Mar Rey Bueno y Miguel López Pérez
La historiografía de la ciencia en España, en los últimos cuarenta años, ha defendido la tesis de la existencia de un movimiento novator en el ámbito de las ciencias biológicas y médicas, encabezado por un grupo de médicos, preferentemente, dedicados a defender la introducción de las doctrinas modernas en la Península y su adecuación a las curriculas universitarias, de forma semejante a lo que se venía observando en el resto de Europa1. Esta misma historiografía ha establecido como patrón de estudio las obras publicadas en los últimos veinte años del siglo XVII, a partir de las cuales, ha definido tres tipos esenciales de médicos: los galenistas, cerrados a cualquier tipo de novedad; los galenistas moderados, conocedores de las novedades, que solo las introducían en sus postulados como meras correcciones de detalle; y los novatores, defensores de la ciencia moderna, impulsores de la renovación y responsables de la toma de conciencia sobre el atraso de la ciencia española2.
Nuestra intención, con el presente trabajo, es enfocar la situación desde otra perspectiva diferente y elaborar una nueva hipótesis en virtud de los resultados obtenidos. En primer lugar, consideramos que no fue necesario introducir la terapéutica química moderna en España porque, de hecho, parecía circular de forma corriente entre los sectores sanitarios implicados. En segundo lugar, se hace necesario definir que colectivo es objeto de nuestro estudio. Todo parece indicar que las cuestiones sobre tradición o modernidad observadas en los calurosos debates de finales del siglo XVII se limitaban a un grupo muy concreto de personajes, ubicados en ciudades especificas, lejos de la gran masa de médicos, cirujanos o boticarios que ejercían su profesión al margen de estas cuestiones. En tercer lugar, todo parece demostrar que no hay una clasificación tan precisa como la realizada por la historiografía tradicional. Si ampliamos el objetivo, solo observamos dos posiciones: los que critican las novedades y los que las defienden. Si nos fijamos con mas detalle, podríamos establecer multitud de posicionamientos, pues nadie defiende, al 100%, las mismas ideas que otro, aunque se encuentren en el mismo bando. En cuarto lugar, y consecuencia directa del punto anterior, se observa la ausencia de conciencia de grupo por parte de los llamados novatores. Al menos, en los estados iniciales del proceso. Esta conciencia de grupo puede surgir en la primera década del siglo XVIII, cuando los principales implicados en las polémicas de finales del XVII han desaparecido prácticamente del panorama literario. Es en ese momento cuando el entorno de la Regia Sociedad de Medicina de Sevilla se erige como estandarte del movimiento de renovación, amparada por la posición de privilegio que emana de saberse protegidos por la corona, y surge una mayor conciencia de equipo.
Como base de estudio hemos tomado las polémicas que enfrentaron a ambos bandos, partidarios y detractores, en las dos ultimas décadas del siglo XVII y primera del siglo XVIII. Se observa una clara radicalización de posturas: ni es cierta la ausencia total de conocimiento de la ciencia moderna en España, tal y como defienden los novatores, ni la poca formación y ausencia de preparación de los renovadores, tal y como defienden sus detractores tradicionalistas. Cada polémica parece tener un objetivo definido y, al menos inicialmente, en nada se relaciona con las demás. Todas surgen en dos focos principales de la geografía española: Madrid y Sevilla. En general, todas tienden a una búsqueda de protagonismo entre los renovadores y un temor por ver tambalearse sus posiciones de privilegio entre los tradicionalistas.
En segundo lugar, las diversas polémicas relacionadas con el empleo de medicamentos químicos, observadas en el panorama español de finales del siglo XVII. Estas polémicas suponen una instrumentalización de las nuevas prácticas químicas en pos de conseguir, en general, un acceso al poder. Pero no se trata tan solo de una lucha entre tradición y modernidad, centrada en el aspecto intelectual, sino que envuelve factores sociales, políticos y personales. El conocimiento pleno de la situación pasa por el análisis en profundidad de las principales polémicas que enfrentaron a tradicionalistas y renovadores: la llamada polémica sobre el Agua de la Vida, de Luis de Alderete y Soto, que marca el punto de salida de todas las demás; el empleo de la quina, los nuevos medicamentos químicos y la denuncia del atraso de la ciencia española, iniciada por el medico valenciano Juan de Cabriada; los arcanos sanativos y el intento de creación de una Academia Espagirica Madrileña de fray Buenaventura Angeleres; los médicos revalidados sevillanos y la creación de la Regia Sociedad de Medicina de Sevilla y la llamada polémica del antimonio, ya inmersa en pleno siglo XVIII. Todo apunta a que las polémicas en torno al uso o no de medicamentos químicos no son, ni mas ni menos, que diversas formas de acaparar el interes para alcanzar una determinada cuota de poder. Así, las polémicas de Alderete y Angeleres vienen motivadas por el desprestigio de la medicina oficial y la búsqueda de remedios en otros ámbitos; la polémica de Cabriada es un enfrentamiento con los galenistas cerrados a la aceptación de un nueva forma de curar; la polémica de los médicos revalidados sevillanos se origina por una injusticia de la medicina académica, que premiaba la formación universitaria frente a la practica diaria; la polémica del antimonio es, a todas luces, una lucha por la consolidación ante el nuevo monarca francés de un sector de la medicina cortesana, encabezada por Diego Mateo Zapata, medico personal del principal valedor de Felipe V, el cardenal Portocarrero.
La primera etapa viene marcada por la aceptación de prácticas de origen claramente alquimista, entre otras, la destilación. La segunda etapa consiste en una aceptación del uso de medicamentos de origen mineral para su consumo por vía interna.
2.- El Agua de la Vida de Luis de Alderete y Soto
El punto de partida de las polémicas sobre medicamentos químicos en la España de finales del XVII comienza con la aparición del Agua de la Vida, supuesto medicamento elaborado por el Regidor Perpetuo de la ciudad de Málaga Luis de Alderete y Soto3. Las primeras noticias sobre la aplicación del Agua de la Vida datan de 1673, según la propia declaración de su autor. Sera a partir de su establecimiento en Madrid, en 1678, tras ser nombrado Procurador Mayor en los Reales Consejos con la comisión de seguir y defender los pleitos que la ciudad de Málaga tenía en la Corte, cuando comience la verdadera difusión del Agua de la Vida4. Su fama y prestigio se extendieron por toda España hasta que el 5 de diciembre de 1681 el Real Tribunal del Protomedicato prohibió la Medicina Universal o Agua de la Vida de don Luis, a la vez que le conminaba a declarar sus ingredientes y el modo de hacerla ante los miembros del tribunal. Alderete buscó amparo en el monarca Carlos II, mediante una serie de memoriales5, a la vez que preparaba una respuesta en toda regla contra el auto del Protomedicato6. Incluso retó a los médicos madrileños a una sesión de cura en diversos hospitales de la villa, reto al que no respondieron los médicos, limitándose a decir que Alderete curaba por pacto con el diablo, acusación que Alderete rechazó.
“Como Ministro del santo Tribunal, se valió de él para defender su injuria solo, y se halló, que todo se reducía a causas naturales, todo en el grado superlativo, bonissimo, digno de elogios, y lauros (…) La nube que intentó poner la malicia, ya se quitó, y el santo Tribunal vio la luz de la verdad, y que todo se reduce a causas naturales; si no es que a tan graves, sabios, y desinteresados Ministros de su Magestad les quiera la malicia dezir algo”7
A partir de ese momento son numerosos los escritos que aparecen a favor y en contra de Luis de Alderete y su Agua de la Vida. Los principales ataques proceden de médicos conocedores de la filosofía química como Juan Guerrero8, Andrés Gámez9 y Justo Delgado de Vera10, a los que hay que añadir los fuertes ataques de personajes pertenecientes al sector tradicionalista mas ortodoxo, entre los que destaca Andrés Dávila y Heredia11. Como defensores de Luis de Alderete y Soto sobresalen Luis Amigo y Beltrán12 y fray Andrés de Villacastín.
¿Qué era en realidad el Agua de la Vida? Desconocemos la composición exacta, pues Luis de Alderete y Soto nunca lo desveló, pese a que critico la oscuridad que rodeaba a los escritos de otros autores que conocieron este secreto antes que el. Todo parece indicar que se trataba de una versión renovada del elixir vitae o quintaesencia de los alquimistas medievales13, tal y como se desprende de las descripciones que de su obtención hace Alderete. Ademas, Alderete nunca reclamó como propia la invención de esta medicina. Si hacemos caso de Félix Palacios, el Agua de la Vida no era otra cosa que el Spiritus Manna:
«Este espiritu de ha tenido por un gran Arcano para casi todas las enfermedades, dandole mixto con veiculos apropiados à las enfermedades: lo cierto es, que es diaforetico, y deobstructivo, y penetrante, que destruye los acidos, que se hallan dentro del cuerpo, que causan muchas enfermedades. Su dosis es de diez gotas hasta quarenta, según el sugeto, y la enfermedad.
Este es el Agua de la Vida de Alderete, que tanto ruido hizo en Madrid en os tiempos passados; pero al presente se sabe que solo es un spiritu empirreumatico, y que no puede hazer los admirables efectos que se le atribuian, mejor que otros espiritus semejantes.
El Ilistre Ettmulero dize en el commentario, sobre Escrodero, que es un excelente Menstruo para extraer el Azufre del Oro; pero no aviendo quien hasta lo presente lo aya separado, se podra juzgar, que dissolverá alguna parte del. este es el Menstruo del Oro, que algunos dizen es insipido, y en que Alderete dissolvia el Oro, y despues le llamava Oro Potable , y Agua de laVida , que despues le davan la virtud contra todas las enfermedades»14
Su utilidad terapéutica, como era preceptivo en la quintaesencia alquimista, era infinita:
“Pues esta agua, tomada en debida proporcion, y en vehiculo apropiado al achaque, en tres, o quatro horas libra al Niño, y al Grande del afecto, y daño que padece. Sana las viruelas, la epilepsia, alferezia, y aplopexia, y otros achaques. Muchos Testigos ay vivos desta verdad, que lo depondran con juramento, en todo genero de enfermedad, y venenos, dados para matar”15
No parece, pues, que las ideas paracelsistas hubieran ejercido mucha influencia sobre Luis de Alderete, pese a conocerlas y hacer referencia a muchos de sus representantes. De hecho, uno de los principales medicamentos defendidos por los paracelsistas, el antimonio, es considerado por Alderete como un veneno. Las teorías de Alderete están más cercanas a los alquimistas medievales de finales del siglo XIV16, defensores de la existencia de un fármaco perfecto obtenido por sucesivas destilaciones del vino. Esa es la razón por la cual, desde la historiografía tradicional, se ha considerado que lo que hacía Alderete no era más que un aguardiente17. Así lo vieron también algunos de sus detractores, entre los cuales situamos al médico real Lucas Martínez, que en su aprobación de la obra de Juan Guerrero dice:
“assi juro que el Agua que llama de la vida, que es de Raymundo Lulio, lo fuesse no sienso porque es un espiritu o aqua vitae que es lo mismo que el agua ardiente (que esso es aqua vitae). Y como el sonido del aqua vitae suena al vulgo Agua de la Vida causa confussion y equivocacion”18
Pero todo parece indicar que este Agua de la Vida era algo más que agua, pues producía reacciones poco apacibles en el estómago. Incluso, se puede relacionar a Alderete con la hidroterapia y los llamados médicos del agua19.
Pese al auto del Protomedicato, el Agua de la Vida siguió registrando todo tipo de éxitos terapéuticos. Incluso el propio monarca, Carlos II, se intereso por su elaboración. Por orden del rey, fray Andrés de Villacastín se entrevisto con Alderete. Villacastín era un destacado boticario y medico, formado en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, con bula papal para ejercer la medicina y autorizado por el Protomedicato. Experto en química, escribió una de las mas ardientes defensas de Alderete y su Agua de la Vida. Según Villacastín, toda la polémica se origino por la envidia concitada entre los médicos, que veían peligrar sus fortunas si el remedio de Alderete curaba todas las enfermedades
“Como el agua de la vida tiene tan maravillosos efectos comprovados con tantas, y tan repetidas experiencias, ha parecido a los Medicos el hazerla la mayor oposicion, aunque se aventure la salud publica; porque si el agua anduviesse por el Reyno, no les dexaria que hazer; y esta es la unica causa de la oposicion”20
En la polémica sobre el Agua de la Vida ya comenzamos a observar algunas características comunes en otras posteriores. Entre ellas, destacan el empleo de la religión como arma arrojadiza contra los novatores, los elevados conocimientos alquimistas observados en los tradicionalistas mas intransigentes o el papel que debían representar los boticarios en todo el proceso de aceptación de novedades químicas dentro de la elaboración de medicamentos.
A lo largo de las dos ultimas décadas del siglo XVII observamos como se acusa a los novatores de seguir doctrinas herejes, circunstancia aprovechada por los ortodoxos para intentar poner fin a un proceso que estaba perdido de antemano: frenar la evolución natural de la ciencia. Tradicionalmente se ha considerado que la ley de Felipe II de 1559, prohibiendo la salida de estudiosos al extranjero, y las normas restrictivas de la Inquisición, en cuanto a registro de todos los libros que llegasen a España y elaboración de indices de libros prohibidos, actuaron como barrera insuperable para la difusión de las nuevas ideas filosoficas y cientificas21.
La lectura de las obras producidas en la España de finales del siglo XVII nos muestran un panorama bien diferente. La cita de autores prohibidos se convierte en practica habitual tanto en autores renovadores como en tradicionalistas. No deja de resultar sorprendente que la obra de Villacastín, texto dedicado a la defensa de la química y de un remedio claramente alquimista como el Agua de la Vida, sea aprobado por destacados representantes de la curia religiosa española. Entre otros, por fray Jerónimo de la Cruz y fray Joseph Pastor, miembros relevantes de la Orden de San Jerónimo, que resaltan:
“El zelo (…) en descubrir lo mas recondito, que se halla en la preparacion, y disposicion de las elaboraciones de los medicmanetos, que se toman de los animales, metales, plantas, y yervas, para subvencion de los enfermos, y achacosos, pues consiste su acierto en la separacion de las partes, y virtudes de los cuerpos naturales, y mixtos, para assi disueltas sean mas seguros, y saludables, y esta operación es sin duda necessaria para el acierto, por hallarse tan complicadas, y mezcladas en los mixtos, qualidades tan encontradas, y opuestas entre si, y que unas pueden ser veneno, y otras antidoto, según la disposicion, y causas de las enfermedades”22
Más destacada es, sin ningún lugar a dudas, la aprobación de Juan Cortés Ossorio, jesuita calificador de la Inquisición y miembro de la Junta de Reformaciones, donde hace todo un alegato a favor de la modernidad:
“Es vicio de nuestra naturaleza el que comunmente medimos las prerrogativas agenas por las proprias, y que los hechos estraños se tengan por fingidos, no teniendo exemplares en los domesticos; pero si esta regla fuera cierta, imprudentemente esperarian los hombres conseguir en las ciencias, y en las Artes, lo que ignoraron los tiempos, que precedieron, y no se huvieran emprendido las hazañas, con que no solamente los Imperios, sino que el mismo mundo se engrandeció. Entre la credulidad ligera de qualquier novedad, y el austero rigor de ceñirse a lo sabido solamente, debe mediar la prudencia, y suspender el juizio, hasta que la experiencia sentencie difinitivamente por una, o por otra parte. Entrarse en la esphera de la possibilidad a numerar el archivo, y promptuario de la omnipotencia de Dios, mas parece arrogancia de quien se juzga muy sabio, que moderacion de quien venera lo antiguo. En la inmensa capacidad de lo possible no ay mas limites que la repugnancia, y contradicion de los terminos; y si esta falta, no tiene voto la admiracion, ni la estrañeza de quien no alcaça a entenderlo, y de quien no sabe explicarlo”23
para terminar con una defensa de la química que sorprende en un calificador inquisitorial:
“Este globo de tierra, que pisamos, como los demas elementos, de que vivimos, se transmutan y transforman unos en otros, como si todo este universo se conservasse con la Chymica. Las fuentes, que en las montañas con invariable raudal continuamente corren, no tienen otro principio que destilarse en la concavidad de los peñascos por virtud de los fuegos subterraneos, que de la humedad de la tierra sacan perpetuos vapores, que hiriendo en la frialdad exterior se convierten en rocio. Pues quien puede poner duda en que los alambiques transformen unas materias en otras? El agua de la vida, ni por sus admirables efectos, ni por su universalidad, ni por las demas excelencias, que su autor le atribuye, debe ser excluida de la possibilidad. El Sol, siendo uno mismo, produce tanta diferencia de metales, de yervas, y de plantas, como si fuera sola una causa. Pues si la naturaleza pudo hazer que de un mismo principio se origine la yerva venenosa, y la saludable; lo frio, y lo calido, según la disposicion que halla en la tierra; porque no avrá un mediamento, que pueda inducir calor, o frio, según la necessidad de aquel a quien se le aplica? (…) Pues porque no podrá Dios permitir al arte de los hombres el que copien lo que tantas vezes ha dibujado la naturaleza? Siendo pues cierta la possibilidad del uno, y otro assumpto del autor, toda la controversia se reduce al acto practico; y no puede la Philosophia recatearlos la provabilidad, que con tan repetidos actos se testifica” 24
No deja de llamar nuestra atención los elevados conocimientos que manifiestan ambos bandos, partidarios y detractores del Agua de la Vida, sobre los diversos conceptos enmarcados dentro de la tradición alquimista. Esta sorpresa seria menor si se conociera la realidad histórica y se dejase de considerar que entre la alquimia y la química existía, en el siglo XVII, una clara oposición, concepción totalmente alejada de lo que consideraban los científicos del momento. Para estos, química y alquimia eran dos términos sinonimos25. Así, Villacastín define la química como “una arte que enseña a disolver los cuerpos naturales mixtos, y a fijar los disueltos para hacer los medicamentos mas gratos al gusto, mas saludables, y mas seguros”26y diferencia dos partes dentro de ella: una, que trata de la preparación de los medicamentos que se toman de animales, minerales, metales, piedras y vegetales y otra, que trata de los metales y sus transmutaciones, llamada Alchymia, Alchemia, Crisopeya, Metalurgia, Arte Aurífera o Arte Hermética.
No muy alejadas de esta posición se encuentran las tesis de Andrés Gámez, la voz de la medicina oficial, quien recomienda a Alderete que no pretenda enseñar al Protomedicato la existencia de la piedra filosofal, pues todos los médicos doctos tienen conocimiento de este hecho, habiendo leído a muchos de los que disertaron sobre el tema, entre otros, al propio Van Helmont:
“que es autor que todos le tienen que en su presencia hizo un forastero la transmutacion del mercurio en oro fino, con muy poca cantidad de ciertos polvos: luego no son necesarias nuevas persuasiones, y conatos, para que cada uno tenga en esta materia la fe que le pareciere justa”27
Es decir, no solo demuestra el perfecto conocimiento de toda la clase medica oficial de la obra de Van Helmont, autor prohibido por los índices inquisitoriales, sino que se manifiesta abierto a todo tipo de interpretaciones respecto a la posible transmutación alquimista. Incluso expone su propia opinión, considerando la transmutación como una purificación y un perfeccionamiento de la materia:
“La Medicina universal purifica al hombre, como el antimonio al oro; pero ni aquella, ni este los transmutan: la piedra filosofal de un metal hace otro mas perfecto, pero de especie diversa”28
Sera también dentro de esta polémica cuando surja por vez primera una afirmación que se va a hacer frecuente en los escritos posteriores: son los boticarios los únicos interesados en conocer las practicas espagiristas
“Los Boticarios saben cuanto hay que saber de la Pharmaceutica Spagirica Racional; porque esta Arte es la que propiamente se llama Separatoria, con que los remedios se preparan, y purifican, para que purgados de sus impurezas, se apliquen mas essenciales, y activos; asi la definen los mismos Spagiricos. Est ars corpora naturalia mixta solvendi, & soluta coagulandi; ad medicamenta gratiora, salubriora & ratiora consinanda. Y pues su fin es para preparar mejor los remedios; a solos los Pharmacopeos pertenece”29
Esta visión, defendida por los llamados tradicionalistas moderados, lejos de suponer una defensa de la clase farmacéutica, parece una forma de alejar la atención del verdadero interés de los defensores de la espagiria: institucionalizar sus practicas, crear todo un corpus doctrinal mas allá de las simples tareas de laboratorio. Máxime cuando tenemos constancia de la ineptitud de muchos boticarios, tal y como aseguran algunos de sus mejores conocedores, entre otros, el mismo Villacastín
“Se Rien los Estranjeros, y nosotros los Españoles debieramos llorar de lo que obran los Boticarios, que todo es una mecanica. He conocido a muchos que no saben leer; muy pocos los que han sabido un poco de latin; y raros los que en aquella cortedad han sabido obrar en lo que ponen sus dificultades, que se podian reñir con cuchillos de plomo. En otras partes los disculpare, porque no se enojen, que los pobres siguieron las Pharmacopeas de romance, no las latinas modernas; que enmendaron muchas cosas. Si el Protomedicato hiciese revolver su Archivo, alli hallara causas de Boticarios, y una con sentencia de muerte de horca; y el por que, es tan grande, que no cabe en este escrito, ni hay para que referirle”30
Eso no quiere decir que no existieran boticarios perfectamente informados, que descollaron en la química del momento, tal y como tendremos oportunidad de ver en otros artículos de este libro, pero fueron una pequeña élite, la punta de un iceberg compuesto por multitud de ignorantes que desconocían los rudimentos más básicos de su arte. Quizás sea éste el motivo fundamental de la ausencia de espagiria al mismo nivel que otros países europeos, sin ir más lejos, Francia, donde el principal impulso a las prácticas químicas orientadas a la elaboración de medicamentos vino de la mano de boticarios instruidos, capaces de organizar cursos de química y escribir manuales apropiados para la enseñanza de sus compañeros.
