
Descripción y especulación.
El objetivo de este trabajo es la presentación de la transcripción de algunos textos coincidentes en temática, que remontan al origen de la alquimia latina.
El problema es dar un calificativo que se ajuste a esa parte de la literatura alquímica. La denominación “descriptiva” busca poner el énfasis en que no es especulativa. Llamarla alquimia práctica, operativa, experimental, de laboratorio o similar, tiene el inconveniente de que parece presuponer que las descripciones se basan en la observación, algo difícil de admitir para parte de las descripciones de sustancias y preparaciones, y para todas las composiciones.
El término “descriptivo” incluye lo hipotético y lo imaginario, es decir, no presupone ni se limita a lo real (objetivo), tampoco lo excluye. Una receta que nos promete un producto capaz de convertir el cobre en plata, sería imaginaria desde nuestro punto de vista, ya que consideramos que no ha sido ni puede ser realizada, pero la consideramos descriptiva porque no buscamos prejuzgar su posibilidad, sino clasificarla tal como la presenta el alquimista. Lo que valoramos es la forma recetaria, formada por instrucciones que permiten intentar replicarla. Lo que llamamos aquí alquimia especulativa es la otra literatura, con propósitos muy variados, pero de donde están ausentes las descripciones. En buena parte suele ser exegética o argumentativa, basada en la analogía, la observación o la experiencia, o en referentes culturales.
Casi todas las obras mezclan ambos enfoques, pero algunas tratan más extensamente uno u otro. Ejemplificado con la alquimia arabolatina (la árabe traducida al latín) son mayoritariamente especulativas la Turba, Morienus, Senior. Se reparten el espacio el Liber de septuaginta y el De anima in alchimia. La parte especulativa es mínima en De aluminibus et salibus. Es totalmente descriptivo el Liber secretorum, atribuido a Rasis.
Los temas propios de la literatura descriptiva son: materias, instrumentos, operaciones e instrumentos y recetas (preparaciones y composiciones). Las obras que tratan de recetas son las más numerosas con mucho.
En la alquimia que llegó a Europa las materias pueden ser de cualquier origen, animal, vegetal y mineral. Aunque en teoría todas las partes animales podrían ser utilizadas, el catálogo que aparece en las recetas es muy restringido y muy conocido, ya que eran animales del entorno, que no necesitaban descripción. Las sustancias animales más comunes de origen árabe aceptadas por los latinos fueron orina, huevos, cabellos, sangre. De animales completos, ya en Europa, quizás solo la tortuga, la identificación más divulgada del adebesi-rebis. Los vegetales usados por alquimistas se encuentran en los textos médicos, es decir, si no eran comunes del entorno, eran muy difíciles de reconocer a partir de las descripciones y dibujos, por tanto para conseguirlos el alquimista dependía del vendedor o de alguien con conocimientos botánicos y, aunque no siempre fiable, la mejor referencia era el nombre. La sustancia de origen vegetal más usada y persistente en usos alquímicos fue el vinagre de vino.
Lo que la alquimia tuvo de más propio y genuino fue la elaboración de materias minerales. Los alquimistas tenían un catálogo de sustancias minerales formado a partir de recetas técnicas (colores, metalurgia, etc.) y de obras médicas, ampliado con otras de uso propio.
Anterior o paralela a la alquimia, la descripción de minerales se encuentra de forma restringida y más o menos dispersa en obras médicas, como la de Dioscórides, y en general en secciones propias de obras sobre la naturaleza, como la de Plinio, o enciclopédicas como la de Isidoro. Ocasionalmente esta literatura, conocida como lapidarios, nos ha llegado de forma independiente. Estas descripciones exponen normalmente de forma somera su uso medicinal y con más detalle, especialmente entre los árabes, las mirabilia asociadas al mineral y sus propiedades mágicas.
En la primera parte del siglo XIII, lapidarios y alquimia se cruzaron ocasionalmente: el Lapidario de Alfonso X, de origen sirio, menciona para algunas sustancias que eran de uso entre los que se dedicaban a la obra mayor.
Hacia mediados del mismo siglo la alquimia entró en la parte mineralógica de la filosofía natural. Entre los enciclopedistas, Bartholomaeus Anglicus usó la presentación alfabética y reunió datos de diferentes fuentes comunes, pero también ocasionalmente alquímicas, por ejemplo, la teoría mercurio-azufre del añadido árabe a los Meteora.
