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Pro salute.
La epilepsia fue conocida desde la antigüedad con varios nombres. Henischius [1] recoge algunos:
Epilepsia ἀπὸ τοῦ ἐπιλαμβάνειν, aprehendendo, quasi quaedam apprehensio, captio, detentio, interceptio mentis atque sensuum. […] Quidam etiam sic dictam uolunt quod ἐπιλήπτους a daemone occupari ueteres crediderunt.
Appellatur uero hic morbus & caducum & comessalis & comitialis & conuulsio & Herculeus & lunaticus & magnus & puerilis & sacer & sonticus.
Sobre la enfermedad sagrada (Περὶ τῆς ἱρῆς νούσου, c. siglo V aC) es un breve tratado hipocrático, famoso por la racionalidad de sus explicaciones, en el que se recogen creencias y prácticas supersticiosas acerca de esta enfermedad:
Yo creo que los primeros en considerar sagrada esta enfermedad fueron hombres del tipo de los magos, purificadores, charlatanes y embusteros aún hoy existentes […].
Por medio de discursos y prácticas de tal índole se jactan de saber más que nadie y engañan completamente a los hombres prescribiéndoles purificaciones y expiaciones; y la mayor parte de sus discursos versan sobre lo divino y demoníaco. […]
Hacen uso de purificaciones y encantamientos, y llevan a cabo una acción muy impía y sacrílega, al menos a mi parecer, pues purifican a los que estan poseídos por la enfermedad con sangre y otros procedimientos similares, como si tuvieran alguna impureza, o como a los criminales o a los hechizados por los hombres, o a los que han cometido alguna acción impía.[2]
Las purificaciones con sangre eran extrañas a la religión griega institucionalizada, pero, como testimonia este tratado, se practicaba a nivel popular, por influencia de religiones “bárbaras” transformadas en magia. Roma era igual de mesurada: aunque el icono de Pesinunte que representaba la Gran Madre del Ida fue trasladado a Roma durante el desastre de la segunda guerra púnica, ella y sus sacerdotes emasculados estaban confinados y controlados. Fue mucho más tarde, a partir del siglo II dC, cuando se documentan los criobolios y taurobolios, sacrificios ofrecidos a Cibeles‐Atis, en los que el oferente se asperjaba o duchaba con la sangre de la víctima en rituales “pro salute”, privados inicialmente, pero realizados luego también como una forma de culto al emperador. Este bautismo de sangre llegó a tener, al menos circunstancialmente, un valor de regeneración mística, de salvación eterna (“in aeternum renatus”[3]).
En el Antiguo Testamento hay dos alianzas entre Yahveh y el que será su pueblo elegido; la primera, con Abraham, se sella con un sacrificio, humano inicialmente pero sustituido en el último momento, en el que la sangre no tiene un papel especial; en la segunda, con Moisés, en un ritual no muy diferente al irano‐frigio, el profeta de Yahveh purifica al pueblo asperjándolo con la sangre de las víctimas:
Ex. 24: 5 Luego mandó a algunos jóvenes, de los israelitas, que ofreciesen holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión para Yahveh. 6 Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. 7 Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: «Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahveh.» 8 Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: «Esta es la sangre de la alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras».
En el Nuevo Testamento, en Marcos‐Mateo y Pablo‐Lucas, Jesús presentó la última cena (que ni en Pablo ni en Juan es necesariamente pascual) como una alegoría de su próxima muerte, equiparada al sacrificio (de nuevo humano, aunque solo sea a nivel alegórico) que sella un pacto. Esta alianza, que vinculaba solamente a Jesús y sus discípulos, fue convertida por Pablo en una alianza nueva que sustituía la realizada por Moisés.
1 Cor 11: 23 Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» 26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.
Aquí la correlación entre el pan y la carne de una víctima sacrificial parece clara, pero el vino solo sirve para sellar la alianza: se convierte en símbolo de la sangre (muerte), pero no en su sangre. En la versión Marcos‐Mateo tras un redactado más confuso la lectura se puede entender lo mismo: el vino no es la sangre como sustancia, sino que evoca la sangre derramada, es decir, la muerte sacrificial que sella el pacto.
Mt 26: 26 Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» 27 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, 28 porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.
Pero el pasaje “eucarístico” del evangelio de Juan no se desarrolla en la última cena y dirigiéndose a los discípulos, sino junto al mar de Galilea hablando a los “judíos” (estigmatizados en este evangelio). Aquí no hay pacto, no aparece ni el pan ni el vino, no hay metáforas; hay, naturalmente, una alegoría, pero basada en beber la sangre, tanto como en comer la carne, de una víctima sacrificial, humana en este caso.
Jn 6: 53 Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él.
La afirmación de este evangelio, que fue finalmente la interpretación que la iglesia triunfante dió a las otras versiones de la eucaristía, no podía hacerse en base a una tradición judía: o era nueva totalmente, o tenía raíces paganas.
En el mundo pagano la sangre humana era prescrita como fármaco drástico en algunos tratamientos mágicos o populares de la epilepsia, transmitidos por obras médicas o enciclopédicas del siglo I dC. El médico Scribonius Largus, autor de unas Compositiones medicae, recoge los tres siguientes:
Hacia la misma época, el enciclopedista Cornelio Celso señalaba que algunos epilépticos se habían curado bebiendo, no la sangre propia, sino la de un gladiador degollado: «Quidam iugulati gladiatoris calido sanguine epoto tali morbo de liberarunt; apud quos miserum auxilium tolerabile miserius malum fecit.» (De medicina, 3, 23).
No mucho después, hacia la época de los evangelios, Plinio[5] recogió diferentes prácticas de medicina antropofágica, entre ellas las referentes a la enfermedad comicial:
Hematología quimiátrica.
P. Kraus[8], escribe:
Jamais dans les textes grecs il n’est question de la préparation de l’élixir à base de substances animales ou végétales[9]9. Chez Jābir, par contre, l’alchimie “organique” prédomine presque entièrement. […] L’alchimie antique connaissait trois substances qui pour leur volatilité étaient considérées comme esprits : le soufre, le mercure et l’arsenic. À cette série, Jābir, d’accord avec tous les autres alchimistes arabes, ajoute le sel ammoniac dont il distingue deux formes : l’ammoniac minéral et l’ammoniac dérivé. La production de ce dernier à base de cheveux, de sang et d’urine est souvent décrite, et d’inmombrables recettes marquent l’importance de cette substance dans l’alchimie jābirienne. Le lien entre l’introduction de cette nouvelle substance et de l’extension théorique de l’alchimie aux substances organiques est manifeste.
En la alquimia europea esotérica más tardía se usa la designación “opus magnum” como sinónimo de alquimia. En la alquimia árabolatina la expresión que aparece es “opus maius” (u “opera maior”), que se contrapone a un “opus minus”. Roger Bacon, quien dejó constancia de que a mediados del siglo XIII “quadriga una non portaret libros alkimie”, y que seguramente leyó bastantes, explica qué sentido le daban diferentes autores a estos términos:
- Extracción de los elementos.
Uno de los autores que dicen que la obra mayor se hace de animales es Yabir, el padre de la alquimia árabe, en el Liber de septuaginta, texto traducido parcialmente al latín.
Damos la transcripción y traducción [11] del texto en Mellon ms. 2 (M), con variantes de Jena Ms. El. q. 18 [12] (J) y Berthelot (B), Liber de LXX, en Mémoires de l’Académie des sciences (1906).
[34b] Hunc autem librum primum uocaui “Librum diuinitatis” in quo dixi principia quibus res maior comprehendi potest. Dico ergo quod res maior est de animalibus. Non est ergo necesse nobis referre minerias & herbas. Non est enim inquirere rem cum sciencia sicut inquirere ipsam absque sciencia, et hic est vnus ordo. Oportet ergo ut sciamus ex quo animali sit [35a] ista res. Dico ergo quod hec res est ex animalibus calidioribus & melioribus omnibus, scilicet ex homine [13] cuius complexio sit colerica & in quo sit equalitas, sicut illi qui sunt de Aliamam, & insulis Salicis & India proprie, & magis proprie qui sunt de India versus medium celi & ad occidentem, & in interioribus Egypti. In omnibus enim Egyptiis est tenuitas & in illis de Aliamam similiter. Hii ergo sunt calidiores aliis. | A este primer libro lo he llamado Libro de la divinidad, en el que he expuesto los principios con los que puede realizarse la obra mayor. Digo pues que la obra mayor se hace de animales, no es preciso por tanto que tratemos de minerales ni hierbas. No es lo mismo buscar la obra con la ciencia que buscarla sin la ciencia. Este es un paso. Es preciso que sepamos de qué animal es esta obra. Digo que esta obra se hace de los animales más cálidos y mejores de todos, o sea, del hombre cuya complexión sea colérica y en el que haya igualdad, como los que son de Aliamam, de las islas Sálicas, de India son adecuados. Los más adecuados están hacia el centro y occidente de India y en las partes interiores de Egipto. Todos los egipcios son delgados, igual los de Aliamam. Unos son más cálidos que otros. |
Et similiter in siluestribus animalibus est acuitas & caliditas, que multorum sunt generum & diuersorum. […] | De la misma manera hay acuidad y calidez en los animales silvestres, de los que hay muchas y diversas especies. […] |
Dico ergo quod lapis ex homine assumptus est, scilicet, illud quod habundat in eo in vere [35b], quapropter ipse est animal quod colorat corpora. Extrahatur ex eo ispsum cum fuerit colericus aut sanguineus uehementis caloris [coloris B]. Tunc enim una uirtus colere, que est ignis, erit communicans sanguini & aliarum rerum uirtus. Per deum istud est propinquus. Dico autem quod lapis iste est ex 4 elementis: ex igne qui est calidus & siccus, & aere qui est calidus & humidus, & aqua & terra. Sume igitur quod eleuatur de corpore hominis, scilicet, cuius proprie est hec natura, scilicet, caliditas et siccitas 4 elementorum. Per Deum istud est propinquum, et si non intelligas hoc meum verbum, non apponas te huic arti, non enim est tibi neccesaria neque tibi auxiliabitur. | Digo, pues, que la piedra se toma del hombre, es decir, lo que abunda en él en primavera, ya que este es el animal que colorea los cuerpos. Extráigasela de aquel que sea colérico o sanguíneo, de color subido. Entonces una virtud de la bilis, que es el fuego, y la virtud de las otras cosas, se comunicarán a la sangre. Por Dios, esto es claro. Digo que esta piedra consta de los cuatro elementos: de fuego, que es cálido y seco, de aire que es cálido y húmedo, y de agua y tierra. Toma por tanto lo que se eleva del cuerpo del hombre, o sea, lo que es propio de esta naturaleza, o sea, la calidez y sequedad de los cuatro elementos. Por Dios esto es claro, si no entiendes mis palabras no te dediques a este arte, no te es necesaria ni te servirá de ayuda. |
Postquam ergo diximus vnde est lapis et quis est lapis, tunc dicemus in quo tempore sit sumendum. Dico ergo quod hoc elementum abundat in vere & in estate. Oportet ergo ut sumatur inter istud & istud & est xv [12 JB] die mensis secundi ueris. Et oportet ut sumatur post introitum solis in Arietem usque ad introitus ipsius in Taurum. Hoc enim tempore amplius augmentatur. | Habiendo dicho de donde procede la piedra y qué es, diremos en qué tiempo hay que tomarla. Digo que este elemento abunda en primavera y verano. Hay que tomarla por tanto entre uno y otro, en el día 15 del segundo mes de primavera. Hay que tomarla tras la entrad del sol en Aries hasta la entrada del mismo en Tauro. En este tiempo tiene el mayor aumento. |
Dicam ergo quis modus sit aptandi ipsum. Dico ergo quod oportet quod lapis distilletur sole [exeunte add J] in Ariete et Tauro. Non tamen dico quomodo est distillacio hic; hic enim est liber radicum. Dicam autem in hiis que sequuntur “De lxx”. Hic vero noster [primus?] liber nisi de radicibus que sunt neccesarie maiori operi. Dico ergo quod postquam separauerint aquam, separent adipem & colorem ab adipe & terra, custodient ea & aptent prius ignem antequam adipem & postea figant cum terra & aquam postea & est prima. Et adipem & terram que sunt insimul postea extrahe & prepara sicut diximus. Nos uero postea afferemus hoc. Intellige ergo hoc totum bene & quod superest oportet ut bene custodietur, ne dissipetur. Omnia enim hec elementa sumpta sunt ex lapide. | Diré ahora la manera de prepararla. Digo pues que es preciso que la piedra sea destilada con el sol en Aries y Tauro. Sin embargo no digo aquí cómo es la destilación, ya que este libro es sobre las raíces. Lo diré en los que siguen De los LXX. Este libro nuestro sólo trata de las raíces que son necesarias a la obra mayor. Digo pues que tras haber separado el agua, separen la grasa y el color de la grasa y de la tierra, las guarden, y preparen primero al fuego, antes que la grasa, y luego lo fijen con tierra, y luego al agua. Y es la primera. Extrae luego la grasa y la tierra que están juntos y prepáralos como dijimos. Nosotros trataremos luego esto. Entiende bien todo esto. Las sustancias obtenidas conviene guardarlas bien para que no se disipen. Todos estos elementos son tomados de la piedra. |
Hec omnia ergo sunt typica [14] [36a], que in hac arte subtiles debent intelligere. | Todas estas cosas son figuradas, que en este arte deben entenderse con sutileza. |
El nombre de esta sustancia de origen humano se elude aquí, y aunque las características parecen apuntar a la sangre de forma razonablemente clara, en el texto árabe, según la traducción de P. Lory [15], la sangre es excluida expresamente:
Nous l’expliquerons [la piedra] par des énigmes se rapportant à l’homme. Prends chez l´homme ce qui est excitée au printemps, qui n’est pas le sang (nota 251) [16], mais ce qui l’extimule. C’est égalemente ce qui teint le sang. […] Prends donc dans le corps de l’homme ce qui a tendence a s’élever, c’est à dire, celui des quatre élements qui correspond spécifiquement à cette nature chaude et sèche.
El aristotélico Secretum secretorum (s. X) describe así la piedra:
Accipe ergo lapidem animalem, vegetabilem, et mineralem, qui non est lapis [17], nec habet naturam lapidis. Et iste lapis assimilatur quodam modo lapidibus montium, minerarum, et plantarum et animalium, et reperitur in quolibet loco et in quolibet homine. [18]
Designada como animal, vegetal y mineral, la piedra se prestaba a ser interpretada no como una, sino como tres. Esto es lo que hace un “Alfarabi” a quien sigue Avicena (ps) en De anima in arte alchimiae[19], el cual, forzando la interpretación a la manera bizantina, afirma que la materia así designada son la sangre y cabellos humanos, y huevos de gallina:
(Dict. 1, cap. 5) Abimazer Alfarabi in libris De principio mundi, vbi locutus fuit de vii planetis, in dictione vbi dicit “Quid est post naturam”, dicit […]: Sunt de philosophis qui dicunt quod petra est herbalis, & alii qui dicunt quod est naturalis & alli dicunt eam esse vitalem siue animalem. Secundum quod mihi videtur & probaui petra herbalis sunt capilli, petra naturalis oua, petra animalis sanguis humanus [20]. […] Petra quae non est petra, quae inuenitur in fimis, illa est petra philosophorum, & vult dicere propter capillos. […] | Abimazer Alfarabi in los libros Sobre el principio del mundo, donde habló de los 7 planetas, en la dicción donde dice “Qué hay después de la naturaleza”, dice […]: «De entre los filósofos hay quienes dicen que la piedra es vegetal, otros que dicen que es natural, otros dicen que es vital o animal. Según lo que opino y he probado, la piedra vegetal son los cabellos, la piedra natural los huevos, la piedra animal la sangre humana.» […] La piedra que no es piedra, que se encuentra en los estercoleros, esa es la piedra de los filósofos, con ella designa los cabellos. […] |
Maurienus [21] dixit: «Noster lapis pretiosior aliis lapidibus, & in omni loco inuenies absconditus vbi prudenter inquireris». Hoc est dicere propter sanguinem. Et quando dicit: “in omni loco est”, hoc dixit quia est in corpore hominis. | Maurienus dijo: «Nuestra piedra es más preciosa que las otras piedras, la encontrarás escondida en todo lugar donde la busques con prudencia.» Esto lo dice por la sangre. Y cuando dice “en todo lugar” lo dice porque está en el cuerpo del hombre. |
Maurienus rechaza de hecho estas tres materias, así que este Avicena se ve obligado a disputar con él:
(Dictio 1, cap. 6) Maurienus fuit homo regis Versusaha, & fuit multum acutus & subtilis sensus, nisi quia in suis libris dixit multa mendacia. Ipse dixit: «Lapis magistrorum non sunt capilli» et vult intelligere per capillos lanam, id est, capillos omnis bestiae praeter hominem, & qui bene legit intelligit hoc quod dixit propter capillos hominum. Et dixit «Noster lapis non sunt capilli»; hoc dixit vt non intelligerent homines, & adhuc magis dicit: «Non opereris de capillis, & non opereris de ouis nec de sanguine, quia non est ibi vtilitas; operare cum nostro lapide & inuenies magisterium». Et dixit hoc vt homines non intelligerent & excaecaret oculos eorum, vt clauderet seras eorum, & hoc dixit sicut philosophus, qui quandoque per affirmationem intelligit negationem & e conuerso [22]. Et ita fecit Maurienus, dixit regi quod ipse non operetur cum praedictis lapidibus & fecit eum intelligere quod cum eis operaretur. | Maurienus fue un hombre del rey Versusaha, fue muy agudo y de sentido sutil, no obstante en sus libros dijo muchas mentiras. Él dijo: «La piedra de los maestros no son los cabellos», y quiere dar a entender que los cabellos son la lana, es decir, pelos de toda bestia, excepto del hombre. Y dijo: «Nuestra piedra no son los cabellos»; esto lo dijo para que los hombres no lo entendieran. Dijo más aún: «No operes con cabellos, ni con huevos ni con sangre, ya que en ellos no hay utilidad; opera con nuestra piedra y encontrarás el magisterio». Y esto lo dijo para que los hombres no lo entendieran y cegar sus ojos, para cerrar sus cerrojos, y lo dijo como filósofo, que a veces por la afirmación entiende la negación y al contrario. Y así hizo Maurienus: dijo al rey que no operase con las sustancias mencionadas y le hizo entender que operara con ellas. |
En la “dictio septima” se comentan por extenso estas tres materias. El cap. 1 trata de la sangre humana: de qué clase de hombres extraerla, de qué edad, en qué tiempo, etc., y diferentes modos de prepararla. Así explica la razón por la cual debe ser elegida esta “piedra”:
Sanguis necessarius in magisterio est hominis, & quia hominis anima est melior omnibus, & quia corpus solis & lunae est omnibus melius, ideo mittimus sanguinem hominis, qui est anima, quia hominis anima est sanguis, & sanguis est anima, & ideo vocatur lapis animalis.[23]
La preparación alquímica de la sangre es aquí una extracción de los cuatro elementos y tiene finalidad transmutatoria.
(Dict. 5, cap. 5) Ego scio magisterium: accipiam de sanguine humano & praeparabo & proiiciam super cuprum.
(Id., cap. 7) [aurum] quod est de alexir […] est in tribus modis: de petra capillorum, de petra sanguinis & de petra ouorum.
