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Presentación
La obra, manuscrita, llegó a nuestro conocimiento por la transcripción digitalizada que el alquimista español J. A. Puche Riart dio en su web‐ blog Libros de alquimia, 4 de mayo, 2011[1]. El manuscrito se encuentra en el Archivo Histórico Nacional, Legajo 2927‐1, núm. 270.
Antes del Tractatus, J. A. Puche transcribe una carta que consta de dos partes, la primera, fechada el 27 de julio de 1792, va dirigida al rey, al parecer por mediación del que en ese momento era ministro de Estado, el conde de Aranda, solicitando la subvención de un laboratorio y los experimentos alquímicos. En la segunda parte le ofrece al ministro una copia de su obra, quizás para interesarlo en el proyecto[2].
Carta 1
Exmo. Sr.
Sr. y muy Sr. mio. La ardua empresa de transmutar el Mercurio en fina plata, es recta de ignorantes que se juzgan sabios, i yo le juro a S.Exª por Dios Omnipotente que es verdad, y que la hize sin pensar en ella, maviendo caído casualmente en el Mercurio algunas gotas una agua, que yo avía preparado para otro fin. Esto me sucedió el 28 de Junio de 1771, cuya alegría me convirtió en sentimiento la casualidad de aver uno, que aún vive, involuntariamente retome la redoma, donde estaba mas de media arroba de dicha agua que toda se perdió. Desde entonces hasta fines del año de 86 trabaje en volver a hacer la dicha agua, repitiendo centenares de veces los experimentos sin efecto, de que avurrido desvaraté el Laboratorio para no volver a pensar mas en este particular.
Pero si es de suyo tan recomendable la transmutación, no he podido separarla de mi, hasta que este año me han ocurrido especies tan conformes de transmutación. que en lo que alcanzo en mi sentir, con imposibles, pero esto es quando no tengo Laboratorio, ni facultades para construirlo, pues todas las he consumido, i mi salud en estas operaciones Chimicas, de modo que en el día me es imposible continuar con esta ocurrencia, que para mi es certisima, aunque no me atrevo a procurarla, por tal, porque los trabajos químicos suelen pender de un punto tan delicado, que a la vista mas aguda se suelen ocultar.
Si en esta inteligencia su Magestad se dignare correr el riesgo de mandar, se me den tres o seis mil, para instaurar el Laboratorio, y hacer los gastos precisos, para otro fin, con la advertencia de que si me engaño a de perderlos S. Magd. pues yo no puedo restituirlos, me hace cargo de emprender el referido trabajo, de avisar a Vª Exª. dentro de tres meses de el éxito, que tenga, que le considero feliz aun que no me atrevo a asegurarlo.
Nro. Sr. dilate la vida de V. Exª.
Por mi D. Sevilla y Julio 27 de 1792
B.L. At. de Exª, su mas atento siervo y seguro Cappan
Rafael de Goda, Posada y Villoslada
Carta 2
Exmo. Sr. Conde de Aranda, Presidencia e Castilla
De su benignidad de un Ministro tan Cristiano y piadoso cómo es V.E. así lo executará como el que si S, M. me libra algún dinero sede la Exn. á esta Thesorª. de Maxima. deme entregue, a cuyas honrras quedaré el mas agradecido y con visimos deseos de emplearme en el Obsequio de V. E.
P.D. Si S. M. no gusta darle a V.E. mi Obra, y gusta de V.E. de verla me lo mandará para sacar una copia del borrador, o remitirle una relación en resumen.
Nro. Sr. que la importante vida de V.E. los m. an. que pse.afmo. apdo. y segro. seror.
El autor de la carta, autor del Tractatus por tanto, firma Rafael de Goda Posada y Villoslada, residente en Sevilla, de quien nada hemos averiguado.
Según cuenta, en 1771, manipulando una cierta agua preparada le cayeron unas gotas en mercurio, el cual se transmutó en “fina plata”. Por desgracia un ayudante derramó involuntariamente la garrafa con aquella agua. De Goda dedicó los quince años siguientes a intentar reproducir el agua y finalmente cansado desmontó el laboratorio.
Pero al parecer no abandonó sus investigaciones librescas y ni sus especulaciones, resultado de las cuales fue su convicción de que la materia que sumistraba el azufre en la composición de la piedra bendita, era el cerebro humano.
El relato de la transmutación fortuita es un tópico, usado por de Goda sin duda como señuelo ad usum de codiciosos, ya que el alucinante proceso (si más no, en los materiales) descrito en el tratado no busca en absoluto la fabricación de un agua, sino la del polvo directamente medicinal y transmutatorio.
Este Tractatus, como tantas obras, abusa de las citas de “autores”, con la intención de convencer al deseado patrocinador de sus conocimientos alquímicos. Pero si las citas son numerosas, las obras son relativamente pocas; las más recurrentes son las publicadas en la recopilación Ginaeceum chimicum (1679).
