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Francisco Antonio de Texeda fue un alquimista que publicó con el seudónimo de Theophilo la que fue su obra principal: El mayor thesoro. Tratado del arte de alchimia o chrysopoeya (1727). Luego, con su nombre, publicó dos opúsculos apologéticos, uno abundando en su defensa de la alquimia, otro probando la veracidad de la transmutación del hierro en cobre operada por el vitriolo azul, ambas producto de una disputa generada con Feijoo[1]. De su vida nada se sabe. Para Feijoo, que coincidió con él un par de veces, era un “tunante embustero y vivia estafando á todos los que podia”, quizás basado en prejuicios, más que en hechos ciertos. Luanco lo calificó de “el más contumaz alquimista español”, sin dar las razones de este juicio.
De su dedicación a la alquimia escribió en el “Proemio” de Analysis:
Aviendo desde mi infancia sido aficionado (como a todas las ciencias y artes) al de la alquimia, de cuyo estudio y practica tengo larga (aunque no total ni vltimada) experiencia, me ha parecido añadir a la traducción de este tratado la siguiente Analysis […], ofreciendo en ella lo que mi estudio, trabajo, experiencia y viages con que he frequentado la mayor parte de la Europa, en el tiempo de mas de veinte y cinco años (con algunos gastos no despreciables ni de poco momento) he podido conseguir.
1.- El mayor thesoro (1727).
El núcleo de este libro es la traducción del Introitus de Filaleta, que Texeda “ilustró” con tres tratados propios: Possibilidad de la alchimia; Analysis del arte de la alchimia; Mantissa metalurgica.
2.- Tratado de la possibilidad de la alchimia.
Antes del texto de Filaleta, Texeda creyó conveniente argumentar la posibilidad de la alquimia. Ya previamente había establecido cuáles eran los objetivos de esta:
Consiste la causa final de la alchimia (ademàs de la perfeccion de los metales) en la vniversal medicina de todas las enfermedades de los vivientes y vegetables, en disolucion, depuracion exaltacion y vnion de las perlas y de de todas las piedras preciosas[2].
En su argumentación dejó de lado la parte medicinal y la relativa a las gemas, quedando reducida solo a la transmutación. En su exposición pueden distinguirse tres partes:
a) Genérica: en qué medida el arte puede imitar a la naturaleza.
b) Filosofía natural metálica: génesis metálica y clases de metales.
c) Alquimia: teoría transmutatoria y posibilidad de la alquimia.
La explicación de cómo se opera la transmutación, un tanto farragosa, la resume así:
[p. 34] La intención de la alchimia no es otra cosa que exaltar los principios proximos del sèr metalico, para que estos, como mas sutiles, puros y activos, perfeccionen todas las partes mercuriales que contienen en sì los metales menos perfectos, hasta el vltimo grado de fixacion y tinctura que en sì encierra el mas perfecto y noble metal, que es el oro, en lo que consiste la causa final de este arte.
La “possibilidad de arte de la alchimia” ocupa el extenso capítulo 6º y último. Lo inicia dando algunos conceptos definitorios:
[p. 34] Alchimia es nombre griego, como quieren algunos, y arabigo ò hebreo, como sienten otros. Pero parece que con mas fundamento se [p. 35] puede creer que sea hebreo, por la palabra halichim, que significa fluir ò fundir, la que corrompida se pronuncia alchimia, que la presente, en la comun inteligencia, quiere dezir arte Pyrotechnica ò de fuego, de resolver y purificar los metales. Esta se divide en arte de fabricar el oro, que se llama Chrysopoeya, y en Chimica ò Espagirica, que denota ser arte de extraer, separar, vnir y congelar.
Hay varios motivos por los que la alquimia es impugnada, pero el principal es el sinnúmero de impostores “chimicastros”, ignorantes que se jactan de conocerla o que pretenden alcanzarla sin preparación, exigiendo, por el contrario, mucho estudio y práctica, además de la gracia de Dios o revelación de un amigo. La falta de maestros que la impartan y la oscuridad de los libros es la segunda causa principal de este rechazo.
