Átomos y Alquimia (VII). La «Sociedad Alquímica» (1912-1915)
Posted on
Contenido
Introducción
Aunque varias sociedades químicas de ámbito nacional tienen secciones históricas o divisiones dedicadas al interés de sus miembros por la historia de la química, solo hay una sociedad internacional que se dedica a la investigación: The Society for the Study of Alchemy and Early Chemistry, fundada en noviembre de 1935, cuando se formó un comité, luego llamado Consejo. Dicha sociedad se publicitó ampliamente en la prensa durante el mes siguiente. Aunque no se celebró ninguna reunión abierta hasta noviembre de 1936 en University College de Londres, se solicitaron y aceptaron artículos durante los meses anteriores que estuvieron listos para la reunión inaugural y el lanzamiento de una revista titulada Ambix en mayo de 1937.
Portada del primer número de la revista Ambix
De hecho, la Sociedad para la Historia de la Alquimia y la Química (su nombre actual) no fue la primera sociedad de este tipo en Gran Bretaña. La Sociedad Alquímica fue fundada en Londres a finales de 1912 por grupos de ocultistas, químicos e historiadores. En una carta publicada en Chemical News el 29 de noviembre de 1912, el profesor de química de la Politécnica llamado Herbert Stanley Redgrove (1887-1943), que por entonces tenía veinticinco años, postuló la necesidad de investigaciones históricas sobre los orígenes de las ciencias modernas.
Debido a que las sociedades científicas profesionales como la Chemical Society of London (formada en 1841) estaban dedicadas totalmente a la investigación continua en sus respectivas disciplinas, él sugirió que debería haber otras sociedades dedicadas a la historia de cada ciencia, siendo la necesidad más apremiante la de la historia de la química. Decía Redgrove:
“Al menos, creo que este es ciertamente el caso con respecto a la química, ya que existe mucha diversidad de opinión sobre el origen y la naturaleza de su ancestro, la Alquimia, y hay muchas ideas interesantes, surgen preguntas en relación con esto. Los alquimistas escribieron en un lenguaje, al parecer, enteramente suyo propio. Seguramente tenía un significado para ellos. Sin embargo, ¿cuál [era] este significado? ¿Sus esfuerzos por transmutar metales básicos en oro surgen de la creencia de que las doctrinas teológicas relativas a la regeneración del alma debería ser aplicable a los problemas mineralógicos? ¿O fue el resultado de la fabricación de piedras artificiales? ¿Captaron los alquimistas con sus métodos especulativos ciertas verdades fundamentales relativas a la unidad básica de la materia, o sus teorías eran una completa locura? ¿No estuvieron iluminados por ningún rayo de verdad?”
Marie Corelli
Estas eran preguntas que necesitaban respuesta por medio de una sociedad de investigación alquímica. Pero ¿por qué formar una sociedad para el estudio de la alquimia en 1912? Había dos desencadenantes culturales. El primero, fue la forma en que los victorianos y eduardianos de clase media, enfrentados por sus dudas sobre la religión tradicional, repletos de orfandad, buscaron consuelo espiritual en el espiritismo, la teosofía y todo tipo de clubes esotéricos[1]. Este interés de clase fue hábilmente explotado por novelistas como Eduard Bulwer-Lytton (1803-1873), Frances Barclay (1862-1921) y Marie Corelli (1855-1924), cuyas novelas dominaron las bibliotecas de entonces. Muchos de estos movimientos, como la teosofía de Blavatsky, eran una mezcla embriagadora de religiones occidentales y orientales, neoplatonismo, boehmismo y masonería.
En general, dichos movimientos defendieron la existencia de un conjunto de conocimientos ocultos (mejor dicho: un conocimiento oculto) que podrían ser dados a los adeptos genuinos por una multitud de “maestros” espirituales que vivían en un plano o dimensión diferente. Esto generaba un atractivo para ser agraciado, previa adherencia y docilidad extrema, y con el ser elegido para recepción de dicho conocimiento. Es decir: todos deseaban adquirirlo y tanto las formas como los modos de lograrlo eran aceptadas y no cuestionadas la mayoría de las veces.
Isabelle de Steiger
Alternativamente, tal conocimiento oculto podría provenir de la contemplación de las obras de filosofía hermética, incluida la alquimia. En 1884, la Dra. Anna Kingsford (1846-1888), una mística cristiana y vegetariana, se separó de la Sociedad Teosófica de Blavatsky y fundó su propia Sociedad Teosófica Hermética que investigó la rica herencia del misticismo cristiano occidental en lugar de las tradiciones orientales. En la misma década apareció la Orden Hermética de la Golden Dawn, que afirmaba ser descendiente directo de una orden rosacruz anterior. El estudio de la alquimia era uno de los elementos principales en sus rituales de grado superior. Dos de sus miembros fueron Arthur E. Waite (1857-1939), nacido en Estados Unidos, un prolífico traductor y editor de obras alquímicas; y la artista de Liverpool Isabelle de Steiger (1836-1927), viuda de un rico comerciante suizo. Ella misma publicó On a Gold Basis con la firma de Philip Wellby en 1909, un libro extraño que Redgrove leyó como químico recién graduado y Waite descartó por considerarlo ininteligible.
On a Gold Basis
Anna Kingsford
Arthur E. Waite
Tras un escándalo sexual en 1903[2], Waite y Steiger fundaron una sociedad rival: La Orden de la Aurora Dorada con una base fuertemente cristiana, dejando la antigua para disfrutar de la magia ritual. Es importante señalar que Waite y Steiger diferían en su interpretación de la alquimia. Waite creyó en que los alquimistas habían sido químicos prácticos, mientras que Steiger pensaban que eran religiosos contemplativos. Uno de los propósitos de la Sociedad Alquímica, según Redgrove, era mediar entre estas dos interpretaciones.
El segundo factor en la formación de la Sociedad Alquímica, y el que más entusiasmó a Redgrove fue el hecho de que el reciente estudio de la radioactividad había hecho de la posibilidad de transmutaciones elementales una opción racional. De hecho, en Nature de 1907, William Ramsay había afirmado ser capaz de degradar el radón en otros gases raros y luego en litio mediante la alteración de ciertas condiciones físicas. Aunque Ernest Rutherford desmintió estas afirmaciones, Ramsay persistió en sus experimentos. Ya antes, en 1905 informó a la Royal Society que había creado neón y helio a partir de hidrógeno bajo descarga eléctrica.