Para clasificar un texto como alquímico es preciso partir de un concepto de lo que es la alquimia. No sabemos si en el área académica existe un criterio común, explicitado y más o menos consensuado. No parece que sea discutible la pertenencia al corpus alchimicum de las obras que tratan de procesos, teóricos (especulativos) y/ o prácticos (laboratorio), cuya finalidad es la identificación y obtención de la “piedra”, elixir o medicina, sustancia única “universal”, capaz de llevar a la perfección lo imperfecto, especialmente transmutar metales y curar toda enfermedad humana. Ampliar el concepto de alquimia a cualquier otro tipo de transmutación (que unos “filósofos” llaman procesos sofísticos y otros particulares, según los consideren falsos o verdaderos) es fácil, pero no se puede generalizar igualmente con la curación de enfermedades, puesto que existe ya una disciplina propia mucho más antigua que la alquimia: la materia medica, la farmacopea. Se puede, sin gran dificultad, establecer una frontera entre farmacopea tradicional o dogmática y alquímica (que raramente recibe este nombre, en general se la llama espagírica o química), si se incluye en esta todo medicamenteo elaborado con métodos y técnicas propios de la alquimia transmutatoria [24]. Quedaría por establecer otro límite: Cuándo se convierte la alquimia no transmutatoria en química, cuándo se convierte la farmacopea alquímica en farmacia actual. ¿Quizás cuándo se abandonan las teorías de los cuatro elementos y los tres principios?
La descripción de las propiedades medicinales de tres de los elementos destilados de la sangre, agua, aire y fuego, es el tema de una obra medieval impresa repetidas veces, la Epistola ad magistrum Jacobum de Toleto de sanguine humano, atribuida a Arnaldo de Villanueva. La primera edición es de Gratarolo, a continuación de De consideratione quintae essentiae (1561) de Rupescissa. Otra versión con pequeñas variaciones fue publicada por C. Wolf en Evonymus, pars secunda (1569) [25]. Una versión más, cercana a esta, fue publicada por J. F. Payne en 1903 [26]. Y otra, más detallada y extensa que las anteriores, ha sido publicada por A. Calvet [27].
La primera página de la versión del Yale Univ., Mellon Ms. 14 [28] (c. 1475), dice así:
[41v] [Introducción]
Epistola Magistri Arnaldi de Villanoua ad magistrum Iacobum
de Tolleto de maximo secreto medicine extracte ex sanguine humano.
Magister Iacobe, amice carissime, dudum me rogastis ut uerbum secretissimum medicine de sanguine humano quam diuina fa‐ uente parte, quam per meam industriam, quamuis non totaliter, per multiplices experiencias et cum multis laboribus adinueni, aliqua de quibus expertus essem conscribendo significarem. Et quamuis diu distulerim tamen iam senio appropinquante, omni liuore semoto, ea que ad hoc secreto expertus sum plenius enarrabo.
[Texto común]
Audiatis ergo et audiant secreti electi uerba oris mei, quia spiritus ubi uult spirat [29]. Et ideo in puteo penitencie recludatur qui ali‐ cui fatuo uel eciam potenti reuelabit hoc secretum quod antiqui quesierunt nec inuenire potuerunt et frustrati sunt et illud non ha‐ buerunt. Est enim donum celeste nobis indignis a deo destinatum quod nichil medici cognouerunt nec philosophi qui in alchimia laborauerunt hoc perceperunt. Sed testor deo quod per varios libros quos iam tempore longo in arte alchimie sensi, prout scitis, et per experienciam cognoui istius rei efficaciam tantum eciam tantam esse quod non sufficio uobis tante virtutis vigorem plenius explicare et ideo in puteo penitencie recludatur etc. Accipiatur autem hoc secretum, scilicet, sanguis humanum et sit sanguis virorum sanorum etatis infra 36 annorum, et extractis 4or elementis, prout bene nostis in arte alchimie, obturans quodlibet elementum per se ne aer subintret. Aqua enim uidelicet valet egritudinibus tam calidis quam frigidis, eo quod occulte et communis est nature et complexionem lesam re‐ ducit ad temperatam, et maxime ualet pacientibus vicium in spiritualibus quia venenum expellit a corde; arterias eciam habet humec‐ tare et dilatare. Et dico pro constanti quod flegma grossum in pulmone contentum sine molestia dissoluit et ipsum ulceratum non obstante commocione consolidat et similiter omnia corrupta contenta in pulmone et membris spiritualibus purgat et ea purgata conseruat a corrupcione. Sanguinem eciam ultra medicinam omnem ni‐ mirum purgat et mundificat. Item fluxum uentris a tota specie […]
[Introducción]
Epístola del maestro Arnaldo de Villanueva al maestro Jacobo de Toledo sobre el máximo secreto de la medicina, extraído de la sangre humana.
Maestro Jacobo, amigo apreciadísimo, hace tiempo me rogasteis que os comunicara por escrito algo acerca del conocimiento secretísimo de la medicina de la sangre humana, la cual, con ayuda de parte divina, encontré por mi esfuerzo, aunque no totalmente, tras múltiples experiencias y muchas fatigas. Y aunque lo he demorado largo tiempo, al acercarse ya la vejez, apartado todo temor, contaré totalmente lo que he practicado de este secreto.
[Texto común]
Oíd, pues, y oigan las palabras de mi boca los elegidos secretos (pues el espíritu sopla donde quiere). Por ello sea encerrado en el pozo de la penitencia quien revele a fatuo o poderoso este secreto que buscaron los antiguos y no pudieron encontrar, y quedaron frustrados y no lo poseyeron. Es, en efecto, un don celeste destinado por Dios para nosotros, indignos, que ni los médicos conocieron ni lo comprendieron los filósofos que trabajaron en alquimia. Pero testifico ante Dios que, por los libros variados que he consultado en el arte de alquimia desde hace largo tiempo, como sabéis, y por experiencia, he sabido que la eficacia de esta es tan grande que no me siento capaz de explicaros plenamente el vigor de tan gran virtud. Por ello sea encerrado en el pozo de la penitencia etc.
Tómese este secreto, o sea, sangre humana, y sea sangre de hombres sanos, de menos de 36 años de edad, y, extraídos los cuatro elementos, según conocéis bien en el arte de alquimia, ciérrese cada elemento aparte, de manera que no los toque el aire.
El agua sirve para las enfermedades tanto cálidas como frías, por su naturaleza oculta y común, y reduce la complexión destemplada a temperada. Es muy eficaz para los que padecen un defecto en los espirituales, ya que expulsa del corazón el veneno; también sirve para humedecer y dilatar las arterias.
[En la continuación se siguen exponiendo las propiedades medicinales del agua, aire y fuego].
La parte común se encuentra atribuida a Roger Bacon, con el título Secretum secretorum de laude lapidis[30]. La obra arnaldiana De vita philosophorum[31] incluye como capítulo 10 una variante de esta versión. La diferencia principal de ambas con el De sanguine es que aquellas carecen de los dos pasajes donde aparece mencionada la sangre: la introducción y la interpretación del “donum celeste” como la sangre. Ambas variantes del Secretum dan también una aplicación para el elemento tierra, la de fijar el mercurio, que en este estado puede ser transmutado mediante el elemento fuego. Para ambas versiones la sustancia a destilar es una hierba [32] con cualidades mágicas:
Secretum. Et notandum quod hoc donum Dei est quaedam herba communis et despecta, quae vocatur S. | De vita. Et nota quod hoc dictum est herba communis que omni tempore inuenitur. Nam eam habent tam pauperes quam diuites*, et erecta candens membrum cuius virtutes occultantur. Nec antiqui voluerunt aliquid de ea ostendere, primo maxime voluerunt eam occultare. Hec herba dat amorem et dilectionem, et defensoribus audaciam et securitatem, et in placito victoriam. |
Et haec herba dat amorem deferentibus, securitatem et audaciam, et in palatio victoria. |
Nam eam habent tam pauperes quam diuites*: Esta frase fue luego muy utilizada, con ligeras variantes (“Tam pauper quam dives lapidem habere potest”). Así, apareció en el “Liber Alzae De Lapide Philosophico” (Musaeum Hermeticum Reformatum, Francofurti, Hermannum à Sande, 1677, 325-335, aquí 331): “Interrogate dein, quam carus noster fiet lapis, si illum pauper, atque quam dives, habeat”. Este texto está traducido al latín de la impresión previa en alemán que aparece en Grasshof, J. (Hermannus Condeesyanus), Dyas chymica tripartita, Frankfurt, Lucas Jennis, 1625, 137-150, donde se informa que fue escrito doscientos años antes: “ben nahe für zwenhundert Jahren beschrieben”. También está manuscrito en Staatsbibliothek Bamberg. Msc. Nat. 8. (L III 16), siglo XVI, 379-387: “Liber Alze”. Ver también “Liber Alze”: Kassel, Universitätsbibliothek Kassel – Landesbibliothek und Murhardsche Bibliothek der Stadt Kassel, 4º Ms chem. 4 (1520-1527), en alemán, 55r-67r. Y aún nos podemos ir más atrás con esta frase, pues aparece en las primeras traducciones latinas que contienen La Tabla de Esmeralda, como son el Liber Rebis o Liber dabessi (Colinet, A., “Le livre d’Hermès intitulé Liber dabessi ou Liber rebis”, Studi Medievali, 36 (1995), 1011-1052). Aunque, en realidad, la cita del Liber rebis tampoco es la original. La idea de que la piedra es algo común, disponible tanto para ricos como para pobres, viene del Secretum secretorum de ps.-Aristóteles (Steele, R., Opera hactenus inedita Rogeri Baconi, Oxford, ex Typographeo Clarendoniano, 1920, cap. 59, pág. 110). La misma se manifiesta de forma más explícita en el Liber Hermetis de alchimia (Steele, R. y Singer, D. W., “The Emerald Table”, Proceedings of the Royal Society of Medicine, 21 (1928), 485-501, aquí 496) que retoma, aunque de forma ligeramente más breve, las mismas palabras de ps.-Aristóteles: “Hunc invenies ubique in planicie, in montanis et in aquis omnibus. Habentque eum tam pauperes quam divites. Estque vilissimus, estque kermis, lapis non lapis” (Calvet, A., “Le De Secretis naturae du Pseudo-Arnaud de Villeneuve. Texte édité et présenté par Antoine Calvet”, Chrysopoeia, 6 (1997-1999), 155-206, aquí 202, n.29).
En la alquimia latina medieval se hizo una identificación, quizás la única directa, de esta hierba con la celidonia [33], planta de flores amarillas de cuatro pétalos y savia rojiza, de antigua tradición medicinal y alquímica. La versión de Mellon Ms. 14 la hace aparecer en un comentario añadido al final:
Et omnia ista predicta operantur tria elementa supradicta si extracta fuerint ab herba celidonia et aqua eius si fuerit potata ter a languente.
Esta “hierba incognita” podría no ser más que un nombre‐símbolo gestado en la alquimia árabe, la “hierba elevada, preclara, honrada” que aparece en el Diálogo de María y Aros [34]:
Dixit ei Maria: Aros, & mirabilius est de isto quod non fuit apud antiquos nec accesit ad eum per meditationem, & illud est: Accipe herbam altam, claram, honoratam, crescentem super monticulis, & tere ipsa recentem sicut est in sua hora [35] , & illa est corpus verum non fugiens ab igne.
- Quinta esencia sanguínea.
La alquimia es, en buena parte, el conjunto de respuestas a una pregunta que, parafraseando a Avicena, se podría enunciar así: Admitida su posibilidad, ¿cómo puede conseguirse? Una parte de los alquimistas, más o menos numerosa según la época, creyó que en la respuesta debía estar incluido el cielo. En época alejandrina, árabe y arabolatina, el papel del cielo fue astrológico [36]; en la alquimia medieval europea varios alquimistas se centraron en la extracción de la quinta esencia; con el humanismo neoplatónico casi todos los alquimistas hicieron centro de sus especulaciones al novedoso espíritu del mundo [37].
La quinta esencia es la alquimización de la teoría aristotélica acerca del éter. Para Aristóteles los cuerpos celestes y el éter, espacio donde estos se mueven, estaban formados por un elemento diferente a los cuatro terrestres. Además de la peculiaridad de que el movimiento propio de este elemento era circular, era inalterable, incorruptible, perfecto como el cielo mismo. Aristóteles no dio un nombre especial a este elemento: él lo consideró “el primero de los cuerpos”, τὸ πρότον τῶν σοματῶν [38], pero los comentadores se refirieron a él como quinto cuerpo y “quinta sustancia”, πέμπτη οὐσία. En Roma, Cicerón lo llamó “quinta natura” [39]; la traducción “quinta essentia” podría ser muy antigua, pero está documentada sólo desde el siglo XIII.
De forma extraña, en los alquimistas medievales el omnipresente Aristóteles no aparece relacionado con la quinta esencia; de los atributos que él dio al éter el más representativo que mantiene la quinta esencia es la incorruptibilidad; no todos le reconocen un origen y naturaleza auténticamente celeste y ninguno se preocupa por el tipo de movimiento que debería tener. Con todo el cielo está subyacente a la quinta esencia, si más no, como referente de pureza. Como ocurrió con los elementos, los alquimistas se consideraron capaces de extraer la quinta esencia de plantas, animales y minerales, inventando diversos procesos basados en la destilación.
La quinta esencia jugó un papel especialmente destacado y se hizo famosa en la alquimia de los franciscanos, cuya expresión literaria más importante es el extenso corpus luliano y las dos obras atribuidas a Rupescissa. El Testamentum, que inicia la serie de obras alquímicas lulianas hacia 1330, le da un tratamiento filosófico cuyo sistematismo inicial se abandona pronto. Primero distingue entre quinta esencia y quinta sustancia: la primera es la sustancia creada por Dios, aún indiferenciada. Esta materia, que no parece ser considerada homogénea, se dividió en tres partes según su pureza[40]. La menos pura se diferenció a su vez en cinco elementos, distinguidos también por sus grados de pureza, y con ellos fue creada la tierra. La “quinta sustancia” es el elemento terrestre más puro, el cual, quizás por su cercanía en pureza al cielo, “participa de lo celeste” (¿en incorruptibilidad?).
Illam naturam Deus creavit de nichilo in unam puram substanciam quam vocamus quintam essenciam in qua tota natura comprehenditur. De istius substancie divisa in tres partes secundum essenciam parte priori creavit Deus angelos, de secunda creavit celum et planetas et omnes stellas, de tercia parte que erat minus pura creavit Deus istum mundum. […] Summus creator divisit istam partem in 5 partes, et ex una parte magis pura creavit Deus quintam substanciam elementorum, que participat cum re celestiali.
(Testam. 1, 3, Pereira & Spagiari ed.).
Pero posteriormente el Testamentum da a esta “quinta sustancia” el nombre de “espíritu de la quinta esencia”, definiéndolo, de manera difusa, como un espíritu «influxus per naturam in substanciam compositorum» y «quinta vis que omnia facit et omnem rem ducit ad finem sue composicionis» (id. 1, 47).
Según el Testamentum, la obra alquímica se realiza con la materia prima o “genus generalissimum” (llamado también mercurio o piedra) y las tinturas del sol y la luna (1, 41). Este género generalísimo, o género sumo, de donde toda la naturaleza desciende (1, 34), es una tierra sutil sulfúrea (1, 37) que se encuentra en todo cuerpo elementado (1, 35). Pero dado que esta materia prima tiene un deseo natural de unirse al espíritu de la quinta esencia (“desiderat multum integracionem unitatis spiritus quinte essencie”), se la encuentra en más abundancia en las sustancias donde más abunda este espíritu, una de las cuales es la sangre humana.
(1, 41) Nunc ergo, fili, cum tibi dixerimus superius quod dictum genus custodiatur ab omni nigra combustione, necesse est tibi quod cum illo facias tuum opus cum adiutorio tincturarum [41] solis et lune. Sed primo indiges quod illud [42] facias extrahere cum arte magisterii, sicut tibi dicemus in secunda parte, cum conveniat expoliari ab omnibus suis extraneis figuris, quas natura posuit in loco illo, ut sunt figurae diversarum plantarum, diversorum animalium, diversorum animalium et diversorum liquorum. Et ex omnibus istis, verumptamen magis in una re quam in alia propinquissime reperitur et de maiori habundancia et magis adherens cum propriis sustanciis et naturis metallorum [43], secundum quod magis continetur in se de spiritu quinte essencie, sicut sunt inter vegetalia vitis, dicta materia masculina, et lunaria magna, que est succus vitalis, et radix straminis, et feniculus, et portulaca marina, et mercurialis, et celidonia, et alii arbores et herbe que sunt calide et humide nature […]. Inter animalia species vasilisci et apis que facit ceram et mel; et inter liquores sunt sanguis humanus et urina et capilli iuvenum et lac bestiarum et alie humiditates; et inter mineralia sunt sol et luna, quoniam sunt fermenta lapidis. | Así pues, hijo, habiéndote dicho anteriormente que el dicho género está libre de toda negra combustión, te es preciso que hagas tu obra con él, con ayuda de las tinturas del sol y la luna. Pero primero necesitas hacerlo extraer con la técnica del magisterio, como te explicaremos luego en la segunda parte. Hay que despojarlo de todas sus imágenes adventicias que la naturaleza puso en aquel lugar, como son las figuras de diversas plantas, diversos animales y diversos licores. De todos estos, sin embargo, se encuentra de forma cercanísima más en uno que en otro, y en mayor abundancia y más adherente con las propias sustancias y naturalezas de los metales, según que contiene en sí más espíritu de la quinta esencia, como son entre los vegetales la vid, llamada materia masculina, y la gran lunaria, que es el jugo vital, la raíz de estramonio, el hinojo, la potulaca marina, el mercurial, la celidonia y otros áarboles y yerbas que son cálidas y húmedas por naturaleza. […] Entre los animales las especies del basilico y de la abeja que hace cera y miel; entre los licores están la sangre humana, la orina y cabellos de jóvenes, la leche de animales y otras humedades; y entre los minerales están el sol y la luna, ya que son los fermentos de la piedra. |
Et ab istis exit propinquissime supradictum genus, quod magis adheret cum propriis substanciis et naturis metallorum, videlicet, primo cum auro et cum argento. | De estos sale de forma cercanísima el mencionado género, que se adhiere más con las sustancias y naturalezas propias de los metales, o sea, primero con el oro y con la plata. |
Para Ruspescissa[44], unos veinte años después, la quinta esencia es a los cuatro humores del hombre lo que el cielo a los cuatro elementos: una sustancia incorruptible, “raíz de la vida”:
(Lib.1, canon 2. Harv. lat. 220) [3r] Radix vite est querere rem de se, quod si staret in aeternum incorruptibilem esset, et quod omnem rem sibi iunctam, & maxime carnem, semper teneat incorruptam; que virtutem vite & spiritum nutriat, augmentet & restauret; que omnem crudum digerat & omnem digestum ad equalitatem reducat, & omnem excessum cuiuscumque |
La raíz de la vida es buscar un cosa de tal naturaleza que, aunque existiera eternamente, permanecería incorruptible; que mantenga siempre incorrupta toda cosa unida a sí, y sobre todo la carne; que nutra, aumente y restaure la virtud y el espíritu de la vida; que digiera todo lo crudo y devuelva el equilibrio a todo lo digesto; que elimine todo exceso de cualquier cualidad y restaure cualquier cualidad perdida; que haga abundar el húmedo natural e inflamar el fuego natural débil. Sabed sin falsedad que ninguno de los cuatro elementos es tal, ni algo que incluya de sí la composición material de los elementos, ya que tales cosas están todas sujetas a corrupción. |
Si bien, según dice él, Rupescissa la hace pública ahora, la quinta esencia no es un hallazgo suyo: los filósofos ya sabían extraerla, aunque se llevaban su secreto a la tumba:
(Lib.1, canon 2. Harv. lat. 220, f. 3v) Et dixi quod quintam essentiam creauit altissimus quae extrahitur de corpore nature concreata a domino cum artificio humano Et nominabo eam quintam essentiam siue rem | Dije que el Altísimo creó la quinta esencia, que se extrae del cuerpo de la naturaleza, cocreación del Señor y el artificio humano. La llamaré quinta esencia o cosa, o por sus tres nombres impuestos por los filósofos. Se la llama agua ardiente, alma del vino y agua de vida. Y cuando quieras exaltarla la llamarás quinta esencia, ya que los filósofos no quisieron revelar a nadie ni su naturaleza suya ni su nombre, sino que más bien hicieron enterrar consigo la verdad. |
La obra está dividida en dos libros; el primero, que recibe propiamente el nombre De consideratione quintae essentiae (el segundo se titula De generalibus remediis) comienza con consideraciones teóricas, pasando luego a la descripción de la extracción de la quinta esencia de diferentes sustancias, entre ellas la sangre humana.