También será a raíz de la polémica del Agua de la Vida cuando aparezcan dos hechos destacados para el análisis del movimiento novator. Por una parte, la conciencia contemporánea sobre el término novator. Por otra, la existencia de un médico que actuó como brazo ejecutor del Protomedicato en las principales polémicas renovadoras, el granadino Andrés Gámez.
Las polémicas objeto de estudio del presente trabajo se han enmarcado, dentro de la historiografía de la ciencia española, dentro del denominado movimiento novator, tomando este termino como sinónimo de la renovación producida en la ciencia de finales del siglo XVII. Sin embargo, el termino novator tiene una significación mas amplia. Surge en el contexto filosófico del siglo XVII, especialmente en las polémicas anticartesianas desatadas en Francia debido al enfrentamiento entre los escolásticos y los renovadores o novatores31.
Esta es la significación que se atribuye al termino en España. Las primeras polémicas en torno al termino novator surgen en la segunda decada del siglo XVIII, cuando el fraile Francisco Palanco, calificador inquisitorial, lo utiliza como soberbia y herejia32. Rápidamente es contestado por defensores de la nueva filosofía, como Francisco de la Paz, profesor de teología, quien advierte que el calificativo de novator no puede aplicarse a aquellos que defienden una doctrina tan antigua como la de los atomos33 o por Juan de Nájera que, bajo el seudónimo de Alejandro de Avendaño, defiende los mismos postulados34. esta ultima obra va precedida de una extensa censura de Diego Mateo Zapata, cuya principal preocupación consiste en hacer aceptable a los teólogos las nuevas teorías físicas aun a costa de relativizar su novedad, ante el peligro que suponía una confrontación directa con la religion35.
Pero el termino novator ya había aparecido, tres décadas antes, en la literatura española. Fue Justo Delgado de Vera, uno de los detractores de Luis de Alderete y Soto, el primero en calificar como novatores a todos aquellos que deseaban introducir novedades en materia terapéutica:
“De suerte, que el Agua de oro purisimo, u oro potable, Agua de Vida, y Agua de Vino (que es el espiritu) y el agua ardiente rectificado, es una misma cosa, en sentir de Arnaldo, de que se saca, y deduce, cuan facilmente le citan por su Agua de la Vida los presentes Novatores”36
Es decir, los considerados por la historiografía actual como pertenecientes a la subcultura científica extra académica eran, para sus contemporáneos, novatores. Se incluían, en un mismo saco, a personajes defensores de las practicas alquimistas mas tradicionales junto a iatroquímicos conocedores de las novedades mas recientes. Todo ello abunda en nuestra teoría sobre la clasificación de los diversos personajes enzarzados en polémicas a finales del siglo XVII. Solo podemos establecer dos grandes grupos: defensores y detractores de la filosofía química como nuevo sistema de explicación del macro y microcosmos.
Si resulta interesante la perspectiva que de sí mismos y de sus oponentes tenían los polemistas, no menos importante es la visión que de todos ellos ofrecía el Protomedicato, máximo tribunal sanitario español, encargado de otorgar las licencias de ejercicio a médicos, cirujanos y boticarios y responsable de velar por la ortodoxia en la práctica profesional.
El Protomedicato no permaneció impasible ante los acontecimientos desatados en las dos décadas finales del siglo XVII. Ya hemos visto que, en su calidad de defensor de la salud publica, prohibió la dispensación del Agua de la Vida sino se daba a conocer su composición. Pero no se quedo en ese punto, sino que encargo a uno de sus miembros, el médico de familia Andrés Gámez, la elaboración de una respuesta a los ataques recibidos por Alderete. Era la primera vez que esta institución intervenía, aunque fuera de manera indirecta, en una polémica, pero no seria la ultima.
Natural de Granada, Andrés Gámez había sido catedrático de método de su Universidad durante cuatro años. Accedió a la corte como médico de familia en 1672 y fue encomendado al servicio de los marqueses de los Vélez en calidad de médico personal. Como tal, acompañó al marqués a Orán, donde estuvo seis años, a Cerdeña, donde ejerció como catedrático de vísperas, y a Nápoles, donde fue catedrático de prima y protomédico durante siete años.
En diversos memoriales que envió a la corte, con la intención de ascender en el escalafón jerárquico, declaraba profesar la medicina racional de Hipócrates y Galeno, aunque también se había instruido en medicina hermética y química, indagando en la virtud de los remedios de esta naturaleza, que elaboraba en el laboratorio químico que tenía en su casa napolitana. Era, por tanto, un perfecto conocedor de la filosofía química, tal y como demuestra en numerosos escritos37.
Su principal obsesión era la lucha contra la subcultura científica, heredada de su estancia napolitana, donde había sido protomédico y, por tanto, primer encargado de hacer cumplir la normativa española en materia sanitaria. Desde su regreso a España, en 1683, participó en muchas de las polémicas que enfrentaron a tradicionalistas y renovadores38, transformándose en el primer perseguidor de los empíricos. En esta línea se adscribe su Discurso filosófico, medico e historial, verdadero derroche de conocimientos filosóficos y médicos, desde los más antiguos hasta las últimas aportaciones, donde alaba las buenas cualidades de la química siempre y cuando sean puestas en manos doctas:
“En la parte noble de la chymica, que no tiene por materia el açogue, antimonio, y otros sospechosos medio minerales, se dan, Señor, muchos, y selectos remedios, de cuya eficazia, y prontitud se consiguen grandes progressos en la curacion de graves, y pertinazes enfermedades. Pero por la misma razon que sean tales estos remedios, se aligan a las circunstancias de la buena preparacion, y congruente aplicación de Medico racional, y diestro en el conocimiento del sugeto, la enfermedad, sus causas, tiempo, y ocasión, & c. pues de otra forma será qualquiera de ellos como una cortante espada governada de irracional impulso”39
Desde su posicionamiento de médico dogmático, Gámez no pone en tela de juicio las supuestas virtudes curativas del Agua de la Vida en determinadas enfermedades pero rechaza de pleno que se trate de la Medicina Universal, tan cacareada por los químicos en general y por Alderete en este caso particular
“si estos Autores huvieran alcanzado la Medicina Universal, o en la verdad las que traen en sus libros, con el titulo de Universales, lo fueran assi, y por su medio curaran todas las enfermedades, fueran superfluos tantos volumenes como gastan en escribir los medicamentos particulares; con que tengo por cierto e infalible, que todos han desconfiado en mucha parte de estas Medicinas Universales”40
Notamos, por vez primera, los elevados conocimientos que los supuestos médicos tradicionalistas tienen de las controversias que se han producido en toda Europa a lo largo del siglo XVII. Ésta será la bandera enarbolada por los médicos dogmáticos, como ellos mismos se denominan: sus profundos conocimientos de la medicina química y la necesidad de ser empleada con cautela, pues no está exenta de peligros y no supone la panacea universal.
3.- La Carta filosofica medico-chymica (Madrid, 1686) de Juan de Cabriada
Cuando parecían apagarse los últimos rescoldos de la polemica sobre el Agua de la Vida surge la segunda de las grandes controversias objeto de nuestro estudio: la motivada por la Carta filosofica, medico-chymica41 del medico valenciano Juan de Cabriada42.
El motivo primero de la Carta es el comentario de las tercianas que aquejaron a un Grande de esta Corte43 y las medidas terapéuticas decididas por la junta de médicos que atendieron al enfermo. Estaba esta junta formada por los principales representantes de la medicina oficial y, entre ellos, se encontraba Cabriada, que discrepo de la aplicación de remedios clásicos. Tras exponer su opinión, mas cercana a las doctrinas modernas, observo como la junta rechazaba su actitud. este fue el motivo que origino la Carta de Cabriada, encaminada a ensalzar las beneficiosas propiedades terapéuticas de la quina, los medicamentos químicos y denunciar el atraso de la ciencia española.
El aspecto más novedoso de la obra de Cabriada es la conciencia de hallarse en una nueva era, en la cual se han descubierto muchos aspectos que permanecieron ocultos a los antiguos, especialmente en el campo de la terapeutica:
“Se han discurrido medicamentos grandes, y estupendos, que la Antigüedad ignoro: Se ha penetrado hasta lo mas intimo de la Naturaleza: No ha habido Mineral, ni Metal, a quien no se le hayan abierto los mas ocultos senos, para llegar a las mas escondidas Noticias”44
Aboga por la experimentación centrada en tres tipos de saberes: anatómicos, prácticos y químicos, con especial incidencia en estos últimos. No fue Cabriada el primero en resaltar la importancia de la química para la practica medica. Casi cuarenta años antes, el fraile benedictino Esteban Villa hizo la primera defensa radical de la terapéutica química, convirtiéndose así en un adelantado de la renovación científica española45.
A lo largo de su vida, fray Esteban publicó cinco obras, que le convirtieron en uno de los autores farmacéuticos más destacados del siglo XVII46. Las primeras menciones a nuevas prácticas en la elaboración de medicamentos aparecen en su Examen de boticarios, donde dedica un pequeño apartado a citar las principales aguas destiladas, elaboradas según principios alquímicos, recomendando como manual la obra de Diego de Santiago47. En su segunda obra, Ramillete de plantas, dedica mayor espacio a hablar sobre diversos productos obtenidos por destilación48. Sus últimas obras se muestran mucho más atrevidas, combinando la explicación de diversas prácticas destilatorias con la defensa de una química aplicada a la elaboración de medicamentos químicos. Así, en su obra Libro de simples incógnitos en la Medicina, hace una primera crítica velada a los clásicos, planteando la necesidad de abrir nuevas vías de investigación, y defiende vivamente el empleo de quintaesencias en terapéutica, en un párrafo que se ha convertido en el primer alegato a favor de la química en la ciencia española:
“porque del uso de semejantes extractos se siguen dos provechos muy grandes, el uno eficacia en la medicina, el otro que no es necesario dar de ella mucha cantidad, porque parece que el alma o espiritu de la cosa, reside en una gota: Seria muy conforme a razon, que los temidos depusiesen todo el recato y miedo que suelen tener tan grande, cuando no se atreven a ordenarlos, aunque vean morirse los enfermos, con que los privan a veces de los mayores auxilios que tiene la chimica para vivir”49
No fue Villa el único en defender este nuevo tipo de terapéutica. El ya mencionado Villacastín, contemporáneo de Cabriada, dedicó la primera parte de su defensa a Alderete a hacer toda una declaración en regla a favor de la química50. Sus objetivos iban más allá de los expuestos por Villa. Denuncia la postura despreciativa de algunos médicos ante la química: unos no quieren hablar del tema y otros confiesan orgullosamente su desconocimiento más absoluto. Frente a la situación observada en el resto de Europa51, en España existe un rechazo abierto por la química. El argumento más sostenido es que “en España no prueva bien la Chymica”52, a lo que responde Villacastín que las razones no deben buscarse en la química, sino en quien no quiere conocerla.
En esta misma línea de pensamiento se inscribe Cabriada. Pese a que reconoce no querer saber cuales son las causas por las que no se avanza en el conocimiento experimental de la naturaleza53, a través de su escrito se vislumbran dos razones fundamentales: la desidia que causa en el científico español todo lo que se relacione con la investigacion54 y la lucha generacional entre dogmáticos y renovadores, sinónimos de antiguos y modernos, respectivamente55.
el mismo, formado en las disciplinas galenistas ortodoxas, manifiesta haber adoptado la experiencia y razón como divisas tras leer detalladamente las obras de los mas famosos científicos europeos
“HAbra alguno tan obstinado, que niegue la gran Luz, y Utilidad que se le ha añadido a la Medicina por los Nuevos Experimentos Chymicos? HAbra ya alguno, que diga, que la Chymica es mala? Yo creo que no; porque si los que la examinan despacio, la profesan; bien se conoce, que la ignorancia influye el odio, si la noticia influye el Amor. De los que llegan a conocerla, rarisimo, o ninguno, es el que no la abraza; porque conociendo lo que ignoraron, aborrecen lo que profesaron, y profesan lo que aborrecieron, como me ha sucedido a mi”56
dejando de lado las afirmaciones de los médicos dogmáticos que apuntaban la inutilidad de la química pues, si los antiguos habían curado sin ella, ¿cuál era su necesidad?
“ahora en este siglo, con la fertilidad de los Ingenios, ha venido la grande Copia, y Selva de Medicamentos, que nos ofrece el Arte Chymica, como los Sales, los Extractos, las Tinturas, las Quintas-Essencias, los Elixires, y otros muchos, de que antes careciamos. Y en suma, tenemos mas Armas para vencer a nuestros Enemigos las Enfermedades. No es gracioso Argumento: No usemos de ellas, porque Nuestros Antepasados no las usaron? No fuera buen dezir: No usemos de Bombas, ni Carcases, en medio de que Nuestros Enemigos nos queman; porque Nuestros Antiguos no usaron de estas Armas?”57
El enfrentamiento entre tradición y modernidad se hace patente a lo largo de toda la obra de Cabriada. Sin menospreciar la labor realizada por los antiguos58, defiende la introducción de las nuevas teorías aportadas tras un siglo tan fecundo en la investigación científica como fue el XVII. Tras el discurso de Cabriada se puede observar el desencanto que produce en este joven médico el desprecio al que se ve sometido a causa de su juventud y sus deseos de renovación59 y la falta de deseos de innovación por parte de los más elevados sectores de la medicina oficial, pese a que muchos de sus miembros usan de las medicinas químicas60.
Esta situación se reproducirá diez años después, cuando pretende los honores de médico de cámara. Como méritos para ostentar tal petición presenta los veinte años de ejercicio, los estudios que le han ayudado a perfeccionar sus conocimientos químicos y los dos libros que ha publicado61. Considera que merece tales honores, aunque a lo largo de los años sólo ha recibido varapalos:
“y siendo tan natural cosa que al mérito siga el premio, sólo se le ha seguido el odio y emulación de muchos de los médicos procurando destroncarle el crédito y los ascensos con la mira de que no logre el real servicio de Su Majestad porque sigue con libertad filosófica las doctrinas más fundadas, como hará ver al Mundo, siempre que lo pidiere el caso, y porque no es nuevo en esta Corte tener el riesgo de ser envidiados los que assi se desvelan en beneficio de la salud pública”62
Aquí parece ir al centro de la cuestión. Frente a la opinión generalizada sobre la desinformación existente entre el sector tradicionalista de la medicina española, la lectura de sus textos nos muestran todo lo contrario. Observamos que tanto tradicionalistas como renovadores están al día de lo publicado en Europa y lo utilizan, dependiendo de sus intereses, como arma arrojadiza: los renovadores acusan a los tradicionalistas de su desconocimiento de las novedades y su desinterés por la innovación; los tradicionalistas responden con la cita desmesurada de autores que, teóricamente, desconocen y acusan a los renovadores de practicar una medicina que no es más efectiva que la galénica y, sin embargo, ofrece mayor peligrosidad.
Si interesante es la visión ofrecida por Cabriada sobre el panorama médico ante los remedios químicos, no menos lo es la defensa de la quina y la interpretación iatroquímica de las tercianas, objetivo primero de la Carta y que motivó toda una encendida polémica a finales del siglo XVII.
En la actualidad se toma la información dada por Gaspar Caldera de Heredia en su De pulvere febrifugo Occidentalis Indiae, Provinciae de Quito, qui Romae dicitur Eminentissimi Cardinalis de Lugo, in Hispania Joannis de Vega63 como la más fidedigna para conocer el descubrimiento e introducción de la quina en la terapéutica española barroca64. Siguiendo sus noticias, la corteza de quina no comenzó a usarse en España hasta 1642. Su valor terapéutico fue descubierto por los jesuitas, cuyas misiones se encontraban en las cercanías de las minas. Allí observaron cómo los indios la utilizaban disuelta en agua caliente para evitar las tiritonas. Por analogía, pensaron en la posibilidad de emplearla contra la fiebre. La llevaron a Gabriel de España, boticario situado en las cercanías del Colegio de los Jesuitas en Lima, quien empezó a dar muestras a los médicos de la ciudad. Utilizada contra el paludismo, pronto dio buenos resultados. Su introducción en España viene de la mano de Juan de Vega, médico personal del virrey del Perú, conde de Chinchón. Vega regresó a España en 1641 con un gran cargamento de quina, que se distribuyó a través de un boticario sevillano, Diego Gómez Duarte, según el testimonio de otro médico contemporáneo, Diego Salado Garcés65.
La quina fue empleada y explicada dentro de un marco teórico galénico hasta la década de los ochenta del siglo XVII. Es entonces cuando aparecen las obras de Juan de Cabriada y de Juan Bautista Juanini66, cirujano de cámara de Juan José de Austria, donde se va a explicar la patogenia de la sangre y el mecanismo de acción de la quina desde las posturas iatroquímicas. Es el propio Cabriada quien describe las causas de las calenturas desde el punto de vista de la fermentación y recomienda como patrón de lectura a Tachenius y a Juanini67 mientras que Sydenham es el elegido a la hora de tomar una referencia para la forma de preparar la quina68:
“De ordinario la uso en unas Tabletas, que se componen de QUINA QUINA, de Genciana, de ojos de Cangrejos, de Sal Amoniaco Filosofico; con la suficiente cantidad de Açucar: Con que he experimentado prodigiosos sucessos, no tan solamente en las Tercianas, y calenturas intermitentes, sino en otras diversas Enfermedades”69
La obra de Cabriada produjo gran controversia. Inicialmente fue atacado por escritos anónimos, que bajaban al terreno personal, a excepción de la obra del médico catalán Cristóbal Tixedas, quien respondió a Cabriada en términos educados, lejos de los improperios observados en otras polémicas70. Posteriormente fue objeto de un segundo ataque tardío, a finales de la década de los noventa, motivado por el empleo iatroquímico de la quina. Uno de sus principales atacantes fue el Catedrático de Prima de la Universidad de Sevilla Alonso López Cornejo, que también ejercería un importante papel en la polémica suscitada por los médicos sevillanos revalidados. A través de su obra conocemos el uso que tenía la quina en Sevilla desde mediados del siglo XVII y la receta que él empleaba en el tratamiento de las tercianas71.
Es tratando de la quina cuando comienza el tan famoso alegato de Juan de Cabriada acerca del atraso de la ciencia en España y la necesidad de poner medidas que terminen con esa situación:
“Pero Nosotros, que hemos nacido en un siglo tan fertil de Ingenios, debemos alegrarnos mucho, pues en el hallamos los mejores, y mas seguros Remedios contra toda Enfermedad, con los Adornos de los Nuevos Experimentos Fisicos, Anatomicos, Practico-Chymicos; y por esto una Nueva Medicina, que por la Espagyrica nos ofrece la grande Selva de Medicamentos, que llevo dicha, para curar con presteza, seguridad, y gusto del Enfermo, las Dolencias, y Males mas graves, que por otro camino son incurables (…)
Porqué, pues, no se adelantará, y promoverá este genero del Estudio? Porqué, para poderlo conseguir, no se fundará en la Corte del Rey de España una Academia Real, como la ay en la del Rey de Francia, en la del de Inglaterra, y en la del Señor Emperador? Porqué, para un fin tan santo, util, y provechoso, como adelantar el conocimiento de las Cosas Naturales: (solo se adelanta por los Experimentos Fisico-Chymicos) no avian de hincar el ombro los Señores, y la Nobleza; pues esto no les importa a todos menos, que las Vidas? Y porqué, en una Corte como esta, no avia de aver ya una oficina Chymica, con los mas Peritos Artifices de la Europa; pues la Magestad Catolica del Rey Nuestro Señor, que Dios Guarde, los tiene en sus Dilatados Reynos, de donde se podrian traer los Mejores. O inadvertida Noticia! Y si advertida, o inutil floxedad!”72
4.- Los arcanos sanativos de fray Buenaventura Angeleres y la Academia Espagirica Madrileña.
La propuesta de creación de una academia renovadora se intentara hacer realidad pocos años después, de la mano del franciscano siciliano fray Buenaventura Angeleres, que llega a España ostentando el titulo de comisario general de los Menores Conventuales de San Francisco. Angeleres había ejercido previamente como teólogo del Príncipe Marco Antonio Iustiniani, de Venecia73.
Desconocemos cuando llega a España, pero el grueso de su producción literaria se concentra en los años 1692-1693. Entre ella, destacan los escritos dedicados a terapéutica, en los que expone su curiosa interpretación de la medicina. El primero de ellos, titulado Real Filosofía…74, fue prologado por el propio Juan de Cabriada, que se deshace en elogios hacia el autor y la obra.
Por las ideas defendidas, Angeleres se encuentra mas cercano a los postulados alquimistas tradicionales aplicados a la terapeutica75, a la existencia de la piedra filosofal76. Defiende la idea espagirista de medicamento77 y la existencia de una medicina universal, elaborada por procedimientos quimicos78. Se muestra contrario a la existencia de muchos pseudochímicos, que prometen falsamente la transmutación metalica79, o de aquellos que manipulan incorrectamente la materia, con la intención de elaborar un medicamento80.