Los orígenes
La misión de la Sociedad Alquímica era “estudiar las obras y teorías de los alquimistas en todos sus aspectos, filosóficos, históricos y científicos, y todo lo relacionado con esto”. El principal organizador fue Redgrove, quien convenció a Steiger para que se uniera a él y reclutara a otros como Waite y Ralph Shirley, el editor de The Occult Review, y su “publisher” Philip S. Wellby. Shirley, hijo de un profesor de historia eclesiástica de Oxford, había fundado The Occult Review en 1905 y la dedicó a ensayos donde se abordaban los problemas de la vida y la muerte y las verdades subyacentes a todas las creencias religiosas.
Finalmente, se reclutó a Walter Old y la reunión inicial se celebró en el Club Internacional de Regent Street en enero de 1913, cuando John Ferguson, profesor de química de la Universidad de Glasgow y eminente bibliógrafo de manuscritos alquímicos y libros impresos, fue elegido Presidente Honorario. Había tres vicepresidentes honorarios, los ocultistas Arthur Edward Waite e Isabelle de Steiger, quienes contribuyeron con artículos a la Sociedad, y William Gorn Old, el astrólogo, quien también asumió la secretaría de la Sociedad. Redgrove, quien leyó un documento sobre «Los orígenes de la alquimia» en esta reunión inaugural, acordó producir y editar el Society’s Journal que Wellby, un creyente en la Interpretación esotérica de la alquimia de Atwood, quien actuó como tesorero representante de la Sociedad, dispuso que la Revista fuera publicada y distribuida por la firma de William Rider & Co., una conocida prensa ocultista propiedad de Shirley.
William Rider & Co. se especializaba en libros sobre ocultismo y las publicaciones de la firma abarcaron una categoría especial denominada «filosofía alquímica” que incluía los libros de Waite sobre Paracelso y sus ediciones de clásicos alquímicos como la Turba Philosophorum. Las instalaciones de la firma fueron destruidas durante la Segunda Guerra Mundial, pero el nombre ha sobrevivido como una huella de Random House. Redgrove también organizó que las publicaciones de la Sociedad se vendieran en la librería de ciencia y medicina propiedad de H. K. Lewis en Gower Street, al lado del Departamento de química del University College.
Librería de H. K. Lewis en el 140 de Gower Street
Otra característica interesante fue que la Sociedad intercambió información con su equivalente francés, La Société Alchimique de France (fundada en 1896 por los autollamados hiperquímicos) y eligió su presidente, el alquimista practicante François Jollivet-Castelot (1874-1937) como Socio de Honor. A su vez, Ferguson y Redgrove fueron elegidos miembros de la sociedad francesa que también publicaba su propia revista, Les nouveaux horizontes de la science et de la pensée (1906-1914), disponible para los socios ingleses de la Alchemical Society.
François Jollivet-Castelot
Planteamientos iniciales
Como ya hemos dicho, a finales de 1912, el acercamiento entre el ocultismo y la ciencia moderna culminó con la formación de una institución sin precedentes en el Occult Revival: la Sociedad Alquímica. En reuniones regulares durante los siguientes tres años, ocultistas y químicos académicos utilizaron concepciones entre la alquimia y la radioactividad capaces de redefinir los límites disciplinarios entre ocultismo y ciencia, incluso de formular preguntas sobre las conclusiones cosmológicas, espirituales y éticas que se pueden extraer del floreciente campo de la ciencia atómica. Estas discusiones ayudaron a moldear la percepción popular sobre la ciencia atómica durante al menos el primer tercio del siglo XX. La Sociedad Alquímica quiso desde el principio ejercer como una sociedad profesional o al modelo de un club cívico, en lugar de la sociedad hermética secreta, lo que permitió a la prensa tratar seriamente sus discusiones sobre la alquimia. Recordemos que Golden Dawn había sólo llamó la atención de la prensa durante los juicios de Horos en 1901, y la publicidad había sido completamente negativa.
Joseph Mellor
John Ferguson
El desafío clave para científicos como H. Stanley Redgrove, John Ferguson, F. H. Loring, Joseph Mellor (1868–1938) y otros fue el de concebir de una forma muy novedosa a la alquimia científicamente y la ciencia alquímicamente, y logrando a la vez preservar la autoridad cognitiva de la ciencia. Para mantener el estatus legitimador de la ciencia, los científicos rutinariamente restaron importancia a cualquier afirmación de que la alquimia en su forma medieval era en sí misma una ciencia moderna que podía validarse y verificarse mediante pruebas de trabajo de laboratorio, el mismo proyecto en el que William Alexander Ayton (1816-1909), Frederick Leigh Gardner (1857-1930), autor del famoso A catalogue raisonné of works on the occult sciences y otros miembros de Golden Dawn participaban de forma muy comprometida. En cambio, rescataron la alquimia por la puerta trasera de la historia, retratándola como si poseyera legitimidad científica durante su propio período histórico.
William Alexander Ayton
Frederick Leigh Gardner
Pero lo más llamativo es que también imaginaba que la alquimia poseía una sabiduría que nace experimentalmente de la ciencia moderna, lo que llevaba implícito el aceptar una posición filosófica desde la cual interpretar la ciencia moderna, para espiritualizar sus implicaciones. Además, las credenciales académicas de los científicos miembros de la Sociedad Alquímica daban legitimidad a las afirmaciones que de ésta emanaron, sobre todo después de que los ocultistas avanzaron muy poco en el período posterior al descubrimiento de transmutación radiactiva.
El interés compartido por la alquimia y la radiactividad hizo más que simplemente permitir a los científicos y a los ocultistas trabajar juntos. También trastocó los límites previamente trazados por ambos campos para separar unos de otros. Los trabajos presentados ante la Sociedad y las discusiones posteriores elaboraron de forma gradual una visión de la nueva física atómica “cristalizada” a través de las ideas de la alquimia. Así, la Sociedad conceptualizó la física atómica como una ciencia que complicaba el materialismo de la investigación científica y, por el contrario, privilegió la unidad del cosmos de una manera espiritual y éticamente vigorizante. Las discusiones abrieron nuevas formas de entender la energía que fueron más allá del siglo XVIII y los ideales positivistas de eficiencia del siglo XIX y trabajó hacia algo que se acercaba a los misterios arcanos misterios de la Piedra Filosofal.
La sociedad Golden Dawn y otras sociedades secretas que exploraron la alquimia se habían escondido en gran medida, de la vista del público, involucrando sólo a la ciencia moderna establecida en algún ensayo publicado ocasionalmente. En comparación, la efímera Sociedad Alquímica en sus inicios apenas logró ser parte de ese «stablishment» científico. Existía en una especie de zona fronteriza, no enteramente del mundo oculto, ni tampoco de la ciencia convencional. Las decisiones institucionales que tomó la Sociedad—desde su modelo organizativo, su lugar de reunión y el editor de su revista hasta los tipos de anuncios en prensa buscaron, y les permitió, tener una voz pública reconociblemente científica. Pero en contra tuvo el hecho de que tanto sus miembros ocultos y ocultistas como el enfoque u orientación estaban fuera de los límites normales del discurso científico. Aunque, todo hay que decirlo, del mismo modo, sus miembros científicos y sus elecciones institucionales se distinguieron notablemente de las órdenes herméticas de las que también atrajo miembros.