Rupescissa, De quinta essentia, lib. 1, canon 3 (= cap. 11 Gratarolo ed.). Transcr.: Harvard MS lat. 220 (c. 1400). Variantes anotadas: M: Mellon ms 14 (s. XV); G: Gratarolo (1561)
[8v] Canon tertius in secreto extractionis quinte essencie ab omnibus aliis rebus vtilibus pro reparatione & conseruatione nature. Scientia in extractione quinte essentie a sanguine humano & ab omnibus carnibus et ouis. | Canon tercero. Secreto de la extracción de la quinta esencia de todas las otras cosas utiles para la reparación y conservación de la naturaleza. Ciencia de la extracción de la quinta esencia de la sangre humana y de todas las carnes y huevos. |
Si audisti quod tibi superius ex secretis maximis reuelaui cum dixi quod in re omni essentia quinta remanet incorrupta, maximum erit tibi si te docebo ipsam extrahere a sanguine humano & a carnibus omnium animalium et ab ouis omnium & similibus rebus. Quoniam cum sanguis humanus sit perfectius opus nature in nobis quantum ad augmentum deperditi |
Si has oído lo que te revelé más arriba de los máximos secretos, cuando dije que en toda sustancia permanece incorrupta la quinta esencia, entenderás que es de máxima utilidad que te enseñe a extraerla de la sangre humana, de las carnes de todos los animales, de todos los huevos y de sustancias similares. Dado que la sangre humana es la obra más perfecta de la naturaleza en nosotros, en cuanto al aumento de lo perdido y en lo que consiste nuestra vida, es cierto que la naturaleza perfecciona la quinta esencia de tal manera que sin otra gran preparación transfiere la propia sangre desde las venas inmediatamente en carne. És de máximo interés obtener esta quinta essencia tan apropiada a su naturaleza, ya que en ella está la virtud admirable del nuestro cielo estrellado y opera los milagros más divinos en la curación de la naturaleza, como enseñaré más adelante. |
Recipe ergo a barbitonsoribus ex hominibus iuuenibus sanguineis uel cholericis sanguinem, assumptum vt potueris, ab eis qui vinis bonis utantur, & abiecta aqua post repausationem, pista eum cum decima parte sui salis communis praeparati ad hominum medicinas & pone in amphoram vitreatam, quam diligenter sigilla, & repone eam in ventrem equi preparati ut supra, & remuta fimum semel in [9r] septimana vel plus, vt fortior sit ignis, et dimitte prutrefieri donec totus sanguis conuertatur in aquam, quod fiet ad plus in xxxª uel xlª diebus, vel alias secundum plus et minus. Tunc pone in alambicho & distilla ad ignem bonum quicquid ascendere poterit, & aquam illam pluries super feces tritas [terreas M] repone, miscendo super marmore, & postea distilla iterum, pluribus vicibus iterando. Et cum tandem nobilem aquam sanguinis habueris, ut ex illa quintam essentiam extrahas, repone aquam in distillatorio circulationis, donec ducas eam ad tantam fragrantiam sicut aquam ardentem superius fecisti. | Adquiere, pues, de los barberos, sangre de hombres jóvenes, sanguíneos o coléricos, tomada, si puedes, de los que beban buenos vinos. Desecha el agua que queda tras reposar y machácala con una décima parte suya de sal común preparada para las medicinas de los hombres; ponla en una ánfora vidriada, séllala con esmero, y ponla en vientre de caballo preparado como anteriormente; cambia el estiércol una vez o más por semana, pra que el fuego sea más fuerte, y deja putrificar hastaque toda la sangre se convierta en agua, lo que hará como mucho en 30 o 40 días, u otra cifra, según más y menos. Entonces ponla en un alambique y destila a buen fuergo lo que pueda ascender. Repón el agua sobre las feces trituradas, mezclando sobre el mármol, luego destila de nuevo, reiterando varias veces. Cuando finalmente tengas el agua noble de la sangre, para extraer la quinta esencia pon el agua en un destilatorio de circulación hasta que la obtengas tan olorosa como hiciste el agua ardiente anteriormente. |
Et haec est quinta essentia diuina & miraculosa in reparatione & recuperatione vite & nature nostre supra quam credi possit. | Y esta es la quinta esencia divina y milagrosa en la reparación y recuperación de la vida y de nuestra naturaleza, más de lo que pueda creerse. |
Rupescissa aconseja la quinta esencia de la sangre humana, mezclada con otras sustancias, en el tratamiento de algunas fiebres: continua, aguda, hemitrítea, pestilencial.
Después del Testamentum, la obra más difundida del corpus luliano es el Liber secretorum naturae seu de quinta essentia, que reelabora los dos libros de Rupescissa [45], ampliando la parte médica del segundo, y le añade un extenso tercer libro de alquimia transmutatoria. En esta obra la sangre juega un papel muy reducido, se dice poco de su preparación y menos aún de su uso medicinal. En otra obra luliana titulada Libellus de medicinis secretissimis [46], se encuentra un proceso de extracción diferente al de Rupescissa.
Modus extrahendi quintam essentiam de sanguine humano talis est: Quod tu habeas a barbitonsoribus phlebotomantibus sanguinem humanum phlebotomatum, dunmodo non sit sanguis leprosi vel potiferi[47], aut detestabilis infirmitatis patientis, & mitte pausare donec tota cholera & aquositas supernatet & sanguis in fundo vasis descendat & coaguletur. Quo facto pone dictum sanguinem supra vnam tabulam suspensam ad aerem siue ventum, vel ad solem, vt sanguis ille desiccetur. Stet autem tabula illa pendens aliquantulum, vt si aliqua pars remansit aquae in dicto sanguine, valeat descendere, & sic sanguis ille purissimus exiccabitur absque putredine & corruptione, & ad odorem mirabilem et solennem deueniet. | El modo de extraer la quinta esencia de la sangre humana es el siguiente: Obtén de los barberos que hacen flebotomías sangre humana flebotomada, pero que no sea de leproso, de “potífero” o de quien padezca una enfermedad detestable. Déjala reposar hasta que toda la cólera y acuosidad sobrenade y la sangre descienda al fondo del vaso y se coagule. Hecho esto pon la sangre sobre una tabla suspendida al aire o viento, o al sol, para que la sangre se deseque. La tabla debe colgar algo, de manera que si quedó alguna parte de agua, pueda escurrir; así la sangre muy pura se secará sin pudrirse ni corromperse y adquirirá un olor admirable y solemne. |
Habeas igitur de dicto sic exsiccato sanguine bonam quantitatem & ipsum pone ad calcinandum in furno reuerberationis, donec bene sit calcinatum & combustum, & in cinerem redactum. Tunc super illam calcem sanguinis humani pone aquam nostram coelicam, que sumet ad se ipsius sanguinis quintam essentiam, & post cautam et suauem decantationem & euacuationem ipsius, ne turbentur feces, separetur in alio base quinta essentia vini per destillationem factam in balneo a quinta essentia sanguinis huiusmodi: quae remanebit in fundo vasis albissima ad modum salis siue sacchari; serua ipsam ad partem. | Toma una buena cantidad de sangre así desecada y ponla a calcinar en un horno de reverbero hasta que esté bien calcinada, quemada y convertida en ceniza. Entonces pon encima de la cal de la sangre humana nuestra agua celeste, que atraerá a sí la quinta esencia de la sangre. Tras una decantación y evacuación, cautelosa y suave para que no se remuevan las heces, sepárese en otro vaso la quinta esencia del vino, por destilación realizada en baño, de la quinta esencia de la sangre, la cual quedará en el fondo del vaso blanquísima, a modo de sal o azúcar. Consérvala aparte. |
Et si in prima vice non poteris separare quintam essentiam totaliter a fecibus sanguinis praedictam, reitera nostrum menstruum supra dictas feces, finitis supra notatis regiminibus & ordine, donec habeas totam quintam essentiam eius. | Si en la primera vez no puedes separar la quinta esencia totalmente de las heces de la sangre mencionada, reitera nuestro menstruo sobre las dichas heces, siguiendo los regímenes y orden expuestos anteriormente, hasta que obtengas toda su quinta esencia. |
3. Textos anexos.
Avicena [ps.], De anima in arte alquimae [48].
[Dictio 5, cap. 16, p. 141] Quando dicunt magistri: accipe sulphur & fac hoc & hoc, scias quod sulphur non ingreditur in nostro magisterio, sed nominauerunt sulphur ad significandum per lapidem eorum, sicut multi qui significant per lapidem suum auripigmentum, & alii marcasitam, & alii litargirum, & alii argentum viuum, & alii magnesiam, & alii aneca & alii bestias dicunt, & non dixerunt nisi absconderent magisterium. Et qui dicunt accipe lapidem qui non est lapis, & sulphur quod non est sulphur, de auripigmento quod non est auripigmentum, non dicunt nisi vt abscondant magisterium. | Cuando los maestros dicen “toma azufre y haz esto y esto”, sabe que el azufre no entra en nuestro magisterio, sino que dijeron azufre para indicar su piedra, como muchos que indican su piedra oropimente, otros marcasita, otros litargirio, otros mercurio, otros magnesia, otros “aneca” y otros dicen animales, pero no los dijeron sino para esconder el magisterio. Los que dicen “toma la piedra que no es piedra, el azufre que no es azufre, el oropimente que no es oropimente”, no lo dicen sino para esconder el magisterio. |
Et nullus illorum dilexit magis filium suum quam ego dilexi te. Quia illi non curant de nominibus, quia lapis eorum vnus est, et veniunt stulti & operantur sicut inueniunt in libris suis & non possunt attingere ad profectum. Dicunt quia non est verum magisterium. Et quia dicebant quod philosophi erant mendaces & non erat verum magisterium, ideo composui librum istum & illuminaui caecos, solui catenatos, & intelligi feci quod non intelligebant, & solui ligaturas. | Ninguno de ellos quiso a su hijo más de lo que yo te quiero a ti. Debes saber que ellos no se preocupan de los nombres, pues su piedra es una. Pero vienen los tontos y operan tal y como encuentran en sus libros, y al no poder alcanzar su propósito dicen que el magisterio no es verdadero. Y porque decían que los filósofos eran mentirosos y que el magisterio no era verdadero, por eso compuse este libro e iluminé a los ciegos, liberé a los encadenados, les hice entender lo que no entendían y desaté sus ataduras. |
Et dixi tibi cum virtute Domini secretum philosophorum & eorum intentionem. Et ideo iurando tibi quod istum librum non venundes nisi filio tuo, & filius tuus filio suo, & de generatione in generationem, & detur sapientioribus. Quia malum feci quod reuelaui puritatem Domini, ideo non reueles. Quia dico in veritate quod nullus philosophorum cum aliis fuerunt operati nisi cum sanguine & cum capillis & cum ouis. Et hoc est secretum illorum, & hoc es sulphur eorum & auripigmentum, litargirum, marcasita & magnesia, & hoc est aquila et gallina eorum, & quaecumque nominauerint, hi sunt lapides eorum. Reuelaui tibi secretum sapientiae, scias quod in die qua ista reuelaueris, in ipso die morieris[49], & si aliis des nisi filiis tuis sapientioribus, tu & omnis generatio tua propter hunc librum moriemini. Cum isto libro sis, & non recedat a te, & fac illum scribere de auro, & absconde eum & rogo Deum quod non moriris per hunc librum. | Con la virtud del Señor, te he dicho el secreto de los filósofos y su intención. Por eso te conjuro que no vendas este libro, sino que lo des a tu hijo y tu hijo a su hijo, y de generación en generación, y dése a los más sabios. He hecho mal al revelar lo puro del Señor, por ello no lo reveles. Te digo en verdad que ninguno de los filósofos operaron con otras sustancias, sino con sangre y cabellos y huevos. Y este es su secreto, este su azufre, oropimente, litargirio, marcasita y magnesia, y esta su águila y gallina y todo lo que nombraron; estas son sus piedras. Te he revelado el secreto de la sabiduría, sabe que el día en que la revelares, ese día morirás. Y si la das a otros, sino a tus hijos más sabios, tú y toda tu generación moriréis a causa de este libro. Ten este libro contigo, que no se aparte de ti, hazlo escribir en oro y escóndelo. Ruego a Dios que no mueras por este libro. |
[p. 394] Incipiunt capitula dictionis septimae, quae sunt quatuor. | Empiezan los capítulos del libro séptimo, que son cuatro. |
[Argumentum] In primo capitulo tractat de praeparatione sanguinis & diuisione per quattuor elementa. Ostendit ergo quis sanguis et quando debeat colligi et hominum quot annorum et quod in vasis vitreis vel vitreatis debeat seruari. Prius inhumabis, postea distilabis per mensem (intellige quindecim dies naturales), post agit de furno. Et quod fiat distillatio per cinerem calidum & quarta pars cucurbitae remaneat vacua. Quod primo distillatur est aqua, quam non exponas aeri, sed ponas in vase vitreo sub fimo; post distillabitur res crocea mixta cum rubeo, illud est oleum mixtum cum sanguine, id est, igne, quod conseruabis in fimo in vase vitreo & remanebit in fundo cucurbitae terra sicca & nigra, quae postea erit dealbanda. Post separabis oleum ab igne distillando, oleum erit croceum, ignis, id est, terra rubea, remanebit in fundo, quem postea praeparabis, sicut docet magister, & molas in vitreo lapide, vel super marmor. Post docet qualiter rubrificetur mercurius cum igne lapidis, & non cesses indurare ignem ad solem, donec sit durum vt plumbum, vel saltem vt cera. Omnes spiritus conserua in fimo in vase vitreo. Post agit de praeparatione terrae, quae inter duas concas debet praeparari, donec fiat alba, vt nix vel camphora. | [Argumento] En el primer cpítulo trata de la preparación de la sangre y la separación de los cuatro elementos. Muestra qué sangre, cuándo debe ser recogida, de hombres de cuantos años y de que debe conservarse en vasos de vidrio o vidriados. Primero la enterrarás, luego la destilarás durante un mes (entiende quince días naturales). Luego trata del horno y que se haga la destilación en ceniza caliente y que la cuarta parte de la cucúrbita permanezca vacía. Lo primero que se destila es el agua; no la expongas al aire, ponla en estiércol en un vaso de vidrio. Luego se destilará una sustancia amarilla mezclada de rojo: es el aceite mezclado con sangre, o sea, el fuego, que conservarás en estiércol en un vaso de vidrio. En el fondo de la cucúrbita permanecerá la tierra seca y negra, que luego deberá ser blanqueada. Después separarás el aceite del fuego destilando: el aceite será amarillo; el fuego, es decir, la tierra, roja, permanecerá en el fondo, que luego prepararás como enseña el maestro, que lo muelas en piedra de vidrio o sobre marmol. Luego enseña como se rubificará el mercurio con el fuego de la piedra, y no ceses de endurecer el fuego al sol, hasta que esté duro como plomo o al menos como cera. Conserva todos los espíritus en estiércol en vaso de vidrio. Luego trata de la preparación de la tierra, que debe prepararse entre dos cuencas hasta que se haga blanca como nieve o alcanfor. |
[397 ss.] Cap. 1. De sanguine & in quo tempore debeat colligi & e quibus personis. | Cap. 1. De la sangre, en qué tiempo debe cogerse y de qué personas. |
Dixit Abuali Abincine: Hoc est capitulum primum de hac dictione. Primum dicam quid est sanguis, quomodo praeparatur & cur & in quo se praeparat & qualis sanguis est necessarius in magisterio. | Dijo Abualí Avicena: Este es el capítulo primero de este libro. Primero diré lo que es la sangre, de qué modo se prepara, por qué y en qué se prepara y qué clase de sangre es necesaria en el magisterio. |
Sanguis necessarius in magisterio est hominis, & quia hominis anima est melior omnibus & quia corpus solis & lunae est omnibus melius, ideo mittimus sanguinem hominis. Et sanguis est anima, ideo vocatur lapis animalis, sicut iam diximus. Hic est sanguis de quo operatur, sed de quibus hominibus accipiemus dicimus: Nec accipias de phlegmatico, nec de colerico, nec de melancholico nec de sanguineuo, sed tantum de illo accipias in quo sunt omnes quatuor humores aequales. Et non accipias in tempore tali in quo aliquis humor sit superexcellens. Tempora conuenientia in quibus debes colligere sanguinem sunt haec: Martius, Aprilis, Maius, September, October. Sunt qui dicunt quod debes colligere decem diebus transactis de Martio vsque ad decem qui remanent de Aprili, & sunt quadraginta dies & duo dies qui remanent de Aring. vsque ad octo dies transactos Octobris. […] | La sangre necesaria para este magisterio es de hombre. Dado que el ánima del hombre es la mejor de todas y el cuerpo del sol y la luna es el mejor de todos, por esto usamos sangre de hombre. La sangre es el ánima, por eso se llama piedra animal, como ya hemos dicho. Esta es la sangre con la que se opera, ahora decimos de qué hombres la tomaremos: No la tomes de flemático, ni de colérico, ni de melancólico ni de sanguíneo; tómala solo de aquel en el que los cuatro humores están equilibrados. No la tomes tampoco en en un tiempo en el que algún humor esté en exceso. Las épocas convenientes en las que debes coger la sangre son estas: marzo, abril, mayo, setiembre, octubre. Hay quienes dicen que debes cogerla pasados diez días de marzo hasta que le quedfen diez a abril, en total cuarenta días; y los dos últimos días de setiempre hasta pasado ocho días de octubre. […] |