En la misma época, Vincentius usó la división en libros, uno para los minerales relacionados con la alquimia (Speculum Naturae, 7), otro para las piedras (Speculum Naturae, 8). En el libro de los minerales alquímicos, que él llamó cuerpos minerales, además de las obras comunes, recurrió a arabolatinas[1], generalmente referenciadas y citadas literalmente. Esta parte puede considerarse y leerse como un tratado de alquimia del tiempo, citado a su vez en algunas obras posteriores, por ejemplo en el Rosarium philosophorum (1550).
La obra escolástica más filosófica y más cercana a la alquimia en sus descripciones de sustancias y argumentos teóricos fue el Liber mineralium de Alberto[2].
Las operaciones alquímicas y el instrumental fueron en su origen tomados de los oficios relacionados con metales y minerales, pero pronto desarrollaron algunas propias. El número de operaciones suele ser muy variables entre autores coetáneos y aún más en el tiempo. En las obras más antiguas no hay una exposición sistemática (in genere) de las operaciones, sino que se exponen en recetas concretas. Este tipo de presentación es más propio de obras que se acercan a 1300. De las obras que presentamos solo dos están organizadas por operaciones:
- Rasis, Liber secretorum. La sección más extensa, que abarca casi todas las recetas, está organizada en 6 operaciones: sublimación/calcinación, encerado, disolución, mezclas, coagulación.
- Semita recta. Tiene una sección en la que trata genéricamente (quid sit et quomodo fit) 7 operaciones: sublimación, calcinación, coagulación, fijación, disolución, destilación, encerado.
Otras obras:
- Paulus de Tarento, Theorica et practica. Esta obra, que según Newman está en la génesis de la Summa, enumera 10 operaciones: lavado (separación, preparación), sublimación, fijación, calcinación, disolución, destilación, reducción, encerado, imbibición, asación.
- Summa. Enumera (en cap. 29, 1929) 8 operaciones: sublimación, descensión, destilación, calcinación, disolución, coagulación, fijación, encerado.
- Speculum secretorum[3]. Esta obra es una breve guía a una alquimia muy simplificada enfocada a un elixir. Expone 8 operaciones, algunas con una referencia bibliográfica en dónde se describen: lavado, destilación (de piedras)/ sublimación (de espíritus) / calcinación (de cuerpos), encerado, disolución, coagulación, proyección.
La descripción de instrumentos es la parte más débil de esta literatura, ya que rara vez se le dedica un capítulo. Hay autores que hacen intervenir varios tipos de vasos y hornos, mientras que otros se bastan con una olla y el horno de pan: se suele especificar en la receta.
Las recetas son el núcleo de la literatura descriptiva. Hay dos modos principales de presentación: agrupadas por operaciones y por sustancias. Ambas adolecen de coherencia metodológica, ya que, por lo general, es junto a ellas donde aparecen la mayor parte de las composiciones (medicinas), tanto intermedias como finales (transmutatorias). Con todo se encuentran con secciones, aunque breves, dedicadas a composiciones, aguas y elixires[4].
[1] Cf. S. Moureau, Les sources alchimiques de Vincent de Beauvais, en Spicae, Cahiers de l’Atelier Vincent de Beauvais (2012), pp. 5-118.
Los libros 7-8 del Speculum naturale están transcritos y traducidos en I. Ramírez Cintas, La enseñanza de la química en el Speculum Maius de Vicente de Beauvais (2015 Tesis doctoral. UNED).
[2] Haremos una valoración de su contenido alquímico más adelante.
[3] Atribuida a Rogerus, impresa en Sanioris medicinae (1603).
[4] El término medicina (medicamento, fármaco) proviene de la Medicina y tiene el mismo significado: presupone una analogía de los metales y minerales con la salud-enfermedad. Las medicinas pueden simples o compuestas, transmutatorias o no.
Las aguas son medicinas líquidas compuestas. Los elixires serían medicinas sólidas compuestas o simples, pero este significado amplio, aunque puede encontrarse, es raro: normalmente suelen designar una sustancia transmutatoria, sólida en general.