Transcripción y traducción
[14r] Cap. 8. De ortu seu nativitate lapidis nostri. | Cap. 8. El orto o nacimiento de nuestra piedra. |
In ortu seu nativitate lapidis maximum arcanum requiritur, et non parva difficultas adest. Hinc Minera philosophorum ait: Sexta difficultas est horam partus cognoscere, ne si nimis infans in utero moram faceret, moriatur, qui infans nisi in hora sua determinata a natura exeat a matris ventre et lucem hauriat mirabiliter extinguitur et sui desiderium tantum insperto artifici relinquit. Et Lux obnubilata: Manus obstetricium certum est in ortu infantis requiri, et si nimis improvidę infantem receperit, facile est ab earum manibus dilabi etc. Unde vigilantia merito in tali casu laudatur. Propterea ut ipse ait: Alias citius natura corporis consumeretur nisi novum humidum ei suppeditaretur. Et Oliverius de Oliveriis: Ex hac sola re lac pro infante generatur, et si ex hac re non nutriretur esset impossibile aliquid boni conficere. Et Comes Trevirensis: Terrena potentia super sibi resistens pro resistentia dilata, est actio agentis in ista materia[85]. Et Aquila Thuringi: In opere semel vas pone, semel aperi, semel claude; quod amplius est a malo est[86]. Et Maria Prophetiza: Si percusserint ęr ipse congelabitur. Et Senior: Nisi corpus immundum mundaveris et ipsum dealbatum reddideris, et animam in ipsum misseris, nihil huius magisterii direxisti[87]. Et in Dialogo magistri cum discipulo: Oritur noster infans post septem vel nonum mensem, nec amplius pascitur menstruo et sanguine crudo, cibatur tamen lacte, sanguine scilicet vis cocto[88]. Et P. Crassellame: | En el orto o nacimiento de la piedra se requiere el mayor arcano y hay no pequeña dificultad. Por eso dice Minera philosophorum: «La sexta dificultad es conocer la hora del parto, para que no muera el niño si se demora demasiado en el útero. Y si este niño no sale del vientre de su madre y aspira el aura a su hora determinada por la naturaleza, se extinguey deja al inexperto artífice con sólo su deseo». Y Lux obnubilata: «Ciertamente se requiere en el nacimiento del niño una mano obstetricia, y si recibe al niño con exceso de negligencia, es fácil que se escurra de sus manos etc. De donde con razón se alaba la vigilancia en un caso tal». Porque como el mismo dice: «De otra manera la naturaleza del cuerpo sería consumida rápidamente si no se le suministra un nuevo húmedo». Y Oliverius de Oliveriis: «La leche del niño se produce de esta sola cosa, y si no se alimenta de esta sola cosa, es imposible conseguir algo bueno». Y el conde Trevirense: «La potencia terrena sobre su resistente, como la resistencia diferida, es la acción del agente en esta materia». Y Aquila Thuringus: «En la obra pon el vaso una vez, ábrelo una vez, ciérralo una vez; lo que sea más, es malo». Y María profetisa: «Si golpean, el propio aire se congelará». Y Senior: «Si no has limpiado el cuerpo inmundo y lo has vuelto blanco y le has enviado el alma, no has realizado nada en el magisterio». Y en Dialogus magistri cum discipulo: «Nuestro niño nace tras el séptimo o noveno mes, y no sigue ya más se nutre de menstruo o sangre cruda, sino que es alimentado con leche, o sea, con sangre dos veces cocida». Y P. Crassellame: |
[14v] [1, 6] Che se pronta assistenza non ha d’occhio Linceo, di mano industre, muore il candido infante al suo natale; che più nol ciban poi i primi umori suoi, come l’huom, che nell’utero si pasce d’impuro sangue, e poi di latte in fasce. | [1, 6] Que si quien asiste presto no tiene ojos de Linceo, mano industriosa, muere el blanco niño al nacer; que ya no lo alimentan más sus primeros humores; como el hombre, que en el útero se nutre de sangre impura, y luego en pañales de leche. |
At quia verum est quod philosophi hanc difficultatem celavere, etsi satis aperte eam tradant in sitatis aucthoritatibus, propterea eorum vestigiis inhęrendo arcanum nativitatis nostri lapidis occultatum in sęquęnti ziphera do: | Siendo verdadero que los filósofos celaron esta dificultad, aunque la transmitan con suficiente claridad en las autoridades citadas, por ello apegados a sus huellas doy el arcano del nacimiento de nuestra iedra en la siguiente cifra: |
Ziphera Qtoussatanaldtuoitmmeasetetepirttieeamrev‐ urimicsteiasglfibllialitasuvimammsaieat tptpeeorinineatitrnvasrvuvaoassfsqupureo nrfoeapucemtrdoęelmxiltoorscaouhcmet qpuuaęrgmtisenmimtgaailoliclqtauosad tmiipeers/ | Cifra. Qtoussatanaldtuoitmmeasetetepirttieeamrev‐ urimicsteiasglfibllialitasuvimammsaieat tptpeeorinineatitrnvasrvuvaoassfsqupureo nrfoeapucemtrdoęelmxiltoorscaouhcmet qpuuaęrgmtisenmimtgaailoliclqtauosad tmiipeers/ |
In hac zipherola arcanum nativitatis lapidis nostri velatum est literis 201. Quod si tu ab unitate per binarium in ternarium descenderis et iterum in unitatem consurges, totidem cum literis arcanum explanatum reperies, quę omnia si industrius sagaxque eris, facillime penetrabis. Omnia necessitas suffert. | En esta pequeña cifra está velado el arcano del nacimiento de nuestra piedra en 201 letras. Si tú desciendes desde la unidad por el binario hasta el ternario, y de nuevo te elevas a la unidad, encontrás aclarado el arcano con otras tantas letras, lo que penetrarás si eres industrioso y sagaz. La necesidad lo soporta todo. |
[15r] Cap. 9. De signis et coloribus apparentibus in lapidis nostri generatione. | Cap. 9. Signos y colores que aparecen en la generación de nuestra piedra. |