Quod non accipiatur de aegro, sed de sano aequaliter complexionato. Postquam scis tempus in quo debes colligere sanguinem, dicam tibi sanguinem necessarium, per fidem quam mihi debes. Intellige magisteria philosophorum, quia debes videre & cauere quod non accipias sanguinem de homine aliquam infirmitatem patiente, nisi de illo qui est sanus & abstrahit sibi sanguinem ad tuendam sanitatem suam. Et si acciperes de homine aegro & infirmitas esset de frigiditate aut de caliditate aut de humiditate aut de siccitate, non veniret tibi lapis de qualitate quam velles. Sed debes accipere de homine bene sano in totis suis membris, & non sit nec grossus, nec tenuis, nec albus, nec niger, nec longus, nec paruus, ne citrinus nec rubeus, sed sit aequalis in tota sua factura & in totis suis coloribus. | Que no se tome de enfermo, sino de sano de complexión equilibrada. Después de que sabes in qué tiempo debes coger la sangre, te diré cual es la sangre necesaria, por la fe que me debes. Entiende los magisterios de los filósofos, pues debes observar y evitar tomar sangre de un hombre que tenga alguna enfermedad, sino del que está sano y se extrae sangre para proteger su salud. Si la tomaras de hombre enfermo y la enfermedad fuera de frigidez, o calidez, o de humedad o de sequedad, no obtendrías una piedra de la cualidad que quieres. Por tanto debes tomarla de un hombre sano en todos sus miembros, que no sea gordo ni delgado, ni blanco ni negro, ni alto ni bajo, ni pálido ni rubicundo: debe ser igual en toda su factura y todos sus colores. |
De qua aetate debent esse. Postquam scis qualis debet esse homo de quo colligas, modo dicam tibi aetatem annorum. Scias quod sanguis quem colligis non debet esse foemina & debes colligere in illa hora in qua pueri sunt in fortitudine sanguinis, & debent esse trium annorum vsque ad octodecim annos, nec magis nec minus, & si potes habere pueros septem annorum, aut novem, aut tredecim aut quindecim optimus est, & accipe sanguinem illorum. Hic est modus in quo debes accipere sanguinem: & si videris sanguinem istorum decurrentem bene rubeum, est bonus; & si nigrum, aut album aut citrinum non est bonus; & si congeletur statim aut faciat desuper spumam non est bonus. Et quantitas acceptionis vnusquisque pueri est de tribus libris vsque ad v. | De qué edad debe ser. Ahora que ya sabes cómo debe ser el hombre cuya sangre cojas, te diré la edad de sus años. Sabe que la sangre que cojas no debe ser de mujer y debes cogerla en los momentos en que los niños están en la fuerza de la sangre. Deben ser de tres hasta dieciocho años, ni más ni menos; si puedes tener niños de siete años, o nueve, o trece o quince óptimo es, toma su sangre. Este es el modo en que debes tomar la sangre: si vieras que la sangre de estos fluye bien roja, es buena; si es negra, o blanca o amarilla no es buena; si se congela enseguida o hace espuma por arriba, no es buena. La cantidad de la toma de cada niño es de tres libras hasta cinco. |
Et postquam scis quomodo debes accipere, aut in quo tempore aut in qua aetate, modo dicam tibi in quibus vasis debes seruare. | Después de que sabes cómo debes tomarla, o en qué tiempo o en qué edad, te diré en qué vvaos debes conservarla. |
De vasis. Debes mittere in cucurbita vitrei in fundo lata & in summo angusta, & quam cito ibi miseris sepeli in fimo, & si necesse fuerit in vase vitreato & non in alio, & sit sub fimo per mensem xxx dierum. | De los vasos. Debes ponerla en una cucúrbita ancha en el fondo y estrecha arriba; en cuanto la pongas entiérrala en estiércol, y si fuera necesario en un vaso de vidrio y no en otro. Que esté bajo el estiércol 30 días. |
Alia humatio. Mitte octo libras sanguinis cum quarta parte librae & sepeli sub fimo in vase vitreo per tres menses, vnusquisque mensis quindecim dierum, quia mensis naturalis est quindecim dierum, quantum vadit luna ad augmentum vsque ad medium circulum, quia postquam decrescit sit alius mensis. | Otra inhumación. Toma ocho libras y cuarto de sangre y entiérrala bjo estiércol en un vaso de vidrio durante tres meses. Cada mes son quince días, ya que el mes naturales de quince días, lo que tarda la luna en aumentar hasta la mitad del círculo, ya que cuando decrece es otro mes. |
Alia. Accipe sanguinem multum & mitte in vase vitri, & stet sub fimo per vigintinovem dies. | Otra. Toma mucha sangre, ponla en un vaso de vidrio y que esté bajo estiércol durante veintinueve días. |
Postquam scis humationes, modo dicam tibi distillationes. | Una vez que sabes los vasos, te diré las destilaciones. |
Distillatio. Quando abstrahis de fimo debes agitare cum cocleare ferreo, & non cum alio, donec sit solutus & bene sit mixtum cum aqua clara quae apparet superius, & mitte in cucurbita vitri, & fac furnum in hunc modum: in longitudinem viginti palmorum, in latitudinem trium palmorum & sit quadratus furnus, & cooperi cum lenis[50] de quatuor digitis in grossitudine, & facies portas ad mittendum ignem in anteriori parte, & facies super lenas |
Destilación. Cuando la sacas del estiércol debes agitarla con una cuchara de hierro, no con otra, hasta que esté disuelta y bien mezclada con el agua clara que aparece arriba; ponla en una cucúrbita de vidrio. Haz un horno de este modo: veinte palmos de largo, tres de ancho y que sea cuadrado; cubre el suelo con “lenas” de cuatro dedos de grueso. En la parte anterior harás puertas para meter el fuego y sobre las lenas, y alrededor de cualquiera de las otras lenas, harás agujeros de tres palmos de largo y 4 dedos de grueso, llénalas de ceniza y pon allí las cucúrbitas en las que está la sangre, que estén llenas tres partes y la cuarta quede vacía. Prende fuego y lo que más destile será amarillo o blanco y luego amarillo mezclado con rojo y conservarás separado cada destilado. Harás así hasta que no quede en la cucúrbita nada que destilar. Cuando la veas destilar, pondrás aparte la sustancia blanca y no la expongas al aire ni un día, sino ponla en estiércol en un frasco de vidrio hasta que te digamos lo que hacer. |
Alia humatio. Accipe aquam claram quam inuenies super sanguine qui est in fimo & pone seorsum in ampulla in fimo & mitte quod remanet in fundo in cucurbita vitrea & distilla sicut aquam rosaceam, & vnumquodque quod destillaueris pone in fimo sicut superius, & non misceas cum primis destillatis. | Otra inhumación. Toma el agua clara que incontrarás sobre la sangre que está en el estiércol y ponla aparte en un frasco en estiércol; pon lo que queda en el fondo en una cucúrbita de vidrio y destila como el agua de rosas. Cada uno de los destilados ponlo aparate en estiércol como antes. No lo mezcles con los primeros destilados. |
Alia. Accipe de sanguine quem posuisti sub fimo xxx lib. & diuide per 4 cucurbitas, et de aqua quae est superior accipe medietatem & pone seorsum, & aliam medietatem misce sicut dixi tibi in prima distillatione, & distilla secundum primam distillationem, & mitte sub fimo, sicut dixi in prima distillatione. | Otra. Toma 30 libras de la sangre que pusiste bajo el estiércol y sepárala en cuatro cucúrbitas; toma la mitad del agua que queda arriba y ponla aparte y la otra mitad mézclala como te dije en la primera destilación, destila según la primera destilación y ponla en estiércol como dije en la primera destilación. |
Et postquam scis distillationes, dicam tibi quantitates de 4 elementis. Primum de igne dicemus. | Después de que sabes las destilaciones, te diré las cantidades de los 4 elementos. Primero hablaremos del fuego. |
Alia preparatio ignis. Accipe ampullam illam quam seruasti mixtam cum rubeo & citrino, & pone in cucurbitis vitreis factis longis & strictis, & imple vsque ad medietatem, & pone in aqua vel cinere & da ignem, & quod primus destillaueris rubeum & rubeum illud est ignis purus & mundus, & a philosophis vocatur oleum. Et quod remanebit in fundo est ignis simplex, trahit ad nigredinem & rubedinem. Postea ignem qui defluit rubeus & rubeus, iterum distilla, sed partem reserua, & quod distillabitur erit de colore olei latericii & parum magis citrinum, & si incendas ad ignem incendetur magis quam aliud oleum, & illud est oleum nostrum quod colorat et figit, & quod indurat res humidas, & quod colorat lapides non bonos, & quod redigit mulierem in masculum, & quod facit dentes concutientes tenere. Et ignem qui remansit in fundo miscebis cum priori igne & pones super marmor & habebis lapidem vitreum cum manu vitrea, erit de colore coelesti, ne offendat oculos tuos, & habebit orellas duorum digitorum, & mitte ibi totum, & vtrumque ignem mole ad calidum solem cum magna fortitudine, & vbi moles non sit puluis, & quod habes de oleo rubeo, quod diximus oleum rubeum, & est oleum, iterum distilla, & quod remanebit in fundo misce cum igne, quem quotidie moles, & mouebis super vitreum lapidem, & tunc moles in forti sole grandi calore, quando sol est in fine Tauri vel in principio Leonis, & hoc facies mouendo per mensem. Post pone in vase vitreo paruo subitili & pone super lapidem et mole ad calidum solem & super vnamquamque libram ignis pone mediam vnciam olei calidi, id est, rubei, & ita contere ad maximum solem per alios quindecim dies, & nec dimittas molere ab aurora vsque ad noctem, & cum incoeperit indurescere ad modum lapidis, serua. | Una preparación del fuego. Toma la mezcla de rojo y amarillo que conservaste en un frasco y ponla en cucúrbitas de vidrio hechas largas y estrechas; llena hasta la mitad y ponlas en agua o ceniza y aplica fuego. Lo primero que destiles rojo y rojo es es fuego puro y limpio, llamado aceite por los filósofos; lo que permanece en el fondo es fuego simple, que tira a la rojez y negrura. Destila luego de nuevo el fuego fluido rojo y rojo, pero reserva una parte. Lo que destile será de color de aceite de ladrillo, un poco más amarillo; si lo enciendes al fuego se encenderá más que otro aceite: es nuestro aceite que colorea y fija, que endurece las cosas húmedas y colorea las pidras defectuosas, que vuelve la mujer en hombre y afirma los dientes movedizos. El fuego que quedó en el fondo lo mezclarás con el fuego anterior y lo pondrás sobre el mármol. Tendrás una piedra de vidrio con mano de vidrio, de color celeste, que no moleste tus ojos, y tendrá orejas de dos dedos; ponlo allí todo y muele ambos fuegos al calor del sol más fuerte; que no haya polvo donde mueles. Lo que tienes de aceite rojo, el aceite rojo que dijimos, y es aceite, destílalo otra vez y lo que quede en el fondo mézclalo con el fuego; lo molerás cada día y lo moverás sobre la piedra de vidrio en el sol fuerte de máximo calor, cuando el sol está al fin de Tauro o a principio de Leo; esto lo harás moviéndolo durante un mes. Luego ponlo en un vaso de vidrio peqeño y delgado, ponlo sobre lapiedra y muele al sol cálido. Sobre cada libra de de fuego pon media libra de aceite cálido, o sea, rojo, y máchaca al sol máximo durante otros quince días, y no dejes de moler desde la aurora hasta la noche. Cuando empiece a endurecer a manera de piedra, guárdalo. |
Alia praeparatio ignis philosophica. Haec est praeparatio philosophica, leuis, subitilis. Accipe de igne praedicto & mitte marmor super cinerem calidum & da ignem cineri & mole ignem desuper fortiter per xv dies, nec magis nec minus. Et si vis cum eo figere mercurium per ad solem, fac in hunc modum: Accipe de mercurio decies sublimato 4 vncias & pisa super marmor cum vna vncia ignis & pisa per duos dies. Accipe 7 vncias de mercurio sublimato & mitte cum praedictis quatuor & cum vncia ignis, & mitte in vase vitreo, & stet sub fimo per duos menses naturales; postea trahe ad solem & videbis quod erit pulchri coloris & ille est rubeus mercurius. | Otra preparación filosófica del fuego. Esta es una preparación filosófica ligera, sutil. Toma el fuego mencionado y pon el mármol sobre ceniza caliente, da fuego a la ceniza y muele el fuego encima, fuertemente durante 15 días, ni más ni menos. Si quieres fijar con él el mercurio para el sol, haz de esta manera: Toma 4 onzas de mercurio sublimado 10 veces y májalo durante dos días. Toma 7 onzas de mercurio sublimado y ponlo con las cuatro anteriores y con una onza de fuego; ponlos en un vaso de vidrio yque esé bajo estiércol durante dos meses naturales. Luego sácalo al sol y verás que será de un bello color: es el mercurio rojo. |
Aliud coloramentum mercurii. Accipe de mercurio nouem vncias & de igne vnam vnciam & semis, misce & pone in vase vitreo cum vna vncia olei, videbis cuius coloris fuerit & ita tinges mercurium. | Otra coloración del mercurio. Toma nueve onzas de mercurio y una y media de fuego, mezcla y ponlos en un vaso de vidrio con una onza de aceite. Verás de qué color es y así teñirás el mercurio. |
Alia praeparatio ignis. Accipe ignem quem seruasti & pisa super marmor imbibendo de igne ad calidum solem. Fac ita per quindecim dies & serua, sed non serues donec sit durum, ad magis sicut plumbum, ad minus sicut cera. | Otra preparación del fuego. Toma el fuego que guardaste y májalo sobre el mármol, embebiendo con el fuego al calor del sol; hazlo durante quince días y guárdalo, pero no lo guardes hasta que esté duro, lo más como el plomo, lo menos como la cera. |
Praeparatio olei. Et postquam scis praeparamentum ignis modo dicam tibi praeparamentum olei. Et quando seruas ignem, debes seruare sub fimo, & sic quatuor elementa. De oleo non est praeparatio, nisi destillatio & inhumatio sub fimo. Et hic es noster ignis qui tingit cum sua tinctura, & hoc es nostrum oleum quod figit. | Preparación del aceite. Ahora que sabes la preparación del fuego, te diré la del aceite. Cuando guardas el fuego debes guardarlo en el estiércol, y lo mismo los cuatro elementos. Del aceite no hay más preparación ue la destilación y la inhumación en estiércol. Este es nuestro fuego que tiñe con su tintura y este es nuestro aceite que fija. |
Praeparatio aquae. Postquam diximus de praeparatione ignis & olei, modo dicemus de praeparatione aquae. Aquam debes mittere in cucurbitis & distilla sicut aqua rosacea, & quod nigredinis apparebit in fundo, miscebis cum terra, et seruabis aquam, quia illa est bona aqua. | Peparación del agua. Ahora que hemos dicho la preparación del fuego y del aceite, diremos la preparación del agua. Debes poner el agua en cucúrbitas y destila como el agua de rosas; lo que aparezca en el fondo de color negro, lo mezclarás con la tierra y guardarás el agua, ya que es agua buena. |
Et postquam diximus de praeparatione aquae, modo dicemus de praeparatione terrae. | Tras haber dicho la preparación del agua, diremos ahora la preparación de la tierra. |
Praeparatio terrae. In terra est necessarium magnum praeparamentum. Accipe terram nigram & pisa super marmor vitreum donec sit puluis, & imbibe cum aqua & pisa et fac pastam, & mitte in vase vitreo, & stet in furno per viii dies. Trahe & iterum mittte in furno, & ita facies per 4 vices. Postea trahe & pisa super marmor ad solem per viii dies. Et quando est alba vt nix, serua sub fimo sicut docuiste de aliis elementis. | Preparación de la tierra. La tierra necesita una gran preparación. Toma tierra negra, májala sobre el mármol de vidrio hasta que sea polvo, imbibe con agua y maja y haz una pasta; ponla en un vaso de vidrio y que esté en el horno durante 8 días. Sácalo y ponla de nuevo en el horno y así harás 4 veces. Sácalo luego y májala sobre el mármol al sol durante 8 días. Cuando sea blanca como la nieve guárdala en estiércol, como te enseñé de los otros elementos. |
Alia praeparatio terrae. Da mihi vnum arentium, ita grande vt lenticula de igne, & mitte super x M. de terra & erit praeparata. | Otra preparación de la tierra. Dame un arentium de fuego, tan grande como una lenteja, ponlo sobre 10 mil de tierra y estará preparada. |
Alia praeparatio terrae. Accipe terram qua est in fundo cucurbitarum, & pulueriza & mitte sub fimo, & stet ibi per mensem, & trahe, & pisa super marmor vitreum, & imbibe cum oleo immiscendo aquam & pisa quotidie per xv dies. Fac pastam cum aqua sola, & mitte in vitreo vase, & mitte in furno communi per duos dies & noctem, & trahe & iterum mitte. Et debes scire quod vas vbi mittis terram ad dealbandum, debet esse duae conchae, vna super aliam, & erunt alba vt camphora.Et quidam lauant terram, & dicam lauationem eius in praeparatione aliarum terrarum de lapidibus aliis. Explicit praeparatio quatuor elementorum & sanguinis cum 1 capitulo septimae dictionis. Et Deo gratias. | Otra preparación de la tierra. Toma la tierra que hay en el fondo de las cucúrbitas, pulverízala, ponla en estiércol, que esté allí un mes, sácala, májala sobre un mármol de vidrio e imbibe con aceite mezclando agua y májala durante 15 días. Haz una pasta con agua sola, ponla en un vaso de vidrio y ponla en un horno común durante dos días y la noche; retírala y ponla otra vez. Debes saber que el vaso donde pones la tierra a blanquear debe ser dos conchas, una sobre la otra. Y será blanca como alcanfor. Algunos lavan la tierra; te diré su lavado en la preparación de las otras tierras de las otras piedras. Fin de la preparación de los cuatro elementos y de la sangre con el primer capítulo del séptimo libro. Y las gracias a Dios. |
J. Beguin, Tyrocinium chymicum (1625 reed.; 1612 ed. pr.), lib. 3 “De quinta essentia”.
Traducción al francés: Elemens de chymie (1615) [51].