Aleister Crowley en la Golden Dawn
Aleister Crowley en Astrum Argentum
La Sociedad Alquímica fue fundada a finales de 1912 por H. Stanley Redgrove (1887-1943), miembro de la Sociedad Química y que se licenció en Ciencias de la Universidad de Londres en 1907, no sólo el año en que Crowley comenzó la Sociedad esotérica “Astrum Argentum” y el iluminismo científico, sobre todo, el mismo año en que Ramsay publicó en Nature sus asombrosas afirmaciones de haber provocado transmutaciones artificiales.
Como veremos más tarde al tratar las relaciones de Ramsay con la Sociedad Alquímica, el anuncio de Ramsay desencadenó una serie de esfuerzos de transmutación por parte de Collie y otros. Mientras Redgrove obtenía su título, Ramsay realizaba los experimentos que llevaron hasta sus afirmaciones de 1907. La transmutación, como veremos, estaba muy en el aire en el mundo científico londinense. Redgrove probablemente asistió a conferencias de Ramsay y Collie, tal como lo había hecho Crowley, aunque después de que comenzasen los experimentos. La Sociedad inició sus reuniones generales en enero de 1913 en Londres, y continuaron hasta aproximadamente finales de 1915, impedidas por la I Guerra Mundial. La Revista de la Sociedad Alquímica, editada por Redgrove, informó sobre sus asambleas generales mensuales y sus reuniones anuales. También publicó la charla impartida cada mes en la asamblea general, proporcionó un resumen de la discusión que siguió a la charla, e incluyó reseñas de libros y revistas consideradas de interés para sus miembros.
A pesar de que los miembros de la Sociedad eran destacados publicadores y editores del ocultismo, la Sociedad no publicó nunca con la prensa oculta. Miembros de la Sociedad, tanto editores como William Rider, o propietarios de editoriales como Ralph Shirley (1865-1946), hubieran sido una opción obvia. En cambio, se optó por enfatizar sus credenciales en la ciencia convencional al seleccionar a H. K. Lewis, un editor de divulgación científica que también dirigió una “Technical and Scientific Circulating Library”. De hecho, en las portadas del Journal, Lewis anunciaba trabajos que “cubren la más amplia gama de materias, entre ellas Antropología, Química (Técnica, Teórica y Aplicada), Electricidad, Ingeniería, Geografía, Geología, Microscopía, Minería, Física, Fisiología, Viajes, Zoología, etc.”, con suscripciones desde una guinea al año.
William Rider & Son, Ltd.
Ralph Shirley
Aspectos formales
A pesar del importante grupo de ocultistas clave dentro de la Sociedad Alquímica, sus objetivos, miembros, objetivos, la autorrepresentación pública y la estructura organizativa eran completamente diferentes de las de una sociedad hermética secreta como la Golden Dawn, o incluso los de las sociedades más públicas, como la Sociedad Teosófica. En lugar de reunirse en residencias privadas o en cualquier lugar que se parezca a las bóvedas de clausura de las órdenes herméticas, la Sociedad se condujo de una manera más parecida a una sociedad profesional o club social. La Sociedad aprovechó el espacio de oficinas en Rider para su sede. Pero celebraba sus reuniones mensuales en un lugar nada oculto: el Club Internacional de Regent Street, S.W[3].
Realizó reuniones por procedimiento parlamentario y creó un informe escrito con su constitución y estatutos que incluyen una lista completa de funcionarios, auditores financieros, miembros del consejo y estipulaciones para las asambleas generales mensuales y las asambleas anuales ordinarias. Sus miembros eran todos elegidos oficialmente en el club, como era el caso en muchos clubes sociales y sociedades profesionales, y cobraba una cuota de membresía anual.
La Sociedad Alquímica huyó de las bóvedas secretas y los rituales de iniciación, confiando, en cambio, en un modesto presupuesto publicitario y exhortaciones de boca en boca para ampliar su número de miembros y su perfil público. Los nombres de los nuevos miembros se anunciaban en cada asamblea general y el secretario comentaba el estado de la membresía en cada reunión anual. En la primera reunión anual, en mayo de 1913, el secretario, el astrólogo Walter Gorn Old, articuló los objetivos de la Sociedad de una participación activa de sus miembros más amplia:
“Es gratificante observar que, desde el inicio de esta Sociedad y su fundación formal en la inauguración el 10 de enero de 1913, el número de miembros ha ido aumentando constantemente y en esta fecha la Sociedad constituye un cuerpo de cierta fuerza, teniendo representantes en muchos centros de actividad intelectual en todo el mundo. Sin duda, a medida que los fines y objetivos de nuestra Sociedad lleguen para ser conocida y apreciada de manera más general, habrá una mayor afluencia de miembros y un correspondiente aumento de nuestras actividades”[4].
Old imaginó una sociedad más grande con una gama más amplia de miembros que le permitiera obtener una residencia permanente propia y crear una biblioteca de literatura alquímica para su uso. Haciendo hincapié en la naturaleza de mente abierta pero científica de la Sociedad, Old concluyó que
“las metas y objetivos de la Sociedad son lo suficientemente inclusivos como para dar lugar a muchos y variados aspectos del pensamiento científico y especulativo, y el alcance más completo es proporcionar la expresión de todo tipo de pensamiento que sea pertinente al tema principal de nuestra consulta. Esta actitud de la Compañía debería ciertamente resultar atractiva y, si se expresara de manera más generalizada por los miembros, conducirá sin duda a un aumento considerable del número de miembros”.
Este tono impulsor continuó en los discursos del sucesor de Old, Sijil Abdul-Ali, el Secretario Honorario, y el aumento de sus miembros siguió siendo una prioridad máxima durante la vida de la Sociedad. Así, en el “Informe del Secretario Honorario” de 1914, Abdul-Ali se jactaba de que la revista estaba circulando en China, India, Australia y Estados Unidos, así como en Gran Bretaña, pero exhortó a los miembros para aumentar la membresía dando publicidad a la Sociedad. Cuando la Sociedad estuvo muy tensionada durante la guerra, en su informe de secretaría a la Tercera Reunión Anual, Abdul-Ali señaló que el número de miembros se mantenía estable, pero que la asistencia a las reuniones había disminuido. En esa misma reunión, Thomas Marson llegó incluso a ofrecer una resolución donde
“cada socio debe esforzarse por aumentar el número de miembros de la Sociedad y que los miembros actuales se comprometan, en la medida de lo posible, a introducir nuevos miembros y a dar a conocer los objetivos de la Sociedad”[5].