Cum Gyneceum Chimicum dicat: Studeas autem, fili, cum in operatione fueris, omnia signa quę in qualibet operatione vel decoctione apparent, in mente tua recondere[89], ideo posito vase in furno observare debes per singulos dies signa et colores in vase apparentes, quin vas moveas, alias totum opus peribit. Colores qui apparebunt sunt, ut Minera philosophorum ait: Primus enim color nostri embrionis est color fulvus vel subfuscus lucidus, instar picis liquidę, qui magis in diem sucessive nigrescet, postea diversitas colorum, deinde albedo maxima, postea rubedo in ipsa albedine abscondita. Et Geber: Elyxir primo fit nigrum, secundo dealbatur, postea colorem citrinum assumit, ultimo vero rubrum[90]. Hinc ad maiorem claritatem scias quod in materia quę est in vase suscitatur ignis qui in ipsa adest, auxilio cinerum seu terrę cadaveris positę sub craneo, quę tamquam balneum vaporosum simpatice movet internum materię ignem, et tunc paucis diebus resolvitur materia et pars pura seu anima in formam cremoris tartari ascendit super aquam, et pars impura seu corpus descendet in fundo vasis, et aqua seu spiritus mediat inter purum et impurum, propter quod Lux | Puesto que Ginaeceum chimicum dice: «Hijo, cuando estés operando aplícate a guardar en tu mente todos los signos que aparecen en cualquier operación o decocción», por ello, puesto el vaso en el horno, debes observar cada día los signos y colores que aprecen en el vaso, sin mover el vaso o toda la obra perecerá. Los colores que aparecerán son, según dice Minera philosophorum: «El primer color de nuestro embrión es amarillento, lúcido algo oscuro, como pez líquida, que se ennegrece más cada día; luego diversidad de colores, finalmente blancura máxima; luego la rojez escondida en la propia blancura». Y Géber: «El elixir se vuelve primero negro, segundo se emblanquece, luego toma el color citrino, finalmente el rojo». Para mayor claridad debes saber que, en la materia que está en el vaso, se suscita el fuego presente en la misma con el auxilio de las cenizas o tierra del cadáver puestas bajo el cráneo, que como un baño vaporoso mueve por simpatía el fuego interno de la materia; luego se resuelve la materia en pocos días, la parte pura o alma asciende sobre el agua en forma de crémor tártaro y la parte impura o cuerpo desciende al fondo del vaso. El agua o espíritu queda en medio entre lo puro y lo impuro, por lo que Lux |
[15v] obnubilata ait: Separabitur purum ab impuro vera solutione. Idem: Puro ab impuro separato. Corpora in primam materiam reducta[91], nigra nebula ascendet a fundo vasis in vacuum, et tunc signum est corruptionis materię, Luce obnubilata dicente: Signum istius corruptionis est nigredo, id est, fumi nigri speciem in suo vitro videre. Postea illa nebula nigra denigrabit corpus illud, quod super aquam erit, et corpus hoc nigredine gravefactum descendet in fundo vasis, et se uniendo cum corpore impuro, tota materia apparebit ut nigra nigrius nigro[92]. Ait enim Joannes Daustenii: Nam artis principium est caput corbi nigrum[93]. Et P. Crasselame: [2, 8] Pur ogni seme inutile si vede se incorroto, ed integro non marcisce, e vien negro; al generar la corruttion precede. Tal natura provede nell’opere sue vivaci, e noi di lei seguaci, se non produr aborti al fin vogliamo, pria neggregiar, che biancheggiar dobbiamo. | obnubilata dice: «Se separará lo puro de lo impuro con verdadera disolución». El mismo: «Separado lo puro de lo impuro». Una vez el cuerpo reducido a primera materia, ascenderá un nube negra desde e el fondo del vaso al vacío, y que es entonces signo de la corrupción de la materia, según Lux obnubilata dice: «El signo de esta corrupción es la negrura, o sea, ver en su matraz una especie de humo negro». Luego la nube negra ennegrecerá el cuerpo que está sobre el agua y el cuerpo, sobrecargado con esta negrura, descenderá al fondo del vaso uniéndose con el cuerpo impuro, toda la materia aparecerá como lo negro más negro que lo negro. Dice Ioannes Daustenius: «Pues el principio del arte es la cabeza negra del cuervo». Y P. Crassellame: [2, 8] Pues toda semila inútil permanece si incorrupta e íntegra no se marchita y se hace negra; al generar la corrupción precede. Así la naturaleza actúa en sus obras vivaces, y nosotros sus secuaces si al fin producir abortos no queremos antes ennegrecer que blanquear debemos. |
[16r] Et ut ait Geber: Nigredo durat quadraginta dies. Deinde diebus 72 transactis motum alium materia accipiet et fumos sublimabit in altitudinem, seu vasis coelum, qui fumi in superficie vasis congelabuntur in viride colore tamquam smazagdi, Ecclesiastico dicente: Sicut in fabricatione auri signum est smazagdi[94], qui propter multiplices variationes quas faciet, ait enim Geber: A colore nigro ad albedinem multi et varii colores apparent. Et Horatius: Quo teneam nodo mutantem Prothea vultus[95]. Quare merito Iridis su pavonis cauda vocari potest. Propterea Oliverius de Oliveriis: Videbitur nunc apparere flosculos diversorum colorum et tanta varietate signatos, ex quibus tantam capies delectationem, quantam amplius non habuistis. Pratum non est, quod nascente Vere herbas virentes germinet nec flores parturiat ut materia nostra[96]. Motus iste colorum durabit per spatium 128 dierum, quibus peractis materiam albedinem accipiet et nascitur noster lapis, quia tunc in eo uniuntur indisolubiliter pars illa sulphurea ad modum cremoris tartari, quę subtilissimus sal et anima lapidis nostri est, et in principio super aquam nactavat (coelum a philosophis vocitata) mediante aqua quę in medio