De essentia quinta sanguini humani. Cap. 1. | De la quint’essence du sang humain. Ch. 1 |
Quinta essentia vocabulum homonymum est. Interdum significat quamvis speciem chymicam crassitie materiae elementaris corpulentisque fecibus exutam, ac opponitur magisterio, in quo tota substantiae moles fere remanet, sed exaltata et depurata. Interdum, ut nos esam hic accipimus, denotat substantiam aetheream, caelestem ac subtilissimam, e tribus principiis cuiusvis corporis misti soluti, a qualitate elmentari sensibili, corruptibili & mortali, per varias operationes chymicas orbatis & in unum seu corpus spirituale seu spiritus corporeus coagulatis conflatam. Dicitur a quibusdam medicina κατ’ ἐξοχήν; ab aliis elixir, ob insignes virtutes quas in preservatione corporis humani a variis morbis exerit; ab aliis caelum, duplicem ob rationem: Primo quod sicut caelum non ex quatuor elementis, sed materia quadam aetherea & quinto quasi elementum factum, nec corruptioni ulli obnoxium est, ita ut quinta essentia vera, ab omnibus fecibus elementorum sit secreta; ac quanvis non plane incorruptibilis, attamen ad eam subtilitatem, tenuitatem, simplicitatem spiritualem redacta, ut nihil heterogenei a quo corrumpi possit in se continere videatur. Deinde quod sicut caelum in haec sublunaria potenter agit, rebus omnibus vitam largiendo & conservando, ita etiam haec quinta essentia corpori humani valetudinem conservet, iuventam extendat, senectam remoretur & omne morbi genus abigat. | Ce mot de quint’essence est equiuoque. Quelquefois il signifie toute preparation chymique despoüillee de sa crasse elementaire & plus grosses ordures, & ainsi est contraire au magistere dans lequel demeure presque toute la substance du corps preparé, toutefois plus exaltee & pure quʹauparauant. Et quelquefois comme icy, le mot de quintessence signifie vne substance etheree, celeste & tres subtile, composee de trois principes du corps mixte dissoult, despoüillez de leurs qualitez elementaires sensibles, corruptibles & mortelles, & vniz au corps spirituel, ou esprit corporel. Aucuns lʹappellet medecine par excellence, les autres Elixir, pour les insignes vertus quʹelle a de preseruer le corps humain de diuerses maladies. Les autres lʹappellent ciel pour 2. raisons: Premierement par ce que tout ainsi que le ciel est composé, non des 4 elemens, mais dʹvne certaine matiere etheree ou cinquiesme element, & nʹest subiect à aucune corruption, ainsi la vraye quinte‐essence est separee de toutes feces & crasse elementaire, & combien quʹelle ne soie point simplement ou tout à faict incorruptible, toutes fois elle est esleuee à telle simplicité & subtilité spirituelle, quʹelle ne semble contenir en soy aucune chose etherogenee, qui la puisse corrompre; secondement par ce que tout ainsi comme le ciel agit puissamment sur les choses sublunaires donnant vie à toutes choses, & là leur conseruant, ainsi la quinte‐ essence conserue la santé de lʹhomme, prolonge sa ieunesse, retarde sa vieillesse, & chasse toute sorte de maladies. |
Caeterum quinta esesentia sangvinis humani paratur hunc in modum: Recipe quantitatem satis magnam sangvinis virorum sanorum in flore aetatis constitutorum; pone in vase circulatorio iustae capacitatis in B. M. continue bulliens, donec draco propriam caudam devoraverit. Vasis refrigeratis materiam exime, quae instar hepatis erit, eamque in particulas scinde & per cucurbitas altas eodem balnei calore elementum aqueum sive phlegma destillatione separa. Destillatum super propriam terram reaffunde & pone in B. bulliens in iisdem vasis circulatoriis, per decem dies ut supra; postea phlegma destillando & propriae terrae reaffundendo ut supra quinquies eundem processum repetendo & ultimo totum phlegma destillatum reservando. Vasis frigefactis materiam exime & retortae amplae inde adhibito recipiente capaci; destilla ex cineribus elementum aeris igne graduato. Nubeculis in recipiente disparentibus ignis in forma olei rubri saive purpurati egrediatur. Sub finem sublimabit se aliquid de sale armoniaco. Vasis refrigeratis separa aerem sive spiritum ab ignee sive oleo, vel blanda destillatione balnei vel per tritorium. Spiritum cum sale armoniaco reaffunde fecibus, digere per triduum & per retortam novam destilla, sub fine dando ignem ad sublimationem idoneum, ut totum sal spirituale vel saltem maior pars sublimetur & cum spiritu in recipiente misceatur. Novum spiritum fecibus reaffunde, digere & destilla toties ut supra, donec terra privetur anima, quod cognosces quando super laminam candentem posita fumum non ediderit. Notandum: Antequam spiritus animetur, debere septies rectificari, singulis vicibus phlegma & feces separando, & pars eiusdem seorsim reservari pro dissolvente parando, ut postea dicetur. Nigrum nigrius nigro calcina in reverberio, spatio quinque dierum igne moderato in vase undique clauso, donec nigredo vertatur in albedinem subflavam & tandem in rubeum colorem. Tunc terra apta erit ad suceptionem spiritus animati. Imbibe terram calcinatam proprio phlegmate & per viginti quatuor horas in cineribuss digere & destilla, hoc reptendo. Terrae exsiccate da decimam partem sui ponderis spiritus animati, digere in balneo quantum satis, postea humiditatem insipidam destillatione blanda separa. Reaffunde nonam partem spiritus animatgi, destilla ut supra. Deinde da octavam partem spiritus animati, postea septimam, sextam, quintam, quartam partem, tamdiu cum quarta parte imbibendo donec terra in duplum sui ponderis accreverit. Et hoc est quod Avicenna dicit: «Scias quod terram oportet nutriri, primo modice aqua sua & postea maiori, sicut videre est in infantis educatione. Idcirco multoties contere terram & paulatim imbibe eam de octo in octo diebus, decoque & postea medicriter calcina in igne. Nec taedeat te opus multoties reiterare, quia terra fructum gerit absque frequenti irrigatione. […] Caveas tamen ne imbibas terram nisi paulatim & cum longa contritione, post siccationem terrae. Unde in hoc est pondus ubique notandum ne scilicet nimia siccitas vel superflua humiditas opus corrumpant. Et in tantum decoque assando, quantum dissolutio exposcit imbibendo». Haec Avicenna[52]. Unde etiam Geber ait: «Ex multiplici ergo reiteratione imbibitionis & assationis maior pars eius aqueitatis deletur, residuum vero per sublimationem»[53]. | Or entre les quintʹessences celle du fang est tres souueraine & se prepare en ceste sorte. Prens assez bonne quantité de sang dʹvn homme sain & qui est en la fleur de son aage, & le mets dans vn vase circulatoire de capable grandeur au bain Marie bouillant continuellement, iusques a ce que le dragon ait deuoré sa queue; puis, le vase estant refroidy, oste la matiere qui sera comme foye, & la couppe en petites pieces, & apres mets la dans des cucurbites assez hautes pour en destiler le phlegme à la chaleur du bain, lequel tu verseras fur sa propre terre, & remetttas le tout bouillir au bain en vases circulatoires comme dessus par lʹesspace de dix iours. Puis destileras le phlegme & le verseras sur sa propre terre comme deuant, & reitereras iusques a cinq fois, & a la fin reserueras tout le phlegme destilé. Lors, le vase estant refroidy, tire la matiere dehors & la mets dans vne grande retorte, auec vn recipent conuenable, & destile en premier lieu lʹelement de lʹair à feu gradué. Et comme les nuees cesseront de paroistre au recipient, augmente le feu pour faire sortir lʹelement du feu en forme dʹhuile rouge ou purpuré, & sur la fin se sublimera quelque peu du sel armoniac. Lors laisseras refroidir les vases, puis separeras lʹair ou esprit dʹauec le feu ou huile par lʹantonoir ou par vne douce chaleur du bain. Apres tu remettras fur les feces lʹesprit & le sel armoniac, & digereras par trois iours; puis destileras dans vne autre retorte, donnant sur la fin vn feu qui puisse faire sublimer tout le sel spirituel, ou au moins la plus grande partie, & le faire passer auec lʹesprit dans le recipient. Quoy faict tu verseras encor lʹesprit sur les feces, digereras & destileras comme deuant, iusques à ce que la terre soit tout à faict priuee de son ame, ce qui se cognoistra quand mise sur vne lamine ardente elle ne rendra plus de fumee. Il faut toutes‐fois sçauoir que lʹesprit doit estre rectifie par trois fois auant quʹon l’anime, separant à chaque fois le phlegme & les feces, & en faut reseruer vne partie pour en faire vn dissoluant ainsi que sera dict cy apres. Apres toutes ces choses prens le noir plus noir que le noir & le calcine ou reuerbere par lʹespace de 5 iours a feu modere, & le vase estant bien ferme de toutes parts iusques à ce que la noirceur se change en blancheur iaunastre, & en fin en couleur rouge; puis imbibe la terre calcinee de son propre phlegme, & la digere sur les cendres par vingt & quatre heures; puis destile & reitere par trois fois. Finalement imbibe la terre dessechee auec la dixiesme partie de son poids dʹesprit animé & la fais digerer au bain suffisamment; puis destile doucement lʹhumidité insipide & remets sur la terre la neuuiesme partie de son poids dʹesprit animé, digerant & destilant comme dessus. Apres donne luy encor la huictiesme partie de son poids du mesme esprit, puis la septiesme, puis la sixiesme, puis la cinquiesme, puis la quarte partie, & continuë à imbiber auec la quarte partie, iusques à ce que la terre fera augmentee du double de son poids. Cʹest ce que dict Auicenne en ceste sorte: «Sçachez quʹil faut que la terre soit nourrie es premiers iours dʹvne fort petite quantité de son eau, puis dʹvne plus grande comme on voit en la nourriture de lʹenfant. Partant broye la terre plusieurs fois & lʹimbibe peu à peu de huict en huict iours, puis la cuits & en fin calcine à feu moderé, & ne t’ennuye pas de reiterer lʹoperation par plusieurs fois, parce que la terre ne donne point son fruict si elle nʹest souuent arrousee. Prens toutes‐fois garde de n’imbiber la terre que peu à peu & de la broyer fort quand elle est dessechee, & en lʹimbibant faut tousiours obseruer le poids, de peur que ou sa trop grande secheresse ou lʹhumidité superflue ne corrompent lʹouurage, & la cuits autant en dessechant, que requiert la dissolution en lʹimbibant». Voyla les paroles dʹAuicenne. Et Geber dict aussi que par reiterees imbibitions & assations la plus grand part de lʹaquosité se consume, & le reste par sublimation. |
Pone itaque terram praedictam in cucurbitam altam cui alembicum cum receptaculo simul adapta, rimulis diligenter constipatis ne quid respirare possit. Et da ignem cinerum spatio duorum dierum quousque fumus ille mundus & albus ascendat & instar talci ad latera cucurbitae haereat. Et hoc est quod dicit Clangor buccinae: «Idcirco quanto magis poteris ipsum corpus subtilia & cum mercurio mundo coque, cumque corpus aliquam partem mercurii in se hauserit & concluserit ipsum subtilia cito igne & fortiori quo poteris donec ascendat in similitudine albissimi pulveris in modum nivis, adhaerens spondilibus aludel. Cinis vero in fundo manens est fex, & scoria vituperata abiicienda in qua nihil vitae habetur.» Praedicti mercurii meteorisati accipe unciam unam, misce cum seeptem unciis spiritus rectificati non animati, digere per biduum in balneo, postea destilla per cineres, deinde per balneum cum reiteratis cohobiis, donec nullas relinquat feces. Tandem per quadraginta dies circula. Usus eius ad tincturas metallorum lapidum eliciendas. | Mets donc la terre susdicte en vne haute cucurbite, & la couure dʹvn alembic auec son recipient bien luttez de toutes parts de peur que rien ne respire, & puis donne feu de cendres lʹespace de deux iours, iusques à ce quʹil monte vne fumée pure & blanche , laquelle comme talc sʹattache aux parois de la cucurbite, & cʹest ce que dict Le son de la trompette: «Subtilie le corps tant que tu pourras & le cuits auec pur mercure,& lors que le corps aura beu quelque portion du mercure, subtilie‐le auec feu plus violent que tu pourras, iusques à ce quʹil monte en forme de poudre tres‐blanche & adherante comme neige aux parois de lʹaludel. Et pour la cendre qui demeure au fonds, cʹest vne lie ou terre damnee, qui nʹa point de vie, & quʹil faut reietter. Prens donc vne once du susdict mercure meteorisé & le meflc auec 7 onces dʹesprit rectifié non animé, puis le fais digerer au bain par deux iours & le destile sur les cendres; apres destile‐le encor par le bain, cohobant iusques à ce quʹil ne laisse aucunes feces, & finalement le circule par 40 iours. Il sert à extraire les teintures des pierres & des metaux. |
Ex eodem mercurio & eius oleo fit elixir ad desperatissimos quoque morbos pellendos in hunc modum: Recipe huius mercurium unciam unam, cui adde octavam partem sui ponderis olei rectigficati, decoque in athanore per octiduum, postea imbibe cum septima parte & ut supra decoque; deinde cum sexta parte, tandem cum quinta toties reiterando donec materia sit instar syrupi spissi, nec ulterius decoctione induretur. Tum per quadraginta dies decoque & fiet lapis rubicundus cuius dosis granum unum vel duo in liquore appropriato. | Du mesme mercure & de son huile se faict vn elixir pour guarir toutes maladies desesperees en ceste forte: Prens vne once de ce mercure & luy adiouste le huictiesme de son poids dʹhuile rectifié, cuits le tout dans vn athanor par lʹespace de huict iours, puis lʹimbibe auec la septiesme partie de son poids du mesme huile & cuits comme dessus, puis auec la sixiesme partie & finalement auec la cinquiesme, que reitereras iusques à ce que la matiere soit espesse comme syrop, sans lʹendurcir dʹauantage. Alors cuits‐la par quarante iours & se fera vne pierre tres rouge, dont la dose est vn grain ou 2 en liqueur appropriee. |
Corrigiendo a los fatuos.
Interpretaciones “típicas”.
Un comentarista antiguo [54] consideraba que el uso de las sustancias humanas era cosa de algunos fatuos que no entendieron a los filósofos, cuando dijeron que la piedra está en el hombre:
Quidam male intelligentes philosophos dicentes: «Hic lapis est res quae in te magis fixa est a Deo creata, & tu eius minera es, ac a te extrahitur & vbicumque fueris tecum inseparabiliter manet», putabant esse crines hominis, sanguinem, stercus &c., sed fatui sunt.
El dicho de que el hombre es la “mina” de la piedra, debió estar bastante extendido. En esta obra es adjudicado a Rasis[55]:
Lapis noster aqua est, vnde Rasis in libro Lum.: «Superuacue ergo videtur tibi illud designare & nominare, quod numquam a te recedit, quia si tu morieris, tecum moritur».
En su edición del Liber de LXX, según el BNF ms. lat 7156, Berthelot transcribió algunos textos en nota sin explicar a qué se correspondían en el manuscrito. En la sección final del primer libro, rubricada por un copista como Liber radicum (p. 311) trancribió en nota la misma idea, en un redactado corrupto:
In hoc libro docet quando sumendum est lapis animalis et in generali docet te eius preparationem. Loquitur etiam de lapide herbali et vegetabili. In ‐‐‐ supervacuum. Itaque videtur tibi illud designare nomine quod numquam a te recedit. Quod si vixeris tecum et vivit et si intereris tecum ipse obit mortem.
Se la encuentra, más o menos literal, en el Diálogo de Morieno y Calid[56], por lo que generalmente se atribuye a Morieno:
Rex Calid: Quo in loco vel in qua minera queritur haec res, donec inveniatur?
Ad hoc Morienus obmutuit & fronte demissa diu cogitauit quid regi posset respondere. Tandem erexit se & dixit: O rex, verum tibi confiteor quod haec res* diuino nutu in sua creatione magis configitur. […]
[Nota marginal] * Al. Quae magis in te fixa a Deo creatur & vbicumque fueris semper tecum inseparata manet & omnis a Deo creatus a quo haec res separatur, statim moritur [57].
Quid tibi multa referam? Haec enim res a te extrahitur, cuius etiam minera tu existis, apud te namque illam inueniunt &, vt verius confitear, a te accipiunt.
Aurora consurgens, obra de la segunda época latina (s. XIV) famosa por sus alegorías crísticas y las ilustraciones en manuscritos, dedica la segunda parte[58] a interpretar de manera sistemática como símbolos todo tipo de sustancias y operaciones de la alquimia operativa. Hay tres capítulos dedicados al hombre: cap. 7 “Cómo se asimila la piedra el semen del hombre en la procreación de la prole”; cap. 8 “Cuatro sustancias del hombre”; cap. 9 “Cuatro órganos en el interior del cuerpo humano”[59].
El Zurich Ms. Rh 172 ilustra estas sustancias y órganos mediante dos personajes. El de la izquierda se arranca cabellos de la cabeza mientras recoge simultáneamente en sendos recipientes sangre de una vena de un brazo, orina y excrementos. El de la derecha, con el corazón en una mano, tiene el cráneo abierto, muestra una enorme herida en la zona del hígado y sangra por los genitales extirpados.
[p. 40 = 19v] C. 21. | Cap. 21. |
Hinc vero quatuor rebus extra hominem assimilatur, scilicet, stercori, vrine, sanguini et capillis. Stercori dicitur simile in qualitate terre fetide infecte, vel ratione mali odoris inficientis; et est lutum sapientie quo vasa firmantur. Vrine vero in qualitate aque mundificantis, vel abluentis siue remouentis fetorem terrae vel ex acuitate salis exiccantis. Sanguini in qualitate aeris penetrantis aut mollificantis duriciem terre, aut ratione coloris rubei remanentis super terram. Capillis autem in qualitate ignis comburentis & egredientis de terra. | Se asimila a cuatro sustancias exteriores al hombre: excremento, orina, sangre y cabellos. Se dice que es similar al estiércol en calidad de tierra fétida infecta, o debido a su mal olor contaminante; también es el lodo de sabiduría con el que se cierran los vasos. A la orina en calidad de agua limpiadora, que lava o elimina el hedor de la tierra, o por la acuidad de su sal desecante. A la sangre en calidad de aire penetrante, o reblandecedor de la dureza de la tierra, o por razón del color rojo que permanece sobre la tierra. A los cabellos en calidad de de fuego ardiente, que surge de la tierra. |
Item de interioribus hominis. C. 22 | También a órganos internos del hombre. Cap. 22. |
Comparatur etiam 4 rebus principalibus intra hominem, scilicet, cerebro in aquae frigiditate, cordi in ignis caliditate, epati in aeris humiditate, testiculis in terre siccitate. Nam sedes flegmatis est in cerebro, & sedes colere rubee in corde, & sedes sanguinis in epate & sedes melancolie in genitalibus [p. 41 = 20r] collocatur. Et hec praedicta notanter in vno corpore natura constituit, sed situs et operationes eorum diuersificantur. Nam in colera virtus appetitiua intelligitur, quia colorat; in melancolia virtus retentiua, quia retinet colores; in sanguinea virtus digestiua, quia tollit superflua; in flegmate virtus expulsiua siue mundificatiua, quia dat veros & perfectos colores. Quinta autem vis nec grauis nec leuis, nec dura nec mollis, sed proprie dicitur vita, quae has quatuor coniungit in vnum eisque tribuens vitam robustam atque perfectam. | Se compara también a los cuatro órganos principales internos del hombre, a saber: al cerebro en la frigidez del agua, al corazón en la calidez del fuego, al hígado en la humedad del aire, a los testículos en la sequedad de la tierra. En efecto, la sede de la flema está en el cerebro, la sede del cólera rojo en el corazón, la sede de la sangre en el hígado y la sede de la melancolía se sitúa en los genitales. La naturaleza constituyó señaladamente todo lo anterior en un cuerpo, pero su lugar y operaciones están diversificados. Así, la virtud apetitiva se entiende en el cólera, pues colorea; la virtud retentiva en la melancolía, pues retiene los colores; la vitud digestiva en la sanguínea, que elimina lo superfluo; la virtud expulsiva o limpiadora en la flema, pues da verdaderos y perfectos colores. La quinta energía no es pesada ni ligera, ni dura ni blanda, se llama propiamente vida, que une en uno las cuatro anteriores y les suministra una vida robusta y perfecta. |
El Potestas divitiarum es una obra luliana dividida en dos partes. En los capítulos 2‐5 de la primera describe la extracción y exaltación de los elementos mediante la quinta esencia (“elementa exaltata in virtute q. e.”), con la finalidad de obtener un “aqua vitae” que sería la quinta esencia en su forma más activa. La sustancia de partida es “nuestra piedra bendita que no es piedra”. De ella se extrae primero el agua ardiente rectificada, altamente combustible: este es el espíritu o quinta esencia. Al residuo se le elimina la flema, quedando una especie de pez negra que se mezcla con la anterior agua ardiente y se destila. Este segundo destilado es el aire exaltado, llamado “sangre humana rectificada, buscada por los alquimistas”:
Lunariam, id est, aquam ardentem rectificatam, commisce cum illa substantia facta sicut pix molle, plene mouendo donec incorporetur, & pone ad distillandum, & quod egredietur vocatur sanguis humanus rectificatus, quem quaerunt alchimistae. Item vocatur iste sanguis aer vel ventus, & de hac re loquutus est philosophus cum dixit «Portauit illud ventus in ventre suo», id est, aqua.
Obtenida así, el “aqua vitae” no tiene propiedades medicinales. Si se quiere usar la quinta esencia con finalidad médica debe fabricarse otra agua de vida sin extraer la “sangre” (cap. 8):
Si vero volueris facere aquam vitae ad vitam hominis tuendam & conseruandam incolumem & omnes aegritudines curandas, sic procedas: Fac mercurium, deinde lunariam optime rectificatam, & ex ea non facias sanguinem humanum, quia si esset sanguis humanus, vt dictum est, amittet vim suam attractiva virtutum herbarum.
De esta última alusión se desprende que esta agua de vida se usaba para extraer las cualidades medicinales de las hierbas, pero el texto no explica ninguna extracción. La única aplicación es un “agua potable” (cap. 10, final):
Et sic ex auro fit aqua potabilis habens infinitas virtutes, immo, quod in corpore humano mirabilia operatur, quae est mirabilis ad vitam hominis conseruandam & ad eius aegritudines curandas & tollendas, vt in libro Conseruationis humanae vitae latius continetur. Et quod amplius est, facit hominem reuiuiscere[60].