Desde la filosofía aristotélica nada se opone a que los metales inferiores puedan adquirir la tintura y fijeza del oro, al ser la materia una y la misma: el mercurio. Aquí Texeda se entretuvo en refutar la viejísima objeción del Sciant artifices
[p. 40] Tampoco se opone à esta doctrina que las cosas que son de diferente especie no puedan passar de vna especie à otra, porque esto se entiende no quedando la misma especie, sino dexando la primera y adquiriendo otra de nuevo; luego mucho menos los accidentes de mayor ò menor perfección.
Es decir, según explicó, en la naturaleza se dan casos de cambio de especie como el gusano que pasa a mariposa o el huevo que pasa a pollo. Pero la transmutación metálica es algo mucho más simple, ya que lo que se cambia no es sustancial, como de inanimado a vegetal[3] o animal, sino los accidentes.
También se demuestra que la transmutación es posible mediante un razonamiento basado en la experiencia.
[p. 42] Si es posible la transmutación de vn metal en otro más perfecto, es possible la transmutacion metalica; pero es assi que es possible la transmutacion de un metal en otro mas perfecto, luego es possible la transmutacion metalica.
La proposicion menor se prueba assi: Es posible la transmutacion de vn metal en otro mas perfecto quando el hierro se transmuta en cobre fino; pero es assi que el hierro se se transmuta en cobre fino, como se mostrarà luego con la misma experiencia; luego es possible la transmutacion de un metal en otro mas perfecto y consequentemente la de todos los metales.
Texeda reforzó la base lógica de su argumentación, presentándola de otra manera:
[p. 42] Todo lo que se puede reducir de la potencia al acto, es possible; la tranmutación de vn metal menos perfect en otro mas perfecto se puede de su potencia reducir à acto; luego esta transmutacion es possible. […]
[p. 43] La menor la demuestro assí: La potencia que contiene en sì, para la mayor perfeccion que ha de recibir por la transmutacion el metal menos perfecto, es la materia mas proxima del sèr metalico, que es el azufre y el mercurio; pero es assi que de esta materia potencial se educe actualmente forma metalica mas perfecta, como es la del cobre respecto del hierro; luego la potenciadel sèr metalico menos perfecto se puede reducir à acto. Y por consequencia, caeteris paribus, pueden todos los metales transmutarse hasta el vltimo grado de la perfeccion metalica que tiene el oro.
A continuación Texeda dio una detallada receta de la “experiencia” de la transmutación de hierro en cobre usando limaduras de hierro y “piedra lipis, o vitriolo azul o de Chipre, que es lo mismo”. También enseñó a realizar esta “transmutación” partiendo de vitriolo azul artificial y con estaño o con plomo.
La aportación de Texeda al tema acabó con la mención de algunas transmutaciones divulgadas y la narración de un caso de varias transmutaciones, al menos una presenciada por él mismo (hacia 1697), en Bruselas, en la corte del entonces gobernador Maximiliano Emanuel de Baviera, realizadas con la “medicina de los philosophos” que un cierto conde Rocheri, napolitano, había robado a un adepto, tras hacerlo asesinar.
3.- Philaletha, La entrada abierta al cerrado palacio del rey.
Esta traducción del Introitus es, al parecer, la tercera en ser publicada en una lengua europea, tras la versión inglesa de 1669 y la traducción al alemán de 1673 [4]. En el “Prólogo del traductor al lector”, Texeda dio la razón de esta traducción y la elección de la obra:
[p. 69] Conociendo que muchos sugetos aficionados al arte de la alchimia, por falta de libros de autores autenticos, como por la dificultad de su inteligencia, estando en latin y otros idiomas, solo reducen su anhelo à vagos è inciertos experimentos, à los que los inducen su el genio de personas que, por error ò malicia, prometen enseñar lo que no saben, con no poco detrimento de la salud y haberes, he querido dar al publico este tratado de Aeyrineo Philaletha [5], traducido de latin en lengua española, por ser muy legal su autor y el que (de todos los philosophos antiguos y modernos) ha escrito hasta aora con mas claridad, para que sirva à muchos de desengaño, y aunque no lleguen a posseer el arte de la alchimia, à lo menos sabiendo en que consisten su fundamentos distingan la possibilidad de sus operaciones y por ella conozcan las imposturas con que vnos procuran persuadir y otros engañar.