est mercurius et spiritus, cum sale fixo materię qui in fundo vasis iacet, et primę et secundę partis seu melius [16v] sulphuris et mercurii corpus est. Hinc ex tribus rebus fit una sola quę lapis noster est, constans anima, corpore et spiritu seu sale, sulphure et mercurio, quę sunt illa tria principia de quibus abbas Joahnes Trithemius ait: Nota tria illa principia in magia ista naturali occultata, sine quorum perfecta notitia nullius operantem sequitur effectus[97]. Idem: Errant, crede mihi, errant omnes qui sine hiis tribus principiis se posse confidunt[98]. Ideoque punctus huius conjunctionis maximę dicitur a philosophis ortus seu nativitas lapidis, qui punctus oculis manifestatur per albedinem maximam ad modum marmoris resplendentis. At nemo se credat lapidem nostrum natum videre quin prius sciat arcanum in ziphera posita capite antecedente contentum, quia oleum operamque perdet, quod moneo charitate motus, ne postea me maledicant illi ad quos tractatus iste pervenerit. Ait enim Joannes Daustenii: De albo in sanguineum versus est colorem[99]. Et tunc opus est perfectum habebisque lapidem philosophorum benedictum trinum in uno, Hermete dicente: Sic habebis gloriam totius mundi. Et ut ipse ait: Complementum est quod dixi de operatione solis[100]. | Como dice Géber, «la negrura dura cuarenta días». Luego, pasados 72 días, la materia recibirá otro movimiento y sublimará los humos hacia lo alto o cielo del vaso, que se congelarán en la superficie del vaso, de color verde como esmeralda, como dice el Eclesiástico: «Como el signo de la esmeralda en la fabricación del oro». Debido a las múltiples variaciones que hará, dice Géber: «Desde el color negro hasta la blancura aprarecerán mchos y variados colores». Y Horacio: «¿Con qué nudo retendré a Proteo de figura cambiante?». Por ello con razón puede ser llamado cola de Iris o de pavo real. Por ello Oliverius de Oliveriis: «Se verá aparecer florecillas marcadas con colores diversos y de numerosa variedad, con los que encontrarás tanto deleite como nunca tuviste. No hay prado que al iniciarse la primavera germine yerbas verdeantes ni produzca flores como nuestra materia». Este movimiento de colores durará por espacio de 128 días, acabados los cuales la materia recibirá la blancura y nace nuestra piedra, pues entonces se unen en él indisolublemente la parte sulfurosa semejante al crémor tártaro, que es una sal sutilísima y alma de nuestra piedra que en un principio nadaba sobre el agua (llamada cielo por los filósofos), mediante el agua que está en medio, mercurio y espíritu, con la sal fija de la materia que yace en el fondo del vaso, y es cuerpo de la primera y segunda parte, o mejor, del azufre y del mercurio. De estas tres cosas se hace una sola que es nuestra peidra, que consta de alma, cuerpo y espíritu, o sal, azufre y mercurio, que son los tres principios de los que el abad Juan Tritemio dice: «Nota aquellos tres principios en la magia natural oculta, sin cuyo perfecto conocimiento ningún efecto sigue al operador». El mismo: «Erran, créeme, erran todos los que creen poder sin estos tres principios». Por esto el punto de esta suprema conjunción es llamado por los filósofos orto o nacimiento, punto que se manifiesta a los ojos por su blancura máxima, a la manera del mármol resplandeciente. Pero que nadie crea que verá nacida nuestra piedra, si primero no sabe el arcano contenido en la cifra puesta en el capítulo precedente, pues perderá aceite y trabajo, lo que advierto movido de caridad, para que no me maldigan después aquellos a los que llegue este tratado. Dice Ioannes Daustenius: «De blanco cambió a color sanguíneo». Entonces la obra es perfecta y tendrás la bendita piedra de los filósofos, trina en uno. Como dice Hermes: «Así tendrás la gloria de todo el mundo». Y como el mismo dice: «Complementado está lo que dije de la operación del sol». |
[17r] Cap. 10. De virtutibus lapidis nostri in regno animali. | Cap. 10. Virtudes de nuestra piedra en el reino animal. |
Lapis noster prębet homini cognitionem supremam, quia efficacissima sua virtute removet a quinque sensibus humanis tam internis quam externis omnia nociva accidentia, eos depurando, sublimando et accuendo, ita ut anima absque ullo prorsus impedimento cum potentia intellectuali feliciter transit per ipsam ad scientiarum consecutionem. Accuit et mirabiliter depurat atque illustrat cerebrum, proprium organum seu instrumentum sensibilium entium, qualia a communi sensu a fantasia accepta et in memoria reposita representantur intellectui, cuius sunt apertę vię per quas anima additum ad suum habet obiectum, id est, ad speties intelligibiles e sensibus detractis. Hinc intellectus possibilis locupletatus ab intelligilibus entibus incredibili promptitudine habitibus scientiarum inductus (et ideo impassibilis immixtusque factus) ad actum descendit tam speculativum quam practicum, et finaliter cum insolita inusitatque facilitate ad illum ultimum pervenit gradum, a quo ipse secundum sapientes vocatur adeptus ammirabilis, foelix, perfectusque in omni parte. Hinc Trithemius ait: Magia naturalis (id est, lapis) non solum effectus operatur visibiles, sed etiam intellectus hominis in ea periti mirabiliter in cognitione Dei illuminat, invisibilesque fructus animę pręstat. Nec mireris si dicam animam lapidis virtute divinare futura. Ait enim Trithemius: Prędictio futurorum per ipsum | Nuestra piedra ofrece al hombre el conocimiento supremo, porque por su virtud eficacísima remueve de