Los esfuerzos promocionales de la Sociedad Alquímica se plasmaron en anuncios publicados en una gran variedad de publicaciones periódicas intelectuales y populares, lo que sugiere que los medios periodísticos más amplios vieron la Sociedad como relevante para la ciencia contemporánea. El diario Westminster Gazette publicó reseñas de las reuniones de la Sociedad Alquímica, por ejemplo, el 15 de noviembre de 1913, en su pagina 11. Y en el extremo más intelectual del espectro, una venerable revista semanal, el Athenaeum, revisó el primer número del Journal of the Alchemical Society en su número del 8 de marzo de 1913. El Athenaeum pasó a publicar informes detallados de once de las reuniones de la Sociedad Alquímica en la sección «Sociedades» de sus columnas «Ciencia», poniéndola a la par con grupos como la Sociedad Meteorológica, la Sociedad Matemática, la Sociedad Histórica y la Sociedad Filológica. Estas “notas” se basaron muy probablemente en materiales que les proporcionó alguien de la Sociedad, tal vez Redgrove, ya que parte del contenido de estas reseñas se repite en otros lugares, como Nature. Además, los informes sobre las actividades de la Sociedad en el Atheneum fueron incluidos entre numerosos artículos sobre el radio y la radiación, así como entre reseñas de Soddy y su interpretación del radio y las sustancias radiactivas de Rutherford y sus radiaciones. Por su parte, Athenaeum incluía ocasionalmente artículos equilibrados sobre temas como la Teosofía y el ocultismo, y algunas de las nociones más extremas de Sir Oliver Lodge. Incluso revisó en su columna «La Ciencia», un texto de un miembro de la Sociedad Alquímica, J. W. Frings, titulado The Occult Arts, que, según señaló, “examina su estatus desde el punto de vista de la ciencia moderna”[6].
Westminster Gazette, 15/11/1913, página 11
Reseña de J. W. Frings, The Occult Arts
El concepto de alquimia guio claramente la comprensión del revisor sobre la radiactividad, ya que destacó especialmente un comentario sobre la respuesta de Rutherford a la «hipótesis de la ‘transmutación’ de Sir William Ramsay». El crítico citó la afirmación de Rutherford de que «hasta ahora no hay pruebas convincentes de que los elementos químicos inactivos ordinarios pueden ser transformados por las radiaciones de los elementos activos”[7].
También aparecieron relatos de las reuniones y publicaciones de la Sociedad Alquímica en los principales periódicos y publicaciones científicas periódicas, incluidas Nature y The Chemical News, y en revistas científicas populares, incluidas The English Mechanic y Knowledge. Nature, una publicación científica líder entonces como lo es ahora, incluyó anuncios respetuosos de cuatro de las reuniones de la Sociedad Alquímica en su sección «Notas». Al igual que el Athenaeum, Nature situó las reuniones de la Sociedad Alquímica entre las de otras sociedades científicas y eventos similares.
La capacidad de la Sociedad Alquímica para posicionarse en la frontera entre ciencia y ocultismo le permitió atraer a varios científicos serios a sus filas. A diferencia de las logias teosóficas y de los templos herméticos, los miembros de la Sociedad Alquímica era tan científicos como ocultistas. El presidente honorario de la sociedad fue el profesor John Ferguson (1837-1916), quien obtuvo una maestría en Glasgow y un LL.D. de St. Andrews y fue miembro del Instituto de Química, miembro de la Sociedad Química y, lo más importante, el Profesor Regius de Química en la Universidad de Glasgow desde 1874 hasta 1915. Tenía credenciales como historiador de la alquimia, habiendo publicado libros sobre colecciones alquímicas y libros de secretos.
Pero como señaló su obituario en Nature, Ferguson fue mejor conocido como el hombre que amplió enormemente los laboratorios de química en Glasgow y creó departamentos separados de química orgánica, química metalúrgica y química física. Había enseñado a “muchos químicos distinguidos, entre ellos el profesor Millar Thomson, Sir William Ramsay, Sir J. J. Dobbie, Carrick Anderson, Profs. Henderson, Boyd, Long, Parker y A. W. Stewart”:
Nature, 14 de octubre de 1915, 192.
Ramsay, por supuesto, se convirtió en uno de los principales defensores de la alquimia moderna, y es posible que Ferguson haya inspirado su interés por la alquimia medieval. Aunque el propio Ferguson, a diferencia de Ramsay, no es considerado un pionero de la ciencia atómica moderna, presidió el departamento en Glasgow mientras Frederick Soddy enseñaba e investigaba allí en Glasgow como el primer profesor de química física y radioactividad. Soddy afirmó más tarde “definitivamente que la década en Glasgow desde el año 1904 hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial es mi periodo experimental más productivo”. Estos años vieron su publicación de La interpretación del radio (1909), su mayor esfuerzo por exponer sus teorías de la radiactividad y relacionarlas con la alquimia. A pesar de la distancia entre Glasgow y Londres, Ferguson presidió algunas reuniones de la Sociedad Alquímica e incluso entregó un documento ante ella.
Debido a la asimetría de poder entre la ciencia y el ocultismo, y aun público con cada vez una mayor fe en la autoridad de la ciencia, los miembros de una institución fronteriza como la Sociedad Alquímica tuvieron que esforzarse para consolidar y solidificar su percepción pública como sociedad científica. Pero el tema de la Sociedad, la alquimia, ya gozaba de un prestigio considerable en la comunidad ocultista. Pero se trataba de conseguir lo mismo en el mundo científico. La Sociedad Alquímica utilizó las impresionantes credenciales científicas y educativas de sus miembros como parte de su autovalidación a los ojos del mundo científico y del público en general. Para ello se hicieron unas más formales menciones por parte de la Revista de sus miembros (ya sea como autores de artículos o como participantes en las reuniones o en el gobierno de la Sociedad) que mostraron con orgullo sus credenciales educativas y su pertenencia a sociedades prestigiosas. De los cuarenta y dos miembros de la Sociedad mencionados por su nombre a lo largo de las páginas del Journal sobre sus reuniones, la Sociedad podía jactarse tener entre ellos licenciados, doctores, médicos, bachilleres y doctorandos. Varios habían sido elegidos miembros de sociedades científicas: dos eran miembros de la Sociedad Química, pero había también miembros del Instituto de Química, del Instituto de Ingenieros Civiles, de la Royal Geographical Society o de la Sociedad Zoológica. Al menos cuatro miembros eran químicos profesionales con carreras exitosas y logros científicos importantes, además de varias e importantes publicaciones dentro de sus campos: Ferguson, Redgrove, F. H. Loring y Joseph Mellor. Redgrove, Loring, Mellor y el ingeniero Herbert Chatley (1885-1955) publicaban regularmente en dos publicaciones científicas clave de entonces como eran Nature (editado por Sir Norman Lockyer) y The Chemical News (editado por Sir William Crooks).