La identificación de la “piedra” inicial crea un problema. El cap. 10 de la primera parte dice: «Est autem lapis iste benedictus argentum viuum, quod eligere melius & fortius debes & clarius sine foecibus, quam poteris inuenire». Pero estas características que se solicitan encajan mejor con el vino que con el mercurio. El nombre en clave para el vino en textos lulianos es el de lunaria, y así aparece en la parte 2, cap. 1: «Recipe de succo lunariae, libram 1, 2, vel 3 vel quantum vis de meliori & fortiori quod haberi potest»[61].
Arnaldo (ps), De secretis naturae (“Scito fili quod in hoc libro loquar de secretis nature”).
Esta obra de principios del siglo XIV, escrita en forma de diálogo escolar maestro‐discípulo, dedica los primeros cuatro capítulos, de seis, a refutar las interpretaciones de ciertas citas famosas de origen árabe (Hermes, Aristóteles), que proponen materias orgánicas y algunas inorgánicas.
Hay tres versiones impresas antiguas:
- ‐ Liber pro famulo suo, en Opera nuperrime revisa (1520, reed 1530), 303v‐ 304v. Versión defectuosa.
- ‐ De lapide philosophorum, en Ulstadius, Coelum philosophorum (1572), 609‐631. El “conspectus capitulorum” está presentado como esquema tipo índice. Versión defectuosa. Incipit: «Ars ista non est nisi de occultis philosophorum».
- ‐ Tractatus parabolicus de secretis philosophorum, en E. König, Regnum minerale (1703), 140‐147. Versión de lectura impecable, “castigatissima” quizás por König.
La edición de referencia es de A. Calvet, Les oeuvres alchimiques attribuées à Arnaud de Villeneuve (2011), pp. 487‐523 [62].
Una traducción parcial al inglés (solo los cuatro primeros capítulos y quinto abreviado) se encuentra en la primera parte de A Chymicall treatise of the Ancient and highly illuminated Philosopher, Devine and Physitian Arnoldus de Nova Villa, obra al parecer publicada en 1611, pero transcrita a partir del MS Ashmole 1415 en The Alchemy Web Site [63].
Damos a continuación los capítulos que tratan de las interpretaciones, las falsas y la correcta.
Transcripción: Dresden Ms. 101 (s. XV). Señalamos en cursiva todo lo que no está en el manuscrito y las dudas de transcripción.
[23r] Appertorium Arnaldi ad discipulum.
Scito fili mi in hoc libro loquimur de secretis nature. Primo diuidam librum istum in sex capitula: Primo dicam quid est lapis; in secundo quare dictus est lapis naturalis; in tercio quare vocatur lapis non noster animalis siue san‐ guis; in quarto quare vocatus est herbalis; in quinto dicam preparacionem cum causis suis certis & veris intelligenti; in sexto dicam omnem multiplicacionem ponderis nostri la‐ pidis, breuiter et summatim. Et taliter enim dicam ut fatuos derideam, sapientes doceam. Ars enim ista non est nisi de occultis philosophorum; nullus ergo ad hanc artem vel philosophiam veniat nisi prius audierit loycam, postea physicam et sciat quidam causas et naturas rerum atque elementorum, aliter frustra fatigaret animam suam & corpus suum. Quare non credat aliquis quod veniat miraculose. Fatui enim habentes libros philosophorum loquencium parabulose vel baravolice temptant et ad nichilum veniunt [64]; & temptant sapientes & hoc est vere nostrum magisterium. Propter hoc dixit philosophus Aristotiles in libro “Lapidis scoris”[65]: «Est lapis et non lapis qui inuenitur in omni homine & in omni planicie & montibus & in aquis & vocatur albedo»[66].
Super hoc ergo omnes meditati sunt et conturbati sunt; et ex eis fuerunt quidam qui contradixerunt quod est animalis quod vocatur rebis, et obscure locuti sunt quia fuerunt qui partem intellexerunt; alii quidam dixerunt quod est sanguis, alii quod sunt capilli hominum, alii dixerunt quod sunt oua. Et fatui autem intelligentes ad lit‐ teram operati sunt de ouis, de sanguine, de capilli, de rebis, aluminibus, salibus et nichil inuenerunt quia non bene intellexerunt dicta philosophorum obscure loquencium, quippe si eam clare tradidissent male fecissent propter multas raciones: Primo quia omnes eam sciuissent; secundo quia mundus fuisset destructus; [23v] tercio quia essent coram deo & sanctis suis eorum red‐ dituri racionem. Et ideo supplico deum vt det mihi intellectum & viam vt celem stultis & fatuis et declarem sapientibus.
Capitulum primum [67]. Quid sit lapis.
Scito fili quod lapis noster, vt dixit Hermes[68], est de animata re. Ex hac auctoritate fuit introductum principium huius sciencie & fuerunt multi expositores qui eum exposuerunt & non intellexerunt & dixerunt quod dixit de animata re quod est in animalibus, alii in plantis & herbis, alii in salibus. Modo dicam tibi. Nota.[69] Sol & luna & azot sunt lapides. Isti lapides mortui sunt super terram & nichil oper‐ ant per se, nisi quod industria hominis administratur eis. Ex istis lapidibus fit ita verum aurum et ita verum argentum sicud a natura. Dixit discipulus: Quomodo est hoc? Dictum Dicunt philosophi quod ars est debilius quam natura, vos dicitis quod ibi fit verum aurum & verum argentum ex istis sicud a natura. Dixit magister: Dicam tibi: Nos non facimus, natura autem facit cui administramus [70]; quia propter aurum nostrum non est artificiale ymo sed naturale. Responsio: Autem triplex in philosophia dictus Hermes dixit quod in animata re est, quia anima est spiritualis & invisibilis. Nota. Ita azot est inuisibilis & spiritualis quia inuisibilis recedit et ideo seruus fugitiuus vocatus est spiritualis et spiritus ambulans, quia in mundo non est spiritus praeter ipsum nec quicquam operetur quam per ipsum operantur, quia est aerius, hoc perfeccionis signum. Hoc enim, quare non sit in salibus & aluminibus, est quia fatuus est qui querit in natura quod in ea non est. Igitur quia in aluminibus & salibus non est aurum nec argentum, ergo non queramus in eis. Quare non sit in animalibus audi Hermetem dicentem: «Res non enim fiunt secundum naturam eorum, ex [24r] homine non fit nisi homo, ex leone non nisi leo & omne simile sibi simile querit ei» [71]. Quare in animalibus non fit nisi simile eis. Dixit discipulus: Quomodo ergo me‐ dicina que non est de natura hominis habet curare infirmitatem corporis? Cui ait magister: Intellige verba philosophorum quia medicina data homini non facit hominem sed curat infirmitatem. Sed non quin posset sibi euenire alia infirmitas, sed medicina nostra data cui debet dari facit hominem seu feminam aurum verum & argentum verum in tantum quod nullus defectus postea potest aduenire, quoniam transuptat secundum quod elixir fuit operatus.
Discipulus ait: Magister, dixisti transumptat hominem & feminam; hoc non intellego. Cui ait magister: Modo declarabo quia vere transuptat hominem & feminam: masculum vero clarum, feminam autem nigrum [72]. Modo intellige cautelas philosophorum et sis sapiens & non insipiens. Quia lapis noster debet esse de incombustibili re, id est, materia, patet ergo quod non est nec debet esse de salibus nec de aluminibus nec de animalibus. Sed quia solus mercurius est incombustibilis et ae‐ rius, quia perfeccionis est signum, ideo oportet quod sit in ma‐ gisterio. Patet ergo quid sit lapis et quot sunt lapides et quare oportet quod mercurius sit in magisterio.
Capitulum secundum. Quic sit lapis naturalis.
Scito fili quod lapis naturalis per multas raciones dictus est. Primo naturalis quia facit quod natura facit, scilicet, hominem vel feminam, quod intelligit philosophus et ignoscit fatuus; secundo quia pater philosophorum vocauit eum naturalem, scilicet, Hermes cui autem philosopho est credendum & non deceptis ac deceptoribus; tercio quia materia de qua fit inuenitur naturaliter. Discipulus ait: Magister, dixisti sic: Quod inuenitur naturaliter. Omnia quia sunt circa orbem lune sunt ex quatuor elementis composita, ergo lapis iste est ex quatuor elementis compositus. Elementorum que autem sunt aliqua calida, aliqua frigida, aliqua sicca, aliqua humida.
Hec contraria sunt aliqua illorum [73]. Ayt magister: Est humidus, calidus, iterato humidus. Intellige quod sunt septem planete, scilicet, sol, luna, mars, et cet., mercurius. Frigidus et humidus propter mer‐ curium; frigidus & humidus propter luna; calidus & siccus propter solem. Quare est de natura aque et est de natura terre et est de natura aeris et ignis. Quare dixit Aristoteles: Quando hab‐ ueris aquam ex aceto aere et aerem ex aqua et ignem ex terra […][74]. Inclina aurem tuam & intellige dicta philosophorum & habebis totum magisterium.
[24v] Capitulum tercium. Quare vocatur lapis animalis. Scito fili quod lapis noster animalis dicitur. Quare? Est lapis.
Noscis illud: Quod habet spiritum habet et animam.
Lapis ergo noster habet spiritum: et habet animam. Discipulus ait: Quomodo habet spiritum. Cui magister ait: Non scis quod quatuor sunt spiritus, sal armoniacus, sulphur, arsenicus et argentum viuum. Ergo est inter spiritus, ergo est spiritus, ergo animalis. Vidimus quando dixit de spiritu ad animam, de anima ad animalem, ergo lapis noster est animalis. Et Hermes in libro “Archani” dixit: «Lapis noster est de animata re», id est, de spirituali. Fatui autem putantes eam in animalibus esse operati fuerunt cum animalibus & nichil inuenerunt nisi perdicionem temporibus, corporalibus & sensibus. Discipulus ayt: Quare lapis noster dictus est sanguis? Magister: Quare dixit Archileus: «Accipite lapidem quam primi capere iusserunt et totum contere donec vertetur in sanguinem», id est, rubedi‐ nem, vnde dictus est sanguis propter rubedinem quia ut sanguis est rubea & similiter lapis noster est rubeus; propter quod et ex quo elicias maximum secretum quod tunc de natura ignis. Considera et intellige & habebis magisterium. Fatui enim presentantes putantes eum sanguinem & composuerunt libros suos in quibus dicunt quod lapis fit de sanguine et operati sunt de sanguine & nichil inuenerunt, quia res non fuit fiunt nisi secundum earum natura. Quare dixit philosophus: «Fac de lacte sanguinem fluentem & fit rubeus sicut sanguis et currens et fluens». Discipulus: Magister, quomodo albi‐ ficatur lapis & quomodo rubificatur? Cui ait magister: Nota. Recipe lapidem et tere cum lacte et erit albificatum, & tere cum sanguine erit rubifficatum. Vel alium modum dicam tibi magis clarum. Accipe vile et tere cum cariore caro et erit albificatum, et recipe vile et tere cum cariore et erit rubifficatum igne mediante. Intellige quod ignis facit coniungere, purgat & deaurat res. Fatui autem non intelligentes dicta philosophorum temptant & non inueniunt, dicunt mendacium esse et falsa est sciencia. Item sciencia vilipendit eos quia sciencia non habet inimicum nisi ignorantem eam.
Discipulus dixit: Si vobis placeret libenter audirem aliqua precepta huius artis. Magister ayt: Precepta que tibi dicam obserua. Nota. Quicumque ad hanc artem vellet uel scienciam inuenire et non est philosophus fatuus est, quia hec
[25r] sciencia non est nisi de ocultis philosophorum. Sed quicumque velit ad hanc scienciam peruenire habeat expensas ad minus pro duobus annis; racio est si deficiat in prima vice, iterato in secunda opus incipiatur. Tamen proficit ille qui peccat prima vice sicud in secunda peccat, quia scit se‐ se custodire postea ab illo periculo. Et ideo si peccauerit ter, quater aut quinquies & non habet expensas & ita opus incompletum remanet & amisit omnia [75]. Quare saltem debet habere expensas per duos annos. Tercium preceptum est quod qui hanc scienciam vult habere non oportet operet in potestate alicuius magnatis siue principis propter causas.
Prima est si opus est longus dicet ille cottidie: “Magister, quomodo est de opere” & facit derisionem et dicit “Nichil est, mendacium est, truffa est”. Si autem opus est bonum tunc ipse dicit: “Magister, ego vellem quod doceretis me”. Si primo dicas bene. “Quando me docebitis?” Tu nescies et ipse te faciet interficere vt nullus sciat preter ipsum. Si dicis non, faciet te capi uel forte interficiat te, quia ipse cogitabit:
“Forte ipse ibit ad aliquem aduersarium meum & destruemur cum potencia sua”. Ita quod nullo modo opereris cum aliquo mag‐ nate. Vtere pane tuo, sic liber eris. Quartum preceptum est quod si scienciam habeas, deo gracias agas & da pauperibus.
Scias quod si secus feceris non bene accedat tibi. Et si non habes scienciam & operaris de ea, in deum rogita quia ipse veri‐ tas, iusticia, bonitas, misericordia est. Nulli reueles secretum tuum, quia si dicis aliis, eris diffamatus et dicent te falsarium esse. Eris raptus, sic mihi semel accidit.
Capitulum quartum. Quare vocatus est herbalis.
Scito quod lapis noster est herbalis. Cui Quomodo, dixit discipulus, est herbalis? Cui respondit magister: Sicud herba, sicca habet animam. Nam dixit Hermes: «Lapis noster est de animata re». Fatui autem putantes esse herbam (quidam philosophi dixerunt quia est herbalis) oper‐ ati sunt cum herbis et non inuenerunt, dicentes non esse veritas in sciencia. Alii autem dixerunt quod magister mercurius dedebebat con‐ ielari cum herbis, quesierunt herbas & nichil inuenerunt (non autem dico quod mercurius non possit conielari cum herbis, sed nichil valet) & credunt magnum quid fecisse & nil fecerunt, quia non congelatur, sed destruitur, quia cum mercurius
[25v] conielatur, debet esse viuus, malleabilis et ipsum conielatur & faciunt ipsum frangibilem et nichil valet. Omnis mercurius bene conielatus debet esse de pondere auri licet sit album, quia perfeccionis est signum, quia non oportet quod addetur sibi nisi coloretur & erit aurum. Discipulus ait: Cur vocatus est lapis seruus rubicundus. Magister dixit: Quia scito rubifficatur et ideo vocatus est seruus fugitiuus[76]. Discipulus dixit: Quare philosophi dicunt quod mercurius non moritur nisi cum fratre suo interficiatur. Magister ait: Primus eorum fuit Hermes qui dixit quod «draco numquam moritur nisi cum fratre suo interficiatur». Volt dicere Nota. quod quod mercurius numquam congelatur nisi cum fratre suo, scilicet, sole & luna. Ideo dixit Avicenna: «Fac quod non videt et viuiffica corpora & dimitte quod videt & mortiffica spiritum et habebis magisterium» [77]. Et secundo capitulo dixit: «Lapis herbalis sunt capilli & sanguis et oua et vrina» [78]. Hoc dixit ad denotandum 4or elementa. Non credas michi, sed philosophis quibus est credendum et non fabulis nec receptis. Quia qui fecerunt recepta nichil sciuerunt de sciencia, sed habuerunt aliquos libros philosophorum & fecerunt recepta & decipiunt mundum totum.
Vidi ego quendam monachum qui laborauit in ista arte per xii annos & nichil sciebat; tunc ipse quasi desperatus fecit vnum librum et intitulauit eum “Flos paradisi” in quo plures quam 10000 recepta sunt contenta et illum librum dabat omnibus ad copiandum ac gentes decipi‐ ebat & se ipsum quia erat desperatus.
Capitulum quintum. De preparacione cum causis. […]
Capitulum sextum. De multiplicacione ponderis. […]
Traducción.
Apertorio de Arnaldo a un discípulo.
Hijo, sabe que en este libro hablamos de los secretos de la naturaleza. Primero dividiré este libro en seis capítulos: En el primero diré qué es la piedra; en el segundo por qué es llamada piedra natural; en el tercero por qué nuestra piedra es llamada animal o sangre; en el cuarto por qué es llamada vegetal; en el quinto diré la preparación con sus causas, ciertas y verdaderas para el que las entiende; en el sexto diré toda la multiplicación del peso de nuestra piedra, de forma breve y sumaria. Y lo diré de manera tal que me burlaré de los fatuos, enseñaré a los sabios. Este arte trata sólo de enseñanzas acultas de los filósofos; por tanto que ninguno venga a este arte o filosofía a no ser que antes haya aprendido Lógica, luego Física, y que sepa las causas y naturalezas de las cosas y los elementos, pues de otra manera fatigará en vano su alma y su cuerpo. Por tanto que nadie crea que se consigue milagrosamente. Los fatuos que tienen libros de los filósofos que hablan de forma fabulosa o parabólica, lo intentan sin llegar a nada; lo intentan los sabios y esto es nuestro verdadero magisterio. Por ello dijo el filósofo Aristóteles en el libro de la Piedra escoris: «Es piedra y no piedra, que se encuentra en todo hombre, en toda llanura, montañas y aguas, y se llama blancura». Todos han meditado sobre esto y han quedado turbados; hubo algunos de ellos que dijeron que es un animal que se llama rebis, y hablaron oscuramente porque solo entendieron una parte; algunos otros dijeron que es sangre, otros que son cabellos de hombres, otros dijeron que son huevos. Los fatuos entendiendo esto literalmente operaron con huevos, sangre, cabellos, rebis, alumbres, sales, y no encontraron nada. En efecto, no entendieron bien los dichos de los filósofos, los cuales hablaron oscuramente, ya que si la hubieran transmitido de forma clara hubieran actuado mal por muchas razones: Primero porque todos la hubieran sabido; segundo porque el mundo hubiera sido destruido; tercero porque hubieran debido dar cuenta ante Dios y sus santos. Por ello suplico a Dios que me conceda la inteligencia y manera de ocultarla a los estultos y fatuos y declararla a los sabios.
Capítulo primero. Qué es la piedra.
Hijo, sabe que nuestra piedra, como dijo Hermes, «es de sustancia animada». El principio de esta ciencia fue introducido por esta autoridad y fueron muchos los expositores que la expusieron, mas no la entendieron y dijeron que dijo “de sustancia animada” porque está en los animales, otros en las plantas y yerbas, otros en las sales. Te lo diré enseguida: el sol, la luna y el azogue son las piedras. Sobre la tierra estas piedras estan muertas y no operan nada por sí, sino por lo que la industria del hombre les administra. De estas piedras se hace oro tan verdadero y plata tan verdadera como los de la naturaleza.
Dijo el discípulo: ¿Cómo es esto? Los filósofos dicen que el arte es más débil que la naturaleza, usted dice que con ellos aquella hace verdadero oro y verdadera plata como los de la naturleza.
Dijo el maestro: Te lo diré: Nosotros no lo hacemos, lo hace la naturaleza a la cual nosotros dirigimos. Por esta razón nuestro oro no es artificial, sino al contrario, natural. Respuesta: El mencionado Hermes, triple en filosofía, dijo que está en una sustancia animada porque el ánima es espiritual e invisible. Así, el azogue es invisible y espiritual, pues se retira de forma invisible, y por eso es llamado siervo fugitivo y espíritu ambulante, pues no hay en el mundo un espíritu como él ni se opera nada más que lo que se opera por él, debido a que es aéreo, lo que es signo de perfección. La razón de que no está en los alumbres y sales es porque es un fatuo quien busca en la naturaleza lo que no hay en ella. Así pues, dado que en los alumbres y sales no está el oro ni la plata, por tanto no la busquemos en ellos. Por qué no está en los animales, oye a Hermes diciendo: «Las cosas llegan a ser según su naturaleza: del hombre sólo se hace un hombre, del león un león y todo semejante busca lo semejante a él.» Por ello en los animales no se hace sino lo semejante a ellos.