los cinco sentidos humanos, tanto internos como externos, todos los accidentes nocivos, depurándolos, sublimándolos y aguzándolos, de modo que el alma, en adelante sin ningún impedimento, lo recorre felizmente con su potencia intelectual hasta la adquisición de las ciencias. Aguza y admirablemente depura e ilustra el cerebro, órgano propio o instrumento de los seres sensibles, las cualidades recibidas por la fantasía desde el sentido común y colocadas en la memoria le son representadas en el intelecto, del cual son las vías abiertas por las que el alma tiene acceso a su objeto, es decir, a las especies inteligibles de los sentidos anulados. Por ello el intelecto posible, enriquecido por los entes inteligibles, revestido con increíble prontitud de los hábitos de las ciencias (y por ello hecho impasible y homogéneo) desciende al acto tanto especulativo como práctico, y finalmente con insólita e inusitada facilidad llega al último grado, desde el cual, según los sabios, él es llamado adepto admirable, feliz y perfecto en toda parte. Por eso Tritemio dice: «La magia natural» (o sea, la piedra) «no solo opera efectos visibles, sino que ilumina admirablemente en el conocimiento de Dios al intelecto del hombre experto en ella y ofrecee al alma frutos invisibles». Y no te admires si digo que por la virtud de la piedra el alma adivina el futuro. Dice, pues, Tritemio: «La predicción del futuro es verficado por la misma» |
[17v] (id est, lapidem) verificatur occultorumque insinuatio, non aliunde quam per ipsum a natura percipitur[101]. Potest igitur lapidis dono futura divinare divinatione naturali, nam cum Platone et Aristotele Augustinus sanctus affirmat animam tale habere virtutem per idearum participationem, ut voluit Plato, vel impressionibus superiorum causarum, ut voluit Aristoteles. Verum enim est, quod illius actio communiter offuscatur et impeditur a terreno et materiali homine sensuumque impuritate, proptereaque cum non possit de potentia transire ad actum suum, ut mortua, inutilis sterilisque manet. Sed lapide nostro disposita et pręparata, sensuumque purgatione et subtiliatione, et amplius (ut maiorem fortitudinem acquirat) iuvamine coniunctionis mentalis ad incomprehęnsibilem unitatem supręmam. Ait enin Trithemius: Sunt qui dicunt mentem sive spiritum hominis posse naturaliter miranda facere, modo sciat se ab omni adventitio in se ipsum supra sensum in unitatem revocare[102]. Animaque facta firma et non cadens poterit sic absque ullo impedimento libere dona sua fruendo res pręterita pręsentes videre atque futuras, Trithemio dicente: Quicumque notam haberet cognitionem cęlestis harmonię, tam pręterita quam futura cognosceret[103]. Modo talis divinatio non dicatur perfecta et infallibilis, quia Deus (cuius est solum infallibiliter prędire) ut ait Dv Thomas cum divo Bonaventura, potest ad suum beneplacitum impedire, retardare et mutare illud quod anima purgata clare pręvidet. Insuper lapidis nostri virtute renovantur in homine pila, dentes, unghues, pellem‐ | (o sea, la piedra) «y la insinuación de lo oculto es percibida por la naturaleza no en otra parte, sino por ella». Por tanto con el don de la piedra se puede adivinar el futuro con adivinación natural, pues con Platón, Aristóteles, san Agustín afirmaque el ánima tiene tal virtud por su participación con las ideas, como quiso Platón, o por las impresiones de las causas superiores, como quiso Aristóteles. Pero es cierto que su acción comunmente queda ofuscada e impedida por el hombre terreno y material y la impureza de sus sentidos, por lo cual, no pudiendo pasar de la potencia en su acto, como muerta, queda inútil y estéril. Pero dispuesta y preparada por nuestra piedra, por la purgación y sutilización, y aún más (para que adquiera mayor fuerza) con ayuda de la conjunción mental con la incomprensible unidad suprema. Dice, en efecto, Tritemio: «Hay quienes dicen que la mente o espíritu del hombre puede hacer milagros de forma natural, con tal de que sepa restituirse en la unidad, alejado de todo lo adventicio, en sí mismo más allá de los sentidos». El alma, restablecida su firmeza, sin debilidad, sin ningún impedimento, disfrutando sus dones libremente, podrá así ver lo pasado, lo presente y lo futuro, según dice Tritemio: «Cualquiera que tenga conocimiento de la armonía celeste, conocerá tanto la pasado como lo futuro». Con todo no se diga que tal adivinación es perfecta e infalible, puesto que Dios (quien solamente puede predecir infaliblemente), como dice santo Tomás con san Buenaventura, puede a su beneplácito impedir, retardar o cambiar lo que el alma purgada prevé claramente. Además por la virtud de nuestra piedra se renuevan en el hombre cabellos, dientes, uñas y cambia la piel |
