SEBASTIAN, Santiago, Alquimia y emblemática. La fuga de Atalanta de Michael Maier, Madrid, Ediciones Tuero, 1889, XXV, 324 págs., numerosas ilustraciones.
Larga es ya la serie de ediciones en español de obras de la literatura simbólica y emblemática que ha llevado a cabo —o propiciado a través de sus discípulos— Santiago Sebastián, quien ha acompañado sus textos con introducciones y explicaciones, que ponen al alcance del lector las claves necesarias para su comprensión. Muchas de ellas son capitales (El Fisiólogo, Emblemas de Alciato, Empresas de Giovio, series
de Vaeniús, etc.) en un género que ofrece gran interés desde múltiples perspectivas, pues en él se plasmaron las ideas y creencias de la época y sociedad que lo produjo, sus ilustraciones sirvieron de modelo iconográfico para los artistas y, en la actualidad, ofrecen un repertorio de ayuda inestimable e inexcusable para la recuperación de unos códigos icónicos en gran parte perdidos.
En esta línea de difusión y estudio de este tipo de producción literario-artística, se inscribe ahora la primera edición completa en lengua española de un libro de filosofía hermética: el compendio alquímico que bajo el título de Atalanta fugiens —o Nuevos emblemas químicos de los secretos de la Naturaleza (trad. esp.)— publicó el médico Michael Maier en 1618. No debe extrañar que tal obra sea objeto de estudio para los historiadores del Arte. Los numerosos grabados que contiene (el que compone la portada, en el que se narra el mito de Atalanta, y otros cincuenta queilustran el texto de su epigrama correspondiente), fruto del taller impresor de los De Bry, justificarían ya por sí mismos tal interés. Por otra parte, como se acaba de decir, el conocimiento del sentido de las imágenes artísticas del pasado y la restitución de su significado, es uno de los objetivos de la historiografía artística contemporánea. Pero además, en el caso de la obra que nos ocupa, existieron, según señala el investigador norteamericano John Moffitt en el prólogo a esta edición, ciertas relaciones conceptuales y terminológicas entre la alquimia y la actividad artística. La suma de conocimientos que componían la pseudo-ciencia alquímica era denominada Gran Arte y su puesta en práctica, obra maestra. Por su parte, ciertos rasgos característicos del trabajo del alquimista: la soledad, el iluminismo o inspiración, la búsqueda constante o experimentación, se asemejan a los del proceso creativo del artista.
La alquimia no fue una mera práctica experimental, pues trascendió la materialidad tangible y se convirtió en una filosofía, una ciencia universal que intentó explicar las leyes rectoras del cosmos. Para conseguirlo, acudió a cabalísticos símbolos matemáticos y geométricos, y a la interpretación metafísica de los cuatro elementos o estados de la materia, de las propiedades de los siete metales (identificados, a su vez, con los planetas y con dioses de la mitología clásica) y de sus transmutaciones como consecuencia de las manipulaciones y operaciones alquímicas. Estas teorías adquirieron un gran prestigio a fines del siglo XVI y comienzos de la centuria siguiente. El gusto por lo fantástico y extravagante del Manierismo, y la posibilidad que ofrecía esta filosofía hermética para participar de unos arcanos pertenecientes a la sabiduría de la Antigüedad más remota, influyeron en la favorable acogida que obtuvieron estas ideas en ciertos círculos cortesanos centroeuropeos del momento.
La segunda parte del libro, constituida por una introducción, redactada por Santiago Sebastián, se dedica, precisamente a localizar la Atalanta fugiens en su contexto histórico y cultural, así como a trazar la trayectoria vital e intelectual de su autor, Maier, conocedor y participante de la ideología ocultista de los rosacruces.
A continuación, se suceden las reproducciones de los cincuenta emblemas y de los epigramas que les acompañan y explican. Como es habitual, imagen y texto son precedidos por un mote que sintetiza el mensaje de ambos. La traducción al castellano de los textos latinos de la edición original ha sido realizada por Pilar Pedraza, especialista también en cuestiones de literatura y arte simbólicos. Cada emblema se
complementa con un comentario del profesor Sebastián, en el que se explica el intrincado significado que comportan estas misteriosas conjunciones de grabados y versos. Para llevar a cabo esta interpretación, el autor ha acudido al bagaje simbólico que manejaría Maier en la concepción de su obra. Los mitos clásicos, la exégesis cristiana y, por supuesto, la teoría alquímica, se entremezclan para facilitar la
comprensión de esta metafísica hermética.
La fuga de Atalanta es una de las obras más complejas y originales de la literatura emblemática. Pero su mayor singularidad no reside en el contenido alquímico de su temática, sino en su pretensión de ofrecer una obra total, dirigida al deleite de la vista (emblemas), de la inteligencia (epigramas) y del oído. Para lograr esto último, Maier compuso una partitura para cada emblema. La estructura musical de
todas estas composiciones adoptó la forma de una fuga, tal como era entendida en la época, lo que se adecuaba, como indicaba el propio Maier, a la idea de carrera que se desarrollaba en la portada del libro. Por esta misma razón, por sus connotaciones musicales, se ha preferido titular La fuga de Atalanta a la versión castellana de esta obra.
El estudio de su música, con el que termina esta edición y que incluye las partituras de las cincuenta fugas, ha corrido a cargo de Jose María Sáenz Almeida, quien opina que estas composiciones musicales deben ser entendidas intelectualmente, pues están orientadas más a su lectura simbólica que a su interpretación cantada. Su comparación con la música de la liturgia protestante, con un cantus firmus que se mantiene y sobre el que se añaden variaciones, viene a incidir en la misma estructura conceptual y visual de la obra, con un único tema, la alquimia, entendida como la ciencia que se ocupa de las diferentes uniones de los metales. En efecto, a lo largo del libro, hay ciertas ideas centrales que se repiten, como es la unión de dos elementos o metales opuestos (o de dos semejantes) y las transmutaciones que se obtienen con ello, o bien el tema de la búsqueda de la sabiduría (el oro místico alquímico)
tras el atento examen de los ejemplos que ofrece la Naturaleza. Tales conceptos, a los que se aplica un sentido metafísico, se expresan a través de alegorías o símbolos diferentes en cada emblema, aunque subyace una voluntad integradora en todo el conjunto.
Una vez más, la publicación de una obra emblemática de indudable riqueza iconográfica ha sido emprendida por Ediciones Tuero, que con su característica presentación, evocadora de los libros antiguos, agrega un atractivo visual más a esta edición.—MARIA JOSE REDONDO CANTERA (pdf)