Para Angeleres son tres los remedios universales aplicables a toda enfermedad: el azufre, el antimonio y el azogue. De todos ellos ofrece la receta y explica sus maravillosas virtudes81. Angeleres paso a ejercer la medicina en la corte madrileña, aun sin estar autorizado. Pronto llegaron numerosas quejas al Protomedicato, debido a los efectos secundarios negativos que ocasionaron algunos de los remedios propuestos por Buenaventura, que el llamaba arcanos sanativos. Sobre la composición de estos remedios solo tenemos noticia a través de los dos médicos que deslegitimizaron sus practicas: Pedro de Aquenza82 y Andrés Gámez83. Se trataba, al parecer, de remedios singulares realizados a partir de oro, plata y perlas84. El Protomedicato, como institución jurídica responsable de vigilar la adecuada practica medica, decidió tomar cartas en el asunto y obligar a Angeleres a cesar sus actividades. Los motivos fueron varios: el ejercicio fraudulento; la practica médica sin graduación universitaria; la publicación de sus conocimientos casi mágicos, capaces de curar enfermedades sin necesidad de purgas ni sangrías, lo que condujo a que le llamasen muchos enfermos; y el uso de remedios de composición desconocida85.
Informado Angeleres, para que dejase de practicar una medicina fraudulenta, bajo pena de excomunión mayor86, este decidió poner en practica una estrategia capaz de legitimizar su medicina:
“urdió el que un Cirujano de la Familia de Su Magestad, que Dios guarde, y del Buen Retiro, muy conocido suyo, diesse un memorial en su nombre, suplicando a Su Magestad, concediesse Licencia, y permiso al Padre Angeleres, de fundar una Academia, de la qual, a su parecer avia de resultar, casi, casi, la inmortalidad en toda esta Corte”87
Asi nace el proyecto de una Academia Espagirica Madrileña, con Carlos II como señor y conservador; el Condestable de Castilla, como consultor; Angeleres, en calidad de fundador; los médicos reales Andrés Gámez y Juan Bernés, como directores88; el cirujano pretendiente, como ministro ejecutor89; los protomédicos, como asistentes y aprobadores y los Grandes de España, como académicos.
La propuesta de Angeleres llego al Protomedicato, para que informase al respecto. Se les insinuo, a través del Condestable de Castilla, que fuesen raudos en la decisión. Francisco Enríquez de Villacorta favorecia la fundación de la academia pero Gabino Farina exigió que se examinase a Angeleres y sus arcanos y, si se comprobaba su bondad, se mandarían admitir en la Real Botica90.
La resolución final se fue retrasando y Angeleres, cansado de esperar, paso a la acción. El 1 de octubre de 1693 Acuso a Gabino Farina de haberle propinado veneno, que pudo vencer tomando sus propios arcanos; a Pedro de Astorga de su falta de conocimientos por no haber visitado tantas universidades como el y recomendó a Francisco Enríquez que siguiese a los filósofos mágicos, dejando las teorías galenistas91. Además, retó a cualquiera a disputar sobre sus ideas, en el Hospital de los Incurables, para ver quien sanaba mas enfermos92.
El Protomedicato no contesto a Angeleres, pero encargo la respuesta oficial a uno de sus componentes, Andrés Gámez, que ya había intervenido en la polémica del Agua de la Vida y que conocía personalmente a Angeleres93. Gámez realizo un estudio critico de la obra de Angeleres, apostillando a cada apartado y enfrentandola a la autoridad de competentes autores espagíricos como Van Helmont, Oswald Croll o Luca Donzelli, para terminar despreciando la terapéutica propuesta por el fraile:
“Hasta aquí ha llegado el desengañado tenor de estos celebrados arcanos, oro, plata, coral, y perlas, y no negaré que en estos ultimos se de por si mismos eficaz virtud medicinal, pero sin mas preparacion que una simple reduccion de sus cuerpos en polvo sutilissimo, sin el adminiculo de algun azido corrosivo”94
Gámez consideraba muy buena la propuesta realizada por Angeleres de crear una academia química semejante a las ya existentes en otras cortes europeas, siempre y cuando el ejercicio de las practicas espagíricas estuviese en manos doctas, y no en Angeleres, a quien Gámez considera un pseudo químico de los muchos que ofrecían grandes remedios careciendo de los mas elementales conocimientos de química. Asi, desde la primavera de 1693, y por auto del Protomedicato, se había prohibido a Angeleres el ejercicio de la medicina, al no tener la autorización necesaria. Pese a ello, existe constancia documental de que siguió ejerciendo su particular visión de la medicina95 hasta que fue procesado por el Tribunal de la Nunciatura por ejercer la medicina de forma fraudulenta96. Si hacemos caso de las ideas propuestas por Andrés Gámez, como representante del Protomedicato, no parece que este Tribunal fuera contrario al empleo de medicamentos químicos sino a su uso por parte de un empírico, pues no era aconsejable poner remedios potentes en manos de indoctos. Éste es el argumento del Tribunal para impedir la creación de una Academia Química, abierta al publico, donde cualquiera pudiera comprar tales remedios. Parece, pues, que la tendencia del Protomedicato era de un aperturismo a la aceptación de medicamentos químicos como un arma más dentro del amplio arsenal terapéutico. Solo desde esta postura puede comprenderse la decisión tomada unos meses después por Carlos II de incluir remedios químicos dentro de los realizados por sus boticarios en la Real Botica y que conduciría después a la creación del Real Laboratorio Quimico.
5.- Revalidados versus Doctores: los orígenes de la Regia Sociedad de Medicina de Sevilla.
Será en los últimos años del siglo XVII cuando las diferentes polémicas establecidas entre tradicionalistas y renovadores cambien de escenario, trasladándose la acción a la ciudad de Sevilla.
En la Sevilla de finales de siglo, como en otras partes de la Península, el tratamiento de un enfermo era consensuado, previamente a su aplicación, a través de las llamadas Juntas de médicos. En su composición entraban dos categorías distintas de profesionales. De una parte los doctores; de otra, los médicos revalidados97. La diferencia entre ambos era académica: mientras que los doctores presentaban largos años de formación universitaria, los revalidados se caracterizaban por su dilatada práctica obtenida tras años de experiencia junto a médicos ya aprobados. De cualquier forma, ambos necesitaban de la aprobación del Protomedicato para poder ejercer la medicina.
Estas juntas tenían un presidente, que siempre era el más antiguo en el ejercicio. Por un acuerdo entre doctores y revalidados sevillanos, se respetaba la antigüedad en el ejercicio práctico por encima de la formación académica. En el año 1696 esta concordia fue rota por los doctores del claustro médico de la Universidad de Sevilla, al decidir que debían ser ellos quienes presidieran las Juntas y no los revalidados, lo que originó que esta nueva situación se hubiera de solventar en el ámbito judicial.
Lo que inicialmente pareció una rencilla por honra desencadenó una feroz polémica, desarrollada en varios frentes. Como telón de fondo, tenemos una vez más el enfrentamiento entre defensores de la teoría galénica y diestros practicantes de la espagiria, junto con el temor de los primeros a verse desbancados de sus posiciones privilegiadas por el creciente prestigio de los segundos.
Podemos considerar tres fases dentro de esta polémica: la primera, motivada por el enfrentamiento entre revalidados y doctores por la presidencia de las juntas; la segunda, que enfrentó a ambos bandos por cuestiones filosóficas, terapéuticas o naturalistas; la tercera, que concluyó con la legitimación de los revalidados por el propio monarca Carlos II, con la creación de la Regia Sociedad de Medicina de Sevilla.
Frente a otras polémicas observadas con anterioridad, la presente comenzó con los galenistas. Fue su decisión de presidir las juntas de médicos la que desencadenó todo el proceso posterior, de consecuencias incalculables para ambos contendientes en el momento inicial de liza.
Las posturas de los doctores sevillanos fueron defendidas por Alonso López Cornejo, catedrático de prima de la universidad de Sevilla y médico de los Reales Alcázares a través de la publicación de un opúsculo titulado Questión médico legal98,
donde pueden seguirse todas y cada una de las alegaciones que hicieron los médicos revalidados por volver a conseguir la presidencia de las Juntas y las de los doctores por mantenerlas. Algunas entran en disquisiciones verdaderamente sutiles; pero otras nos ayudan a entender la situación interna y sus relaciones. Por ejemplo, los revalidados alegaron que debía ser el médico más anciano quien tuviera la presidencia. Los doctores, ante esta prerrogativa tan tradicional no se negaron, pero, lo hicieron de tal forma que fuera un doctor:
«El más digno es el más anciano y más anciano no es el de más edad, sino el que es más sabio. El Doctor ha de presidir y se ha de anteponer al que no lo es. Y asimismo el más digno se ha de juzgar el que es más anciano, y por más anciano, no se entiende el que es de más años de edad, sino el que es más sabio. Y siendo conocido el Doctor por más sabio que el que no lo es, siempre se ha de juzgar por más digno y se ha de anteponer y debe presidir la Doctrina de aquél que es más conocido.»99
Claro que las cuestiones disputadas eran más. Los doctores pretendían llevar su supuesta autoridad académica más allá de los recintos propiamente universitarios, como era el caso de las juntas. El problema, para los revalidados, estaba en el carácter eminentemente práctico de estas últimas: su único fin era proponer el mejor remedio al enfermo. Así, de presidir todas las juntas un doctor, podría darse el caso de que el enfermo no recibiera el mejor tratamiento para su enfermedad, ya que, si bien la formación teórica era superior en el doctor, la práctica lo era en el revalidado. Éste fue el argumento esgrimido por el representante de los revalidados en esta fase de la polémica, Miguel Melero Ximénez quien, casualmente, había sido alumno del propio López Cornejo. Para Melero:
“el grado de Doctor, es de authoridad grande, y que en virtud del, el Doctorado debe preceder al Bachiller, y Licenciado, en las funciones de la Universidad, y palestra litteraria; en esto no ay questión, ni nadie lo duda. La presente dificultad está solo, en si debe ser lo mismo Extra Universitatem, y en otros exercicios donde no llega la jurisdicción del Claustro”100
Es decir, una cosa era conducir ejercicios literarios y otra muy distinta elegir la terapia más apropiada para un enfermo. En la obra de Melero ya aparece la primacía de la práctica ante la teoría, característica fundamental del pensamiento renovador101.
Los doctores sevillanos iniciaron los trámites necesarios para conseguir un decreto del Protomedicato donde se prohibiese a los revalidados presidir las juntas102. Como contrapartida Miguel Melero, en calidad de representante de los médicos revalidados, envió un documento al Protomedicato donde daba cumplida cuenta de la situación y exponía las razones que les asistían, entre otras:
“que la Universidad no goza jurisdicción en las consultas, y funciones curativas: que la privativa potestad assiste al Real Prothomedicato; que por su aprobación confiere al Médico poder próximo, y facultad moral para los exercicios prácticos públicos de la Medicina, por lo qual para la precedencia entre Doctores, y no Doctores, y en todos los prácticos concursos se debe atender únicamente la antigüedad regulada por la referida aprobación del Real Prothomedicato”103
La resolución final vino de la mano de García Bazán, presidente de la Real Chancillería de Granada, que dio la razón a los revalidados104. Sabemos que los doctores no aceptaron de buen grado el no lograr sus objetivos. Pero más importante que eso es que los revalidados no se sintieron tampoco cómodos. ¿Por qué? La explicación tiene dos motivos. El primero fue que cuando los doctores recibían las citas para asistir a las juntas que, ahora por sentencia, debían ser presididas por un revalidado, no acudían:
«porque si uno citaba para una Junta, el otro no quería ir, y esto servia de perjuicio para el enfermo, no se estudiaba sino en escribir papeles, y sátiras, unos contra otros.»105
Lo que deducimos como el segundo motivo para la citada incomodidad de los revalidados es la verdadera causa de la negativa de los doctores a someterse a la sentencia: el rechazo que sentían por el tipo de remedios que venían indicando los revalidados, que no eran otros que los preparados según el arte separatorio106. Estas prácticas eran anteriores a la fecha señalada como inicio de la polémica, según declaración del médico sevillano Cristóbal de Luque :
«Un robusto quincuagenario padecía por el mes de diciembre de el año 1690. Assistian a su curacion dos medicos tan racionales que supieron cessar en la execucion de remedios, quando convino, quanto administrarlos utilmente en la oportuna ocasión. Remitieron algunos accidentes al quarto dia de la enfermedad y este mismo dia crecieron otros; y desconfiados de la prudente cessacion de remedios, el enfermo y familiares convocan a uno de los que vulgarmente llaman chymicos creyendo emmendar con su diligente administracion de socoroos la pereza y negligencia que a los medicos acusaban. Repugno el uno entrar en compañía con tan extraordinario huesped, ponderando la inutilidad de tal colega, para voto en materia tan grave.
Los dos medicos le retan publicamente para que assi de este desengaño resultaria al publico la conveniente prevencion de sus punibles imposturas. El hombre, al quinto dia se encontraba mejor, pero salio y se cogio un fuerte resfriado de pecho, siguio con los expectorantes dados por los dos medicos racionales, y parece que iba bien.»107
Preguntado el químico sobre sus conocimientos, leemos, entre los comentarios jocosos de Luque:
«Dicho del chimico: No he gastado el tiempo en aprender Aphoristicas reglas ni en leer sermocinales erudiciones, porque ni unas ni otras descubren el velo a los preciosos arcanos que Naturaleza encierra en los tres reinos: Animal, Vegetal y Mineral): Solo la experiencia (en cuyo robusto quicio estriva la Medicina) he fiado esta difícil empresa, por esso he peregrinado la más parte de Europa y a costa de muchas observaciones he debido a la Spagyrica la invencion de poderosos remedios para vencer hasta las mas rebeldes enfermedades, principalmente en la Anatomizacion de los Minerales, en quienes a porfias de las operaciones de el fuego reduzen los mas balsamicos aires, como que estos son el mas proporcionado deposito del Mercurio de la Vida.
Luque: Es muy verosimil para los hijos de Paracelso que el viento Aquilenor ocasione una dissolucion quando el Austral es author de coagulacion.
Chimico: Para ocasiones como esta tengo un secreto muy experimentado… El secreto no lo diré porque no es justo publicar lo que tanto ha costado ni exponer el desprecio lo que es tan estimable.»108
Los abiertos enfrentamientos entre doctores y revalidados hicieron que éstos últimos constituyeran una tertulia donde discutir amigablemente todas las cuestiones sobre los medicamentos químicos, y hacerlo en su propio entorno, fuera de la vista de los médicos galenistas, con los cuáles ya no podía haber ningún tipo de reconciliación ni entendimiento. Así pues, en el año 1697, cinco personas decidieron ser los primeros socios, los fundadores, y se advocaron a su patrón, el Espíritu Santo: los médicos Juan Muñoz y Peralta y Salvador Leonardo de Flores, el farmacópola Alonso de los Reyes, el presbítero Juan Ordóñez de la Barrera y el cirujano Gabriel Delgado.
Surgía así la llamada Veneranda Tertulia Hispalense, Sociedad Médico-Química, Anatómica y Matemática, cuya finalidad fundamental era leer libros de espagiria, alquimia y medicina química:
“Viendo, que los Authores modernos expagiricos, traen el methodo curativo mas suave, y mas primoroso, que los antiguos, se convinieron en juntarse todas las noches en Casa del Presidente, y alternativamente tomar puntos, y leer media hora, y la otra de argumento, y despues conferenciar sobre la enfermedad, que cada uno curaba, y lo que se ignoraba, con este estudio se aprendia”109
Así pudieron dar rienda suelta a sus comentarios sin temor a ser recriminados públicamente por algo que ellos, por otra parte, consideraban bueno y lícito. Y hasta tal punto lo consideraban así que decidieron crearse unas ordenanzas, funcionando como una especie de hermandad.
Se ha señalado que la eficacia histórica de este grupo de médicos debe buscarse en el hecho de que constituyeron una piña, apoyándose mutuamente cuando alguien les atacaba110. Y así es. Por primera vez observamos una conciencia de grupo, un objetivo perfectamente señalado y no una lucha quijotesca por defender cuestiones más o menos renovadoras. Sus ideas filosóficas también quedaron perfectamente marcadas: eran, ante todo, atomistas, más inclinados a aceptar las premisas de Gassendi y Maignan que las de Descartes, y profundamente involucrados en la batalla por integrar la química en la medicina, el método experimental en la filosofía natural.
Tras conseguir ver aprobada su contienda legal sobre la presidencia de juntas, se aprestaron a defender su ideología frente a quienes se encargaban de atacarles. Los frentes abiertos fueron, a grandes rasgos, tres: su rechazo por el tomismo aristotélico, que no encajaba con su descripción de los procesos químicos, sobre todo los relacionados con la digestión y la coagulación de la sangre111; su defensa de la espagiria aplicada a la elaboración de medicamentos y el empleo de la quina frente a las sangrías galenistas, como forma de curar las tercianas112; y los intereses naturalistas, especialmente en los campos de la mineralogía y la botánica113.
La profusión de respuestas, contrarrespuestas, opúsculos, folletos y demás escritos ha hecho que se defina a los componentes de la tertulia sevillana como grafómonos: cualquier motivo era bueno para tomar la pluma y escribir sobre las ideas defendidas. Esta acusación ya fue hecha por sus propios adversarios contemporáneos, que decían de ellos ser una congregación de zoilos y de servir sólo para escribir libelos y más libelos114.
Lejos de quedarse parados ante tal explosión literaria, los galenistas comenzaron a buscar la forma de acabar con una tertulia que respondía a cada uno de sus ataques. Se acusó a los tertulianos de realizar hechizos y magia, defender las cualidades ocultas y elaborar remedios mortíferos:
“el Cociliabulo de los Medicos Expagiricos usaba de Medicinas venenosas, y que los que no morian luego, dentro de 6. meses morian; y si por variacion de las casas llamaban a los del Vando contrario, la primera pregunta era, si se habia curado con algun Socio? Y si decia, que si, no le asseguraba; y si de facto moria, el recurso era tomar la Iglesia de los medicamentos expegiricos, y publicar, que ellos havian muerto al enfermo; llegaron a decir, que eran sismaticos, que seguian a los Hereges, Inventores de Ciencias no conocidas en este Pais, que se passaban de consentidos a atrevidos, haciendo ordenanzas sin el consentimiento del Consejo Real”115
Fueron éstas las razones que movieron a los doctores sevillanos a solicitar, por parte de los Oidores de la Real Audiencia, un auto contra los tertulianos. El asunto fue enviado directamente al Consejo Real quien, a su vez, pidió informe al Protomedicato. El máximo tribunal médico resolvió llamar a un representante de la Veneranda Tertulia, con la intención de conocer de primera mano la ideología de esta academia:
“Y preguntado dixo: Que la Doctrina, que seguian era la Expagirica, que esta no era nueva, que quien la practico en Egypto fue Hermes Trimegistro por los años 2454, y Democrito la aprendio de los Egypcios, y la llevo a Grecia por los años de 3537 (…) Rasis, que fue por los años de 560, reinando en España Almanzor, usó de la Expagirica, que la traxeron los Sarracenos de Damasco por los años de 660. Albucasis usó de remedios Expagiricos, como tambien Avicena, el Arcenico, sublimato. Mesué Escritor, y defensor de Claudio Galeno, usó la chimica, que en su posicion de lo referido, ni era nueva, ni la querian inventar, porque de olvidada al escrutinio del Estudio, parecia nueva, que los Authores mas modernos, que seguian era Theofrasto, Paracelso, Silvio, Emulero, la Philosophia de Gacendo, la de Cartecio, la del Padre Maignan”116
Tras la entrevista, el Protomedicato dio el informe pertinente al Consejo Real:
“diciendo, que no tan solamente eran buenas doctrinas, pero mui provechosas para el bien publico, el qual visto por el Consejo, informó al Señor Carlos Segundo, y S. Mag. aprobó, y constituyó la Academia Regia triumphante de sus Adversarios”117
Así pues, desde el día 25 de mayo de 1700, por cédula real de Carlos II, iniciaba su andadura la Regia Sociedad de Medicina de los Revalidados sevillanos118. Los estatutos y constituciones fundacionales destacan por su marcado carácter espagírico, como quedó reseñado en los dos primeros puntos119, además de la importancia dada a la cohesión, ayuda y amparo de unos socios con otros, como medida defensiva ante los ataques galenistas universitarios120. La Regia Sociedad nació con una intención claramente docente, dedicada a la enseñanza de las prácticas espagíricas121 y anatómicas122 y a la publicación de todos los resultados obtenidos123.