Sus figuras más importantes
Redgrove publicó libros sobre temas ocultistas, algunos de ellos con Rider, como Matter, Spirit and the Cosmos (1910), Alchemy: Ancient and Modern (1911, 1922), A Mathematical Theory of Spirit (1912), Bygone Beliefs (1920), Joseph Glanvill (1921), Roger Bacon (1920), Purpose and Transcendentalism (1920), y Joannes Baptista Van Helmont, Alchemist, Physician and Philosopher (1922). Pero también fue el autor de libros de temática científica, matemática o filosófica como On the Calculation of Thermo-Chemical Constants (1909), Experimental Mensuration (1913), The Magic of Experience: A Contribution to the Theory of Knowledge (1915) o Industrial Gases (1916). Al final de su vida publicó varios artículos y libros sobre la química de los cosméticos, campo al que derivó entonces. Durante sus años como Presidente de la Alchemical Society y editor de su publicación, sacó a la luz cuatro artículos de peso en Chemical News. De hecho, su Experimental Mensuration y su The Magic of Experience fueron criticados positivamente en dicha revista.
Por su parte, Loring publicó libros de química: Studies in Valency (1913), Atomic Theory (1921), Definition of the Principle of Equivalence (1922) y The Chemical Elements (1923). Durante su breve pertenencia a la Sociedad Alquímica, publicó veinte artículos en Chemical News sobre temas como el peso atómico, los radioátomos, la evolución de la química, los elementos y una “Introducción a la teoría de la relatividad” en cinco partes. También publicó siete correspondencias en la revista, y Chemical News revisó positivamente sus Studies in Valency.
Nature, 113 (1924), 157.
J. W. Mellor (1868-1938) dirigió la Escuela de Cerámica de Stoke-on-Trent alrededor de 1905 y supervisó la apertura de los laboratorios de las Nuevas Escuelas Centrales de Ciencia y Tecnología en Stoke-on-Trent. Su Modern Inorganic Chemistry, publicado por primera vez en septiembre de 1912, fue revisado y reeditado incluso más allá de la muerte del autor, al menos hasta la década de 1960. Varios de sus otros libros de química en aquellos años fueron: Higher Mathematics for Students of Chemistry and Physics (1902), Chemical Statics and Dynamics (1904), publicado en la serie Textbooks of Physical Chemistry de Ramsay, y su A Comprehensive Treatise on Inorganic and Theoretical Chemistry (1922). Durante la existencia de la Alchemical Society, Mellor publicó un artículo y tres reseñas en Nature, revista que revisó positivamente varios de sus libros, como hiciera también Chemical News durante el mismo período[8].
Chatley era un ingeniero que por entonces trabajaba y enseñaba en la Facultad de Ingeniería de Tangshan, en el norte de China. Publicó sobre alquimia china para la Sociedad Alquímica pero también publicó artículos en Nature a la vez. La prolífica carrera de Chatley, su trabajo sobre sedimentos y corrientes en China, y su sensibilidad cultural fueron elogiadas en los obituarios en Engineer and Engineering.
Obituario de Chatley. Proceedings of the Institution of Civil Engineers, 4(4), JULY 1955, pp. 632-633.
Otros miembros de la Sociedad Alquímica eran profesionales titulados en diferentes campos. Dos eran clérigos con títulos de doctorado (incluido el Venerable J. B. Craven, archidiácono de Orkney), dos eran militares jubilados condecorados, abogados…
Dando contenido a la Sociedad
Como ya mantuvo Sharon Traweek, las zonas fronterizas entre los campos de conocimiento no son simplemente márgenes débiles. A veces pueden generar ventajas sorprendentes. Los sociólogos conceptualizan la creación de estos contactos y redes, que luego pueden aprovecharse en busca de oportunidades, información y apoyo para ideas, como un proceso de desarrollo y aprovechamiento del capital social[9]. Los miembros de la Sociedad Alquímica ya encontraron una estrategia similar, dando valor a su extraño encuentro de científicos y ocultistas. La Sociedad pudo servir como foro donde los ocultistas interesados en la ciencia y los científicos interesados en la alquimia podrían elaborar una comprensión de los usos del pensamiento alquímico en una era atómica moderna. No existió ningún otro foro similar durante el nacimiento de la teoría atómica moderna. Estos debates plantearon conscientemente cuestiones como las implicaciones espirituales de la ciencia, la unidad de la naturaleza y los usos de la analogía en la producción de la comprensión científica. Nunca afirmaron un uso simple y directo de la alquimia como analogía para la ciencia atómica. En cambio, revelaron un sentido complejo de los límites permeables del discurso científico.
Hablar de temas como la alquimia y la radioactividad permitieron a grupos de mundos sociales radicalmente diferentes trabajar juntos. Y también ayudaron a romper la frontera entre los discursos de ciencia y ocultismo, en lugar de simplemente permitir la simple coexistencia de relatos y propósitos dispares dentro de una misma organización. De hecho, las relaciones entre ciencias y ocultismo ya venían siendo de interés. De hecho, Nature alababa este tipo de publicaciones, como fue el caso de la traducción al inglés desde el alemán en 1923 de la segunda edición deOccultism And Modern Science, del profesor Traugott Konstantin Oesterreich (1880–1949).
Nature, 111 (1923), 840
En las reuniones se expresaron varios puntos de vista sobre la validez de la alquimia como ciencia, sobre la veracidad de las afirmaciones de la transmutación de los textos alquímicos, sobre la medida en que el conocimiento de los textos alquímicos podría dar forma a una comprensión de los objetivos y naturaleza de la física y la química modernas, e incluso sobre la naturaleza misma de la alquimia. Estos debates y algunas de sus voces clave bien pueden haber tenido un impacto en los tipos de usos a los que se atribuye la alquimia.
Se pusieron anuncios en la prensa que eran percibidos como un lanzamiento de retos. Ellos dieron forma a una visión de la física y la química modernas que podría ser atractivo al duro discurso alquímico en un acercamiento con caracteres unificadores. De hecho, estos ejercicios que allí se estaban haciendo, dentro de la Sociedad Alquímica, no estaban en realidad tan lejos de la dirección hacia la unificación de teorías que gran parte de la ciencia atómica ha tomado desde principios siglo XX.
