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Operación 6: Volatilización de la Sal de Marte
Ahora hay que hacer volátil la sal de Marte extraída anteriormente. En la cuarta operación obtuvimos un aceite rojo (de Marte y Venus). A él hay que añadir la sal-residuo que obtuvimos en la quinta operación. Las propiedades del aceite, cuando se destile ahora, harán que se lleve consigo a la sal de Marte. Ahora el aceite rojo e incombustible lleva consigo la sal, el mercurio y, como es el primer azufre, adquiere categoría de verdadera materia de los metales, ya que porta tres cosas y es una sola. De este aceite es de donde ha sido engendrado el oro. Es el aceite incombustible de Marte y Venus.
Comentario
Otro paso decisivo en la Gran Obra: la obtención del mercurio de los filósofos (en su primer grado). Ya se han comentado varios métodos de purificación de la sal. Como será lo que se haya de incorporar, cuanto más pura esté mejor será el resultado final. Es la primera vez que los tres principios se van a encontrar formando un nuevo mixto. En general, las operaciones que siguen tenderán todas a dos cosas, dependiendo del alquimista: volver a purificar el mixto o pasar directamente a la unión indisoluble de sus partes.
De cualquier forma, será esto último lo que prevalecerá. Según la descripción del autor, más que volatilizar, lo que hacemos es disolver la sal en el aceite rojo de Venus y Marte y volver a destilar. Entonces, las propiedades de la sal pasarán en el fluido gaseoso dejando un caput inerte. Pero el aceite sigue sin tener apariencia de solución salina, lo que trajo de cabeza a varios practicantes, como advirtió Georg von Welling cuando describió cómo volatilizaba él la sal por medio de la espagiria (Opus mago-cabbalisticum et theosophicum, darinnen der ursprung, natur, eineschaften und gebrauch des salzes, schefels und mercuri in dreyen theilen beschrieben. Obra en la que son descritos el origen, naturaleza y propiedades y el empleo de la sal, el azufre y el mercurio, en tres partes, Frankfurt, Lucas Jennis, 1617). Este texto aún era publicado un siglo más tarde en Tubinga, en el año 1715. Lémery dijo que la sal volatilizada sublima muy fácilmente al calentarse aún incorporada al nuevo mixto de la que ya es un componente, lo que nos indica que él volvía a purificar las partes antes de empezar la unión.
Operación 7: Dulcificación del aceite
A este aceite se le añade espíritu de vino. El espíritu de vino contiene un fuego “etéreo” que actúa por circulación continua en una especie de digestión que hace madurar lo ácido, endulzar las cosas ásperas, sutilizar las crasas, cocer las crudas y endulzar las corrosivas. Es decir, estamos preparando un disolvente que actúa sin violencia, sin corrosión, ya que atenúa los excesos del aceite y modera sus propiedades.
Comentario
El espíritu de vino es en elemento accesorio en el proceso muy usado, pero a la vez muy controvertido, ya que cada autor parece usarlo de modo diferente. Actúa como catalizador, pero su función es limitada ya que, al no ser de origen mineral, su presencia queda reducida a ayudar en su intervención a una parte muy concreta del proceso. No obstante, hay quien disertó ampliamente con el vino y su composición, como Nicolás Le Febure, un “apoticaire” ordinario y destilador químico de Luis XIV de la segunda mitad del siglo XVII. Nos dijo que el jugo del fruto de la viña se exalta por fermentación y que Paracelso le llamó “sangre de la tierra” y Lulio “el jugo de la gran lunar”; todos ellos lo usaron como disolvente.
Al destilarse el vino podemos obtener cinco cosas diferentes, siendo la primera, por orden de aparición “una esencia sutil e incorruptible, vulgarmente llamada agua de vida, agua ardiente, espíritu de vino, azufre celeste, menstruo celeste, el cielo de Lulio, la clave de los filósofos” (Le Febure, N., Traicté de la Chymie, París, 1615, tomo II, 511-512. Además, en segundo lugar sale la flema, que es agua insípida. En tercer lugar, un humo blanquecino, que es la parte grosera de la sal volátil del vino. En cuarto lugar un aceite graso y en quinto lugar una sal penetrante y fija que queda tras la calcinación del caput). Pero no hemos de tomar este espíritu de vino como algo vegetal sino como su “aqua ardens”, la quintaesencia mercurial del agua fuerte vulgar, su vinagre poderoso, el espíritu de Saturno obtenido por destilación seca, etc. Es decir, un preparado mineral. Si se opta por la “esencia del vino” hay que advertir que, para darle un uso como el de los chymicos, ha de estar “desflemado”. Para desflemar el espíritu del vino existen muchos métodos, la mayoría por destilación. La flema y el espíritu salen primeramente juntos. Luego hay que volverlos a destilar por separado para obtener una esencia del vino desflemada. Es el espíritu del vino rectificado. También se puede hacer directamente según el método de Lémery y con un fuego muy suave, sólo aumentado a su segundo grado al final. Que unos prefieran el espíritu de vino sin flema o con ella, en cuyo caso se suele llamar agua ardiente, significa que hagan luego otra destilación o no, en la cual saldría dicha flema arrastrando consigo los restos de impurezas, si es que el “artista” piensa que aún quedan.
De lapide philosophorum es, a fecha de hoy, el conjunto de las tres formas que existen de alcanzar el mayor secreto de los alquimistas por medio de la práctica. Es un viaje sin vuelta atrás, por lo que el lector habrá de estar, primero, dispuesto a llevarlo a su final. El Gran Secreto perseguido durante siglos descrito desde el principio hasta la Piedra al Rojo. No hay ambigüedades, y las descripciones son claras y precisas. En el caso de Ramón Llull, nunca ha sido tan claramente pormenorizado el proceso práctico. En este libro acaba la leyenda de la Piedra Filosofal y te pone, sin preámbulos, en el camino directo que siguieron los verdaderos Adeptos. Las palabras de los tres relatos antiguos de cómo se hace la Piedra Filosofal son explicadas en cada uno de los pasos. Esta tríada forma el cóctel perfecto que cierra un rastro. La luz resurge de la oscuridad en este libro. Nunca volverás a manejar un texto de Alquimia de la misma manera después de leer esto. Y, si finalmente te atreves a practicar y a culminar este viaje de ida, verás claramente lo que los textos siempre han escondido. Encontrarás verdaderas las palabras de los Adeptos. Especialmente aquellas que dicen: “Cuando veas la Verdad, quema los libros, pues ya no te harán falta nada más”. El Oro Potable, la Piedra al Blanco, la Piedra al Rojo y cómo se multiplica, dejarán de ser el Secreto Secretorum. El Arte Sagrado de la Alquimia renace para los legos con esta guía,
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