alguien se interesaba por las fuentes que usaron Viaud y Fleury. En concreto si estaban en los Archivos de la Marina (ubicados en Rochefort), en París o en el convento de Berry. En el número siguiente (Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 15 (1893), 234-6) Louis Delavaud contesta a la pregunta y dice que la correspondencia de la Corte con los intendentes se conserva, en efecto, en la “Bibliothèque de la Marine” de Rochefort, de la cual él mismo ya publicó parte en 1883 de los años 1672 y 1673 (L. Delavaud, « Rochefort en 1672 et 1673. Correspondance de la Cour avec les intendants », Archives historiques de la Saintonge et de l’Aunis, 11 (1883), 247-322). Las cartas, pues, están ahí y Delavaud las vuelve a reproducir en su respuesta. Aunque las conocemos, en cambio, falta por ver todos los informes y las cartas sobre este asunto entre la correspondencia de Pontchartrain, que se conserva en la Biblioteca Mazarino de París.
2 L. Delavaud, “Réponse à la question I”, Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 15 (1893), 234 : « Je vous envoie une lettre d’un Père Capucin qui est à La Rochelle, par laquelle vous verres qu’il prétend avoir une composition pour l’or et l’argent. Prenez la peine de l’interroger vous-même, amplement et à fond, et de me faire savoir ce que c’est ». La última frase está escrita de puño y letra por el ministro. Versailles, 12 août 1705.
3 No la conocemos, pero debe estar en la correspondencia de Pontchartrain en la Biblioteca Mazarino.
4 L. Delavaud, “Réponse à la question I”, Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 15 (1893), 234 : « J’ai aussi rendu compte à Sa Majesté de la conversation que vous avez eue avec le Capucin que prétend avoir le secret de convertir le cuivre en argent et en or. Sa Majesté désire que vous le fassiez travailler dans quelque lieu secret, soit La Rochelle, soit à Rochefort, en votre présence, si vous en avez le temps, ou de celle de quelque personne sûre, afin qu’il en fasse lui-même l’épreuve, et envoyez-moi la matière que en proviendra, afin que j’en fasse faire l’essai. Vous voyez la conséquence du secret et, soit que le secret soit bon, soit qu’il ne vaille rien, de quelle importance il est qu’il ne soit pas connu. » Última frase escrita a mano por el ministro. Versailles, 2 septembre 1705.
5 L. Delavaud, “Réponse à la question I”, Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 15 (1893), 235 : « Le chimiste habile et honnête homme quia été employé pour travailler sur le mémoire que le religieux Capucin de La Rochelle vous à donné pour faire la conversion du cuivre en argent et or, a demandé quelques éclaircissements, dont il dit qu’il a absolument besoin pour pouvoir mettre en pratique ce que ce religieux propose. Vous trouverez ci-joint l’état des éclaircissements que je vous prie de communiquer à ce religieux, afin qu’il puisse les donner en mare de chaque article. » Versailles, 16 septembre 1705.
6 Una orden al Provincial consiste en que éste de permiso al religioso para salir de su provincia religiosa, o para ausentarse de su convento.
7 L. Delavaud, “Réponse à la question I”, Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 15 (1893), 235 : « J’ai rendu compte au Roi de ce que vous m’avez écrit au sujet du Père Capucin qui prétend avoir le secret de la conversion des métaux. Puisque vous êtes d’avis de le faire venir à Paris, Sa Majesté a bien voulu en donner l’ordre à son Provincial. Je vous l’adresse, afin que vous le fassiez venir. Quand ce Provincial lui aura envoyé son obédience, vous lui ferez donner une place dans le carrosse de La Rochelle à Paris, et vous aurez soin de m’informer du jour qu’il devra y arriver et du couvent où il sera.s’il voulait prendre quelque autre voie, vous lui en laisserez la liberté, en m’informant de même du jour qu’il arrivera à Paris. » Fontainebleau, 21 octobre 1705.
8 L. Delavaud, “Réponse à la question I”, Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 15 (1893), 235 : « Vous trouverez ci-joint une lettre que j’ai reçue du religieux Capucin que était venu ici pour travailler à la conversion des métaux ; il me marque qu’il est, en Berry, fort maltraité de ses supérieurs, parce qu’il est venu ici. Je vous prie d’écrire au lu où el me marque qu’il est, soit à l’intendant, soit à telle autre personne de considération que vous jugerez à propos, pour faire savoir que vous connaissez ce religieux et pour engager ses supérieurs à ne lui faire aucun mauvais traitement et, au contraire, à le bien traiter, en marquant que Sa Majesté est satisfaite du compte qu’il a rendu de ce qu’il savait. » Versailles, 12 mai 1706.
9 L. Delavaud, “Réponse à la question I”, Bulletin de la Société de géographie de Rochefort, 15 (1893), 235-6 : « J’ai vu ce que vous me marquez au sujet du Capucin qui croyait avoir le secret de la conversion des métaux. J‘approuve que vous fassiez savoir à ses supérieurs de le traiter avec douceur. » Versailles, 2 juin 1706.