En efecto, aunque no se puede negar el interés que en España hubo por la alquimia, esta es la primera traducción publicada de una obra alquímica, y se mantuvo la única hasta el siglo XX (dejados de lado los plagios, como los de Zalduendo). La “legalidad y claridad” de Filaleta es un efecto de la descripción metódica y detallada de su proceso, razón por la que se impuso en Europa desde mediados del siglo XVII y marcó con fuerza el devenir de la alquimia hasta la actualidad.
Texeda advirtió que en la traducción seguía un estilo que no siempre es el más elegante: a veces es literal, para no distorsionar y oscurecer aún más las metáforas y alegorías; a veces libre, “para que tenga su construcción alguna mediana cohordinacion en nuestra lengua española, conducente à su mas clara inteligencia”[6].
Según él mismo anotó [7], señaló en cursiva [8] los pasajes que consideró más importantes, por esta razón traducido literalmente. Entre las libertades de traductor que se tomó, está la de aclarar, en general con breves incisos, algunos de los términos usados por Filaleta. Por ejemplo, en el capítulo 4:
[p. 78] Assi como enseñè que que el azero era la mina del oro, [p. 79] igualmente tambien nuestra piedra imàn es la verdadera mina de nuestro azero. Por lo que te hago saber que nuestra piedra imàn tiene vn centro escondido, abundante de sal, la qual sal es menstruo en la esfera de la luna, la que puede calcinar el oro. Este centro se buelve con el apetito archetico (ò de metal de su naturaleza)[9] al polo (ò exe del cielo)[10] en el qual està con muchos grados exaltada la virtud del azero. | [Ed. 1706] [p. 11] Quare, sicut chalybem docui esse auri mineram, pariter & magnes noster est chalybis noster vera minera. Notifico porro magnetem nostrum habere centrum occultum sale abundans, [p. 12] qui sal est menstruum in sphaera lunae, qui nouit calcinare aurum. Centrum hoc se conuertit appetitu archetico ad polum, in quo virtus chalybis est in gradus exaltata. |
4.- La analysis del arte de la alchimia.
En este tratado Texeda hizo una interesante clasificación de los diferentes procesos o vías, con mucho la más minuciosa hasta ese momento. Los defectos principales son una cierta confusión en la nomenclatura y la limitación al uso de sustancias de origen mineral. Con el término “vía” se entienden los métodos y maneras de operar, adaptadas a los objetivos que se quieren conseguir. En esquema queda así:
- Alquimia: ciencia de las cosas que pertenecen al reino mineral.
- N) Natural: simple observación de los procesos naturales.
- A) Artificial: realización de experimentos para conocer otras posibilidades y modos de obrar.
- AM) Mecánica: se sirve de operaciones que no están basadas en la especulación o estudio.
- AMN) Natural: usa solo separaciones simples.
- AMA) Artificial: recurre al fuego.
- AF) Filosófica: “indaga las cosas por sus causas”.
- AFU) Universal: busca fabricar una sustancia que sirva para perfeccionar todos los metales.
- AFUH) Húmeda. Parte de un sujeto metálico del que se extrae la materia prima metálica en forma líquida, a partir de la cual se obtiene la medicina.
- AFUHU1) Universalísima. El sujeto metálico está aún sin especificar.
- AFUHU) Universal. El sujeto ya está especificado.
- AFUHU2) Menos universal. El sujeto es el oro.
- AFUS) Seca: parte del mercurio (agua seca), natural o extraído de los metales. La medicina es de menor poder que la húmeda.
- AFUSU) Universal. Parte del mercurio vulgar. Es la que enseña Filaleta.
- AFUSP) Particular.
- AFP) Particular: usa métodos particulares para cada metal.
- AFUH) Húmeda. Parte de un sujeto metálico del que se extrae la materia prima metálica en forma líquida, a partir de la cual se obtiene la medicina.
- AFU) Universal: busca fabricar una sustancia que sirva para perfeccionar todos los metales.
- AM) Mecánica: se sirve de operaciones que no están basadas en la especulación o estudio.