Es posible que John Ferguson inicialmente considerara que la Sociedad Alquímica respondía a una necesidad de unir las historias de la química con las farmacéuticas. De hecho, hizo esta afirmación en la introducción al trabajo por el cual ahora es el más famoso, la Bibliotheca Chemica (1906), en dos volúmenes, que ha servido como una de las principales bibliografías descriptivas de textos alquímicos. Pero en 1913, muchos miembros de la Sociedad Alquímica consideraron que el tema era importante porque era algo más que una simple parte de la historia primitiva de esas disciplinas. De hecho, casi todos los artículos y debates en las reuniones de la Sociedad instaban a que la alquimia no debe ser relegada a los sótanos de la historia.
Entonces ¿qué planteamientos se lanzaron en la Sociedad? Más allá de algunas objeciones históricas sobre si algún alquimista medieval había realizado realmente la transmutación de plomo en oro (la mayoría pensó que no, aunque algunos no estuvieron de acuerdo y citaron ejemplos como van Helmont), a lo largo de la vida de la Sociedad los miembros valoraron una comprensión histórica matizada de la alquimia, llegando por esta vía a encontrar las utilidades de esa historia para la ciencia moderna mucho más convincentes que si se había transmutado o no en la Edad Media o en la Edad Moderna.
Es cierto que las diferencias de opinión, incluso sobre la naturaleza del proyecto alquímico, proliferaron en los artículos publicados, alargando las discusiones en muchas ocasiones. Pero lo que sí resultó muy positivo es que las líneas de investigación e interpretación a menudo llevaron implícito el usar a la alquimia para interrogar el razonamiento científico (sopesando el razonamiento inductivo versus el deductivo, por ejemplo) y el explorar la importancia de la “abstracción” científica. La ciencia habla en símbolos y analogías, como observaron los miembros, especialmente cuando se trataba la cuestión de las partículas subatómicas, momento especial donde se aborda lo invisible e intangible. La alquimia planteó preguntas sobre la interpretación de símbolos alquímicos y sus modos de razonamiento, tal como surgieron los modos científicos modernos de razonamiento. De hecho, la intangibilidad de las nuevas partículas subatómicas y las “turbias” interrelaciones (o incluso la intercambiabilidad) entre materia y energía en la nueva ciencia eran de lo más destacado en la mente de muchos ocultistas al abordar estos temas. En el año en que la Sociedad fue fundada, William R. Moore escribió en The Occult Review que “tenemos que considerar que la ciencia había llegado ahora a una etapa en la que las realidades tangibles parecen fundirse gradualmente en lo abstracto, y cuyos fenómenos visibles no admiten una explicación física”. No era la primera vez que Moore se situaba así. Ya se enfrentó a la teoría de los vórtices de los átomos elaborada por Helmholtz y Kelvin, y la teoría electrónica más reciente de los átomos propuesta por J. J. Thomson (Moore 1912, 72) y quiso llevar la nueva física en direcciones claramente ocultistas:
“La ciencia está empezando a considerar la materia como una forma de energía y nuestras observaciones de la mente humana, los impulsos del pensamiento, muestran evidencias a favor de que la energía sea una forma de mente. Por tanto, parecería que la materia se originó indirectamente en la mente” [10].
Corrientes internas
Las posiciones sobre la alquimia dentro de la Sociedad pueden dividirse en seis. La primera fue la de Redgrove, que tenía mucho peso como presidente interino de la Sociedad, químico y estudioso de la alquimia, y quien argumentó que los alquimistas fueron, de hecho, algunos de los científicos más destacados de su época, pero basaron sus exploraciones sobre el razonamiento deductivo en lugar del inductivo. Aplicaban principios místicos, teología y filosofía a sus datos experimentales, proporcionando esencialmente experimentos como confirmación de sus supuestos iniciales. Redgrove afirmó que sus métodos no aguantarían al rigor inductivo de la ciencia moderna. Sin embargo, como señaló en una charla ante la Sociedad,
“…los recientes avances en las ciencias físicas y químicas parecen indicar que los alquimistas no estaban tan completamente equivocados en su concepto de la naturaleza, como se suponía anteriormente, que, si bien ciertamente erraron tanto en sus métodos como en sus interpretaciones de los fenómenos individuales, captaron intuitivamente ciertos hechos fundamentales relativos al universo”.
Journal of the Alchemical Society, 1 (1913), 2
Luego concluyó:
“En cuanto a los conceptos básicos de la Alquimia propiamente dichos, como la unidad fundamental del Cosmos y la evolución de los elementos, en una palabra, la aplicabilidad de los principios del misticismo a los fenómenos de la naturaleza, me parece que estos contienen un elemento de verdad muy valioso, una afirmación que, según creo, la investigación científica moderna me justifica, aunque los alquimistas distorsionaron esta verdad y lo expresaron de forma fantástica” [11].
Journal of the Alchemical Society, 1 (1913), 14
La suposición fundamental de Redgrove de que el pensamiento alquímico era relevante para la ciencia contemporánea se hizo ampliamente sostenida dentro de la Sociedad tanto por miembros con antecedentes científicos como aquellos de los círculos ocultistas. Más claro fue en en el “Prefacio” de la edición de 1911 de Alchemy: Ancient and Modern:
“Todos los metales (y, de hecho, todas las formas de materia) tienen un origen único y son producidos por un proceso evolutivo. El Alma de todos ellos es una y la misma; sólo el alma es la que es permanente; el cuerpo o forma exterior, es decir, el modo de manifestación del Alma, es transitorio y una forma puede transmutarse en otra. … Los viejos alquimistas llegaron a la conclusión anterior mediante un método teórico, e intentaron demostrar la validez de su teoría mediante experimentos; en lo cual, al parecer, fracasaron. La ciencia moderna, adoptando el proceso inverso, durante un tiempo perdió la idea de la unidad del universo físico, para ganarlo una vez más por el método experimental. Fue en la elaboración de esta gran idea fundamental donde la alquimia fracasó. Si me pidieran que contrastara la alquimia con la ciencia química y física del siglo XIX, yo diría que, mientras que en estas últimas abundan en una gran cantidad de detalles precisos y mucha verdad relativa, careciendo de profundidad y perspicacia filosófica; mientras que la alquimia, deficiente en detalles tan precisos, estaba caracterizada por una mayor profundidad y perspicacia filosófica; porque los alquimistas captaron la verdad fundamental del Cosmos, aunque la distorsionaron y la hicieron parecer grotesca… por lo tanto, sus puntos de vista no pueden aceptarse en estos días de ciencia moderna. Pero si no podemos aprobar sus teorías en su totalidad, sin embargo podemos apreciar las ideas fundamentales en su raíz. Y es principalmente el objetivo de señalar esta similitud entre estas ideas antiguas sobre el universo físico y los últimos productos del pensamiento científico, donde este libro ha sido escrito.»