Dijo el discípulo: ¿Cómo es entonces que que la medicina, que no es de la naturaleza del hombre puede curar la enfermedad del cuerpo?
El maestro le dice: Entiende las palabras de los filósofos, ya que la medicina dada
al hombre no hace un hombre, sino que cura una enfermedad. Pero no que le pueda sobrevenir otra enfermedad, sino que la nuestra medicina dada a quien se debe dar hace al hombre o mujer oro verdadero y plata verdadera, en tanto que noi puede sobrevenirles después ningún defecto, pues transubstancia según como fue operado el elixir.
El discípulo dice: Maestro, dijiste que transustancia al hombre y la mujer; esto no lo entiendo.
Le dice el maestro: En seguida te declararé que verdaderamente transustancia al hombre y la mujer, pero al macho a claro, a la mujer a negro. Entiende ahora las cautelas de los filósofos y sé sabio, no ignorante. Dado que nuestra piedra debe ser de cosa, esto es, de materia incombustible, es evidente quo no es ni debe ser de sales ni de alumbres ni de animales. Pero dado que solo el mercurio es incombustible y aéreo, lo que es signo de perfección, por ello es preciso que esté en el magisterio. Queda claro por tanto qué es la piedra y cuántas son las piedras y por qué es preciso que el mercurio esté en el magisterio.
Capítulo segundo. Qué es la piedra natural.
Hijo, sabe que la piedra es llamada natural por muchas razones. Primero es natural porque hace lo que la naturaleza hace, es decir, al hombre y la mujer, lo que entiende el filósofo e ignora el fatuo; segundo porque la llamó natural el padre de los filósofos, es decir, Hermes, filósofo al que hay que creer y no a los engañados y engañadores; tercero porque la materia de la cual se hace se encuentra de forma natural.
El discípulo dice: Maestro, has dicho así: Que “se encuentra de forma natural”. Todo lo que hay en el orbe de la luna está compuesto de los cuatro elementos, por tanto esta piedra está compuesta de los cuatro elementos. Pero algunos de los elementos son cálidos, algunos fríos, algunos secos, algunos húmedos. Estos son contrarios algunos de los otros.
Dice el maestro: Es húmedo, cálido, redoblado húmedo. Entiende que hay siete planetas, a saber, sol, luna, marte, etc., mercurio. Es frío y húmedo por el mercurio; frío y húmedo por la luna, cálido y seco por el sol. Por esto es de la naturaleza del agua, es de la naturaleza de la tierra y es de la naturaleza del aire y del fuego. Por eso dijo Aristóteles: Quando tengas agua del aire, aire del agua y fuego de la tierra […]. Inclina tu oreja y entiende los dichos de los filósofos y tendrás todo el magisterio.
Capítulo tercero. Por qué es llamada piedra animal.
Hijo, sabe que nuestra piedra se llama animal. ¿Por qué, si es una piedra? Conoces aquello: Lo que tiene espíritu tiene también ánima. Luego nuestra piedra teine espíritu: también tiene alma.
Dice el discípulo: ¿Cómo tiene espíritu?
El maestro le dice: ¿No sabes que hay cuatro espíritus, sal amoniacal, azufre, arsénico y mercurio? Luego está entre los espíritus, luego es espíritu, luego es animal. Hemos visto cuando dijo del espíritu al ánima, del ánima al animal, luego nuestra piedra es animal. Y Hermes en el libro del Arcano dijo: «Nuestra piedra es de sustancia animada», es decir, de espiritual. Los fatuos creyendo que estaba en los animales operaron con animales y no encontraron nada, sino pérdida en tiempo, cuerpo y sentidos.
El discípulo dice: ¿Por qué nuestra piedra es llamada sangre?
El maestro: Por lo que dijo Arquileo: «Tomad la piedra que los antiguos ordenaron coger y tritúrala toda hasta que se convierta en sangre», es decir, en rojez, de donde es llamada sangre a causa de la rojez, ya que igual que la sangre es roja, nuestra piedra igualmente es roja, de lo cual extrae el secreto máximo de que entonces es de naturaleza del fuego. Considéralo y entiéndelo y y tendrás el magisterio. Los fatuos considerando que era la sangre compusieron sus libros en los que dicen que la piedra se hace de sangre y operaron con la sangre y no encontraron nada, ya que las cosas no se producen sino según su naturaleza. Por ello dijo el filósofo: «De la leche haz sangre fluida, que sea roja como sangre y líquida y fluida».
El discípulo: Maestro, ¿de qué manera se blanquea la piedra y cómo se rubifica?
El maestro le dice: (Nota) Toma la piedra, tritúrala con lo caro y será blanqueada, y tritúrala con lo más caro y será rubificada mediante el fuego. Entiende que el fuego hace unir, purga y dora las cosas. Los fatuos sin embargo sin entender los dichos de los filósofos lo intentan, no encuentran y dicen que es mentira y que la ciencia es falsa. Igualmente la ciencia los menosprecia, ya que la ciencia no tiene más enemigo que al que la ignora.
Dijo el discípulo: Si le place oiría con gusto algunos preceptos de este arte.
Dice el maestro: (Nota) Cualquiera que deseara investigar este arte o ciencia y no es filósofo, es un fatuo, ya que esta ciencia trata solo de los conocimientos ocultos de los filósofos. Cualquiera que desee alcanzar esta ciencia, que tenga medios para gastos al menos durante dos años; la razón es que si yerra la primera vez, empiece otra vez la obra una segunda. Pues se aprovecha aquel que yerra la primera vez, como en la segunda, pues aprende a precaverse luego de aquel peligro. Por ello, si yerra tres, cuatro o cinco veces y no tiene medios, la obra queda incompleta y lo pierde todo. Es po esto que debe tener medios para dos años. El tercer precepto es que quien desea obtener esta ciencia no opere bajo el poder de ningún magnate o príncipe, por varias causas. La primera es que si la obra se alarga, aquel le dirá cada día: “Maestro, ¿cómo va la obra?”, y se burlará y dirá: “No hay nada, es mentira, es un timo”. Si al contrario la obra es buena, entonces él te dirá: “Maestro, desearía que me enseñaras”. Si primero le dices de acuerdo. “¿Cuándo me enseñarás?” Tú no los sabrás, pero te hará matar para que nadie la sepa excepto él. Si le dices no, te hará enerrar o quizás te mate, puesto que pensará: “Quizás se vaya con algún adversario mío y seremos destruidos con su poder”. Por tanto no operes de ninguna manera con ingún magnate. Usa tu propio pan, así serás libre. El cuarto precepto es que si obtienes la ciencia, agradécelo a Dios y da a los pobres. Sabe que si actúas de otra manera te ocurrirán desgracias. Y si no tienes la ciencia y obras en ella, ruega Dios, porque él es la verdad, justicia, bondad y misericordia. No reveles tu secreto a ningúno, yq que si lo dices a otros serás difamado y te dirán que eres un falsario. Serán encerrado, así me ocurrió una vez.
Capítulo cuarto. Por qué es llamada herbal.
Sabe que nuestra piedra es llamada herbal. Dijo el discípulo: ¿En qué sentido es herbal?
El maestro le respondió: Tiene ánima, lo mismo que la hierba. En efecto, Hermes dijo: «Nuestra piedra es de sustancia animada». Los fatuos, pues, pensando que era hierba (algunos filósofos dijeron que es herbal) operaron con hierbas y no encontraron, diciendo que no hay verdad en la ciencia. Otros dijeron que el mercurio debía congelarse con hierbas, buscaron hierbas y no encontraron nada (no digo que el mercurio no pueda ser congelado con hierbas, pero no vale nada) y creen haber hecho algo grande y no hicieron nada, puesto que no se congela, sino que se destruye, ya que cuando el mercurio es congelado debe ser vivo, maleable, pero ellos lo congelan y lo hacen quebradizo y no vale nada. Todo mercurio bien congelado aunque sea blanco debe ser del peso del oro, lo cual es signo de perfección, ya que solo es preciso que se le añada el color y será oro.
El discípulo dice: ¿Por qué la piedra es llamada siervo fugitivo?
El maestro dijo: Porque se la rubifica pronto y por ello es llamada siervo fugitivo.
El discípulo dijo: ¿Por qué dicen los filósofos que el mercurio no muere si no es matado con su hermano?
El maestro dice: El primero de ellos fue Hermes, quien dijo que «el dragón nunca muere si no es matado con su hermano». Quiere decir (Nota) que el mercurio nunca es congelado, excepto con su hermano, o sea, el sol y la luna. Por eso dijo Avicena: «Haz lo que no se ve y vivifica los cuerpos, separa lo que se ve y mortifica el espíritu y tendrás el magisterio». Y en el segundo capítulo dijo: «La piedra herbal son los cabellos, la sangre, los huevos y la orina». Esto lo dijo para señalar los cuatro elementos. No me creas a mí, sino a los filósofos, a los cuales hay que creer y no a las fábulas y las recetas. Los que hicieron las recetas no supieron nada de la ciencia, pero tuvieron algunos libros de los filósofos y con ellos hicieron sus recetas y engañan a todo el mundo. Hace tiempo vi a un cierto moje que trabajó en este arte durante 12 años y no sabía nada; entonces casi desesperado hizo un libro y lo tituló “Flor del paraíso” en el que hay reunidas más de diez mil recetas y daba el libro a todos para que lo copiaran, engañando a las gentes y a sí mismo, pues estaba desperado.
Capítulo quinto. De la preparación, con sus causas.
[El autor abandona en este capítulo la interpretación y expone la preparación sirviéndose de alegorías cristianas: el dogma de la Trinidad y especialmente de la pasión, crucifixión y resurrección de Jesucristo.]
Capítulo sexto. De la multiplicación del peso.
[En la versión estándar este es un capítulo muy breve: se inicia declarando que la multiplicación se hace “ad infinitum” en la tópica progresión geométrica de 10, y se acaba con una alegoría abstrusa en la que se proyecta el elixir rúbeo sobre un millón de partes de una mujer preñada de una niña y dará a luz al “rey de las seis naciones”.
El ms. Dresden 101 no reproduce el texto correcto, sino una “Compositio lapidis rubei” de la obra Verbum abbreviatum de leone viridi, cuyo autor se presenta como “Raymundus Gaufridus ordinis fratrum minorum minister generalis”, quien afirma que el proceso le fue comunicado (¿verbalmente o por escrito?) por Roger Bacon. Esta obra está publicada en Sanioris medicinae (1603), aquí pág. 281‐284.]
Quevedo. Sueño del infierno, en Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo (1628 reed.; 1627 ed. pr.)[79].
Yo abaxè otra grada por ver los que Iudas me dixo que eran peores que el, y topè en una alcoua muy grande una gente desatinada, que los diablos confessauan, que ni los entendian, ni se podian aueriguar con ellos: eran astrologos y alquimistas. Estos andauan llenos de hornos y crisoles de lodos, de minerales, de escorias, de cuernos, de estiercol, de sangre humana, de polvos y de alambiques. Aqui calcinauan, alli lauauan, alli apartauan, y aculla purificauan. Qual estaua fixando el Mercurio al martillo, y hauiendo resuelto la materia viscosa y ahuyentado la parte sutil, lo corruptivo del fuego, en llegandose a la copela se le yua en humo. Otros disputauan si se hauia de dar fuego de mecha, o si el fuego o no fuego de Raymundo hauia de entenderse de la cal, o si de luz efectiua del calor, y no de calor efectiuo de fuego. Quales con el signo de Hermete dauan principio a la obra magna, y en otra parte mirauan ya el negro blanco y le guardauan colorado. Y iuntando a ello la proporcion de naturaleza con naturaleza se contenta la naturaleza y con ella misma se ayuda, y los demas oraculos ciegos suyos esperauan la reduccion de la primera materia y al cabo reduzian su sangre a la postrera podre. Y en lugar de hazer del estiercol, cabellos, sangre humana, cuernos, y escoria oro, hazian del oro estiercol, gastandolo neciamente. O que vozes que ohi sobre el padre muerto ha resucitado, y tornarlo a matar y que brauas las dauan sobre entender aquellas palabras tan referidas de todos los autores quimicos! O, gracias sean dadas a Dios, que de la cosa mas vil del mundo, permite hazer una cosa tan rica! Sobre qual era la cosa mas vil se ardian. Uno dezia que ya la havia hallado, y si la piedra filofofal se havia de hazer de la cosa mas vil, era fuerza hazerse de corchetes. Y los cozieran y destilaran, si no dixera otro que tenia mucha parte de ayre para poder hazer la piedra, que no hauia de tener materiales tan vaporosos. Y assi se resoluieron, que la cosa mas vil del mundo eran los sastres, pues cada punto se condenauan, y que era gente mas enxuta. Cerraran con ellos si no dixera un diablo: Quereis saber qual es la cosa mas vil? Los alquimistas. Y assi porque se haga la piedra, es menester quemaros a todos. Dieronles fuego y ardian casi de buena gana solo por ver la piedra filofofal.
[1] G. Henischius, In Areateum commentarium, secc. Morbi diuturni, entrada ἐπιληψία, en
Aetiologica, simeiotica et therapeutica Aretaei Cappadocis (1603).
[2] Traducc. de J. Alsina, “Hipócrates, Sobre la enfermedad sagrada”, en Boletín del Instituto de Estudios Helénicos, vol. 4, núm. 1 (1970)
[3] CIL VI, 510 = Dessau, Inscriptiones selectae 2, 1 (1902), 4152. El testimonio es único y
tardío, año 376.
[4] Plinio expone otra creencia similar: Comitialem morbum sanari cibo e carne ferae occisae eodem ferro quo homo interfectus sit. (NH, 8, 6).
[5] NH, 8, 2‐23
[6] En la antigüedad Ostanes, Demócrito y Apolonio fueron considerados magos famosos, igual que Hermes. Con su Phusikà kaì mustiká, Demócrito (ps) es el “filósofo” por excelencia en la alquimia griega. Ostanes aparece en esa obra como su iniciador, muerto antes de completar la iniciación. Apolonio de Tiana fue entre los árabes el autor de una obra en la que relata el descubrimiento (la palabra latina es “inventio”) de la Tabula smaragdina cuyo texto transmite. Ninguno de los tres ha trascendido de manera significativa a la alquimia europea.
[7] Traducción de J. Cantó y otros (ed.), Plinio. Historia natural (2002).
[8] P. Kraus, Jābir bin Ḥayyān (1986 reed.), p. 41.
[9] Esta afirmación no es totalmente correcta. “Demócrito” recurre a varias plantas para extraer de ellas el pigmento con el que teñir los metales. Las materias base minero‐ metálicas también son tratadas con sustancias vegetales como aceite de ricino, vino o vinagre. Las sustancias animales sí están ausentes, exceptuada la orina, de animal o de hombre.
[10] De expositione enigmatum de alkimie, en Opus tertium (1912, Little ed.), p. 84‐85.
[11] Algunas partes del texto no tienen un significado claro.
[12] Mellon ms. 2 (XIV‐1/3): No hay atribución de autor. Rúbrica inicial: Liber divinitatis, qui est unus de lxx. El. q. 18 (XIV‐1/3): Se atribuye a Aristóteles y no se relaciona con el Liber de LXX. Rúbrica inicial: Incipit primus liber diuinitatis Aristotilis.
[13] En el códice de Jena está borrado “ex homine” las dos veces que aparece.
[14] El “sermo typicus” es el que transmite un sentido figurado, es decir, alegórico, simbólico, misterioso. Los textos alquímicos nunca son literales: es el gran y eterno argumento que en alquimia ‐como en otras disciplinas del espíritu‐ cubre la inanidad de la información, explica las contradicciones y justifica los fracasos. Aurora consurgens distingue tres clases de discursos alquímicos: parabólico, problemático y típico. El ejemplo que da para el “sermo typicus” es la Visión de Arisleo, una narración donde los protagonistas alquímicos están humanizados. El texto de Yabir, sin embargo, no se expresa con imágenes, es literal, aunque alusivo, es decir, se refiere a la “piedra” por sus cualidades, sin dar su nombre. Es el estilo que Aurora llama “problemático”.
[15] P. Lory, Jabir ibn Hayyan. Dix traités d’alchimie. Les dix premières traités du Livre des soisante‐dix (1996), p. 102.
[16] Nota de Lory: «Ar. al‐dam; noter que les mss A, H, J et K donnent al‐dimaagh, “le cerveau”».
[17] La designación “piedra no piedra”, y la atribución de características que desafían la lógica, tiene su origen en la alquimia griega.
[18] Aristóteles (ps), Secretum secretorum. Cum glosis et notulis fratris Rogerii (1920 R. Steele ed.). Las traducciones antiguas al español (Poridat de las poridades; Secretos de los secretos) o francés no dan el pasaje alquímico. La traducción directa del árabe publicada en la edición de Steele dice así:
Take the animal, vegetable, and mineral stone, the stone which is neither a stone, nor has the nature of a stone, although it is created resembling some stones of mountains and mines, for it also resembles vegetables and animals. And it exists in every place and time, and with every man.
[19] La única edición de esta traducción al latín (resumida, como es habitual) está en Artis chimicae principes Avicenna atque Geber (1572). En Sanioris medicinae (1603) hay unos Excerpta atribuidos a Roger Bacon, formados de extractos y resúmenes de algunas partes, muy contaminados con comentarios, excursos doctrinales y otros añadidos.
La función de la sangre en la obtención de un elixir transmutatorio en este texto de “Avicena” ha sido analizada por M. Pereira, “Teoria dell’elixir nell’alchimia latina medievale”, en Le crisi dell’alchimia‐ Micrologus, 3 (1995), 103‐148.
[20] Roger Bacon sigue también esta opinión en el comentario al Secretum secretorum
(Steele ed.):
Lapis igitur sumitur primo methaphorice pro omni eo super quo incipit operacio alkimie. Et hoc potest esse res mineralis, ut sulphur et arsenicum, set melior est res vegetabilis ut fructus et partes arborum et herbarum, optime vero sunt res animales ut sanguis ovum et capilli, et maxime partes hominis, et inter illas sanguis.
(La piedra se toma metafóricamente en primer lugar por todo aquello con lo que se empieza la operación de alquimia. Esto puede ser una sustancia mineral, como el azufre y arsénico, pero es mejor la sustancia vegetal, como frutos, partes de árboles y yerbas; pero lo mejor son sustancias animales como sangre, huevos y cabellos, y sobre todo partes del hombre, entre ellas la sangre.)
[21] Al menos de nombre debe ser Morieno, a quien la tradición pasada al latín lo presenta como un eremita “romano” (bizantino) instructor de Calid, el primer “rey” musulmán que se interesó por la alquimia.
[22] “Avicena” plantea aquí una cuestión que no parece haber preocupado excesivamente a los alquimistas. Si afirman que cuando hablan claro, o mienten directamente o hay que entenderlos alegóricamente, ¿cómo habría que entender los rechazos de sustancias, que llenan los libros de los “filósofos” en su cruzada contra los “sofistas”? Sólo sabemos de un tardío autor europeo, Limojon de Saint‐Didier, que lo plantea y resuelve a su propio gusto (que es justo el contrario que el de “Avicena”) en el Entretien de Le triomphe hermétique (1699):
Pyrophile.‐ Estant vray que les philosophes ne disent jamais moins la verité que lors qu’ils l’expliquent ouvertement, ne pourroient‐ils pas, touchant l’exclusion de évidente l’or, abuser ceux qui prennent leurs paroles à la lettre?