En esta clasificación, la vía húmeda universalísima (cap. 2) vendría a ser la alquimia en su más pura expresión ideal. La descripción teórica de Texeda, oscura y confusa, parece resultado de su propio intento de comprensión:
[p. 164] Los philosophos […] la hallaron en vn cierto sugeto genérico, mas vniversal que que todos los demàs que en si contiene el reino mineral, porque està dotado por la naturaleza solamente del fermento primero [p. 165] del semen metálico, el qual sugeto, como materia chaotica ò del chaos, contiene en sì solamente el primer grado de la naturaleza metalica, pero tan genericamente que no tiene relacion determinada a ninguna especie, ni de metal ni de materia metalica.
[…] Indicando los philosophos algo de esta preciosa materia, la han insinuado con el nombre de tierra virgen preñada del espíritu del mundo, de sal de la piedra imàn de los sabios, de los planetas, del influxo de los cielos, que recibe y atrae lo que està abaxo y arriba, juntos con la cadena de oro de Homero.
Otras vezes, hablando de ella con menos vniversalidad, la enseñan ò señalan por cierta hija de la tierra, engendrada de Júpiter, por la orina de Saturo o por el vitriolo comun, no porque sea comunmente [p. 166] conocido, sino porque es comun principio de todos los metales.
[…] Los philosophos y adeptos […] no han querido publicar nada de este sugeto vniversalísimo, quedando su noticia sepultada en el silencio, de tal suerte que son muy pocos los que escriben de su theorica y practica.
No obstante estas dificultades, Texeda consideró haber comprendido el proceso de forma genérica, y lo explicó así:
[p. 166] Esta materia vniversalisima ò sugeto chaotico, aviendolo sacado de su centro, se limpia de sus piedrecillas y terroncillos, y, mediante el fuego, el ayre y el agua, se purga y purifica, separandole las partes que pertenecen à otros reynos, y al mismo tiempo se apartan las demàs cosas que son agenas de su naturaleza, de manera que no quede mas que el puro chaos metalico, para que depues, con circulaciones [p. 167] distilaciones, cohobaciones y digestiones, vnido perfectamente lo fixo con lo volatil, todo se haga volatil.
Lo qual conseguido, quedando este ente, ò primer sèr metalico, muy estendido en su misma humedad, esta se le quita por repetidas distilaciones, hasta tanto que en el baño, no teniendo mas que evaporar, quede reducido en un purissimo primer principio, liquido y de igual peso al de su naturaleza, para que despues, con las demàs operacione del arte, por virtud del agente seminal intrinseco excitado por el extrinseco y artificial, se pueda coagular en aquella sal metalica fixa que en el fuego se liquida como el azeyte, cuya ultima decoccion de su coagulacion se puede hazer por sì misma ò añadiendole la decima parte de oro.
Y esta medicina, en forma como de sal, si se huviere hecho sin oro, echandola en debida proporcion sobre el oro fundido se avrà de fermentar con el. De lo que resulta que el oro, saturado con esta proyeccion, se buelve en vna substancia como de vidrio, de vn color roxo como el rubì, pero muy obscuro y muy poco transparente. El qual, mezclado con con triple, quadruple ò mayor porcion del primer licor, con la segunda rueda se puede reducir en medicina aurifica que tiñe toda substancia metalica, la que despues, ò con oro ò sin el, se puede aumentar como se quisiere. Con la advertencia que para curar todas las enfermedades y conservar la salud, tienen los philosophos por mejor aquella medicina [p. 168] que se perfeccionò sin la fermentacion del oro.
La vía universal parte de un mineral que los autores llaman “electro mineral no maduro”, caos, Saturno, padre de los metales, que no obstante ser universal está más especificado que la materia de la vía universalísima. Primero se purifica, luego se retrograda a forma líquida y se separan sus tres principios, sal, azufre y mercurio.
[p. 170] Separados se purifiquen y, con las debidas digestiones y distilaciones, se vnan en vn ente liquido, ponderoso y lacteo, ò como leche, diafano, semimetalico y que moja las manos, al qual, dandole la debida porcion de oro y adelantada coccion (segun la doctrina de los philosophos) darà la tinctura philosophica, la que por su orden se puede multiplicar.