La defensa de la espagiria es constante a través de todos los escritos de la Regia Sociedad, destacando la postura claramente conciliadora que no se había observado en polémicas anteriores:
“La Espagyrica, como superior con su virtud, y eficacia alcanza, donde no llega el methodo, y ciencia de Galeno: porque ser Medico perfecto, sin el racional uso de la Espagyrica, es quimera (…) También tiene la Espagyrica sus limites, si bien sin comparacion, mas extensos, que los de Galeno, y assi no es consequencia, que lo sana todo, lo cierto es, que es de utilidad superior, y por esso mas poderosa, que la ciencia practica de los Galenistas, y estos no hacen, ni harán los milagros que hacen los Espagyricos, y assi el caso de los Hospitales es de juycios enfermos, y si llega el caso, triumphará el desengaño de tantos quantos no lo conocen”124
Pese al apoyo real, los doctores no cegaron en sus ataques, fundados en dos aspectos: el carácter venenoso de los medicamentos espagíricos
“y no contentos, ni saciados los animos con tan indignos medios [querellarse ante el Protomedicato, convocar a las universidades españolas contra los revalidados sevillanos] placean con capa de piedad en los corros, y casas particulares, que los remedios Espagyricos son venenosos, y que los que no matan, luego matan a los seis meses, o al año para que la ignorancia los aprehenda nocivos, y esto a un mismo tiempo, recetando los mismos remedios en las Boticas, bautizandolos con otro nombre, y quando algunos avisados conocen esta verdad, y les arguyen, se adargan con decir, que ellos saben, quando, o no deben dar, y que los Socios lo ignoran, quando el motivo que tienen para dar tales remedios, no es otro, que los buenos sucessos, que han tenido los Medicos de la Sociedad Regia? (…) Y si es tan perniciosa esta Medicina, para que le usan con tal disimulo, pues no ay recetario en las Boticas donde no se encuentran varias recetas firmadas de los mas que publican, que son venenosos tales remedios?”125
y la herejía manifiesta de los maestros modernos, crítica observada en el desarrollo de otras polémicas y de la que los revalidados se defendieron diciendo que Galeno era un gentil, Avicena un mahometano e Hipócrates un idólatra
«(…) no todos los Authores, que la han escrito, y seguido, son Hereges, sino mui religiosos, y devotos Christianos, como son S. Alberto Magno, Raymundo Lulio, el Padre Cabeo, Marcillio Ficino, Alberto Begit, y el P. Esteban Natal, Jesuita: Et allii infiniti, con Maignan. De los Seculares, son: Cartesio, Gacendo, Legran, Romain, Etmulero, Silvio, Vvillis, Doleo, Junken, Juanini, Paracelso, Verulamio, Juan Baptista VanHelmont. En estos seculares fundan los cimientos de su algaraza, llamandoles Hereges: concedo, que lo son, y pregunto: Qué conexión tiene el escribir de Chimica, Mathematica, & c.? con el ser Catholico Christiano, puede uno ser Catholico, Christiano, y no saber ciencia alguna, y puede otro ser Herege, y saber Medicina, y pintar: si este Herege fuera Ecmo. Pintor, y vendiera una imagen de MARIA SANTISIMA mui devota por cien pessos, reparara algun Catholico en que la havia pintado un Herege? No, porque lo que yo compro es la Imagen, no su Ley, ni Sectas falsas: Con que si un Herege es gran Medico Chimico, y este escribe Medicinas mui especificas, para aliviar muestras enfermedades, y conservar la salud, será Herege qualquiera que lo siguiere? Pues qualquiera dirá, que no, porque una cosa es ser uno Catholico Christiano, y no saber una ciencia, y otra cosa es ser Herege, y saberla”126
El reconocimiento de Carlos II afianzó la posición de los revalidados, que podían hacer frente a los ataques con la tranquilidad que les daba el ser reconocidos como toda una Sociedad de Medicina y de contar con el respaldo del Protomedicato.
Se iniciaba así la legitimación de la espagiria, hasta entonces recluida en ámbitos muy limitados de actuación. Este parece ser el verdadero motivo que impulsó a los doctores sevillanos a intensificar sus ataques. Hasta ese momento, la defensa de la espagiria se había producido por parte de sectores marginales de la cultura científica, carentes de titulación universitaria, a excepción de Juan de Cabriada. No se trata tanto de una lucha a favor o en contra de los medicamentos químicos como de una pugna por alcanzar una cuota de poder utilizando la legitimación espagirista como arma arrojadiza
“porque los mas de los Medicos Españoles, como consta de sus escritos, supieron los dogmas de Paracelso, y sus preparaciones (…). Luego por ser los Medicos Españoles tan levantados de punto en el discurrir, no hazen caso de estas novedades; no porque las ignoran, ni han ignorado, sino porque conocen, y lloran, como dize Zacuto, los daños que de su abuso se siguen, y pueden seguir”127
Mientras la preparación de medicamentos químicos y las aspiraciones espagiristas quedaron circunscritas a las boticas no hubo mayor problema:
“ay muchos nobles Boticarios en esta Ciudad, que saben doctissimamente manipular qualquiera medicamento según reglas Espagiricas”128
El problema surgió al intentar equiparar las prácticas espagiristas con las tradicionales doctrinas galenistas:
“descifrada, como oy está, aunque se use, y usa de la expagirica, no por esso se ha de exaltar tanto, que se aiga de separar el Chimico del Pharmacopeo, o Boticario, pues son una misma cosa, o en muy poco se diferencian. Y aunque el Pharmacopeo sepa separara las partes de los medicamentos, y reduzirlas a mejor estado, según dizen, no por esso debe presumir, ni ser Medico, ni querer hazer Philosophia distinta, ni indagar principios, ni philosophicos, ni Medicos”129
Así pues, para los tradicionalistas, la espagiria incumbía tan sólo a los boticarios130figurando los médicos como meros controladores de la correcta práctica farmacéutica131.
6.- La última batalla de una guerra: la polémica del antimonio
Es en este momento, con una recién creada academia espagírica y la obtención del apoyo oficial, cuando se produce todo un cambio de coyuntura que hace peligrar los logros conseguidos a costa de tanto esfuerzo. El 1 de noviembre de 1700 fallece Carlos II, último descendiente de la Casa de Austria, que será sucedido por un nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou. La llegada de los Borbones al trono español motivará todo un proceso de cambio cuyas consecuencias comenzaron a ser visibles desde los primeros momentos de reinado de la nueva dinastía.
Aprovechando la situación de desconcierto que todo cambio en el poder supone, los doctores sevillanos recrudecieron su lucha contra los revalidados y denunciaron nuevamente sus prácticas espagíricas, en especial, el empleo indiscriminado de remedios elaborados a partir del antimonio, al que consideraban
“un poderoso veneno, que abrasa los cuerpos y que los que han tomado el antimonio, mueren al año”
Incoaron un expediente en la Audiencia de Sevilla en contra de los socios y solicitaron por carta a todas las universidades de España
“que coadiuvaran al exterminio de la Sociedad, o Tertulia, que novissimamente se avia introduzido en esta Ciudad”132
En este contexto se produjeron dos acontecimientos que iban a marcar decisivamente el devenir de la espagiria en España. Por una parte, Juan Muñoz y Peralta, presidente de la Regia Sociedad,
rindió homenaje al nuevo monarca, solicitando su protección. Con el beneplácito de Honoré de Michelet, médico de Felipe V y presidente del Tribunal del Protomedicato, y el apadrinamiento del marqués de Villena, uno de los principales defensores de la transición dinástica, la Regia Sociedad se vio favorecida con la protección real, pese a los alborotos provocados por los doctores sevillanos133. Fue el ya mencionado Andrés Gámez, elevado a la dignidad de protomédico real, el encargado de elaborar un escrito donde se defendiera la academia sevillana y las doctrinas modernas allí practicadas134. Por otra parte, aparece un escrito de Diego Mateo Zapata en defensa del uso del antimonio y de la ciencia practicada en la Regia Sociedad, la Crisis médica sobre el antimonio, que motivó una viva polémica en los años siguientes.
Zapata era médico personal del cardenal Portocarrero, uno de los protagonistas de la elección del sucesor a la corona hispánica y principal valedor del partido francés. Pese a sus orígenes galenistas135, Zapata se transformó en el más destacado defensor de la ciencia moderna en los inicios del siglo XVIII.
De esta manera, el nuevo siglo comenzaba con la unión de voluntades: representantes de la renovación y de la medicina oficial aunaban sus intereses para ofrecer el empuje final que necesitaba la Regia Sociedad sevillana y como símbolo de semejante unión tomaron el antimonio, uno de los medicamentos más controvertidos de la terapéutica moderna.
Desde la perspectiva actual ninguna de estas circunstancias parece producirse por azar. Barras de Aragón, uno de los primeros estudiosos de la Regia Sociedad sevillana, defendía la idea de que los médicos cercanos al partido francés aportaron su influencia para consolidar una academia científica de corte moderno en el sur de España136. Martínez Vidal y Pardo Tomás, por su parte, consideran que el objetivo de Zapata con su Crisis médica sobre el antimonio era conseguir la protección de Felipe V utilizando la defensa de un medicamento clave en su propia familia, que había logrado la curación de su abuelo y su padre137.
Nuevamente observamos que se emplea la espagiria con motivos bien diferentes a los meramente científicos. La defensa del antimonio por parte de Zapata no es, ni más ni menos, que una excusa para alcanzar el favor real y la utilización de la Regia Sociedad viene a favorecer sus necesidades de presentarse ante los nuevos artífices de la política española como representante de una ciencia moderna, a igual altura que otras europeas, con academias científicas de corte renovador. A su vez, los representantes de la Regia Sociedad aprovecharon la baza que se jugaba a su favor y se unieron al carro de Zapata a través de su fundador y representante Juan Muñoz y Peralta. Ambos, Zapata y Peralta, pueden servir de ejemplo de renovadores de segunda generación, llamémosles así, inscritos en los logros de una nueva dinastía, la borbónica, y olvidados por completo del camino recorrido en el reinado del último Austria.
El empleo del antimonio en la terapéutica ha sido descrito como uno de los momentos claves de la medicina química moderna138. Los alquimistas siempre han considerado el antimonio como una de sus herramientas auxiliares en el proceso que llamaron Gran Obra. Parece ser que las primeras aplicaciones terapéuticas comienzan con la obtención de su quintaesencia, descrita por Johannes de Rupescissa en su De consideratione quintae essentiae y recogida posteriormente por Philip Ulstadt y Conrad Gesner139. La obra de Paracelso apenas si da importancia a esta sustancia aunque, paradójicamente, serán sus seguidores, los paracelsistas, quienes eleven el antimonio al primer rango de los medicamentos químicos.
El interés por los trabajos de Paracelso aparece, primero, en Francia, como resultado del famoso comentario del Dioscórides de Pietro Andrea Mattioli que, bajo el título Di Pedacio Dioscoride Anazarbeo libri cinque, apareció publicado por primera vez en Venecia en 1544. La edición francesa apareció en 1561 y fue el capítulo 5º, dedicado a las piedras, minerales, metales y especialmente al uso médico del antimonio, presentado como un remedio universal, lo que inició toda una polémica que enfrentaría a tradicionalistas y renovadores franceses a lo largo de más de un siglo y que se conoce como la guerra del antimonio140.
El primer enfrentamiento surgió cuando Louis de Launay, médico de Montpellier, escribió un tratado sobre las cualidades médicas del antimonio, publicado en 1564141 y que fue respondido por Jacques Grèvin, médico de la universidad de París, quien consideraba al antimonio como un veneno142. Elevado el caso a la Facultad de Medicina parisiense, se decidió declararlo veneno, de forma oficial, el 3 de agosto de 1566. Tras un siglo de encendidos debates entre galenistas y paracelsistas, la Facultad de Medicina aprobó el uso del antimonio, en forma de vino emético, en 1666. La causante de tal aprobación fue una purga antimonial que curó a Luis XIV en 1658.
El uso interno del antimonio vino motivado por sus buenas cualidades expectorantes, eméticas y purgantes. No obstante, los medicamentos químicos hechos con antimonio precisaban de cierta pericia en su elaboración. No todos sabían manejarlo con destreza. Las disputas se engendraron por el uso indiscriminado de este remedio por parte de charlatanes y pseudquímicos, que frecuentemente lo confundían con el arsénico, lo que provocó algunas muertes. Por ello los propios paracelsistas insistieron en la necesidad de que el antimonio fuera manipulado por expertos conocedores, para evitar cualquier tipo de envenenamiento. Así lo manifestó, entre otros, Basilio Valentin, autor de El carro triunfal del antimonio143 culminación del encuentro entre la alquimia y la terapéutica. Para Valentin, el antimonio preparado espagíricamente era un antídoto contra todos los venenos, aunque prevenía de aquellos que no sabían prepararlo para su uso medicinal:
«No puedo pasar en silencio a los que gritan diariamente Crucifige¡ Crucifige¡ contra todos los que recetan venenos a los enfermos, que preparan venenos, y que muestran cómo servirse de ellos en la Medicina, y por medio de los cuales creen que tantas personas mueren, como por le mercurio, el arsénico y el antimonio. Todos los que dan tales gritos y hacen tanto ruido no son ordinariamente más que ignorantes que se dicen médicos y que no saben ellos mismos qué es el veneno, lo que es venenoso o medicinal, y que no saben hacer la separación del veneno de lo medicinal. Y es eso lo que les incita a declamar contra los que son sus maestros y que no saben reconocer como tales. Pero tengo mejor razón para gritar yo mismo contra los que verdaderamente recetan los venenos antes de haberlos preparado, en tanto que ellos no tienen su espíritu. Porque si el mercurio, el arsénico, el antimonio y otros semejantes, permanecen en sustancia tal y como son sin estar preparados, son, en verdad, venenos. Pero cuando son preparados metódicamente, toda su virulencia es pagada y disipada, y son convertidos en medicamentos saludables, los cuales resisten contra los otros venenos y los expulsan cuando se encuentran engendrados en nuestros cuerpos”144
De esta forma, el antimonio se convirtió en un símbolo de la lucha entre galenistas y paracelsistas. No sólo estaban en juego las virtudes terapéuticas de esta sustancia sino la de todos los medicamentos químicos, por extensión.
La situación francesa sentó precedente en el resto de Europa y, en el caso particular español, fue utilizada tanto por tradicionalistas como por renovadores, para hacer valer sus ideas al respecto. La particular guerra del antimonio española se desarrolló con especial virulencia en la primera década del siglo XVIII, si bien los orígenes deben buscarse un siglo antes, a comienzos del XVII, con la aprobación de los polvos de Quintilio por parte del Protomedicato.
Pocos son los datos biográficos que tenemos de este autor, a excepción de los que él mismo nos ofrece en sus escritos145. Experto en la elaboración de medicamentos químicos, se hizo famoso en el Madrid de finales del siglo XVI por un medicamento de su propia invención, al que dio el nombre de quintaesencia del oro potable de Alexandro Quintilio. En abril de 1598 recibió, por primera vez, la licencia del Protomedicato para vender su medicamento y, tras sucesivas prohibiciones y reaprobaciones146, obtuvo licencia definitiva en 1605. En esta decisión influyó notablemente el apoyo recibido por el protomédico Alfaro, tal y como aparece registrado en la licencia:
“Fallamos atentos los autos, y meritos deste processo, y la licêcia que el dicho Alexâdro Quintilio tiene presentada del Doctor Alfaro Protomedico, que deuemos absoluer, y absoluemos al dicho Alexâdro Quintilio de la instancia deste juyzio y pleyto, y le damos por libre del”
Desconocemos la composición exacta de los polvos de Quintilio. El propio autor los describe como
“Estos nuestros poluos medicinales son vna quinta essencia, con participación solar, Metalica, Aurea, y vn espiritu fixo de oro, separada por artificio quimico de todos los quatro elementos, en quâto es posible a cosa sublunar, mista, y elemêtal, y por sus calidades dellos casi cosa celestes, corroboratiuos, y confortatiuos por su naturaleza, y porsi mismos, de la virtud o calor natural: atractiuos por el consiguiente, y secundarios al humedo radical: contrarios por accidente, y secundarios a todas putrefacciones humorales, y espulsiuos a ellos por todas las vias possibles: destructiuos a todas sus intêperies, y excesso dañoso a vn mismo tiempo y operación, como instrumento del calor natural, con el qual este espiritu medicinal està vnido, por medio del qual obra indiferentemente, a cuya causa la venimos a llamar nosotros Medicina vniversal de cuerpos humanos”147
Fueron muy pocas las personas que llegaron a tener conocimiento de la verdadera naturaleza de este medicamento. Entre los afortunados destaca el destilador mayor de Felipe III, Valerio Forte, primero en ocupar semejante puesto dentro del personal sanitario real y heredero de los conocimientos de su padre y maestro, Giovanni Vincenzo Forte, artífice del laboratorio de destilación escurialense, uno de los más destacados en el ámbito europeo148. Semejante circunstancia es debida, a todas luces, a la buena relación entre Quintilio y Forte, quien declaró que la quintaesencia del oro potable era “cosa muy segura”149. Se vendía en forma de papelillos sellados, para certificar su autenticidad150, y se tomaban tal cual o en infusión. Sus aplicaciones terapéuticas eran infinitas, si hacemos caso de las muchas y variadas curaciones que expone Quintilio en su obra151.
La quintaesencia de Quintilio alcanzó gran fama y difusión, exportándose a Portugal y América152 y se transformó en el medicamento de referencia a la hora de mencionar la introducción del antimonio en el arsenal terapéutico español. De nada sirvió la declaración del propio Quintilio, que rechazó que el antimonio fuese el componente esencial de su medicamento, ni su opinión contraria al uso terapéutico del mismo por considerarle muy peligroso para la vida153.
En tal creencia influyó decisivamente el testimonio del protomédico Gaspar Bravo de Sobremonte quien, en sus Consultas médicas, dedicó un estudio monográfico al antimonio. Pese a ser un galenista convencido, Bravo de Sobremonte consideraba el arte espagírica como un recurso técnico complementario a la medicina galénica y se ocupó de numerosos medicamentos preparados a partir de antimonio, entre otros, el vino emético, los polvos de Cornachino y los polvos de Quintilio. Fue refiriéndose a estos cuando comentó que fue Quintilio el primero en introducir el empleo de purgantes antimoniales en la terapéutica española154.
No sólo en España se consideró que los polvos de Quintilio eran antimoniales. El médico portugués Joâo Curvo Semmedo, gran defensor de los medicamentos químicos, se jactaba de ser el primer portugués en introducir el antimonio como medicamento, a través de los pôs de Quintílio, muy conocidos en el Portugal de la segunda mitad del XVII gracias a él155.
Todo parece indicar que en España se empleó el antimonio de forma habitual, sin causar los problemas que se observan en otros países europeos a lo largo del siglo XVII. De hecho, en las tarifas de medicamentos aprobadas por el Protomedicato en 1680 y 1698 aparecen algunos compuestos antimoniales, entre los que destacan el crocus metallorum, el antimonio diaforético y el antimonio preparado.
La postura favorable observada en Bravo de Sobremonte se puede encontrar en otros galenistas como Gaspar Caldera de Heredia, Pedro Miguel de Heredia o el propio Juan Guerrero, famoso por su ataque frontal a Luis de Alderete. En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un libro del veronés Zefiriele Tommaso Bovio, famoso alquimista y astrólogo judiciario de finales del XVI, propiedad de Guerrero. En el capítulo dedicado al antimonio y su preparación hay algunas notas manuscritas del propio Guerrero, entre las que podemos leer:
“Porque el antimonio es tan prouechoso para la salud humana”156
De entre todos los preparados antimoniales empleados en la Península, tuvieron especial importancia los llamados polvos de cornachino, recomendados por el mencionado Bravo de Sobremonte. Este fármaco antimonial fue invención del aventurero inglés sir Robert Dudley, duque de Northumberland y conde de Warwick, quien dio la receta al catedrático de Medicina de la Universidad de Pisa Marco Cornacchini hacia 1615. Cuatro años después Cornacchini publicaba su Methodus qua omnes humani corporis affectiones ab humoribus copia, vel qualitate peccantibus genitae, tuto, cito, et iucunde curantur (Florentiae, apud Petrum Cecconcellium), donde exponía cómo, tras numerosos experimentos, estaba convencido de las virtudes terapéuticas de los polvos para numerosas enfermedades, entre las que destacaron las tercianas. Los polvos se componían de antimonio diaforético, resina de escamonea y cremor tártaro. Pronto originaron toda una polémica, debido a la drástica acción purgante que provocaban157.
En la España de finales del XVII fueron muy utilizados, pese a los mencionados efectos purgantes. Algunos galenistas conocedores de la espagiria, como es el caso de Andrés Gámez, dudaban de los cuasi universales efectos terapéuticos proclamados por los partidarios de la terapia química:
“Gran remedio por cierto, si todas las dotes, que este Autor le atribuye con su Docta Apologia, se hallarán en él, yo lo he hecho preparar varias vezes en mi presencia de Artifice diestro legalmente, y conforme al texto del Cornachina, aviendo hecho primero particular eleccion de los simples que componen este triunvirato, los he dispensado a muchos enfermos, los he visto dar por mano de otros Medicos a infinitos; pero nunca se han hallado en ellos mas dotes que ser una buena purga, facil al tomarla, y mas eficaz que otras en la curacion de algunos achaques”158
Pese a su difusión, se dieron numerosos casos de envenamiento, como el famoso caso de la duquesa de Medinaceli, que estuvo a punto de perecer por una mala corrección del antimonio:
«Las químicas operaciones deben ser sabidas y no imaginadas, y dirigidas con Ciencia engendrada de noticias científicas, que la contraria vive sujeta a un tropel de contingencias y algunas se han producido en esta Corte. Entre ellas, es notoria el peligro de muerte en que se pudo a la Excelentísima Señora duquesa de Medinaceli los años pasados, el uso de los polvos de cornachino ordenados por el Dr. Alba y suministrados de la Botica Real, por la mala corrección del antimonio, uno de los ingredientes de ellos y el más peligroso, siendo mal preparado, por lo cual fue juzgado causa del mal suceso confirmado en tres o cuatro personas, que padecieron las mismas congojas mortales con el dicho remedio, que bien preparado obra con felicidad y la experiencia lo ha confirmado y lo manifiesta su autor con un particular tratado”159
La falta de experiencia fue un tema recurrente entre defensores y detractores de los remedios químicos, en especial del antimonio. Mientras los defensores abogaban por una perfecta formación para evitar accidentes como el descrito, los detractores consideraban que siempre había peligro de envenenamiento.