Eudoxe.‐ Il y a bien de la difference entre declarer positivement que telle ou telle matiere n’est pas le veritable sujet de l’art, comme il font touchant l’or et le mercure, & donner a connoître sous des figures & d’allegories les plus importans secrets […]. Dans le premier cas les philosophes disent negativement la verité sans équivoque; mais lorsqu’ils parlent affirmativement & clairement su ce sujet, on peut conclure que eux qui s’attacheront au sens litteral de leur paroles, seront indubitablement trompés.
[23] Damos el texto y traducción de la parte relativa a la sangre humana de esta “dictio” 7 en Anexo.
[24] La técnica alquímica más representativa es la destilación, mediante la cual se extraen los elementos, los principios o la quinta esencia. Este es el criterio de Gessner en Thesaurus Euonymi (1552), obra organizada en dos partes: la primera explica la técnica destilatoria, las virtudes médicas de los destilados y la extracción por destilación de diferentes preparados (aguas, esencias, quintas esencias, aceites); la segunda trata “De aliis quibusdam non alchymicis, hoc est, non destillatis aut sublimatis remediis, sed per alios diuersos modos ingeniose praeparatis”.
[25] Esta obra apareció a nombre de Gessner, que había muerto en 1565. Ferguson admite esta autoría, pero el autor real de esta nueva recopilación de recetas es Caspar Wolf, que aparece en portada como el editor.
[26] Reproducida por M. Pereira en “Arnaldo de Vilanova e l’alchimia. Un’indagine preliminare”, en Actes de la I Trobada Internacional d’estudis sobre Arnau de Vilanova (1995),
pp. 165‐171.
[27] En Les oeuvres alchimiques attrribuées à Arnaud de Villeneuve (2011), pp. 576‐579.
[28] Esta versión es defectuosa. Están mal interpretadas algunas abreviaturas y se omiten palabras, lo cual dificulta la comprensión de algunos pasajes. En cursiva damos las correcciones que nos han parecido imprescindibles, adaptadas de las otras versiones.
[29] Son dos paráfrasis de pasajes bíblicos: Vulg., Deut. 32, 1 «Audite caeli quae loquor, audiat terra verba oris mei»; Jn, 3 8: «Spiritus ubi vult spirat».
[30] De esta versión hay publicadas dos versiones, la más completa en Sanioris medicinae (1603). La otra, muy corrupta, se encuentra interpolada en una obra atribuida a Lulio titulada Ars operativa (diferente a Ars operativa medica), impresa en Secreta secretorum (1592).
[31] El De vita está publicada por A. Calvet en Chrysopoeia. Tome IV 1990‐91(1993) y en Les oeuvres alchimiques attribuées à Arnaud de Villeneuve (2011). Las tres versiones han sido editadas en columnas paralelas por M. Pereira, “Arnaldo da Villanova e l’alchimia”, art. cit.
[32] El códice BNF lat. 14006 (fechado siglo XV). ff. 63v‐64r, da una versión “deterior” con el título De herba incognita Ortalani. Nuestra primera impresión es que “Ortalani” está por “Cathalani”
[33] De la manera de preparar la celidonia parece estar tomada la manera de operar “in extenso” que da la versión Secretum, publicada en el Ars operativa:
Recipe in Dei nomine donum caeli cum floribus & radice, scindantur minutim & modicum pistentur, tunc ponatur in vase vitreato & mittatur in fimo equino calido, circumdando undique per duos pedes, & sic remaneat per tres septimanas, & sit vas optime lutatum, & si oportet mutetur fimus semper in septem diebus, deinde ponatur materia ad distillandum in balneo Mariae, & serua primam aquam per se, tunc distilla per cineres cum forti igne & recipe oleum per se, quod dicitur aer, deinde fiat fortior ignis et recipiat secundum oleum per se, quod dicitur ignis, & terra remanebit in fundo, & sic habes inde quatuor elementa.
[34] Titulado por Gratarolo Practica Mariae prophetissae in artem alchemicam, en Artis auriferae 1.
[35] Este origen y preparación se aplica también al misterioso rebis, que aparece en la tradición árabolatina atribuida a Rasis o, más generalmente, a Hermes.
[36] Con sus movimientos, los astros, que determinaban o al menos condicionaban el devenir de los humanos y su salud, intervenían también en la formación de algunos cuerpos (la teoría de la correspondencia planetas‐metales es generalmente admitida) y actuaban en las operaciones alquímicas. Por ejemplo, Contantino de Pisa, Liber secretorum alchimie (1990 B. Obrist ed.), mediados del siglo XIII, dedica los capítulos 2‐4 a las condiciones astrológicas. En el cap. 2 escribe:
Sed siue congelando uel humando, purgando et omnia opera in alchimia conficiendo, semper intendere ad quadraturas bonas et malas, et lunationes bonas et malas, quia inferiores uultus sunt subiecti uultibus celestibus, quia per motum superiorem mouentur inferiora, uirtute imprimente, non dominante. […] Sunt ergo boni motus et mali ad omnia operandum in alchimia. Ergo habere bonos motus, quia bona bonos decent.)
(Sea congelando o inhumando, purgando y realizando toda obra alquímica, presta atención siempre a las cuadraturas buenas y malas, a las lunaciones buenas y malas, ya que los aspectos inferiores están sujetos a los aspectos celestes, puesto que los inferiores son movidos por el movimiento superior, que imprime su virtud, aunque no dominante. […] Hay pues movimientos buenos y malos en toda operación de alquimia. Ten por tanto buenos movimientos, ya que lo bueno es adecuado a los buenos.
[37] La extensión de la presencia del “spiritus mundi” en la literatura alquímica es comparable a los cuatro elementos griegos y los tres principios paracélsicos. Sigue siendo la única teoría alquímica literariamente productiva durante el siglo XX y XXI incipiente, en buena parte, pensamos, debido a la influencia de Fulcanelli.
[38] De cael. 1, 3.
[39] Según Cicerón, para Aristóteles esta quinta naturaleza era la sustancia propia de los dioses y de la mente humana. Tusculanae disputationes:
1, 22 Aristoteles longe omnibus —Platonem semper excipio— praestans et ingenio et diligentia, cum quattuor nota illa genera principiorum esset complexus e quibus omnia orerentur, quintam quandam naturam censet esse e qua sit mens. 1, 65 Sin autem est quinta quaedam natura, ab Aristotele inducta primum, haec et deorum est et animorum. Hanc nos sententiam secuti his ipsis verbis in Consolatione hoc expressimus: 66 “Animorum nulla in terris origo inveniri potest; nihil enim est in animis mixtum atque concretum aut quod ex terra natum atque
fictum esse videatur, nihil ne aut umidum quidem aut flabile aut igneum”.
[40] Una definición de la labor alquímica que agradaba especialmente a Canseliet es la que dio Ruland en el Lexicon (1612): «Alchimia est impuri separatio a substantia puriore.» (La alquimia es la separación de lo impuro de la sustancia más pura).
La sustancia cuya pureza se ha perseguido com más anhelo es el mercurio; la quinta esencia es una de sus máscaras.
[41] Lectura de la versión impresa; la edición de Pereira & Spagiari la omite.
[42] “Illud” es la lectura de la versión impresa, cuyo referente es “genus”, que es el que da sentido por el contexto. La lectura dada por Pereira & Spagiari es “illas ‐ aquelles”, que sólo puede referirse a las tinturas del oro y la plata; es sin duda la “lectio difficilior”, pero entra en contradicción tanto con lo dicho anteriormente como con lo que sigue.
[43] La “adherencia” a los metales, es decir, su capacidad para disolverlos, para amalgamarse con ellos de forma irreductible, es la gran cualidad que los filósofos buscan en su mercurio.
[44] Ioannes de Rupescissa, De consideratione quintae essentiae (1561). Otra obra alquímica atribuida a Rupescissa es el Liber lucis, que enseña a sublimar el mercurio, extraer su quinta esencia y su preparación al blanco y al rojo.
[45] Ningún especialista parece discutir la prioridad de Rupescissa respecto a esta obra luliana. Sin embargo para R. Patai la dependencia es a la inversa (The Jewish alchemists, 1994, p. 177 ss.).
[46] En Raimundi Lullii libelli aliquot (1600), p. 341.
[47] Término desconocido.
[48] Publicada en Artis chemicae principes, Avicenna atque Geber (1572) y nunca reeditada. Esta edición presenta varios problemas textuales. Consta de dos partes principales que parecen obras inicialmente diferentes, aunque aquí intencionalmente fusionadas. La primera, titulada Porta elementorum, expone la teoría de los elementos, en forma de diálogo entre un discípulo que pregunta y el maestro que responde; es quizás una interpolación que amplifica una breve exposición sobre los elementos que aparece en el “Prologus”. La segunda parte es el De anima, dividida en diez “dictiones” o libros. Hay problemas de desorden: el prólogo está duplicado, hay una versión al principio y otra al final. El editor (?) ha intentado hacer la lectura más fácil introduciendo en cursiva títulos explicativos. Las “dictiones” 1‐7 llevan al inicio un argumento que no parecen pertenecer al original árabe ni ser original del traductor.
Para un análisis general del contenido cf. Berthelot, Histoire des Sciences au Moyen Âge, t. 1 (1893), 2, 6 (pp. 293‐305.)
[49] Es el castigo con el que Yahveh amenazó a Adán si comía del árbol del conocimiento.
[50] Desconocemos el significado.
[51] P.M. Rattansi, Beguin, Jean, en Complete Dictionary of Scientific Biography (2008).
Encyclopedia.com:
Beguin’s first publication was an edition of Michael Sendivogius’ Novum lumen chymicum with a preface (1608). The signature to the dedication shows that he was then almoner to Henry IV. Jeremias Barth, a Silesian who had studied medicine at Sedan, became Beguin’s pupil at some time and encouraged him to publish a “little book,” so that he would not have to dictate his lectures to his pupils. As a result, Beguin published the Tyrocinium chymicum (1610), a slim volume of seventy pages. The book was immediately pirated at Cologne, and Beguin published a revised edition with a long defense of chemical remedies (1612). […]
Beguin emphasized that the most effective therapy combined Galenic and Paracelsian remedies. The “quintessences” brought into prominence by the Archidoxes of Paracelsus occupy only a short third book. Beguin is credited with the first mention of acetone, which he called “the burning spirit of Saturn.” Long sections on techniques and processes in Beguin parallel Libavius’ Alchymia (1597).
La traducción francesa de 1615 es de Beguin. Ambas ediciones fueron reeditadas desde 1618 (lat.) y 1620 (fr.) por segundas manos con ampliaciones y comentarios.
[52] Tractatulus Avicennae en De alchimia opuscula complura (1550), ff. 75r‐91v; aquí f. 83r.
[53] Citado según el Ex multiplici igitur reiteratione imbibitionis cum contritione & leni assatione aqueitas illius maior deletur, cuius residuum per sublimationis reiterationem remouetur.
Tractatulus Avicennae, cap. 6. Geber, Summa, cap. 45, De sublimatione mercurii:
[54] Texto atribuido a Rosino titulado Liber definitionum, en Art. aurif. 1 (aquí: p. 199 reed. 1610), que sigue a otro titulado De divinis interpretationibus, con el que parece formar parte. El autor es antiguo ya que todas las obras citadas son traducciones del árabe.
[55] Art. aurif. 1, p. 189, reed. 1610.
[56] Morienus, De transfiguratione metallorum (1559), f. 22r.
[57] Esta, junto a las demás notas marginales de las primeras ediciones independientes, desapareció a partir de la edición de Artis auriferae (vol. 2). En la edición de Stavenhagen está en el cuerpo del texto (p. 26).
[58] Es la única parte editada en Artis auriferae 1. El “typographus” advierte que ha omitido expresamente la primera parte, porque en ella se interpretan de forma alquímica libros del AT e incluso «(quod nefandum est) ipsum sacratissimum mysterium incarnationis et mortis Christi Domini nostri, ad mysterium lapidis prophanissime contorsit».
[59] Numeración y títulos de Gratarolo en Artis auriferae.
[60] Son cualidades medicinales del “fuego” en De sanguine humano. La disolución del oro solo la menciona la versión R. Bacon.
[61] En la segunda parte los capítulos 1‐4 describen las destilaciones anteriores de forma más precisa y técnica. Pero el término quinta esencia ha desaparecido, sólo queda el de espíritu. Los capítulos 5‐14 (entre el 10 y el 14 “desunt non pauca”, según el editor) y 18‐ 20 explican la fabricación de una “medicina ad album” a partir de plata y mercurio, pero con teorías y términos de alquimia medieval ajenos a la destilación. En los capítulos 15‐16 se expone la fabricación de otra piedra al blanco mediante un proceso destilatorio. Finalmente el capítulo 20, muy breve, explica cómo convertir la tintura de plata en oro.
[62] Edición realizada a partir de un amplio elenco de manuscritos, texto latino en paralelo con la traducción francesa anotada, precedida de un estudio introductorio con análisis del contenido, pp. 207‐233.
Calvet no menciona el manuscrito cuya transcripción presentamos, tampoco la edición de König.
[63] http://www.levity.com/alchemy/arnaldus_treatise.html.
[64] De perfecto magisterio (“Cum solerti indagine”), obra de composición latina atribuida a Aristóteles o Rasis, habla también de la incomprensión de los textos ‐‐y los subsecuentes intentos infructuosos y acusaciones de falsedad de la ciencia‐‐ , pero no la atribuye al estilo figurado, sino a la existencia de secretos fuera del alcance de los sofistas:
Quidam vero sophistae naturarum rerum inscii, et secretum philosophiae ignorantes, et regimentorum eius improvidi, invenientes scripturas eius de his rebus, easque non intelligentes, cum post opus nihil in manibus suis invenient, errorem imperitiae suae philosophiae adscribentes, hoc opus non solum difficile, verum etiam impossibile praedicant, de quibus philosophia non curat: non enim omnes ad hoc epulum convocat, sed illos tantum, qui huius mensae accubitu digni, et istius miri refectione epuli sunt inventi. Satage ergo fili, ut non sis sophista, sed sis philosophus. (Verae alchimiae, p. 193).
[65] Var. scoriae; König tiene scholiae, tal vez una corrección suya. Se trata, más o menos, de la famosa cita del Secretum secretorum. Con este título se refiere quizás no a un libro diferente, sino a la sección mineral de esta obra.
[66] Otras variantes de este nombre: albeda, albedac(h), albedit.
[67] La numeración de capítulos está decalada un número respecto a la edición de Calvet, que tiene siete.
[68] La cita se encuentra en un texto de la primera época latina (s. XII‐XIII), recopilación de citas y textos breves (entre ellos la versión vulgata de la la Tabla) generalmente citado como Liber rebis, atribuido a Hermes (se le da también el nombre de Liber Hermetis, quizás por la Tabla), pero que debería atribuirse quizás a Rasis, (a cuyo nombre va esta cita en el Donum‐Rosarium), al menos en la parte traducida del árabe. Allí se pone en boca de un maestro llamado Maharim (var. Mercher, Merebis), quien explica a un discípulo, de nombre Fledius, cómo congelar el mercurio usando el rebis o adebessi. Este nombre críptico se llegó a interpretar como un animal (lo que parece acertado), de doble “naturaleza”, tortuga o ave (lo que de partida parece un error, ya que se basa en la falsa etimología latina de rebis = res bis). La identificación de esta “piedra animal” con la sangre humana es imposible en la exposición del tal Maharim. Por otra parte, las hierbas y minerales no son “de re animata” en su sentido literal.
[69] Este tipo de llamadas de atención al lector, por parte de algún copista, se colocan normalmente en los márgenes, pero aquí están en el cuerpo del texto, aunque destacadas en rojo.
[70] Géber, Summa (1529), 1, 11: Metalla non mutamus, sed natura, cui secundum artificium praeparamus, quoniam ipsa per se agit, non nos. Nos vero administratores illius sumus.
[71] Se trata de una formulación que se encuentra ya en la alquimia griega (¿alejandrina?) sobre la estanqueidad de las especies, que haría famosa “Aristóteles” con su “Sciant artifices”. En general los comentaristas no se atreven a contradecir esta “ley”, natural o aristotélica, sino que buscan más bien integrarla recurriendo a interpretaciones. Una excepción de importancia es Géber, quien evitando aludir a Aristóteles trata de sofistas mentirosos a los que afirman tal cosa. En la Summa, 1, 11, “Sermo in solutionibus sophistarum artem negantium”, escribe:
Si autem aliter arguant quoniam non mutatur species in speciem, dicimus eos mentiri iterum sicut consueuerunt sepius. Quod verum dicere super his, quoniam & species mutatur in speciem secundum hanc viam: cum indiuiduum speciei unius in alterius mutatur. Videmus namque vermem & naturaliter & per artificium naturale in muscam mutari, quae ab eo differt specie; & vitulum strangulatum in apes, & frumentum in lolium & carnem strangulatum in vermem per ebulationis putrefaccionem.
[72] Pasaje corrupto. Según la lectura vulgata, también de redactaddo confuso, la “transmutación” se hace de humano a ángel. Edición (y traducción) de Calvet: quia vere transmutat hominem et feminam in angelum vel angelam feminam autem in angelum solum (en vérité elle transmutat homme et femme en ange [mâle] ou en ange femelle, mais seulement en ange).
[73] Falta la duda o la pregunta del discípulo: «Est ergo calidum aut humidum aut frigidum aut siccum. »
[74] Falta: tunc habebis magisterium. Aunque parece un error de copia, todas las versiones hacen extraer el agua a partir del aire. La transformación de los elementos en ambas direcciones, llamada circulación o rotación, está en Aristóteles, Sobre la generación y corrupción, 2, 4. El Aristóteles citado aquí es el de Secretum secretorum, secc. 3, cap. 1: Quando habueris aquam ex aere, & aerem ex igne & ignem ex terra tunc habebis plene artem.
[75] El mismo consejo en De perfecto magisterio:
Vero cum de huius rei experientia nemo possit prima fronte esse discretus, tibi suadendum prouidi vt operatione incepta non cesses si prima vice non fueris superatus, sed bis vel ter & etiam amplius, si necesse fuerit, reitera, quovsque quod appetis perfectissime deprehendas; neque ab hac re labor inanis inanium rerum nec expensae rerum te amoueant, quia cum instantia vinces & cum sapientia superabis. […] Quod si prima vel secunda vice labore fatigatus vel expensis perterritus cesaueris, inde detrimentum & non augmentum te scias incursurum. Igitur antequam incipias, delibera ne inchoes nisi consummare disponas. (Verae alchimiae, p. 194).
[76] Esta respuesta implica que en el pasaje hay o bien un lapsus, según la versión de Calvet, o bien dos según la versión BNF ms. lat. 7162 (s. XVI), cuyo redactado es el siguiente (90v):
Discipulus: Cur vocatur lapis noster seruus rubicundus et seruus fugitiuus? Magister: Quia cito rubificatur; ideo vocatur seruus fugitiuus quia cito fugit et in fumo cito euanescit.
[77] Avicena (ps), De anima in arte alchimiae, distinct. 7, cap. 3 “De lapide herbali”: Accipe quod videt et quod non videt et habebis lapidem.
[78] Como hemos visto, para “Avicena”, ob. cit., la piedra herbal es solo los cabellos humanos; la sangre es la piedra animal y los huevos la piedra natural. La orina no entra en la categoría de “piedra”, aunque la usa en algunas preparaciones.
[79] Quevedo (1580‐1645) no llegaba a los 25 años cuando escribió esta obra y tenía 47 cuando se publicó. Dado que en el discurso sobre los boticarios parece mostrar un cierto respeto por maestros venerables como Demócrito, Avicena y Lulio, este juicio puede referirse a alquimistas que él podría haber tratado. En La fortuna con seso, publicada el año de su muerte, sus ideas sobre estos alquimistas seguían siendo las mismas.
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