En el capítulo sobre la “vía húmeda menos universal” Texeda dio su propia visión de lo que debe ser el oro potable verdadero, insistiendo en tres aspectos: debe mantenerse en forma líquida, estar separadas sus partes mercurial y sulfurosa y tener el mismo peso inicial.
[p. 170] Capítulo 4. De la via humeda menos universal.
Para diferenciarla de las dos primeras vias humedas, esta se llama menos vniversal, aunque el sugeto ò materia de su composicion sea especifico y de todos conocido, que es el oro, el qual por la retrogradacion de su cuerpo se disuelve en un ente liquido, reduciendose en vna naturaleza aurifica mas vniversal.
Esta obra, por razon de su sugeto ò materia y de su disolucion, tiene de algun modo conexion con la operacion del oro potabble, tan decantado entre todos los chimiastros vulgares, de manera que de su composicion se hallan muchos processos manuescritos è impressos, y tambien son infinitos los recipes [p. 171] que de su fabrica se encuentran, con tanta abundancia que casi no ay chimico, aunque sea el menos experto, que hablando mas de esta materia que obrando, no dispute de su operacion y que no tenga la vanagloria de saberla. Porque vno se funda en que sabe sacar el oro por alambique, otro que sabe desanimarlo; otros que saben disolverle sin ruido, ebullicion ni corrosivo; algunos que saben separarle su tinctura dexando el cuerpo blanco como plata; no pocos que saben disolver el oro de modo que no es mas reducible; y otras muchas cosas semejantes à estas, con las quales les parece que ya merecen el nombre de philosophos, presumiendo con èl poder enseñar à los demàs. Pero todos estos viven engañados de su propio dictamen
[…]. No serà verdadero oro potable, ni lo es ni merece este nombre, aquel oro que no es radicalmente disuelto y reducido à vn ente liquido persistente por sì mismo, sin que quede con èl parte alguna del menstruo [p. 172] disolvente y el oro disuelto con el mismo peso (sin aumento ni disminucion) del que tenia antes de la disolucion.
Esta practica se executa de dos modos. El vno es con corrosivos que disuelven el oro, de tal manera castigarlo ò fatigarlo por varias destilaciones, circulaciones y cohobaciones, manipuladas por mucho tiempo, hasta tanto que vultimamente el oro disuelto, quedando en su primer peso, subsista por sì mismo en v ente liquido, separadas sus dos substancias, sulfurea y mercurial, esta en el fondo del vaso y la sulfurea sobre ella, sin que quede mezclada con ellas parte alguna del menstruo disolvente.
El otro modo es con el circulado menor, que es el primer ente de todas las sales, ò por el licor del alkahest, que es el ciruclado mayor, con los quales se reduce el oro disuelto al estado que queda dicho.
Entonces el oro, por qualquiera de los modos referidos disuelto ò liquado con separacion de sus dos sustancias, correspondientes en el peso al que tenia antes de la disolucion, subsistiendo por sì mismo en forma liquida, sin que quede con èl parte alguna del menstruo disolvente, es el verdadero oro potable, del qual assi dispuesto se puede vsar para medicina de las enfermedades.
Tambien, vniendo estas dos disoluciones, sulfurea y mercurial, mediante vna simple y benigna decoccion, con la qual se excite la raccion del agente sobre el passo entre estas dos substancias, de ella resulta su coagulacion en vn cuerpo [p. 173] o sugeto muy medicinal, tanto para curar los metales como las enfermedades, el qual, porque a semejanza de la sal, se disuelve su substancia en qualquier licor, merece el nombre de oro potable.
Texeda evitó aquí afirmar que este oro potable curaba todas las enfermedades; tan siquiera especificó alguna en concreto. Este tema lo trató en el último capítulo.
[p. 204] Capítulo 9 y ultimo. De la causa final de la alchimia y sus dificultades.
Las riquezas y la salud, que (despues de servir a Dios) son los dos polos de la felicidad de este mundo, son la causa final de la alchimia.
[…] [Según Hermes] El que es rico con la noticia de este arte […] [p. 205] no solo puede transmutar todos los metales en oro y plata, sino principalmente porque al hombre y à qualquier animal le preserva conservandole la salud. Si del elixir blanco se da tanta porcion como vn grano de mostaza à los que tienen calentura los cura; y tambien à los que han tenido quatro años lepra purgandose con esta medicina se la quita y los sana enteramente.