Así pues, si vemos que el empleo del antimonio era moneda corriente, ¿cuál era la razón para que apareciese un opúsculo como el de Zapata? Todo parece indicar que era un arma empleada en la lucha por el poder entre las viejas instituciones universitarias y las nuevas academias de corte moderno. Así, Zapata empleó una de las múltiples invectivas de los doctores sevillanos como medio para lograr el reconocimiento real.
Todos, tanto tradicionalistas como renovadores, eran perfectos conocedores de la polémica originada en Francia. La noticia más detallada nos la ofrece el catedrático Alonso López Cornejo:
“Cuenta Gabriel Fontano in lib. Medicinae anthermeticae sect. 3, que en tiempo de Fernelio por usar los Expagiricos de este medicamento, a petición de Riolano, y de otros sesenta Medicos, fueron desterrados de París los Espagiricos por los muchos, que mataron con la propinacion de este medicamento antimonial. Y assi dize Mercurial que este pernicioso medicamento se lo enseñó el Demonio a Paracelso en pernicie de los hombres, como consta en su lib. 2. dE composition medicamentor”160
Pero no fue todo lo sincero que se podía esperar de su perfecto conocimiento de la situación europea, pues silenció la aprobación final de 1666:
“porque los mas de los Medicos Españoles, como consta de sus escritos, supieron los dogmas de Paracelso, y sus preparaciones [pone como ejemplo a Bravo de Sobremonte] (…); es assi, que no ignoraron, que en tiempo de Fernelio (…) a peticion de sesenta Ilustrisimos Medicos, consiguió Riolano del Magistrado de París sentencia, por la qual se mandaron desterrar todos los Espagíricos por usar quotidianamente del antimonio, como oy se esta usando por el Desempeño, y sus compañeros; y con efecto fueron desterrados, hasta que despues, en tiempo de Libabio, que reclamó por el Arte Espagirica, el edicto fue revocado, y se agregó dicha arte a la farmaceutica, como dize Beguino in suo Tyrocinio Chimico. Y aunque se admitió el Arte Espagirica, como parte de la farmacéutica, nunca se revocó el edicto en quanto a recibir el uso comun del antimonio. Vease a Bravo de Sobremonte, disput. Apologetica pro dogmatica medicina praestantia sect. I. refol. 16, tit. I & tit. 3 ad tertium. Luego por ser los Medicos Españoles tan levantados de punto en el discurrir, no hazen caso de estas novedades; no porque las ignoran, ni han ignorado, sino porque conocen, y lloran, como dize Zacuto, los daños que de su abuso se siguen, y pueden seguir”161
Tampoco lo fue Zapata cuando defendió la ignorancia de los galenistas sobre las últimas noticias europeas:
“Y así los ignorantes, aforrados en una altiva vana soberbia, desprecian lo que no alcanzan, calumnian lo que no entienden, vituperan lo más estimable, imposibilitan lo que no conocen, ni saben: piensan que no hay más Mundo, que la Aldea donde viven, ni más Biblioteca, que el Libro donde suelen repasar el quaternion de humores, elementos, y primeras cualidades, juntando a estas quiméricas especulaciones, la insuperable presumpción, de que curan con método racional”162
Porque, si algo ha quedado claro a lo largo del presente capítulo, es el perfecto conocimiento de los tradicionalistas de todas las novedades que en terapéutica química se estaban produciendo a lo largo del siglo XVII.
La obra de Zapata fue respondida por el catedrático de Salamanca Juan Pablo Fernández bajo el seudónimo de Luis María Cusprilii, más conocido como el médico de Parla163. Las réplicas a favor de Zapata y la Regia Sociedad sevillana no se hicieron esperar: Pedro Antonio Navarrete y Sabogal164, Tomás Fernández165, Andrés Ramírez Calderón166 y Juan Muñoz y Peralta167 escribieron opúsculos en defensa de la nueva medicina espagírica. Todos ellos estaban, de una u otra manera, relacionados con el poder y la nueva academia: Andrés Ramírez Calderón, Tomás Fernández y Juan Muñoz y Peralta eran socios de la Regia Sociedad. Además, los dos últimos y Pedro Navarrete figuraban en el elenco de médicos reales.
Destaca la obra de Muñoz y Peralta por la dedicatoria, a la ilustre nación francesa y a los representantes de la misma en la ciudad de Córdoba, clara prueba de la búsqueda del favor real borbónico utilizando el antimonio como medio
“remedio tan celebre [el antimonio] en la facultad Medica, como entre otros celebran con la especialidad, y fundamento que acostumbran los Doctissimos Autores Franceses Modernos, despreciando las imposturas, q. por ignorar su naturaleza, hizieron los Antiguos Parisienses, contra cuya acusacion con mejor acuerdo se determinó, como necessario el uso de este remedio con que se han restituydo a salud perfecta el Señor Rey Christianissimo, y el Señor Delfin, Padre de nuestro Rey, y Señor (que Dios guarde)”
A lo largo de su obra hace referencia en numerosas ocasiones a la perfecta formación que presentan todos los socios en cuanto a elaboración de medicamentos químicos
“además de cien claras pharmacopeas que logra tan claras, que solo la rudeza del de Parla, no executara sus recetas, logra los primeros Espagiricos en España, y algunos que pueden competir con todos los de la Europa, assi dentro de esta Ciudad donde entre otros ay uno, que ha treinta años se exercita en este magisterio, como fuera en Cádiz, Puerto y Cordova donde está el erudictissimo D. Andrés Ramirez calderon, socio Fundador, y a ninguno de la Europa inferior”168
y a la necesidad de que los galenistas intransigentes que critican el antimonio
“como papagayos sin conocer, ni analizar este medicamento, prueba de su gran ceguedad, y passion es solicitar infamarlo, no con las continguencias comunes que el sofistico anonimo dize, si publicando con certeza fatalidades imaginadas, y venenosidad natural expuestos a que les pregunten el porque, y quando, a que responderán como alguno ha hecho, que es una cosa muy violenta, y un veneno, y repreguntando porque: dixo que porque era remedio estrangero, y nuevo, y que lo dezian todos assi; supongo incurren en este mismo delito en todo lo demas que vituperan moderno; pues solo porque no lo saben, lo vituperan, y porque lo han oydo a otros semejantes papagayos, levantan el grito para aumentar la turba; son indignas acciones estas e inimitables, quedense en su ceguedad, y pasen los Doctos Medicos a indagar el analisis de tan gran mineral, y sus grandes, y maravillosos efectos para alivio de las dolencias de sus proximos: en el qual deben trabajar, y sirva esto de confusion a los opuestos, a quienes el tiempo pondra silencio con las felizes experiencias”169
aprendan de otros tradicionalistas abiertos a determinadas novedades170.
Es también Muñoz y Peralta quien informa de los preparados antimoniales elaborados por la Regia Sociedad: tártaro hemético, preparación antimonial, antimonio diaforético, polvos de la collectinea chimico Leindense, jarabe hemético hecho con polvos de antimonio, polvos de cornachino, infusión de vino hemético y crocus metallorum171.
Ramírez Calderón actualiza los conocimientos que sobre el caso francés tiene Juan Pablo Fernández, haciéndole saber que según las noticias del médico francés Juan Chartier, médico de Luis XIV, en su obra Scientia plumbi sacri sapientum, el caso del antimonio fue revisado en 1638 y se aceptó incluirlo en los antidotarios como excelente remedio, mientras que en 1666 salió sentencia del parlamento promulgando la seguridad del antimonio172. Termina su obra considerando de gran atrevimiento las injurias que se permiten los que atacan a la Regia Sociedad
“cuyas constituciones estan aprobadas por el Consejo Real de Castilla con consulta del Real Prothomedicato, y que nuestro Catholico Monarca se a constituydo Protectos de ella (…) y quando tenemos una cedula Real de Su Magestad, en que se da por verdadera Philosophia, y Medicina experimental, la que estudia, y defiende la Regia Sociedad”173
Máxime, cuando el antimonio ha sido aprobado por el Real Protomedicato desde el momento en que se dio la licencia pertinente a los polvos de Quintilio174. Es decir, si consideramos la primera licencia, en 1598; si consideramos la segunda, 1605. Más de medio siglo antes que en Francia.
7.- A modo de conclusión
Las polémicas en torno a los medicamentos espagíricos se prolongaron a lo largo de toda la primera mitad del siglo XVIII, pero los llamados novatores de finales del siglo XVII y principios del XVIII vieron cumplidas sus expectativas, desde el punto de vista terapéutico, con la aparición de la Palestra pharmaceutica, chymico-galenica (Madrid, 1706) del boticario Félix Palacios, conjunción de composiciones farmacéuticas modernas y antiguas necesarias para la perfecta atención del enfermo, tal y como manifiesta su autor en el capítulo primero:
“Es innegable, que para que el Artífice pueda lograr el fin dicho, le es indispensable el saber con perfeccion todas las operaciones de una, y otra Pharmacopea: por lo qual tratare de todas ellas con la claridad, que me sea possible, para que los Españoles logremos el desempeño, en que todas las Naciones nos han puesto, comparandonos con los Moscovitas, que son Semi-Barbaros, pues en el Prologo al Lector en las Obras posthumas del Doctissimo Malpigio, hablando cerca de la Medicina, dize el Doctor Pedro de Regis, Medico de Monpeller: Hispant, Lusitant, & Moscovita adhuc in tenebris versantur”175
Sólo como ejemplo, resultan destacables las casi treinta recetas que ofrece de antimonio176. Si hacemos caso de las apreciaciones de los renovadores, el desconocimiento de las novedades terapéuticas entre los médicos y boticarios españoles era total. ¿Cómo se explica, entonces, la aparición de la Palestra de Palacios? Parece que, tal y como hemos ido señalando a lo largo de todo este trabajo, las posiciones estaban exageradamente polarizadas hacia la ausencia de conocimiento defendida por los renovadores y la peligrosidad de los medicamentos químicos de los tradicionalistas. La lectura entre líneas de las numerosas polémicas establecidas a lo largo de casi un cuarto de siglo nos muestran un panorama diferente. Todo parece señalar a una encrucijada de caminos acaecida en la terapéutica española de la segunda mitad del siglo XVII: más que la aceptación o negación de la espagiria estaba en juego el desplazamiento de poder de las viejas cátedras hacia instituciones extrauniversitarias.
1 Los primeros estudios aparecieron dentro del campo de la filosofía: CEÑAL, R. (1942), “El padre Sebastián Izquierdo y su Pharus Scientiarum”, Revista de Filosofía, 1, pp. 127-154; CEÑAL, R. (1945), “El cartesianismo en España”, Revista de la Universidad de Oviedo, pp. 3-95; QUIROZ MARTÍNEZ, O.V. (1949), La introducción de la filosofía moderna en España, México; CEÑAL, R. (1953), “Juan Caramuel. Su epistolario con Atanasio Kircher”, Revista de Filosofía, 12, pp. 101-147; MINDAN, M. (1953), “La filosofía española en la primera mitad del siglo XVIII”, Revista de Filosofía, 12, pp. 427-477; CEÑAL, R. (1962), “La filosofía española del siglo XVII”, Revista de la Universidad de Madrid, 11, pp. 373-410. En la Historia de la Ciencia, los pioneros son FOLCH ANDREU, Rafael (1935), “La Química”, en: Estudios sobre la ciencia española del siglo XVII, Madrid, pp. 337-393; GRANJEL, L.S. (1952), “El pensamiento médico de Martín Martínez”, Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina, 4, pp. 41-78; GRANJEL, L.S. (1960), “Panorama de la medicina española del siglo XVIII”, Revista de la Universidad de Madrid, 9, pp. 675-702 y PESET LLORCA, V. (1960), “El doctor Zapata (1664-1745) y la renovación de la medicina en España”, Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina, 12, pp. 35-93.
2 LÓPEZ PIÑERO, José María (1968), “Los comienzos de la medicina moderna en España en el último tercio del siglo XVII”, Medicina e Historia, 43; LÓPEZ PIÑERO, José María (1969), La introducción de la ciencia moderna en España, Barcelona; LÓPEZ PIÑERO, José María (1979), Ciencia y Técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona y LÓPEZ PIÑERO, José María (1993), “Juan de Cabriada y el movimiento novator de finales del siglo XVII. Reconsideración después de treinta años”, Asclepio, 45 (1), pp. 3-53.
3 FOLCH ANDREU (1935), pp. 351-369; LAZA ROJAS, José María (1956), “Nuevos datos acerca de Luis de Aldrete y Soto”, Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, 7, pp. 68-73; MATHÍAS, José (1965), Don Luis de Aldrete y Soto, regidor perpetuo de la Inquisición y curandero, Málaga y LÓPEZ PIÑERO, José María (1983), “Luis de Aldrete y Soto”, en: LÓPEZ PIÑERO, José María et al., Diccionario histórico de la ciencia en España, Barcelona, 2 vols., 1, pp. 40-41.
4 El primer escrito donde Alderete hace referencia al Agua de la Vida es la Luz de la Medicina; y respuesta a las objecciones puestas a la universal, s.l.; s.a.
5 Señor. Don Luis de Aldrete y Soto, Alguazil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición, Regidor Perpetuo de la Ciudad de Málaga, y su Procurador Mayor en esta Corte. Dize: Que por Cedula de V.Mag. de 21 de Enero de 1680, refrendada de don Iuan Terán y Monjaráz, tiene Licencia para imprimir la Filosofia Christiana, y Faetòn manifiesto, Medicina Universal, sacada del Arbol de la Vida, que es el Sol…, s.l; s.a.; Memorial a Su Majestad de Don Luis Aldrete y Soto… pidiendo se imprima a expensas publicas asi el primer tomo de su Filosofía Cristiana…, s.l.; s.a.; A la Magestad del Señor Don Carlos Segundo… dedica y consagra por la politica del Firmamento la Filosofia Christiana y Faetonte manifiesto Medicina Universal, para toda enfermedad: sacada del arbol de la vida, s.l.; s.a.
6 La respuesta apareció con la aprobación de don Antonio de Ron y sin licencias, pese a la dedicatoria al duque de Medinaceli, en aquel momento primer ministro de Carlos II.
7 VILLACASTÍN, Fray Andrés (1687), La Chymica despreciada, D. Luys de Aldrete y Soto perseguido, defendida y defendido por… Con las doctrinas de los Medicos Griegos, Arabes, y Latinos, assí los Principes, como los classicos de sus Escuelas, Granada, Imprenta de la SS. Trinidad, 1687, se ha manejado el ejemplar conservado en la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial, 105-VI-9, pp. 188-231vº, la cita en pp. 222vº-223vº.
8 Sol de la Medicina… contra el memorial y papel del Agua de la vida de Don Luis Alderete y Soto: muestrase como la supieron Hippocrates y Galeno y que el Agua de la vida de ninguna suerte es ni ha sido aplicada por el autor… para curar enfermedades del cuerpo humano, Madrid, Juan García Infanzón, 1682.
9 Discurso filosofico, medico e historial que a la sombra de la razon, y a la luz de las Apologías, Luz de la Medicina y Sol de la Medicina & c., pretende hallar la verdad en la defensa de la Medicina Dogmatica, y su sangria, en la posibilidad del Agua de la Vida, y otras materias adjacentes a estas dos, como principales, Madrid, Antonio Román, 1683.
10 Defensa, y Respuesta justa, y verdadera, de la Medicina racional, y philosophica, profanada de las imposturas de la Chimica, introductora de el remedio universal, y agua de la vida de Alderete. Contra… Luis Amigo y Beltran… que la defiende, Madrid, Antonio Román, 1687.
11 Parecer de Don Andres Davila, y Heredia, Señor de la Garena, Capitan de Cavallos, Ingeniero Militar, y Professor de las mathematicas, & c. que es de sentir que no ay medicina universal, s.l.; s.a. y Para honra, y Gloria de Dios, responde don Andres Davila y Heredia, Señor de la Garena. Capitan de Cavallos. Ingeniero Militar de Su Magestad, y Professor de las Mathemathicas, A la Apologia, en Defensa de la Medicina substancial, y universal del Agua de la Vida. Escrita por el Licenciado Don Luis Amigo y Beltran, Zaragoza, Viuda de Anronio Verges, 1682.
12 Apologia en defensa de la Medicina Substancial, y universal del agua de la Vida. En que se haze examen, y juizio de los Papeles que en orden a ella se han publicado por Don Luis de Alderete y Soto, y el doctor Don Juan Guerrero. Pruebase en ella, que la vida se conserva y mantiene con espiritus, y que todas las enfermedades entran por ellos…, Zaragoza, Viuda de Agustín Vergés, 1682.
13 Fueron los alquimistas árabes los primeros en asignar a la piedra filosofal virtudes terapéuticas y sólo por su intermedio llegó a Occidente el concepto de elixir vitae capaz de curar cualquier enfermedad. Sus orígenes hay que buscarlos en los alquimistas chinos, que desde los primeros siglos de nuestra era intentaron elaborar una droga de la inmortalidad por medio de la transmutación de sustancias químicas. BARYOSHER-CHEMOUNY, Muriel (1996), La quête de l’immortalité en Chine: Alchimie et paysage intérieur sons le song, París.
Esta nueva concepción de la alquimia basaba sus fundamentos teóricos en la doctrina de la materia y los prácticos en la técnica de la destilación. La teoría de la materia, elaborada inicialmente por Roger Bacon y posteriormente adaptada por los alquimistas de comienzos del siglo XIV, suponía que todo procedía de una sustancia original, no corruptible, llamada quintaesencia, que a través de procesos varios había dado lugar a los cuatro elementos. Los alquimistas pretendían el retorno a esas sustancia primera mediante diversas operaciones, entre ellas, la destilación. CRISCIANI, Chiara y PEREIRA, Michela (1996), L’arte del sole e della luna. Alchimia e filosofia nel Medioevo, Spoleto.
14 PALACIOS, Félix (1706), Palestra Pharmaceutica, Chymico-Galenica, Madrid, Juan García Infanzón, p. 374. Incluso ofrece la receta para elaborarlo:
“Tomarase de Mana dos libros, o lo que quisiere, se echará en vna cucurbita de vidrio, se le pondrá su cabeça, y recipiente, se enlodarán las junturas, y con vn fuego de arena, al principio lento, y al fin fuerte, se hara la destilacion hasta que no salgan mas vapores, después se deslodaran las junturas, y se hallara en el recipiente vn espiritu, y azeyte empirrematico, que se ha de colar con vn papel de estraza, y passara el espiritu, quedandose en el filtro el azeyte crasso, que puede servir para vnturas, como los demas azeytes empirreumaticos. El licor colado se echara en vn Alembique de vidrio, se pondra en el Baño de Arena seco, se pondra su cabeça, y recipiente, se taparan las junturas, y con vn calor moderado se rectificara, y se tendra vn espiritu empirreumatico, que se guardara en vna redoma bien tapada. Algunos cogen el azeyte, y espiritu, y lo buelven a vaciar sobre el Caput mortuum, que quedo en el Alembique, y lo cohoban quatro, o cinco vezes, y sacan vn espiritu claro, pero de color pardo, que después guardan en redomas tapadas.[…] Este es el Agua de Vida «
15 Señor. Don Luis de Aldrete y Soto…, fol. 4.
16 Para Alderete, medicina universal y piedra filosofal son una misma cosa, según se observa en el memorial que dirige al Protomedicato. Para la voz de este tribunal en la presente polémica, el médico real Andrés Gámez:
“si el Agua de la Vida es la Medicina Universal, transmutará sin duda alguna los metales imperfectos en plata, y oro: excelencia casi de tanto precio, como el curar todas las enfermedades”. GÁMEZ (1683), p. 45.