[18r] que mutat, ita ut et si senex iuvenis appareat. Sic Medea renovanit Esonem. Et in cuiusdam epitaphio legitur: Hic jacet edentulus, qui canus atque decanus = rursum nigrescit, dentescit et hic requescit[104]. Et si aquila, cerbus et serpens renovantur, cur non homo? Ether et nectar quo illa renovantur in nostro lapide perfectiori modo continentur. Hinc illud Psalmistę: Renovabitur ut aquila iuventus tua. Ex quo sequitur quod etiam lapidis nostri virtute vita hominis prolongatur et mortem vincit; at non loquor de morte a Deo homini ordinata in peccati penam, sed de morte originata ex parentum corruptione, ex defectu boni et proprii regiminis, quod bonum regimen impossibile est observari, cum in diversis rebus consistat, videlicet, victu, potu, dormitu, vigilia, aere, quiete, motu, evacuatione, costritione animique passionibus. Mors prima vinci non potest, quia Job ait: Constituisti terminos eius, qui pręteriri non possuerunt. Qui termini sicuti in multis possunt esse ita longi ut humanam excedant credentiam, sic in aliquibus possunt esse breves, pręsertim in impiis, ut Proverbiorum legitur: Et anni impiorum breviabuntur. Brevitas enim vel longitudo huius termini ab imperscrutabili iudicio Dei dependet, propter quod Proverbiorum dicit: Mors et vita in manu linguę. Bene vero secunda mediante nostri lapidis virtute. Sic testantur sacrę paginę de multis sanctis patribus qui hanc mortem supperarunt, et profanę historię affirmant multos nostri lapidis iuvamine talem mortem superasse, inter quos Artefius, Adami familiaris et contem‐ | de forma que aunque sea viejo aparece joven. Así rejuveneció Medea a Esón. Y en el epitafio de alguien se lee: «Aquí yace un desdentado el cual, cano y decano / de nuevo ennegreció y endenteció y aquí descansa». Y si el ágila, el ciervo y la serpiente se renuevan, ¿por qué no el hombre? El éter y el néctar con el que aquellos se renuevan, se contiene de modo más perfecto en nuestra piedra. De aquí aquello del salmista: «Tu juventud se renovará como el águila». De lo cual se sigue que por la virtud de nuestra piedra también se prolonga la vida del hombre y vence a la muerte. Pero no hablo de la muerte ordenada por Dios al hombre como pena del pecado, sino la muerte originada en la corrupción de los padres, por defecto del régimen bueno y apropiado, ya que es imposible observar el buen régimen, el cual consiste en diversas cosas: alimento, bebida, sueño, actividad, aire, reposo, movimiento, evacuación, constrición y pasiones del ánimo. La primera muerte no puede ser vencida, como dice Job: «Determinaste sus términos, que no pudieron sobrepasar». Estos términos, así como en muchos pueden ser tan largos que excedan la creencia humana, en algunos pueden ser breves, especialmente en los impíos, como se lee en Proverbios: «Y los años de los impíos se abreviarán». La brevedad o extensión de este término dependerá del imperscrutable juicio de Dios, por lo que Proverbios dice: «La muerte y la vida en mano de la lengua». Pero la segunda bien en la virtud de nuestra piedra. Así lo atestiguan las sagradas páginas de muchos santos padres que superaron esta muerte, y las historias profanas afirman que con la ayuda de nuestra piedra muchos superaron tal muerte, entre los cuales Artefio, familar y contemporáneo de Adán, |
[18v] poraneus, qui suis gloriabatur secretis, se usque tunc temporis vixisse annos 1025, quod etiam traditur a Rugerio Bacconio[105]; et de Orpheo Trace legitur novem vixisse ętates; et rex Ampetrieis, ut asserit Xenophontis, vixit annos 800, et eius filius 600[106], quod etiam de aliis asseritur. Quia tamen principalis philosophorum finis in nostro lapide acquirendo est salutis conservatio vitęque prolongatio[107], ideo sequęntem et ultimum capitulum non dedignatus sum. | que en sus Secretos se gloriaba de haber vivido hasta ese momento 1025 años, lo que es transmitido también por Roger Bacon; del tracio Orfeo se lee que vivió nueve edades; y el rey Ampetrieis, como afirma Jenofonte, vivió 800 años y su hijo 600, lo que también se afirma de otros. Pero puesto que el fin principal de los filósofos en la adquisición de nuestra piedra es la conservación de la salud y la prolongación de la vida, por ello no he desdeñado el siguiente y último capítulo. |
Cap. ultimum. De usu lapidis pro salutis conservationie vitęque prolongatione. | Cap. último. Uso de la piedra para la conservación de la salud y prolongación de la vida. |
Satis aperte ex antecendentibus constat dari in nostro lapide virtutem ad fugandas omnes infirmitates et vitam reddere longevam, quod etiam testantur philosophi. Ait enim Geber: Si assumpta per os, subito penetrabit per totum corpus, ut res omnium subtilissima et humano corpori conformis et sua potente et divina virtute tantam incorruptibilitatem inducet omni loco, quem penetrabit, ut ille qui tantummodo tres guttas per se aut alia re convenienti commixtas sumpserit, per longum vitę spatium sani victuri sunt[108]. Et Christianus Adolphus Balduinus: Lapidem philosophorum confici posse, curandis ut morbis fiat, constanter asserimus[109]. Et Rasis: Calefacit enim plurimum et curat infirmitates melancholicas, quę frigidę sunt et siccę[110]. Et Trithemius: Per ipsum | De lo anterior queda suficientemente claro que en nuestra piedra se da la virtud de eliminar todas las enfermedades y volver longeva la vida, lo que atestiguan también los filósofos. Dice así Géber: «Si se toma por la boca penetrará rápida por todo el cuerpo, como la sustancia más sutil de todas y más conforme al cuerpo humano, y con su potente y divina virtud induce tan grande incorruptibilidad en todo lugar que penetra, que quien tome solo tres gotas solas o mezcladas con con algo conveniente, vivirán sanos por un largo espacio de vida. Y Cristiano Adolfo Balduino: «Afirmamos resueltamente que la piedra de los filósofos puede ser confeccionada, para que actúe en la curación de enfermedades». Y Rasis: «Calienta mucho y cura las enfermedades melancólicas, que son frías y secas». Y Tritemio: «Por ella, |