Rasis philosopho dize que si se diere del elixir rubio, en alguna bebida apropiada y vn poco caliente, à los paralyticos, freneticos, hidropicos y leprosos y los que tienen la gota, despues que estos aygan sudado sanaràn enteramente; y que ambos elixires, blanco y rubio, sanan los esciaticos y la paralysin, auqnue estèn para morirse; y tambien que si ambos polvos se aplican à las narices de vna muger que no puede parir, la haze echar el feto, aunque estè muerto.
Hermes dize que vntandose la cara con el elixir mezclado con cosas vntuosas, quita las arrugas y las manchas de ella, y hazee la cara moza y de buen parecer. Geber dize que el lixir rubio cura todas las enfermedades chronicas que los medicos dàn por incurables; que haze al hombre bolverse mozo ò remozarse, como el aguila, y que viva quinientos años, como lo lograron algunos philosophos que [p. 206] tres veces cada semana tomaron de la medicina, tanto cada vez como vn grano de mostaza.
Otros philosophos dizen que esta medicina del elixir, tomada por dentro cura todas las enfermedades interiores, y vntandote con ella por defuera, las exteriores, y que tambien se curan con ella la passion cardiaca, oethica, iliaca, colica, ictericia; el accidente ò enfermedad aegidii, con epilepsia y todo genero y especies de calenturas; la gota rosaria vntandose la disuelve; quita todo el mal fermento del estomago, constringiendo el fluxo de los humores contrarios; tomandola por la mañana en ayunas quita la melancolia y tristeza de animo, y deseca toda suerte de fluxo rehumatico; aclara la vista, los sentidos y el ingenio mas que todas las demàs medicinas.
El texto continúa, durante casi tres páginas más, detallando en el mismo tono las fantásticas propiedades curativas y de rejuvenecedoras del elixir. Al final, como había anunciado en el título del capítulo, trató del “abismo de dificultades” con las que se encuentra el estudiante: el arte se aprende por la lectura, pero los autores hacen descripciones y usan nombres diversos y opuestos para la materia y las operaciones, a lo que hay que añadir la diversidad de vías; el lenguaje usado no es claro ni la exposición metódica, como en las ciencias vulgares; no todos los autores son verdaderos, y es muy difícil distinguirlos. Vencer estos y otros muchos obstáculos es algo que solo se consigue con la constancia en el estudio y la práctica:
[p. 215] Para vencer todos estos obstaculos en parte, ademàs de la aptitud natural, de la inteligencia, la aplicacion, la constancia, el estudio y la experiencia, son necessarias tres cosas: tiempo, salud y dinero.
Para resolver el espinoso tema de los autores sofistas, Texeda recomendó
[p. 216] los autores mas clasicos, authenticos y verdaderos que tratan de este arte, como Arnoldo de Villanova, Alberto Magno, Basilio Valentino, Geber, el conde Trevisano, Raymundo Lullio, Helmoncio, Ripleo, Artephio, Flamello, Sendivogio, y otros autores clasicos[11]. Y tambien los tratados que se encuentran en el Museo Hermetico.
[…] En el tiempo que se exercitarà el ingenioso aficionado en adquirir à la noticia theorica y elemental de sus fundamentos, se exercitarà en la manipulacion de los practicos, para que por sus grados la adquiera igualmente como la especulativa. De esto le darà luz el Curso chimico de Lemery.
5.- Mantissa metalurgica.
En esta parte Texeda reunió diferentes consejos para los interesados en la explotación de minas, especialmente de oro y plata: estafas en las muestras; conocimiento de los minerales; métodos de beneficio de los metales; ensayos de los minerales; fabricación de copelas y método para copelar; modo de separar el oro de la plata por agua fuerte y de otros metales por agua regia; consejos al ensayador para detectar fraudes en los ensayos.