Redgrove, H., S., Alchemy, ancient and modern, London, William Rider & Son, 1911, xii-xiii.
A. E. Waite
Una segunda postura fue la de A. E. Waite, el erudito ocultista en alquimia más importante de la Sociedad, quien argumentó en contra de la tesis de la espiritualidad de la alquimia que defendió Mary Anne Atwood en su famoso A suggestive inquiry into the Hermetic mystery : with a dissertation on the more celebrated of the alchemical philosophers being an attempt towards the Recovery of the Ancient Experiment of Nature (London, Trelawney Saunders, 1850), y que tanto había dominado el pensamiento oculto (y el suyo) antes del descubrimiento de la transformación radiactiva. Antes, Waite defendió la sugerencia de Atwood que los escritos alquímicos estaban en un código secreto diseñado para protegerlos de mentes profanas. En efecto, sostuvo que la investigación para dicha decodificación debería ser el trabajo principal de la Sociedad.
La tercera posición emanó de la charla de De Steiger sobre la tesis de Atwood y la idea de la escritura alquímica como código secreto que condujo a un importante debate en la Sociedad Alquímica. En las discusiones tras la charla de De Steiger, Daniel Nicol Dunlop (1868–1935), el editor de The Path, sugirió que la charla “había dejado clara una oportunidad para que la Sociedad emprendiera una gran obra para la Humanidad, es decir, el trabajo práctico de la Alquimia, entendido místicamente”. Waite argumentó que los antiguos alquimistas “estaban preocupados por el mismo trabajo que los místicos dentro de la Iglesia viviendo la vida de contemplación; pero habían llevado el experimento un paso más allá y materializaron los resultados de sus experiencias en textos simbólicos. Consideró que era el principal objetivo de la Sociedad, en primer lugar para decodificar estos textos y así obtener el conocimiento secreto, que luego podría aplicarse en la práctica”. Redgrove estuvo de acuerdo con el Sr. Waite en que el trabajo principal de la Sociedad debería de consistir en decodificar los textos alquímicos. Era tarea de la Sociedad llegar a la raíz del asunto y generar una explicación completa del origen y significado de la alquimia. Las sugerencias de Dunlop también fueron muy interesantes, pero ese trabajo práctico era asunto de los individuos, más que de una Sociedad en su conjunto; aunque si fuera posible revelarlo, la sociedad se beneficiaría si se contara cualquier experimento de este tipo[12]. Pero a diferencia de Atwood, Waite argumentó esta codificación protegía en gran medida “en el sentido ordinario de la palabra, un secreto metálico, incluso si era un secreto “perteneciente al orden espiritual”.
Journal of the Alchemical Society, 2 (1914), 31-32.
Con el advenimiento de la Sociedad Alquímica, Waite vio claramente la alquimia como una ciencia química con dimensiones espirituales. Waite estaba de acuerdo con Redgrove en la mayoría de las cuestiones, incluida su interpretación de la alquimia medieval y su argumento de que la alquimia era relevante para la ciencia contemporánea, aunque podría haberlo hecho. También proporcionó algunas correcciones a algunos de los matices históricos del relato de Redgrove. Mientras que Redgrove aportó un formidable conocimiento de la ciencia contemporánea a sus escritos sobre alquimia, Waite aportó una inmensa reserva de conocimiento alquímico y oculto a su comprensión de la química moderna. En otras palabras, esta corriente de pensamiento dentro de la Sociedad era casi idéntica a la de Redgrove, pero con énfasis en lo oculto.
Una cuarta postura fue la de Isabelle de Steiger, quien siguió el camino de la alquimia espiritual trazado por su amiga Atwood, recientemente fallecida. De Steiger argumentó que el lenguaje químico era enteramente simbólico. El verdadero tema de la alquimia era la ciencia de redimir al hombre de la Caída y perfeccionar su alma mediante el uso de un proceso especial de mesmerismo.
Steiger, I. de, «The Hermetic Misterym», Journal of the Alchemical Society, 2:7 (1914), 22
De Steiger siempre permaneció fiel a la tesis de la alquimia espiritual de Atwood y facilitó la primera reimpresión de 1918 de A Suggestive Inquiry, casi una década después de la muerte de Atwood. Pero Redgrove y Ferguson intervinieron con artículos que criticaban la tesis de dicho libro argumentando que la alquimia se trataba de sustancias físicas, y no simplemente simbólicas[13].
Elizabeth Severn
En quinto lugar, y haciéndose eco del argumento de De Steiger (y Atwood) de que los términos químicos ocultan un proyecto de transformación llevado a cabo sobre el propio alquimista, la primera psicoanalista Elizabeth Severn, elegida Vice-Presidenta Honoraria de la Sociedad, cambió sutilmente el énfasis lejos del mesmerismo y el misticismo hacia el autodesarrollo psicológico y espiritual. Severn obtuvo un doctorado en Chicago y publicó muchos libros sobre psicoterapia. Ella incluso pasó por un análisis con Sándor Ferenczi. Severn y otros injertaron el lenguaje de la alquimia al del psicoanálisis, viendo la alquimia como una especie de operación transmutacional sobre el yo, incluso una especie de “construcción del carácter”[14].
La frase «alquimia espiritual» era a menudo invocada por los defensores de este punto de vista (y a veces también por los de la interpretación de Atwood). Severn señala una de las premisas de Atwood y señala que «tenemos razones para creer que el simbolismo químico utilizado tenía el propósito de velar algo de naturaleza espiritual, y esta posición es la que se sostiene en A Suggestive Enquiry…, escrito hace sesenta y cinco años”[15]. Pero adapta la tesis de Atwood a una perspectiva psicoanalítica y a un énfasis psicológico:
No está tan claro qué es lo que estaba oculto, pero bajo la gran ley de las analogías, la transmutación de los metales más bajos en otros más nobles puede indicar claramente un proceso de transformación espiritual, de crecimiento por el cual cada alma pasa algún tiempo. … Los cambios están en nosotros mismos; y la evolución de un alma humana desde un estado de autoinconsciencia a una Realización Suprema es la mayor expresión que conocemos de esa ley de crecimiento que observamos en el mundo material, donde la célula individual finalmente evoluciona hasta convertirse en un ser altamente complejo e inteligente.
Severn, E., “Some Mystical Aspects of Alchemy”, Journal of the Alchemical Society, 2:13 (Mayo 1914), 110–117, aquí 111.