17 El aguardiente fue empleado, inicialmente, en exclusiva por las boticas. Desde finales del siglo XVI se generalizó su uso como bebida. Así, en Madrid era muy corriente el desayuno con aguardiente y letuario, una mermelada hecha con miel y cáscaras de naranja. La Sala de Alcaldes de Casa y Corte autorizaba la instalación de puestos dedicados a vender este «desayuno». Todo el aguardiente que se realizaba era de vino. El que se vendía en Madrid procedía de la cercana villa de Valdemoro, que era la «bodega» abastecedora de la capital. El aguardiente se elaboraba por destilación del vino, realizado por expertos aguardenteros. En 1599 (3/VI), el protomédico Alfaro estipula que el aguardiente para uso interno debe proceder de buen vino, destilándose por procedimiento de baño María:
“que ninguna persona sea osada de acer aguardiente ni benderlo sino fuere aciendolo de buen vino sin mezcla de eces ni de otra cosa alguna y que se destile por el baño llamado «marie», so pena de dos años de destierro de la Corte y cinco leguas y diez mil mrs. para pobres y gastos”
AHN, Sala de Alcaldes, libro de gobierno nº 1198, fol. 285. SANTAMARÍA ARNAIZ, Matilde (1986), La alimentación de los españoles bajo el reinado de los Austrias, Madrid, Tesis Doctoral (Facultad de Farmacia, UCM), 4 vols, I (1), p. 143. El negocio de destilar aguardiente pasó a manos de expertos destiladores, capaces de cumplir la norma establecida por el Protomedicato. El primer boticario que obtuvo licencia fue Francisco de Coca, boticario de Valdemoro, en 1599. A partir de 1612 consiguió seis puestos de venta en los lugares más estratégicos de Madrid. Esta fama le ayudó a conseguir el nombramiento de boticario real en Aranjuez, convirtiéndose así en el primer boticario que tuvo ese real sitio. También contó con el buen informe del boticario mayor de Felipe III Antonio del Espinar. Espinar le conocía personalmente y había visitado su botica de Valdemoro. Le consideraba un buen profesional y con una economía holgada como para poder establecer la botica de Aranjuez y dotarla de todo lo necesario. El nombramiento oficial se produce en marzo de 1615. REY BUENO (1999), pp. 135-137.
18 GUERRERO (1682). En la bibliografía española de los siglos XVI y XVII se considera que la quintaesencia era obra de Raimundo Lulio, olvidando siempre la obra de Johannes de Rupescissa. Ninguno de los escritos alquimistas tradicionalmente atribuidos a Lulio puede ser suyo, fundamentalmente, por la prevalente negativa y rechazo por la alquimia expresado por el beato mallorquín en sus trabajos auténticos. Además, porque todos están escritos tras su fallecimiento. Menos de un siglo después de la muerte de Lulio circulaban con su nombre todos los textos de importancia central en la tradición alquimista medieval, entre ellos, el Liber de secretis naturae seu de quinta essentia, reelaboración del texto de Rupescissa. Michela Pereira, especialista en el corpus pseudoluliano, considera que tras estos escritos se podría encontrar un alquimista de origen catalán y de formación médica, cuya identidad aún permanece envuelta en el misterio. PEREIRA, Michela (1986), “Filosofia naturale lulliana e alchimia. Con l’inedito del Liber de secretis seu de quinta essentia”, Rivista di storia della Filosofia, 41, pp. 747-780 y PEREIRA, Michela (1989), The Alchemical Corpus Attributed to Raimond Lull, London.
19 VALLES, José Manuel (1979), Papeles sobre el agua de la vida y el fin del mundo, Madrid, p. 279.
20 VILLACASTÍN (1687), p. 224.
21 PARDO TOMÁS, José (1991), Ciencia y Censura. La Inquisición española y los libros científicos en los siglos XVI y XVII, Madrid.
22 VILLACASTÍN (1687), p. 189vº.
23 VILLACASTÍN (1687), p. 191.
24 VILLACASTÍN (1687), p. 191-191vº.
25 La oposición entre ambos términos no se sistematizó hasta el siglo XIX, en el momento en que nacía un esoterismo que se oponía a la ciencia moderna y que se enraizó en la tradición deformando la verdadera naturaleza de las ciencias llamadas “ocultas” que, lejos de serlo, en su mayoría pretendían desvelar los secretos de la naturaleza. FAIVRE, Antoine y NEEDLEMAN, Jacob (2000), Espiritualidad de los movimientos esotéricos modernos, Barcelona.
De esta forma, y tal como demuestra el historiador francés Bernard Joly, fabricando una imagen errónea del siglo XVII en donde la química y la alquimia se opondrían, algunos historiadores de las ciencias han revisado la historia en beneficio del oscurantismo, mientras pensaban contar el advenimiento del raciocinio científico. JOLY, Bernard (1998), “El desarrollo de los cursos de química en la Francia del siglo XVII”, en: ACEVES PASTRANA, Patricia (ed.), Construyendo las ciencias químicas y biológicas, México, pp. 44-65.
26 VILLACASTÍN (1687), pp. 197vº-198.
27 GÁMEZ (1683), p. 44.
28 GÁMEZ (1683), p. 44vº.
29 DELGADO DE VERA (1687), pp. 34-35.
30 VILLACASTIN (1687), p. 199vº.
31 ARIEW, Roger & GRENE, Marjorie (1995), Descartes and His Contemporaries, Chicago y ARIEW, Roger (1999), Descartes and the Last Scholastics, Ithaca, N.Y.
32 PALANCO, Francisco (1714), Dialogus physico-theologicus contra philosophiae novatores sine thomista contra atomistas: cursus philosophici tomus cuartus…, Madrid, Blás de Villanueva. Para Abellán, la aparición de esta obra significa el elevado grado de consistencia que había alcanzado la nueva mentalidad, defensora de las novedades que suponían una intrusión del laicismo en las investigaciones filosóficas y religiosas. ABELLÁN-GARCÍA, José Luis (1981), Historia crítica del pensamiento español, Madrid, 8 vols., 3, pp. 389-402.
33 Carta al Rvmo. P. M. Palanco, Málaga, s.i., 1714.
34 Dialogos philosoficos en defensa del atomismo y respuesta a las impugnaciones aristotelicas del R.P.M. Fr. Francisco Palanco…, Madrid, s.i., 1716.
35 SÁNCHEZ-BLANCO, Francisco (1999), La mentalidad ilustrada, Madrid, pp. 38-46.
36 DELGADO DE VERA (1687), p. 111. La denominación de novatores a otros defensores de la filosofía química se encuentra en la obra de Johan Freytag (1581-1641), quien denominó con semejante calificativo a los paracelsistas de la primera mitad del siglo XVII, de una forma muy similar a la empleada por Delgado de Vera. FREYTAG, Johan (1637), Deteetro & solida Retutatio novare sectar Sennerto paracelsicae: recens in philsophian & medicinam introductae, que antiquae veritoria oracula et Aristotelicare a. C. galenicae doctrinae fundamenta convelleve & stirpitus arudorare molinestur novatores; editio nova…, Amsterdam, Guilielmum Blaen.
37 Archivo General de Palacio (=AGP), Expedientes Personales (=EP) 389/26 y 249/20.
38 Pese al rechazo que decía sentir por estas polémicas inútiles:
“siempre me han causado horror las controversias, y disputas, en las quales sus Autores ponen tanta fuerça en tratarse mal, como en las razones con que han de probar las proposiciones que afirman”. GÁMEZ (1683), prefacio al lector.
No obstante, y aunque había pensado que una vez salido de Italia, habría de olvidarse de polémicas entre médicos químicos y médicos galenistas, se encontró nada más llegar a Madrid con la polémica sobre el Agua de la Vida. GÁMEZ (1683), p. 1vº.
39 GÁMEZ (1683), prólogo.
40 GÁMEZ (1683), p. 18. De esta forma, Gámez hace un repaso de los médicos químicos que han pretendido hallar la medicina universal: Severinus, Croll, Sendivogius, Van Helmont, Quercetanus…en los tres reinos de la naturaleza y cita los remedios que se han considerado como tal, entre otros, el antimonio, muy alabado pero del que no se ha podido sacar la medicina universal; el azogue, del que se elaboró el famoso alkahest de Paracelso, una de las medicinas más maravillosas que se recuerdan, pero que muy pocos consiguieron elaborar, por la suma dificultad que entrañaba; el vitriolo, que se aplicó a todo tipo de enfermedades, pero no es el remedio universal; los polvos de cornachino, hechos a partir de antimonio, escamonea y tártaro, también considerados como universales pero que él probó en numerosos enfermos sin observar que sus efectos pasasen de una simple purga; o el espíritu de la sangre humana, extraído en forma de polvos, con los que también experimentó Gámez señalando que, más allá de un repentino vigor y fuerza, no halló los resultados milagrosos esperados.
41 CABRIADA, Juan de (1687), Carta filosofica, medico-chymica. En que se demuestra que de los tiempos, y experiencias se han aprendido los Mejores Remedios contra las Enfermedades. Por la Nova-Antigua Medicina, Madrid, Lucas Antonio de Bedmar y Baldivia. El texto posee un segundo título, que aparece fechado en 1686: De los tiempos y experiencias el mejor remedio al mal por la nova-antigua medicina. Carta Phillosophica Medica Chymica. Escripta por el Dr. D. Juan de Cabriada a Fileatro. Sobre la enfermedad de un grande desta Corte.
42 El primer análisis en profundidad de esta obra aparece en el estudio pionero de FOLCH ANDREU (1935). Posteriormente, será López Piñero quien dedique gran parte de sus investigaciones a la trayectoria de este médico valenciano: “Juan de Cabriada y las primeras etapas de la iatroquímica y de la medicina moderna en España”, Cuadernos de Historia de la Medicina Española, 1963, 2 (2), pp. 129-154; “Carta filosófica, médico-chymica (1687) de Juan de Cabriada, punto de partida de la medicina moderna en España”, Asclepio, 1965, 17, pp. 207-214; “La Carta filosófica, médico-chymica de Juan de Cabriada, manifiesto del movimiento renovador de la medicina española”, en: Medicina moderna y sociedad española, siglos XVI-XIX, Valencia, 1976, pp. 177-189 y “Juan de Cabriada y el movimiento novator de finales del siglo XVII. Reconsideración después de treinta años”, Asclepio, 1993, 45 (1), pp. 3-53.
43 En ningún momento de la obra desvela el nombre de este personaje, que conocemos a través de la propia declaración de Cabriada, diez años después, cuando en la petición que hace para acceder a los honores de médico de cámara dice que publicó una obra
“con la ocasión de ciertas controversias que se ofrecieron sobre la curacion de unas tercianas que padecio el año de ochenta y seis el Exmo. Sr. Duque de Ossuna” (AGP. EP 155/17).
44 CABRIADA (1687), p. 29.
45 Nacido en Briviesca (Burgos), fray Esteban Villa tomó el hábito de la regla de San Benito en 1616, en el Monasterio de San Juan de Burgos. En el Directorio, regla y advertencias que se hacen a los abades que serán de este Real Monasterio de San Juan de Burgos, se describe a fray Esteban como un hijo ilustre de la casa, filósofo y teólogo, dedicado a la facultad de la Espagiria, de la cual dice “salió aventajado”. Fue el tercer regente de la botica del Hospital de San Juan. Su buena práctica farmacéutica hizo que consiguiese numerosos privilegios para su botica, ampliando el huerto dedicado a plantas medicinales y reuniendo una importante biblioteca, que alcanzó los 600 volúmenes dedicados a aspectos científicos. Pero el aspecto más destacado de Villa fue su propia producción literaria. JIMENO JIMENO, Pascual (1934), “La antigua y famosa botica del Hospital de San Juan Evangelista, de Burgos”, Anales de la Academia Nacional de Farmacia, 3 (1), pp. 62-82 y ARNAIZ BONILLA, A. (1981), Las afamadas boticas burgalesas de los Hospitales de San Juan y San Julián y San Quirce (Barrantes), Burgos.
46 Examen de boticarios, Burgos, 1632; Ramillete de plantas, Burgos, 1637; Libro de los simples incógnitos en la Medicina, Burgos, 1643; Libro de los doze Príncipes de la Medicina, Burgos, 1647 y Segunda parte de simples incógnitos en la Medicina, Burgos, 1654.
47 VILLA (1632), p. 108.
48 VILLA (1637), pp. 126vº-133vº.
49 VILLA (1643), p. 112.
50 VILLACASTÍN (1687), pp. 197-217vº.
51 “Fuera de España, no ay Reyno, ni Provincia que no abunde de Chymicos, y de remedios, llevando en una caxa cada uno en la faltriquera mas que ay en qualquiera botica de España. Al que se le hiziere esto encarecimiento, peregrine por Italia, Alemania, y todas las Provincias del Norte, y lo hallará como lo digo”. VILLACASTÍN (1687), pp. 198-198vº.
La misma apreciación hace Cabriada:
“No se hallará Provincia, ni Reyno en toda Europa, fuera de España, donde no se professe la Chymica: Pues es possible, que este comun Aplauso, no ha de despertar en Nuestros Animos algun reparo, para sospechar, si ay algun Mysterio escondido, en cosa que mueve a tantos?” CABRIADA (1687), p. 41.
52 VILLACASTÍN (1687), p. 198vº.
53 CABRIADA (1687), pp. 27-28.
54 “que aya llegado a tanto extremo nuestra pereza, y floxedad, que sera rarissimo el que gaste el tiempo en hazer Experimentos Practicos, en el dilatado Campo, de los tres Reynos, Vegetal, Animal, y Mineral, que es donde están los Arcanos Arcanissimos, y la Verdadera Medicina (…) Y que todo este dilatado Campo, se aya de çeñir, y estrechar, por la mayor parte, a la sangria: no es cosa lamentable?”. CABRIADA (1687), pp. 26-27.
55 “Amigo, quien no sabe, que lo que no alcançaron los ANTIGUOS, se reveló a los MODERNOS? Lo que se le passó a la Grandeza del SABIO, halló en PARVULO? Lo oculto al MAESTRO, se apareció al DISCÍPULO?”. CABRIADA (1687), p. 17.
56 CABRIADA (1687), p. 37.
57 CABRIADA (1687), pp. 40-41.
58 “Yo considero a los Escritores Modernos como a un Muchacho, puesto sobre los ombros de un Gigante, que aunque de poca edad, vería todo lo que el Gigante, y algo mas. Pues a este modo, los Escritores Modernos, puestos sobre los Escritos de los Antiguos, han visto aquello, y algo mas. Lo que es digno de grande reprehension, y lastima, es, que algunos Medicos estén tan bien hallados con la esclavitud de los Antiguos, que menosprecien los Modernos, y sus Inventos, vituperandolos; y se nieguen de poder tener el Agregado de lo bueno de aquellos, y lo mejor de estotros”. CABRIADA (1687), p. 152.
59 “Porque será malo, que un Medico Moço trabaje en adelantarse en esta Materia, inquiriendo los Secretos, y Arcanos de la Naturaleza? Porqué ha de ser ofensivo, que en las consultas, diziendo su Parecer con libertad, proponga este, u el otro Remedio Chymico, de que tiene seguridad, y repetidas experiencias, para curar aquella Enfermedad, o Achaque, principalmente quando con otro no se puede conseguir su Curación?”. CABRIADA (1687), p. 38.
60 “A mas, que ya no avrá ninguno, que diga, que la Chymica es mala; pues veo, que los Señores Medicos de Camara usan de ella, en quanto pueden, y alcançan. Usan de Sales: Usan de algunas Preparaciones del Antimonio: de algunas del Mercurio, y de algunos Extractos. Y en suma, por conocer la poca utilidad que tienen los Medicamentos Galenicos, para las enfermedades Herculeas, siempre echan mano (muy prudentemente) de los Medicamentos Chymicos, de que tienen noticia, y experiencia”. CABRIADA (1687), pp. 37-38. La difusión de las prácticas químicas entre los médicos de cámara, en los últimos años del siglo XVII, será corroborada, años después, por Diego Mateo Zapata, buen conocedor de las actividades médicas cortesanas, cuando afirma:
“en la larga enfermedad del señor Rey D. Carlos Segundo, que está en gloria, le dieron sus doctísimos Médicos sales Químicas, elixires, espíritus, y remedios metálicos, y todos los de esta Corte los usan, conforme van llegando a su noticia”.
ZAPATA, Diego Mateo (1701), Crisis medica sobre el antimonio y Carta responsoria a la Regia Sociedad Medica de Sevilla, Madrid, s.i.
61 Se refiere a la Carta y a la Verdad triunfante: respuesta apologética escrita por Filiatro en respuesta de la Carta filosófico-médico-chymica del Dr. D. Juan de Cabriada; manifestándose lo irracional de la medicina dogmática y racional del Aduanero enmascarado”, s.l.; s.i. Ésta última ha sido, tradicionalmente, atribuida a Cabriada, aunque no existía constancia documental. Ésta ha aparecido en un memorial de Miguel Melero Ximénez cuando, al mencionar los escritos de la Regia Sociedad, atribuye a Cabriada la Carta Philosphica y la Respuesta a Filiatro. Exposición a S.M. de la Regia Sociedad de Sevilla, solicitando que D. Miguel y D. Lorenzo Melero y D. Salvador de Flores, por su calidad de fundadores, ser los más antiguos y sus trabajos en 12 años transcurridos, se les considere como médicos de su Real Familia, s.l.; s.a.; s.i. Biblioteca Nacional (=BN), R/38938(8).
62 AGP. EP 155/17. Pese a todo, logró los honores de médico de cámara a finales de 1699.
63 Tribunalis medici illustrationes et observationes practicae, Antuerpiae, Iacobum Meursium, 1663, pp. 155-161. El opúsculo ha sido traducido y publicado, con estudio introductorio, por LÓPEZ PIÑERO, José María y CALERO, Francisco (1992), De pulvere febrifugo occidentalis indiae (1663), de Gaspar Caldera de Heredia y la introducción de la quina en Europa, Valencia.
64 En la actualidad, el estudio definitivo sobre este tema sigue siendo el de GUERRA, Francisco (1977), “El descubrimiento de la Quina”, Medicina e Historia, 69.
65 Catedrático de Método en la Universidad de Sevilla y autor de dos folletos dedicados a la quina: Apologetico Discurso en que se prueba que los Polvos de Quarango se deben usar por febrifugio de Tercianas Notas y de Quartanas…, Sevilla, Thomas Lopez de Haro, 1678 y Estaciones medicas, en las quales para mayor conformacion de la doctrina del apologetico discurso con que se prueba, que los polvos de quarango se deben usar por febrifugos de tercianas y quartanas, se desatan unas agudas notas de un docto Sevillano Medico autor, que contra la practica Sevillana se oponen ante el tribunal de Apolo… y juntamente se demuestran algunas notas contra dicho manifiesto, Sevilla, Thomas Lopez de Haro, 1679.
66 Nueva idea physica natural demonstrativa, origen de las materias que mueven las cosas. Compuestas de la porcion mas pura de los elementos, fraguadas en el caos, purificadas, y passadas de potencia en cato en los tres primeros dias de la Creacion del Mundo. Formacion del Firmamento, y causas segundas de los Sublunares, materia hasta ahora nunca tratada, de mucha luz, curiosidad, y provecho, en particular a los Profesores de Medicina, Cirugia, y Pharmaceutica. Parte Primera, Zaragoza, herederos de Domingo de la Puyada, 1685 y Discurso político, y phisico, que muestra los movimientos, y efectos, que produce la fermentacion, y materias Nitrosas en los cuerpos Sublunares, y las causas que perturban las saludables, y benignas influencias, que goza el ambiente de esta Villa de Madrid, de que resultan las frecuentes muertes repentinas, breves y agudas enfermedades, que se han declarado en esta Corte de cincuenta años a esta parte. En la segunda parte, se pone un metodo preservativo de los malos vapores y exalaciones que ocasionan las inmundas humedades de las calles de Madrid, que causan malignas y agudas enfermedades. Describese tambien la calidad y modo de hacer café, y te, y para que enfermedades aprovechan estas bebidas; y del modo que se prepara el vino de la Quina-Quina en Inglaterra, y en otras partes para las calenturas, tercianas, y cuartanas…, Madrid, Mateo de Llanos y German, 1689.
67 “Tampoco me detendré en explicar porque el Azido, encontrado con el Alkali, fermenta. Quien lo quisiere ver, lea al Hypocrates Chymico de Oton Tachenio, y a otros Autores de este Tiempo; y en nuestro Idioma, a Iuanini, en su Nueva Idea Fisica” CABRIADA (1687), p. 154.
68 “Del modo de usarla, hablaré poco; porque acerca de esto han escrito muchos Hombres Doctos de Nuestros Tiempos: entre los quales ha sido uno el Erudito Sydenham, Medico Inglés”. CABRIADA (1687), p. 218. Thomas Sydenham dedicó un apartado de sus Observationes Medicae circa morborum acutorum historiam et curationem (Londres, 1676) al tema de la quina y sus aplicaciones terapéuticas. De la quina dice que sólo consigue una tregua en la enfermedad febril, nunca la cura radical. Por sus observaciones prácticas ha llegado a la conclusión de que la quina no debe darse demasiado pronto, pues no sólo puede resultar ineficaz sino que también puede suponer una amenaza para la vida del paciente. Para aumentar su eficacia, no debe purgarse ni sangrarse al enfermo antes de la administración de quina y las dosis deben repetirse a intervalos breves, para que no se disipe totalmente la virtud de la última dosis antes de administrar la siguiente. Recomienda la administración de dos onzas de quina mezcladas con dos onzas de agua de rosas, por la mañana y por la tarde. Esta obra ha sido publicada, con estudio introductorio, por LAÍN ENTRALGO, Pedro y ALBARRACÍN TEULÓN, Agustín (1961), Sydenham. Clásicos de la Medicina, Madrid, pp. 161-163.
69 CABRIADA (1687), p. 219.
70 TIXEDAS, Cristóbal (1688), Verdad defendida, y respuesta de Fileatro, a la Carta Medico-Chymica, que contra los Medicos de Iunta, de la Corte, y contra todos los Galenicos, le escrivio el Doctor Medico-Chymico D. Iuan de Cabriada, Barcelona, Antonio y Baltasar Ferrer.