Veamos un ejemplo:
[p. 295] Se dixo que, para conocer si es oro qualquier metal que lo parezca, se ha de tocar en la piedra de toque y, poniendo sobre la mancha vnas gotas de agua fuerte, si no la come es señal que es oro. Pero es de advertir que esta regla general padece excepcion de que muchas cosas hay en la naturaleza y en el arte en la quales estos efectos son falibles. Porque lo minerales que abundan de marcasita dorada parecen à la vista de oro, y si estos se tocan à la piedra de toque y se pone agua fuerte sobre la mancha, no la come ni quita el agua fuerte, y lo mismo sucede con la marcasita blanca, regulo de antimonio marcial y simple. Y con todo esso nada de esto es oro, sino vn [p. 296] efecto causado de vn azufre que quema como el comun, impregando de alguna porcion de sal resolutiva ò antimonial, que, por la analogia que tiene con la del oro, resiste à estas pruebas, no teniendo la mas minima razon incohativa de metal.
Esto mismo sucede con muchas mixturas sofisticas, que en la alchimia vulgar se practican, como la que llaman plata compacta, que no la toca el agua fuerte por estar impregnada de sucos salinos o antimoniales, y otras diversas composiciones que se disponen por el arte, que non son mas que vnas calidades aparentes.
[…] Por esto no se debe siempre creer lo que parece ò muestra el toque, ni lo que indica el agua fuerte y regia, sino lo que la copela (mediantes sus perfectas señales referidas de afinar, refinar, y enjugar) demuestra, porque todas las demàs experiencias pueden tener sus falaces contingencias.
6.- Un médico sevillano alquimista.
El Mayor thesoro lleva al comienzo una carta valorativa de un anónimo médico sevillano, antes escéptico, pero ahora alquimista gracias a la persuasiva instrucción teórica de Texeda y su ejemplo como laborante. Los médicos ‐ escribe nuestro médico‐ impugnan la medicina universal por ignorancia, ya que para estos, los
estudios y experimentos physicos de esta oculta philosophia son entes de razón, pues en ellos nunca han existido que solo por intellectum.
Por las experimentales noticias que incluyen sus escritos, dignamente merece vuesa merced el predicado de primer astro (y español) que con la fulgente luz de sus estudiosos experimentos, muestra a todos el infalible norte de esta navegación philosophica, con cuya claridad cessen las lobregas incertidumbres escolasticas, que en todas las Universidades de Europa a oscuras se ventilan sobre la possibilidad de la transmutacion metalica, cuyas dudas ofrece la celebre question physica: Utrum arte possit fieri aurum.
Nuestro médico parecía estar convencido de que, con su obra, Texeda pondría un fin favorable a la eterna contienda de la posibilidad de la alquimia:
Muchos y varios son los autores antiguos y modernos que nos han dado avisos y noticias de esta possibilidad, pero con tal confusión y con tan poca distinción que mas han servido de recrear el animo que de animar ni satisfacer la creencia: su existencia todos la asseguran, pero ninguna hasta aora, ni con razonamiento convincentes ni con experimentos visibles, nos ha persuadido de su possibilidad, como vuesa merced lo haze, con no menos claridad que ingenuidad, en su libro.
7.- Apelacion sobre la piedra philosophal (1729).
Esta obra fue escrita como respuesta a Feijoo, Teatro crítico, tomo 3. Trataremos de su contenido en la segunda parte dedicada a Feijoo.
8.- Triunfo de la transmutacion metalica en que se evidencia la del hierro en cobre fino (1734).
Publicada también al calor de las polémicas suscitadas por Feijoo, esta vez al tomo quinto, esta obra fue publicada primero como libro independiente; meses más tarde fue incluida en la obra de Mañer, Crisol crítico, tomo 2 (1734). Sin embargo su redactado fue anterior y ajeno a tal polémica; sus referentes están en las Memorias de Trevoux.[12] De hecho fue una “disertación” escrita a petición de un científico francés, el conde Onsembray, exponiendo las razones y experimentos, que probaban que la transmutación de hierro en cobre,
que se logra por medio de la piedra lipis ò vitriolo azul, no es extracción, separación ni precipitación del cobre que ella contiene, por medio de la dissolucion del hierro, sino verdadera tranmutacion de este metal en cobre fino.
Tal como resaltó en cursiva, el objetivo de esta obra era refutar la explicación científica del momento sobre la largamente debatida transmutación: que el hierro se disuelve y el cobre del vitriolo se precipita.