Pero el énfasis psicoanalítico de Severn difería del de Atwood y de Steiger. Fue una precursora significativa de la interpretación psicoanalítica de la alquimia de Jung y de la síntesis de Regardie sobre magia ritual y psicoanálisis clínico.
Una sexta posición sobre la alquimia sostenida por Phillip S. Wellby (ex-seguidor de las tesis esotéricas de Atwood y Tesorero de la Sociedad) y otros, aunque decididamente minoritaria, es que los alquimistas realmente habían efectuado la transmutación de los metales, creado el elixir de la vida y logrando otras hazañas médicas. Algunos creían que el adepto alcanzaba el poder espiritual y psíquico al transmutar los metales usando sólo energía mental. Miembros de la Sociedad Alquímica, incluido Waite, en general, descartaron esta idea[16].
Aunque en los debates de la Sociedad habían surgido varios conceptos sobre la alquimia, los miembros tomaron en serio las posiciones de los demás. Y estas posiciones emergentes muestran en sí mismas cuán permeables se volvieron los límites entre la ciencia y el ocultismo. Incluso De Steiger, que defendió la tesis de Atwood, la había defendido por analogía con la radiactividad, dentro de un uso de la ciencia contemporánea para aclarar su tesis hermética que la propia Atwood ciertamente no habría formulado. De hecho, las discusiones después de cada charla registradas en el Journal of the Alchemical Society demuestran la existencia de no simplemente un diálogo continuo entre ciencia y ocultismo, sino más bien un desdibujamiento de los límites entre los dos dominios.
El final
No se sabe qué hizo Redgrove durante la Primera Guerra Mundial, en la que se vio la pérdida de varios miembros, incluido el segundo secretario de la Sociedad y prolífico colaborador, Sijil Abdul-Ali, que fue asesinado en Francia en 1917 a la edad de 28 años. El presidente de la Sociedad, John Ferguson, murió en Glasgow en 1916. William Ramsay había muerto de cáncer de garganta en julio de 1916, por lo que con el tiempo había quedado claro que sus extraños experimentos habían sido defectuosos y él mismo fue francamente descuidado. En una “transmutación”, por ejemplo, el litio había sido “formado” a partir de la ceniza del cigarrillo de Ramsay.
Sin embargo, Redgrove esperaba reiniciar la Sociedad después de la guerra con una competencia más amplia para incluir el estudio histórico de la cábala, la astrología y magia talismánica y ceremonial, pero no se materializó. Tampoco sus colegas alemanes tuvieron más éxito. En 1927 Otto Wilhelm Barth, quien había heredado la famosa editorial científica de J. A. Barth en Leipzig, fundó la revista Alchemistische Blätter. Pronto usó esto para anunciar la formación de una Sociedad Alquímica Alemana con grupos que se reunirían en Berlín y Hamburgo. Aunque la revista alemana atrajo a algunos artículos de carácter histórico, la mayor parte de los contenidos estaban dedicados a los usos esotéricos e interpretación de la alquimia y las formas en que podría usarse para la reforma de la economía y la cultura alemanas. Después de esporádicas publicaciones, la revista y su sociedad parecen haber colapsado en 1930.
El propio Redgrove pasó de la instrucción universitaria técnica a la escuela enseñando en Battersea Grammar School en la década de 1920 (donde era colega de Druce) donde derivó hacia el socialismo. A finales de la década de 1920. Redgrove realizó su propia autotransmutación al hacer investigaciones sobre sustancias químicas, dedicándose a la mejora científica del cabello de la mujer, tintes y productos de belleza y creó Berkshire Beauty Products con su esposa. Publicó la The Cream of Beauty en 1931. Aunque continuó contribuyendo a The Occult Review, sus intereses privados claramente se habían alejado de la alquimia a juzgar por el hecho de que en 1940 publicó un libro sobre la historia de los servicios de entrega postal por correo aéreo.
[1] Sobre esta cuestión: Owen, A., The Place of Enchantment: British Occultism and the Culture of the Modern, Chicago, University of Chicago Press, 2004. Brock, William H., The Case of the Poisonous Socks: Tales from Chemistry, Cambridge, Royal Society of Chemistry,2011, esp. Capítulo 7: The Alchemical Society, 1912–1915.
[2] Owen, A., The Place of Enchantment: British Occultism and the Culture of the Modern, Chicago, University of Chicago Press, 2004, capítulo 3: “Sexual Políticas”, 85-113.
[3] En mayo de 1914, por motivos económicos, trasladó sus reuniones a la sala de conferencias “M. Kerlor”, en el Occult Club en 1 Piccadilly Place, W. (Abdul-Ali, Sijil, “Report of the Honorary Secretary”, en “Report of Second Annual Meeting”, Journal of the Alchemical Society 2:13 (Mayo de 1914), 107-110, aquí 109).
[4] Old, Walter Gorn, “Report of the Honorary Secretary,” in “Report of the First Annual Meeting.” Journal of the Alchemical Society 1:5 (Mayo de 1913), 66–67.
[5] Abdul-Ali, Sijil. 1915. “Report of the Honorary Secretary,” in “Report of Third Annual Meeting.” Journal of the Alchemical Society 3:19 (May 1915): 85–87.
[6]Anon. 1913. “Notices of New Books.” The Athenaeum 4483 (September 27, 1913): 320.
[7]Anon. 1912. “Radio-Activity.” The Athenaeum 4442 (December 14, 1912): 732.
[8] De hecho, Modern Inorganic Chemistry de Mellor (1912) y Experimental Mensuration de Redgrove (1913) fueron revisadas en la misma columna. “Notices of Books,” Chemical News 107 (February 28, 1913): 106–108.
[9] Traweek, Sh., Beamtimes and lifetimes : the world of high energy physicists, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1988.
[10] Moore, William R., “Alchemy and Modern Science”, The Occult Review, 15:2 (Febrero de 1912), 71–79, aquí 72-73.
[11] Redgrove, H. Stanley, “The Origin of Alchemy”, Journal of the Alchemical Society, I:1 (Enero de 1913), 2-14, aquí 2.
[12] Journal of the Alchemical Society 1913c, 31–32
[14] Severn 1914, 110. Este término de “alquimia espiritual”, muy usado por entonces, no era, sin embargo, algo nuevo, si bien el contenido y significado del mismo (a veces sin nunguna de ambas cosas) ha ido variando mucho. A este respecto: Willard, Th., Thomas Vaughan and the Rosicrucian Revival in Britain (1648-1666), Leiden, Brill, 2022, Apédice 4: The Term “Spiritual Alchemy”, 290-293.
Comparte en tus redes este contenido si te parece interesante
Gestionar consentimiento
Utilizamos cookies para optimizar nuestro sitio web y nuestro servicio.
Funcional
Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.