71 “infussion de la Cascarilla dos horas, o tres antes que empezara la accession con amirable efecto; y esta es la que ha corrido en Sevilla mucho tiempo ha debaxo del nombre de vino del Ryn, que es dos onzas de la quina, o cascarilla imfundida en 4 quartillos de vino del Ryn, u otro blando, y suave, y assi infundida tres dias, menear la infussion todos los dias tres, o quatro vezes, y despues colar dicho vino, y tomar quatro onzas tres horas antes de empeçar la accession, y assi a tercera exhibicion estan buenos los enfermos, y si recayeren, reiterarla, cuya administracion trato en Tratado, que tengo escrito». LÓPEZ CORNEJO, Alonso (1699), Galeno ilustrado, Avicena Explicado, y Doctores Sevillanos Defendidos. Refutase la nueva con la antigua medicina, y manifiestase, que ni Hypocrates, Galeno, Avicena, ni los Practicos Antiguos ignoraron lo mas de lo moderno, y que de ellos se ha deducido, y trasladado lo mas util. Dase a entender, quan pernicioso es regularmente usar de los Medicamentos Espagiricos, o Chimicos, y especialmente minerales, y antimoniales. Pruebase con antiguos, y modernos, que el methodo de los Doctores sevillanos es el mas util, y seguro en la curacion de las tercianas, assi exquisitas como notas, Sevilla, Juan de la Puerta, pp. 157-158.
72 CABRIADA (1687), pp- 216-217.
73 Así se presenta en una de sus obras: ANGEL, Buenaventura (1692a), El Príncipe Melchisedech. Sueño del príncipe, que habla con la prudencia durmiendo, y obra con la justicia callando. Gobierno del sabio consejo de la Prudencia, Iusticia, Templanza, Magnificencia, Fortaleza y Liberalidad. Dividido en tres partes. Para el Alma, o Espiritualidad. Para el cuerpo, o vida temporal, Madrid, Mariana del Valle.
74 ANGELERES, Buenaventura (1692b), Real Filosofía, vida de la Salud Temporal, Sabiduría sophica, testamento filomédico, arcanos filochímicos. Hipocrática, Gelénica, lilibetánica. Parte segunda de la parte primera del Regimiento General, prudente, físico y moral, brevedad, verdad, claridad en cada gçenero de cathólica y physica sabiduría, Madrid, Mariana del Valle.
75 “Hoy es tan desdichado el siglo presente (porque todo el Universo es inclinado al interés, avaricia, engaños, trayciones, latrocinios, escándalos, apostasía, iniquidad, y no a la sabiduría) que no se halla apenas uno, que sepa sacar el espíritu verdadero de la sal (tan precioso para la salud humana) ni de azufre, ni sal verdadero de los metales, animales y vegetables; porque la calcinación sophica, es toda al reves de la Chimica, y Espagirica: la sal filosofica no se saca de la ceniza, o alchali; la sal essencial no se saca con medios agudos; el espiritu de la sal, y el azeyte del azufre, no se elige por distilacion; el oro potable, no es el de los doblones; el agua verdadera de la Vida, no se distila del vino, ni se compone de flores, ni de zumo de tierra, ni de antimonio, ni con azafran, ni con hojas de oro, ni de la miel, azucar, mana, rozio, o uva; sino del primer antevivo aurifico incorruptible, el qual tiene potencia de ser oro, plata, cobre, hierro, jupiter, plomo, azogue, azufre, marquesitas, antimonio, rexalgar, y todos los minerales, vegetables, y animales; porque es potencialemnet tal, y formalmente todo, en la monarquia elemental” ANGELERES (1692b), pp 230-231.
76 “Es el sugeto deste primer ente, piedra, que no es piedra, y la substancia de oro primero: es sal, que no es sal: mineral, y no mineral: es piedra a la vista, sal en essencia, y mineral en potencia: y porque nadie le nombra con propio nombre, por esso no se como bautizarle”. ANGELERES (1692b), pp. 231-232.
77 “Todo el secreto consiste en lo poco, y bueno, y en la preparacion escoger lo bueno, y quitar lo malo; sacar lo puro, y desechar lo impuro”. ANGELERES (1692b), p. 165.
78 “La primera manipulacion es la maceración; la segunda, la putrefacción; la tercera, la distilación, por la qual se saca el espíritu, la flema, y el azeyte; la quarta es la calcinación del colchotal; la quinta, la sublimación; la sexta, conjunción de el cuerpo blanco con el espíritu puro, y de la forma perfecta, que son: sal, azufre, y azogue; la séptima es, la resurrección o renovación; y por esta se compone aquel precioso licor, que llaman oro potable, y por último, el elixir vitae”. ANGELERES (1692b), p. 165.
79 “Essas son ficciones, y fantasias de los engañados, y engañadores, que pretendiendo hazer oro, y plata, andan siempre sin dinero, y con hambre; son todas imaginaciones mentales y metaphysicas ponderaciones”. ANGELERES (1692b), p. 166.
80 “porque los Chimicos, o no saben lo que se pescan, o esconden el secreto (…), laboran con el fuego seco los Chimicos y consumen aquel espiritu noble, que es la vida vegetable del mixto”. ANGELERES (1692b), p. 166.
Para Angeleres, el modo de actuación de los químicos es altamente destructivo: “jamás los Chimicos hizieron otra cosa de provecho, sino sólo destemplar las complexiones de los mixtos, consumir sus naturalezas, y destruirlas con la violenta, y tirana voracidad del fuego por medio de sus calcinaciones, sublimaciones, reverberaciones, supresiones, cementaciones y con aguas fuertes corrosivas, y violentas”. ANGELERES (1692b), p. 223.
81 ANGELERES (1692b), pp. 266-270. Estos son tan sólo unos medicamentos, pues existen otros igualmente admirables:
“La materia especifica de los Sabios, el Mercurio de los Filosofos, el azufre del Elixir; el primer ente de las minas; la primera substancia de la piedra physica; el Mercurio doblado; el azufre espiritual; la sal comun a todas las criaturas elementales; el espiritu universal de todos; el menstruo general de Hermete; la virgen fontina del Conde Trevisano; el baño Maria de la turba Physica; el Vinagre acerrimo de Geber; el antimonio de Alberto Magno; el Saturno de Rechabladys; el fuego de Pontano; la Venus de Arnoldo; el aguardiente de Raymundo; el Lobo acido; el Perro Sarraceno; el Leon fuerte de Basilio Valentino; la celidonia; la Lunaria mayor; el Girasol de los escritores; el Alchaest de Teofrasto; el agua fuego infernal de Van Helmont”. ANGELERES (1692b), pp. 270-271.
82 AQUENZA, Pedro (1693), Copia de carta que el Doctor…, sardo, del Colegio Turritano, médico de la Inquisición, con pruevas del Reyno de Cerdeña. Ha escrito a un cavallero, su amigo, de la ciudad de Sasser, en dicho Reyno. Respondiéndole a lo que se le preguntava, sobre el hecho del P. Angeleres, y Real Protomedicato de Castilla, y sobre que le ha parecido el papel que su P. ha escrito, en abono de su Academia, s.l.; s.i.
83 GÁMEZ, Andrés (1693), Censura sencilla de el papel que publicó en esta Corte el reverendo Padre Fray Buenaventura Angeleres, con el título de desengaño de la Filosofía Real y Desempeño de la Medicina Sanativa, Madrid, s.i.
84 Según Gámez, Angeleres se parecía mucho a los numerosos “pseudochímicos” que él tuvo ocasión de conocer durante su estancia como protomédico en Nápoles, que decían elaborar remedios singulares de oro, plata y perlas:
“Y aviendo examinado los tales remedios por Chimicos expertos, y de buenas conciencia, hallé que todos eran mercuriales, y antimoniales, o sublimados, o precipitados, o vomitivos de otras especies. Castigué y desterré de aquella Ciudad tan pestíferos hombres” GÁMEZ (1693), p. 7.
Para Aquenza, se trataba de diversas tinturas, aguas y aceites elaboradas a partir de los mencionados principios. AQUENZA (1693), pp. 54-55.
85 AQUENZA (1693), pp. 12-25.
86 AQUENZA (1693), p. 27.
87 AQUENZA (1693), p. 28.
88 Bernés fue uno de los prologuistas de la Real Filosofia de Angeleres, obra para la que solo tuvo elogios y consideró necesaria su aprobación:
“Primeramente por no tener cosa contra nuestra Santa Fé Católica, ni buenas costumbres: el segundo, porque ultimamente, por ser verdadera luz, y antorcha de los que con novedad util quisieren escribir”
Angeleres tenía un elevado concepto de Juan Bernés, tal y como acredita en el prólogo de su Real Filosofía:
“Si deseas ver a un Arnoldo, en Madrid, mira al Doctor Bernés”.
89 Éste era Cristóbal de León, cirujano de familia en el Buen Retiro. HERNÁNDEZ MOREJÓN, Antonio (1842-1852), Historia bibliográfica de la medicina española, Madrid, 7 vols, VI, pp. 335-336.
No hemos encontrado su expediente personal, como es habitual en todo criado real, en el Archivo General de Palacio. Por ello, sólo disponemos de las noticias ofrecidas por testimonios secundarios contemporáneos.
90 AQUENZA (1693), p. 30. Es Hernández Morejón quien nos ofrece la opinión particular de cada uno de los protomédicos. HERNÁNDEZ MOREJÓN (1842-1852), VI, pp. 335-336.
91 AQUENZA (1693), pp. 55-57. No era de la misma opinión tan sólo un año antes, cuando en el prólogo a su Real Filosofía decía de Francisco Enríquez:
“Redivivo Apolo, hijo de Jupiter, y de Minerva (…) que con la Cytara de su dicreta sabiduria compuso tan sonora la Medicina, que es favorable armonia para la salud humana”
y de Gabino Farina:
“el sucessor de Apolo, y Esculapio, que dilató la Medicina, no es muerto; y que es pequeño de cuerpo, y grande de entendimiento”.
92 “Mas porque despues del certamen ninguno se juzgue elocuente contra mis doctrinas, gastando papel, y rebolviendo Autores, perdiendo el tiempo sin ver la difinición de la verdad, a qualquiera que en este punto escriviere, o hablare, le cito, y le citare con los doctos que le pareciere publicamente en el Hospital de los incurables para que separadamente los curemos, para que entonces con la experiencia se descifre la presumpcion de los aciertos, y la mas selecta, y Real Filosofía”. GÁMEZ (1693), pp. 7-8.
93 En su Censura sencilla, Gámez manifestaba haber dialogado en algunas amigables sesiones con el siciliano, quien le hizo partícipe de su particular visión de la Medicina Sanativa:
“le oi afectar nuevos principios de las ciencias naturales, tan misteriosos en su explicacion, tan encubiertos, y recatados en sus palabras, que jamás pude saber cosa cierta de esta nueva, real, verdadera, y generica Filosofía, y Medicina Sanativa”
Sólo consiguió entender una proposición que Angeleres hizo al Dr. Rivas en El Escorial, sobre nuevos principios en Astronomía, que demostraron el auténtico desconocimiento de Angeleres en el tema. GÁMEZ (1693), pp. 2-3.
94 GÁMEZ (1693), p. 28.
95 En un documento fechado en esta época Diego Llorente, sobreestante de coches de la reina madre, pedía autorización para que fray Buenaventura siguiera tratándole de la enfermedad gotosa que padecía desde hacía veinte meses y que sólo había hallado alivio con el tratamiento de este religioso. En el mismo documento daba referencias de otras personas que también eran tratadas por Angeleres, entre ellas, fray Francisco de Santa Clara, predicador real, y Alonso de Herrera, Alcalde de Corte. AGP. SA, leg. 645.
96 Tal y como se detalla en el informe que los protomédicos Enríquez de Villacorta, Farina y Astorga envían al rey:
“S. M. se servira veer los justos mottibos que ha tenido para no sus curaçiones y siendo el Protomedicato el que debe zelar en los que se introduçen a ellas sin estar exsaminados tengo por del serv. De V. Mgd. Y bien de la caussa publica se les mantenga en su regalia para obiar tan perniçiossos daños como se han experimentado de los que con poca sabiduria desta ziençia y remedios quimicos se han tomado la liçençia del curar”
AGP. SA, leg. 645.
97 Felipe II reglamentó estas cuestiones en las dos pragmáticas que reorganizaron el Tribunal del Protomedicato en el siglo XVI: la de 1588 y la de 1593. MUÑOZ, Miguel Eugenio (1751), Recopilación de las leyes, pragmáticas, reales decretos, y acuerdos del Real Proto-Medicato, Valencia, Imprenta de la Viuda de Anronio Bordazar, pp. 137-149.
98 LÓPEZ CORNEJO, Alonso (1697) Question medico legal sobre el titulo de presidencia entre los doctores de la celebre Universidad de Sevilla y los médicos revalidados, Sevilla. Primera parte, «Alegato general y conciso sobre todas las facultades y potestades de los licenciados y doctores de la Universidad de Sevilla»; segunda parte: «Proponese el contrariorum fundamenta y respondese a las dificultades del Bachiller D. Miguel Melero».
99 LÓPEZ CORNEJO (1697), 13, nº 26.
100 MELERO XIMÉNEZ, Miguel (1697a), Alegato jurídico, a favor de el derecho, y costumbre, que tienen de preceder en las consultas, y funciones curativas, los Medicos Revalidados a los Doctores menos antiguos, en aprobación de el Real Prothomedicato de la Universidad de esta ciudad de Sevilla, Sevilla, Herederos de Thomás López de Haro, p. 1.
101 “Es impertinente, y muy de per accidens para inferir precedencia, insistir en que el exercicio primario de la medicina, no es la curación, sino la theórica, que subordina al práctico exercicio” MELERO XIMÉNEZ (1697a), p. 1vº.
102 MELERO XIMÉNEZ (1697a), pp. 20-23.
103 MELERO XIMÉNEZ, Miguel (1697b), Propugnáculo de el alegato jurídico a favor del derecho y costumbre, que tienen a preceder en las consultas los médicos revalidados más antiguos a los doctores revalidados menos antiguos de la Universidad de la Ciudad de Sevilla. Contrarrespuesta a la Segunda parte de la Quaestión, que con impropiedad llaman, médico legal, publicada por el Dr. Don Alonso López Cornejo, Sevilla, Herederos de Thomás López Cornejo, p. 1.
104 GARCÍA ROMERO, Juan José (1737), Triumpho de la Regia Sociedad Hispalense y Diálogo de Medicina, con un Appendix impugnatorio, exterminando veinte y tres Proposiciones, que el Doct. D. Joseph Gazola Veronés, Médico Cesáreo, y Academista Aletófilo, escribe en un breve Compendio, con el título: El mundo engañado de los falsos médicos, Sevilla, Imprenta Real de D. Francisco de Leefdael, p. 2.
105 GARCÍA ROMERO (1737), p. 2.
106 GARCÍA ROMERO (1737), p. 1.
107 LUQUE, Cristóbal (1694), Apolineo caduceo haze concordia entre las dos opuestas opiniones, una que aprueba las consultas de los médicos para la curación de las graves enfermedades, otra que las reprueba, Sevilla, Lucas Martín de Hermosilla, pp. 246-247.
108 LUQUE (1694), p. 249.
109 GARCÍA ROMERO (1737), p. 3.
110 SÁNCHEZ-BLANCO (1999), p. 28.
111 Este frente fue abierto por Miguel Melero Ximénez quien, en su opúsculo De entitatibus manifestis (Sevilla, 1698), arremetía contra las teorías aristotélicas de las formas sustanciales. Fue atacado por Cristóbal Ruiz de Pedrosa en su Allegatio apologetica medico physica qua probabilissimam sententiam de occultis qualitatibus et operationibus aliquorum entium nititur (Sevilla, 1698), obra a la que respondió con el Examen pacífico de la alegación apologética médico-física que publicó contra unas dudas el Dr. Don Christóbal Ruiz de Pedrosa y Luque (Córdoba, 1699-1700).
112 Este era un tema antiguo, heredado de la polémica de Cabriada, a finales de los ochenta, y que fue reabierto con la obra del catedrático de prima de la Universidad de Salamanca José Colmenero Reprobación del pernicioso abuso de los polvos de la corteza de quarango o China china, ilustrada con muchas y eficaces razones y observaciones legales, que demuestran su mucha pernicie cierta, y su inutilidad; dirigida a su total esterminio en cuanto especial febrífugo (Salamanca, 1697). Colmenero fue contestado, entre otros, por Leonardo Salvador de Flores en su Desempeño a el método racional en la curación de las calenturas tercianas que llaman notas; fundado en las sólidas vasas de la Razón, y adornado con la autoridad de los Antiguos Príncipes de la Medicina; y corroborado de la de los más doctos médicos modernos de la Europa (Sevilla, 1698) y por Juan Muñoz y Peralta, fundador de la Veneranda Tertulia a través del Escrutinio físico médico de un peregrino específico de las calenturas intermitentes y otros achaques, motivado de un libro que escrivía don Joseph Colmenero dignísimo catedrático de Prima en la Facultad médica de la insigne Universidad de Salamanca (Sevilla, 1699). Ambos fueron respondidos por López Cornejo con su Galeno Ilustrado… (Sevilla, 1699), obra replicada, nuevamente, por Muñoz y Peralta en su Residencia piadosa a la obra del Dr. Don Alonso López Cornejo, catedrático que fue de Prima de esta Universidad de Sevilla y Alcalde que fue de la villa de Salteras, por el estado noble (Córdoba, 1700) y un tardío Flores, con su Antipología médica a el libro apologético aunque con nombre del doctor don Alonso López Cornejo, que salió a la luz con título de Galeno ilustrado, contra el tratado: Desempeño a el método racional en la cura de las tercianas notas (Madrid, 1705).
113 Comenzó con la publicación de la obra de Juan Ordóñez de la Barrera, ex militar y presbítero ordenado de sacerdote, Acasos de don Ulises de Aldrovando (Valencia, 1699), donde se defienden las cualidades manifiestas en contra de las cualidades ocultas. El propio Ordóñez manifestó posteriormente que la publicó otra persona mientras él estaba enfermo, lo que impidió que corrigiese la versión final, por lo que no se mostraba totalmente de acuerdo con las ideas allí defendidas. Fue respondido por el catedrático Pedro Osorio de Castro, nombre tras el cual se ocultaban numerosos galénicos que no querían dar la cara, quien escribió Vindicta de la verdad a exámenes de la razón, es respuesta a un papel cuyo título es Acasos de D. Ulises de Androbando, escrito por Don Juan González Ordóñez (Sevilla, 1700), donde se defiende la teoría aristotelista y se pretende unir antigüedad y modernidad a través de las obras de Paracelso, Kircher y Nieremberg. Como respuesta, aparecieron dos nuevas obras de Ordóñez tituladas Antorcha philosóphica, luz, que ahuyentando las medrosas sombras de entes phantasmas, o imaginadas qualidades ocultas, informa al conocimiento de la verdad (Córdoba, 1699) y Clava de Alcides con que se aniquila la vindicta de la verdad, que dieron al publico varios Ingenios Auxiliares, rubricada con el nombre de D. Pedro de Ossorio, y Castro Maestro de Sangrador, y Cirujano: Respondese a los excesos de la Vindicta, y se corroboran las Doctrinas de los Acasos de D. Ulises de Aldrobando (Córdoba, 1700).
114 ORDÓÑEZ DE LA BARRERA (1700), pp. 5-11.
115 GARCÍA ROMERO (1737), p. 7.
116 GARCÍA ROMERO (1737), pp. 7-8.
117 GARCÍA ROMERO (1737), p. 8.
118 GARCÍA ROMERO (1737), pp. 18-25.
119 El primero decía:
“Que todos los Socios han de tener cuidado en los Lugares, que se hallaren, de habilitar en todo lo que pudieren a los Pharmacos en la Doctrina Expagyrica para que tengan promptos los remedios precisos, y no hallandose habiles en la manipulación de ellos, den cuenta a la Sociedad para que se les remita el mas seguro modo de su manipulacion, y las Pharmacopeas, que pidieren”
Mientras que el segundo exponía
“que los Arcanos Medicos, y Chirurgicos, que huvieren assegurado los continuos experimentos en algunos Medicos, si estos los pidiere algun Socio, viviendo en lugar distante de esta Sociedad, se les den fielmente el modo de usarlos con toda legalidad para bien de los pobres enfermos”
120 Así, en el sexto punto de las ordenanzas se dice que
“en qualquier empeño literario, o de otra qualquier especie, que sea, q. se ofreciere a qualquier Socio, sea asistido de todos para tributarle el alivio, que se le pudiere dar”
121 “si algun Socio tuviere alguna dificultad en lo Medico-Chimico, o Chirurgico, la consulte con la Sociedad Medica, que le respondera todo lo que en ella alcanzare”.
Se establecieron dos reuniones semanales, a las que sólo se podría faltar en caso de enfermedad o ausencia de la ciudad.
122 Se estipularon tres anatomías al año en hospitales sevillanos. En el caso de no haber cadáveres humanos, se emplearían animales.