Para replicar, Texeda tuvo que proveerse de una teoría propia con un barniz de método científico. Para probar que se trataba de una “transmutación verdadera” empezó definiendo esta:
[p. 34] Transmutar ò convertir un cuerpo metalico en otro mas perfecto, ò perfeccionarle respectivamente con mas permanente y noble fixacion y tinctura, no es otra cosa que unirse inseparable y radicalmente una substancia sulphurea metalica, exaltada y mas perfecta, con un cuerpo metalico menos perfecto, comunicando à este, respectivamente su mas perfecta fixacion y tinctura.
Esa “sustancia sulfúrea metálica exaltada” viene a ser como un elixir particular a cada metal; en el caso del cobre lo es el vitriolo azul:
La piedra lipis es substancia metalica exaltada de cobre y comunica, en la referida operacion, su mas noble fixacion y tintura al hierro, metal menos perfecto. Luego la predicha operación es verdadera transmutacion metalica.
[1] F. A. de Texeda, Triunfo de la transmutación metálica en que se evidencia la del hierro en cobre fino. Crisol crítico, histórico, político, phyisico y mathematico en que se quilatan las materias y puntos que se le han impugnado el theatro critico y pretendido defender en la demostración crítica del m.r.p. fr. Martin Sarmiento, Madrid, Bernardo Peralta, 1734, B.N. 7-15249; Orihuela/Orida, BPE Fernando de Loeces 8864-8865 (1); Oviedo, Biblioteca Pública de Asturias Ramón Pérez de Ayala Ast G.O.D.-5 bis (falta la 1ª parte, sello de la biblioteca de A. García Oliveros nº 937); Coruña, Instituto De Estudios Gallegos Padre Sarmiento 1171 (falta la segunda parte, la obra de Texeda a continuación de la segunda parte con portada y paginas propias).
[2] “Motivos que ha tenido el autor para escrivir el tratado que prueba y evidencia la possibilidad de la alchimia”. No paginado.
[3] Más adelante expuso un experimento que muestra cómo el agua se especifica en vegetal.
[4] Realizada por Johann Lange, el editor de la primera edición en latín, en 1667.
[5] El nombre aparece así, Eyraeneus Philaletha, en la portada de la edición inglesa Secrets reveal’d (1669). En las ediciones inglesas de otras obras, a partir de 1677, aparece Aeyrenaeus Philalethes.
La forma del nombre que se ha divulgado en español es Filaleteo. Pensamos que esta variante es una adaptación algo libre del francés Philalèthe, creada por el primer traductor de Les demeures de Fulcanelli, en 1969.
[6] Esta traducción fue editada, con ortografía y sintaxis modernizada, por M. Algora Corbí, en
La tabla redonda de los alquimistas (1980). Una traducción diferente del Introitus fue realizada por J. Peradejordi y P. Reguant en 1979, quienes señalaron en notas al pie muchas variantes de la traducción de Texeda. Uno de los aspectos señalado por estos editores es que Texeda evitó las menciones laudatorias de Filaleta a los judíos.
[7] En página 158, Nota.
[8] Este recurso tipográfico había sido utilizado anteriormente en la edición Anonymi Philaletahae philosophi opera omnia (1695); puede que Texeda conociera esta edición, pero no la siguió. Es posible que su original fuera Philaletha illustratus (1706), editada con comentarios por el médico J. M. Faust, quien había adoptado el sobrenombre de Theophilus en el Collegium curiosorum.
[9] El calificativo “archetico” deriva seguramente de “archeus” (menos probable es que derivara directamente del griego “arché”), término creado por Paracelso y adoptado e implementado por Van Helmont. Dado lo escueto de la mención, es imposible saber en cual de los significados de arqueo pensó Filaleta, ni si arquético tiene valor subjetivo u objetivo.
[10] Originalmente “polum” significa “cielo”; aquí es usado con el sentido de “norte celeste”, donde se encuentra la estrella polar (o celeste por antonomasia), o sea, la estrella del régulo de antimonio.
[11] Más adelante (pág. 221) menciona algunos autores y obras que enseñan específicamente lo que él llamó vía seca universal.
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