[19r] ad simplex elementum in ternario reductum, subito fiunt infirmitatum curę miraculosę et naturaliter omnium ęgritudinem. Et in sacra pagina legitur: Altissimus creavit de terra medicamenta; et in libris Sapientię: Et sanabiles fecit nationes orbis terrarum et non est illis medicamentum exterminii. Quę omnia de lapide nostro intelligenda sunt. Quia tamen multi philosophi qui lapidem nostrum fecerunt et usum nescierunt, loco sanitatis sibi ipsis mortem dederunt, quapropter Lux obnubilata ait: Sub eadem lance et mors et medicina latent. Idcirco modum clare tibi trado. De nostro lapide albo accipe granum unum et solve in vino vel aliquo liquore convenienti, et dabis ęgrotanti semel in die quousque sanus erit. At de nostro lapide rubro accipe grana quatuor et solve in libras quatuor vini albi et vinum statim veniet rubrum; permicte simul esse per dies quatuor et postea superinfunde alias quatuor libras eiusdem vini et permittes ut prius, et sic altenative facies usquequo vinum sit coloris auri et super ipsum videatur filus albus, qui erit signum verę et totalis solutionis. Filtra vinum per amphoreticam[111] et serva ad usum. In quocumque morbu dabis ęgroto cochlearium unum stomacho deiuno et sanabitur spatio vigintiquatuor horarum; et si morbus erit antiquus, sanabitur trium vel novem dierum spatio. In morbis autem externis, ut ulcerę, fistulę &c., unges eas cum lapide et sanabuntur. Et si corpus alicuius sit oppressum a spiritibus immundis, eius tempora ungantur lapide nostro per noven dies, orto iam sole, et sanabitur, nam etsi spiritus per natura non sint subiecti rebus inferioribus, hoc non obstanti in vindictam divinę iustitię convenit, ut actionibus et affectibus, virtutibus et impressionibus rerum inferiorum subjaceant. Et quia, ut multi dicunt, | reducida a elemento simple en el ternario, se realizan rápidamente curas milagrosas y naturales de todas las enfermedades». Y en la sagrada página se lee: «El Altísimo creó de la tierra medicamentos», y en los libros de la Sabiduría: «Hizo sanables a las naciones del orbe de las tierras y no es para ellas medicamento de exterminio», todo lo cual debe entenderse de nuestra piedra. Sin embargo, dado que muchos filósofos que hicieron nuestra piedra, desconocieron su uso, en lugar de sanidad se dieron a sí mismo la muerte, por lo que Lux obnubilata dice: «Bajo el mismo lance se ocultan muerte y medicina». Por ello te indico claramente el modo. Toma de nuestra piedra blanca un grano y disuélvelo en vino u otro licor conveniente; lo darás al enfermo una vez al día hasta que esté sano. Pero de nuestra piedra roja toma cuatro granos y disuélvelos en cuatro libras de vino blanco y el vino en seguida se volverá rojo; déjalos estar juntos cuatro días y luego añade otras cuatro libras del mismo vino y déjalos como antes; así harás alternando hasta que el vino sea de color de oro y se vea sobre él un hilo blanco, que será signo de la verdadera y total disolución. Filtra el vino por papel anforético y consérvalo para el uso. En cualquier enfermedad darás al enfermo una cucharada en ayunas y sanará en el espacio de 24 horas; si la enfermedad fuera antigua sanará en el espacio de tres o nueve días. En las enfermedades externas, como úlceras, fístulas, etc., las ungirás con la piedra y sanarán. Si el cuerpo de alguien estuviera oprimido por espíritus inmundos, únjanse sus sienes con nuestra piedra durante nueve días, tras la salida del sol, y sanará, pues aunque los espíritus por su naturaleza no están sujetos a las cosas inferiores, no obstante conviene a la protección de la divina justicia que se somentan a las acciones y afectos de las cosas inferiores. Y puesto que, como dicen muchos, |
[19v] in substantia angelica datur potentia sensitiva, non carnalis sed spiritualis, quę potentia, ut asserit divus Agustinus, reperitur in spiritu hominis a corpore separato, per qualem potentiam subjacet actioni et passioni rerum corporalium et sensualium. De quo Scriptura sacra indubitatam fidem pręstat. Legitur in libris Regum: Igitur quandocumque spiritus Domini malus arripiebat Saul, David tollebat citharam et percutiebat manu sua et refocillabatur Saul et levius habebat; recedebat enim ab eo spiritus malus. Et Tobię respondens angelus dixit ei: Cordis eius particulam si super carbones ponas, fumus eius extricat omne genus dęmoniorum, sive a viro sive a muliere, ita ut ultra non accedat ad eos. Quo fumo dęmonem a Sara fugabit[112]. Et inter scriptores profanos Joseph asserit quod in exercitu Titi Vespasiani reperiebatur quidam qui dęmones a corporibus humanis fugabat virtute cuiusdam petrę quam in annulo portabat. Et alii dicunt quod ypericon[113] hęrba talem habet virtutem, propter quod fuga dęmonum dicitur. Insuper legitur antiquos aliquos per experientiam invenisse quod insuflando seu inspergendo sanguinem seu fellem canis omnino nigri per totam domum, subito fugantur ab illa spiritus inmundi et dissolvitur omnis incantatio. Vnde si hęc talem virtutem habent quanto melius lapis noster, qui omnes petras, hęrbas, mineralia, metalla et animalia modo spirituali in se continet? Hinc noster lapis fugat dęmones a corporibus, dummodo in ipsis per pręceptum Dei non sint, quia cum Deus in tali casu sit prima causa, et etiam potest ad suum sanctissimum beneplacitum suspendere virtutes et impedire effectus causarum secundarum lapidisque nostri. | la potencia sensitiva se da en la sustancia angélica, no carnal, sino espiritual, potencia que, como afirma san Agustín, se encuentra en el espíritu del hombre, separado del cuerpo, por esta potencia está sometido a la acción y pasión de las cosas corporales y sensuales. De lo cual la Escritura sagrada da fe incuestionable. Se lee