123 Son varios los puntos en los que se refiere este hecho. Así, en el punto cuarto, se estipula:
“que el que tuviere que escribir algun Libro, o Apollogia, lo consulte primero a la Sociedad, y ayudará (sino hubiere Padrino a quien dedicarlo) con todos los medios conducentes para su Impression”
Mientras que en el punto sexto se hace referencia a las polémicas que fueron origen de la Sociedad:
“que en qualquier empeño literario, o de otra qualquier especie, que sea, q. se ofreciere a qualquier Socio, sea asistido de todos para tributarle el alivio, que se le pudiere dar”
Más explícito es el punto séptimo:
“que la Sociedad tenga obligacion todos los años de imprimir lo que en el discurso de él hubiere logrado en el adelantamiento de los experimentos Physicos, Chimicos, y Anothomicos, y para ellos se repartan los assumptos a todos los socios ausentes para que cada uno escriba en ellos lo que fuere mas genial”.
124 ORDÓÑEZ DE LA BARRERA (1700), p. 22.
125 ORDÓÑEZ DE LA BARRERA (1700), p. 142.
126 GARCÍA ROMERO (1737), p. 10.
127 LÓPEZ CORNEJO (1699), pp. 211-212. Es este autor quien define la Medicochimica como una fusión de doctrinas espagíricas antiguas (Vilanova, Croll, Paracelso, Severinus, van Helmont, Lulio, Hartman…) con las filosóficas modernas:
“constituyendo otra Medicina, y variando los remedios de vegetales, animales, y minerales; y usando de dichos remedios mas puros, y desecados por cirtud del fuego, y del Arte Espagirica”
LÓPEZ CORNEJO (1699), pp. 200-201.
128 LÓPEZ CORNEJO (1699), p. 213.
129 LÓPEZ CORNEJO (1699), p. 197.
130 “que son los manipularios, o ministros de los Medicos, a quien toca, y pertenece el reduzir los medicamentos a mas noble estado. “a los farmaceuticos, que son los manipularios, o ministros de los Medicos, a quien toca, y pertenece el reduzir los medicamentos a mas noble estado. Y assi ay oy en Sevilla muy excelentes Boticarios, y diestros en suerte Farmaceutica, y separan, y distilan, y calcinan, y executan otras muchissimas manipulaciones con gran primor; y aunque executan, y separan por estas manipulaciones lo puro de lo impuro de los medicamentos, no por esso, ni son Medicos, ni se intrometen a disputar muevos principios philosoficos” LÓPEZ CORNEJO (1699), p. 199.
131 “y no debe estar arriesgado a que no sepa preparar el Farmacéutico, o Chimico el medicamento que le pide, y le engañe con el; y assi debe tener conocimiento de las manipulaciones, y preparaciones Farmaceuticas, o Chimicas, para conocer si el medicamento esta perfectamente preparado, o manipulado; o no». LÓPEZ CORNEJO (1699), p. 199.
132 ZAPATA (1701), p. 4vº.
133 Es más, el propio Felipe V ordenó una multa de cien ducados a quien hiciese cualquier petición contra la Regia Sociedad y decidió que sólo se admitieran doctores entre sus socios cuando se reconociese que practicaban la verdadera doctrina moderna. GARCÍA ROMERO (1737), pp. 15-17.
134 Carta pacífica en que el Doctor D. Andrés de Gámez, dignísimo proto-médico de S.M. desengaña a los professores médicos defensores de su príncipe Galeno, de los poco versados que están en sus obras, y justamente alaba la aplicación a las doctrinas modernas de los socios de la Regia Academia Sevillana, s.l., 1701. La carta fue editada y prologada por Juan Ordóñez de la Barrera.
135 En la última década del siglo XVII defendió los postulados tradicionalistas frente a los ataques del médico veronés José Gazola, médico del embajador de Venecia y conocido por su obra póstuma Il mondo ingannato dei falsi medici (1716), de la cual publicó un anticipo titulado Entusiasmos médicos, políticos y astronómicos (Madrid, 1690), donde hacía una dura crítica de la medicina en general y, muy particularmente, del galenismo. Zapata le respondió en su Verdadera apología en defensa de la medicina racional, filosófica y debida respuesta a los entusiasmos médicos que publicó en esta Corte D. José Gazola Veronense (Madrid, 1691). LÓPEZ PIÑERO (1963), pp. 142-143.
136 BARRAS DE ARAGÓN, Francisco (1930), “La Regia Sociedad de Medicina y Ciencias de Sevilla y el Dr. Cervi”, Boletín de la Universidad de Madrid, 9, pp. 354-379.
137 MARTÍNEZ VIDAL, Alvar y PARDO TOMÁS, José (1995), “In tenebris adhuc versantes. La respuesta de los novatores españoles a la invectiva de Pierre Régis”, Dynamis, 15, pp. 301-340 (pp. 320-330).
138 MULTHAUF (1966), p. 230.
139 ULSTADT, Phillip (1550), Le ciel des philosophes, París, V. Gaultherot y GESNER, Conrad (1555), Thesaurus Evonymi Philiatri, Lugduni, B. Armolletum. La extracción de la quintaesencia es descrita por éste último:
“Se echa polvo muy fino de antimonio, con vinagre muy fuerte destilado. Se deja reposar hasta que el vinagre se vuelva de color rojo intenso. Luego, se cuela el vinagre. En otra vasija se echa vinagre nuevo destilado, que se une al antimonio. Se pone todo a fuego lento, hasta que el vinagre adquiera color. El proceso se repite hasta que el vinagre cese de colorearse.
Lo coloreado se destilará en un alambique con cenizas. Entonces, comenzará a fluir el vinagre; y, luego, una materia de mil colores. Es la quintaesencia que llaman plomo de los filósofos (…) Esta quintaesencia se introduce en un pelícano, para que circule durante cuarenta días. Al cabo de este tiempo, seca las heridas y sirve de bálsamo para todas las llagas, que cura fácil e inmediatamente. Además, actúa maravillosamente contra todos los apostemas y tumores”. MANRIQUE, Andrés y FERNÁNDEZ, Agustín (1996), Tesoro de los Remedios Secretos de Evónimo Filiatro, San Lorenzo de El Escorial, p. 313.
140 Los estudios pioneros de THORNDIKE, Lynn (1923-1958), History of Magic and Experimental Science, New York, 8 vols, 5, p. 479; DARMSTAEDTER, Ernst (1930), “Paracelsus und die Einführung Chemischer Praparat als Heilmitter”, in: SUDHOFF, Karl (ed.), Historische Studien (Festgabe Georg Sticker), Berlín, pp. 63-73 y CHEVALIER, A. G. (1940), “The ‘Antimony War’. A Dispute Between Montpellier and Paris”, Ciba Symposia, 2, pp. 418-423 se han visto completados con los más recientes estudios de DEBUS, Allen G. (1991), The French Paracelsians: The Chemical Challenge to Medical and Scientific Tradition in Early Modern France, Cambridge y HENRIOT, C. M. (1992), Etude du devenir d’une substance minerale utilisée sous l’alchimie et eliminée par la chimie: cas de l’antimoine, Bourgogne.
141 LAUNAY, Louis de (1564), De l’antimoine, La Rochelle.
142 GRÈVIN, Jacques (1566), Discours… sur les vertus et facultez de l’antimoine, contre de qu’en a escrit maistre Loys de Launay, París, A. Wechel y GRÈVIN, Jacques (s.a.), La second discours… sur les vertus et facultez de l’antimoine… pour la confirmation de l’advis des médecins de Paris et pour servir d’apologie contrece qu’a escrit M. Lois de Launoy…, París, J. Du Puys.
143 VALENTIN, Basil (1604), Currum triunphalem antimonii, Leipzig.
144 VALENTIN (1604), pp. 22-23.
145 La producción escrita de Alejandro Quintilio ha permanecido en el olvido hasta el momento actual. Conocemos la existencia de dos ediciones de su obra Relacion y memoria de los maravillosos Efectos, y notables prouechos que han hecho y hazen los polvos blancos solutivos de la quinta essencia del oro. La primera está fechada en 1609 y la segunda en 1616 y ambas fueron impresas en Madrid, pero todo parece indicar que existe una edición anterior, pues la de 1609 aparece como segunda edición y la de 1616 como tercera. El ejemplar de 1609 se conserva en la Biblioteca Universitaria de Zaragoza (signatura: 78-52) y el de 1616 en la Biblioteca Nacional de Madrid (signatura: R/10576). El descubrimiento y primer análisis de este texto, de indudable trascendencia para la Historia de la Ciencia en España, se encuentra en LÓPEZ PÉREZ, Miguel (2001), Alquimia, Terapéutica y Sanidad en la España de los Austrias Menores, Madrid, Tesis Doctoral Inédita, (Facultad de Geografía e Historia, U.C.M.), pp. 578-628.
146 El 29 de octubre de 1599 se le denegaba el permiso por parte del fiscal del Protomedicato aunque, tan sólo diez días después, los protomédicos Oñate y Gómez de Sanabria le volvieron a conceder el permiso. El 30 de junio de 1605 un nuevo fiscal del Protomedicato volvió a denunciarle, al no tener constancia de la licencia anteriormente concedida, pero nuevamente fue absuelto por los protomédicos.
147 QUINTILIO (1616), pp. 35vº-36.
148 Valerio Forte entró al servicio real en 1587. Seis años después entró a engrosar la primera plantilla de la Real Botica como ayuda de destilador, cargo que ejerció hasta 1601, cuando fue nombrado destilador de la Real Botica, por regreso de su padre a Nápoles. Un año después recibe el nombramiento de destilador de Aranjuez. Es entonces cuando se deciden aunar ambos títulos y crear el de destilador mayor, encargado de elaborar todas las aguas destiladas y medicamentos químicos de consumo real, tal y como quedó estipulado en las ordenanzas de la Real Botica. Valerio Forte recibió numerosas mercedes de Felipe IV, tercer monarca de la dinastía al que sirvió, en su dilatada trayectoria como criado real. Consiguió perpetuar su familia en el cargo de destilador mayor, consiguiendo del monarca que su hijo mayor Vicente heredase su puesto. Falleció en 1633, desapareciendo así el último de los destiladores que sirvió a Felipe II. REY BUENO (1999).
149 QUINTILIO (1616), p. 4vº. Según declaración de Quintilio, Forte también era autor de un agua de efectos maravillosos, tal y como describe:
“si esta composicion y quinta essencia del oro es de maravilla, de mucho mayor es en su tanto y en su intension el agua del excelentissimo señor duque de Lerma, que con tan gran trabajo, cuidado y estudio ha compuesto y hecho, y haze Valerio Forte, digno criado de Su Magestad… y su destilador mayor”. QUINTILIO (1609), p. 17.
Desconocemos de qué agua está hablando, aunque bien pudiera tratarse de la que aparece en la obra de Jerónimo de la Fuente Piérola Tyrocinio pharmacopoeo. Metodo medico y chimico (Madrid, 1660) bajo el nombre de Aqua dentium magistraliter Philipo Rey Nostro Quarto parata (p. 186 de la edición de 1698).
150 En la portada de ambas ediciones se incluye una muestra del papelillo y el sello. Así, en la de 1609 se dice:
“Cada papelillo va sellado con este sello, y firmado como aquí esta, y con tinta desta color”
mientras que en la de 1616, al margen de la portada, aparecen tres grabados para que fácilmente se reconociesen los papelillos.
151 Incluso podría tener virtudes multiplicativas, tal y como afirma Quintilio
“[…]no siendo otra cosa estos nuestros poluos, que vna quinta essencia de oro originalmente causada, y despues templada de un influxo y calor celeste, y solar templadissimo, oculto, y esparcido en esta nuestra materia mineral blanca, extracta con el arte de la raiz y materia de nuestro oro, de la qual materia y raiz, con el arte, se puede sacar purissimo oro, por diferente y endustriosa operación, y aquella cantidad que basta para conocer la verdad de la dicha materia sea realmente rayz y materia de oro, por donde estos nuestros poluos se dizen propiamente quinta esencia de oro, porque juntada a su cuerpo es generativa del oro”. QUINTILIO (1616), p. 41vº.
152 De hecho, y si hacemos caso de la portada de ambas ediciones, Quintilio escribió su obra como una especie de prospecto para acompañar su remedio. Así, como subtítulo de la obra aparece:
“para embiar con los mismos [los polvos] a las Indias; de donde le hazen grandissimas instancias dellos, y por lo mucho que importa aquí en España, y otras partes”.
153 QUINTILIO (1616), pp. 42vº-43.
154 BRAVO DE SOBREMONTE, Gaspar (1674), Resolutionum ac consultariorum medicarum, Coloniae, J.W. Friessen, 3 vols., 3, pp. 294-308.
155 En su obra Polyanthea medicinal: noticias galenicas e chymicas, repartidas en tres tratados, Lisboa, Antonio Pedroso Garlam, 1704, trata del uso del antimonio como vomitivo y ofrece una colección de recetas antimoniales con diferentes usos terapéuticos. SOUSA DIAS, Pedro (1998), “Terapéutica química y polifarmacia en Portugal. La contribución de Joâo Curvo Semedo (1635-1719)”, en: ACEVES PASTRANA, Patricia (ed.), Construyendo las ciencias químicas y biológicas, México, pp. 67-88
156 BOVIO, Zefiriele Tommaso (1601), Flagello contro di medici communi detti rationalli, Verona, p. 40. Zefiriele Tommaso Bovio (1521-1609) perteneció a una noble familia veronesa. Estudió leyes en Padua, Bolonia y Ferrara y, tras recorrer Europa por espacio de veintisiete años, regresó a Verona donde comenzó a ser conocido como médico y astrólogo. Convencido de poseer medios curativos de valor poco común, en contraste con los remedios tradicionales, publicó sus conocimientos en la obra Flagello de’ medici rationali (Venecia, 1583). La obra suscitó la respuesta de Claudio Gelli (Venecia, 1584), que fue a su vez replicado por Bovio con su Melampigo overo confusione de’medici sofisti che s’intitolano rationali (Verona, 1585), y seguido de su Fulmine contro de’ medici putativi rationali (Verona, 1592). Estas obras alcanzaron gran difusión, siendo reimpresas en el siglo XVII tanto en forma separada como conjunta. Claudio Gelli, joven médico veneciano, no se limitaba a subrayar la inclinación alquimista y el origen paracelsista de muchos de los remedios presentados por Bovio como originales, sino que hacía notar la propensión de Bovio hacia la astrología judiciaria. INGEGNO, Alfonso (1971), “Bovio, Zefiriele Tommaso”, en: GHISALBERTI, Alberto (dir.), Dizionario biografico degli italiani, Roma, vol. 13, pp. 565-566.
157 Frente a lo defendido por los galenistas, que atribuían la potente acción purgante al antimonio, era la escamonea la causante de tales efectos. Cornacchini insistió en su eficaz acción terapéutica frente a los ataques recibidos por parte de algunos colegas de los colegios pisano y florentino. Pese a las numerosas dudas suscitadas, la obra de Cornacchini tuvo dos ediciones en el año 1619, una tercera en Florencia en 1620, otra en Frankfurt en 1628 y dos en Ginebra (1635 y 1682), siendo incluida en forma de apéndice en la obra de Johann HARTMANN (1682), Plaxis chymiatrica, Genevae, pp. 225-329. COMPARATO, Ivo (1983), “Cornacchini, Marco”, en: GHISALBERTI, Alberto (dir.), Dizionario biografico degli italiani, Roma, vol. 29, pp. 104-105.
158 GÁMEZ (1683), p. 16.
159 CARDONA, Dionisio de (1694), “Sobre la Química. Papel en que se describe cuán importante es se dé calor a que se mantenga el laboratorio de lo químico y algunas reglas e instrucciones que da para ello”, Madrid. AGP. SA, leg. 429.
160 LÓPEZ CORNEJO (1699), p. 151.
161 LÓPEZ CORNEJO (1699), pp. 211-212.
162 ZAPATA (1701).
163 FERNÁNDEZ, Juan Pablo (1701), Carta de Luis Maria Cusprilii, Medico de la Villa de Parla, Boticario que fue en Madrilejos; escrita a su discipulo el medico de Camuñas sobre la que escrivio a la Sociedad de Sevilla Don Diego Zapata… proclamando la seguridad en el uso del antimonio, Madrid, s.i. y FERNÁNDEZ, Juan Pablo (1702), Diálogos entre el Doctor Cusprilii Tribeanus y su discipulo el medico de Camuñas, sobre los papeles que han salido del curioso discurso del Dr. D. Pedro Navarrete, Cathedratico de Cirujia que fue en Granada, y del socio tapado. En que quieren satisfacer a la casa de dicho Doct. Cusprilii, que condenaba las aclamaciones que del antimonio hizo D. Diego Mateo Zapata…, Madrid, s.i.
164 NAVARRETE Y SABOGAL, Pedro Antonio (1702), Curioso discruso hecho de un cortesano sobre la carta del medico de Parla, a que con casualidad satisface el doctor…, Madrid, s.i. y NAVARRETE Y SABOGAL, Pedro Antonio (1702), Respondese al dialogo, papel segundo del doctor Cusprilii, medico de Parla, s.l., s.i.
165 FERNÁNDEZ, Tomás (1702), Respuesta al Triunvirato, sobre una carta que se aparecio en esta Corte, con el nombre de Luis Maria Cusprilii, Medico de Parla, y Boticario en Madrilejos: escrita a un su Discipulo, Medico de Camuñas, contra la Crisis Medica, sobre el Antimonio, que dio a luz el Dotor Don Diego Matheo Zapata, s.l., s.i.
166 RAMÍREZ CALDERÓN Y CUMPLIDO, Andrés (s.a.), Antimonio triumphante de las calumnias de la ignorancia, y respuesta a los dos papeles, que contra la Crisi Medica del Doctor D. Diego Matheo Zapata se publicaron con nombre supuesto del Doct. Cusprilii Medico de Parla, de los quales en el segundo se declara Author el Doct. D. Joseph Pablo Fernandez, Cathedratico de Prima en la facultad de Medicina de la Universidad de Granada, s.l., s.i.
167 MUÑOZ Y PERALTA, Juan (1702), Triunfo del antimonio y contra respuesta a la carta anonima, que contra la Docta Crisis del Doctor Don Diego Matheo Zapata produxo el Triunvirato de la ignorancia; la invidia, la audacia, y la malevolencia, Córdoba, Imprenta del Excmo. Y Rvdo. Señor Cardenal Salazar, Obispo de Córdoba.
168 MUÑOZ Y PERALTA (1702), p. 39. El propio Andrés Ramírez declara en la dedicatoria de su obra que la escribe para defender a Zapata y demostrar
“lo que en el discurso de treinta años de manipulacion he podido conseguir con el Antimonio”
169 MUÑOZ Y PERALTA (1702), pp. 18-19.
170 MUÑOZ Y PERALTA (1702), p. 47.
171 MUÑOZ Y PERALTA (1702), pp. 65-69.
172 RAMÍREZ CALDERÓN (s.a.), pp. 14-15.
173 RAMÍREZ CALDERÓN (s.a.), p. 32.
174 RAMÍREZ CALDERÓN (s.a.), p. 31.
175 PALACIOS (1706), pp. 2-3. Se refiere al médico protestante francés Pierre Règis (1656-1726), doctor en Medicina por la Universidad de Montpellier y que realizó las ediciones de Amsterdam de la Opera Posthuma de Marcello Malpighi. En su prólogo resalta cómo las ideas de Harvey, Descartes, Gassendi y el propio Malpighi habían sido plenamente aceptadas en toda Europa. Sin embargo, se exceptúa de este panorama a quienes seguían perseverando en las viejas ideas: moscovitas, lusos y españoles. MARTÍNEZ VIDAL y PARDO TOMÁS (1995).
176 Página 73: Decoctum Antivenerum, seu ex Lignis & radicibus, con antimonio crudo. Página 82: Mixtura de antimonio epiléctica, con «tinctura sulphuris antimonii». Página 96: Vino emetico o estibiado, con crocus metallorum o hígado de antimonio y vino blanco. Página 168: Electuario aperiens D. Daquin, lleva antimonio diaforético. Página 201: Polvos de cornachino, seu de tribus, con antimonio diaforetico. Página 214: Pulvis bezoardicus absorbens, con antimonio diaforetico marcial. Página 216: Pulvis ad pleuresiam, con antimonio diaphoretico marcial. Página 235: Píldora febrífuga de Diego Mateo Zapata, lleva antimonio marcial. Página 234: Pildora antimonio asmática de Zapata, lleva bálsamo de azufre de antimonio. Página 343: Aqua acidula antimonii, con sólo antimonio. Página 355: Aqua oftalmica Quercetani, con hinojo y crocus metallorum o de antimonio. Página 413: Tintura de antimonio. Página 439: Vitrum antimonii, calcinado. Página 439: Vitrum antimonio correcto. Página 440: Crocus metallorum con antimonio y nitro. Página 440: Antimonio diaforético. Página 441: Antimonio diaforético marcial, con limaduras de hierro. Página 442: Antihecticum poterii, alias antimonio jovial de Ettmuler, con regulo de antimonio simple y estaño puro. Página 443: Bezoardico mineral simple, con manteca de antimonio. Página 449: Flor de antimonio. Página 445: Cinnabaris antimonii, con mercurio sublimado y antimonio. Página 458: Liquor, seu oleum glacial, con antimonio y mercurio sublimado puro. Página 459: Azufre de antimonio, con nitro y tártaro crudo. Página 450: Azufre de antimonio inflamable, con agua regia. Página 463: regulo de antimonio simple. Página 464: Régulo de antimonio marcial. Página 464: Régulo de antimonio medicinal.
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