en los libros de los Reyes: «Por consiguiente cada vez que se apoderaba de Saúl un espíritu malo del Señor, David tomaba su cítara y la hacía sonar con su mano, y se reconfortaba Saúl y se sentía aliviado; huía de él, en efecto, el mal espíritu». Y el ángel repondiendo a Tobías dijo: «Si pones una partícula de su corazón sobre carbones, su humo saca toda clase de demonios, de hombre o mujer, y ya no volverá a ellos». Con este humo hizo huir de Sara a un demonio. Entre los escritores profanos Josefo afirma que en el ejército de Tito Vespasiano había uno que ahuyentaba de los cuerpos humanos a los demonios por la virtud de una cierta piedra que llevaba en un anillo. Otros dicen que la hierba de san Juan tiene la misma virtud, por lo cual es llamada “fuga de los demonios”. Se lee además que algunos antiguos encontraron por experiencia que esparciendo o espolvoreando por toda la casa la sangre o hiel de un perro totalmente negro, huyen al instante de ella los espiritus inmundos y se deshace todo hechizo. Entonces, si estas cosas tienen tal virtud, ¿cuánto mejor nuestra piedra, que contiene en sí de manera espiritual todas las piedras, yerbas, minerales, metales y animales? Por ello nuestra piedra ahuyenta de los cuerpos los demonios, con tal de que no estén por designio de Dios, ya que, como en tal caso Dios es la primera causa, puede también según su santísimo beneplácito suspender las virtudes e impedir los efectos de las causas segundas y de nuestra piedra. |
[20r] Hinc christiane et attentissime notet philosophus, quod postquam in una vel multis infimitatibus, et suę vitę periculis obtinuerit salutem lapidis nostri beneficio, opere pretium erit ut veniat illa hora a divina providentia pręscripta pro uniuscuiusque morte, et non obstante lapidis nostri potentia morti cedat. Idcircoque quando philosophus in ultima ęgritudine usus fuerit nostro lapide prima, secunda et tertia vice, quin solitum beneficium, sanitatemue recipiat, conformare se debet cum divina voluntate, Deoque optimo maximo gratias agere pro suę vitę dilatationibus usque tunc acceptis, et cognoscere se pervenisse ad illum terminum quem transgredi non licet sibi, quia voluntati Dei nemo resistere potest. | Por ello note cristiana y muy atentamente el filósofo que, después de haber obtenido la salud en una o muchas enfermedades y peligros de su vida por el beneficio de nuestra piedra, será preciso que llegue la hora prescrita por la divina providencia para la muerte de cada uno, y que ceda a la muerte a pesar de la potencia de nuestra piedra. Y así, cuando el filósofo en su última enfermedad haya usado nuestra piedra una, dos o tres veces, sin recibir el beneficio acostumbrado o la sanidad, debe conformarse con la divina voluntad y dar las gracias a Dios óptimo máximo por las dilataciones de su vida recibidas hasta entonces, y reconocer haber llegado a aquel término que no le está permitido transgredir, ya que nadie puede resistir a la voluntad de Dios. |
Epilogus | Epílogo |
Te carissime epilogi loco admoneo quod si hunc tractatum communicare volueris, ante oculos habeas Artefium dicentem: Hęc est ars sapientibus et Deo timentibus revelanda tantum. Modo non sit huius loci infinitas alias veterum philosophorum aucthoritates cumulare roborandis istis quę dixi, credere enim his tibi et aliis integrum sit. Protestor etiam ut si quid supra contra catholicam et Christianam doctrinam scriptum fuerit aut obvelatum, pro nihilo et non scriptum haberi. Et tu: Memento quia pulvis es, ut in lege Jesuchristi redemptoris ambules, et in pulverem reverteris, ut timeas iudicem Deum. | Carísimo, a modo de epílogo te prevengo que, si quisieras comunicar este tratado, tengas ante los ojos las palabras de Artefio: «Este arte debe ser revelado solo a los sabios y a los que temen a Dios». Puesto que no corresponde acumular aquí las otras infinitas autoridades de los antiguos filósofos que corroboran lo que dije, sea para ti y los otros libre creerlo. Protesto también que si algo de lo antes escrito va contra la fe católica o la tergiversa, sea tenido por nulo y no escrito. Y tú: «Recuerda que eres polvo», para que camines en la ley de Jesucristo redentor, «y al polvo volverás», para que temas el juicio de Dios. |
[1] Aunque con muchos errores, esta transcripción es suficiente para dar una idea del contenido.
[2] Esta segunda parte es confusa, pues va dirigida al conde de Floridablanca, anterior ministro de Estado desplazado por el conde de Aranda en febrero de ese año y en la cárcel en esa fecha.
[3] ut Plato ait… Et Boetius ] Ambas citas están tomadas de Hieronymus Vielmius, Oratio apologetica (1554, reed. 1748), p. 145. La cita original de Boecio es de Commentaria in Porphyrium, PLM 64, col. 71.
[4] Hali ] Citado de Bracesco, De alchemia dialogi duo (1548), p. 46. La idea está en la
Summa de Géber, retomada por el Rosario arnaldiano. El Hali (Ali) alquimista parece una grafía alternativa de Chalid‐Calid; Flamel lo asimiló al astrólogo Hali Abenragel (Alī bin Abī ‘r‐Rijāl).
[5] ubi locuti sunt magis aperte ] Arnaldo, Speculum, cap. “Recapitulatio”.
[6] latet anguis ] Virgilio, Bucolichae, 3, 93. Referida a los textos alquímicos, la imagen es usada en la Lux obnubilata, Canz. 1, cap. 7:
Legant libros & speciatim auctorum qui minus invidi naturam posteris docuerunt, inter quod Geber et tractatus inserti in Musaeo hermetico, meo iudicio primum locum obtinet praesertim tractatus ille Viae veritatis, sed in eo volumine, sicut in aliis, latet anguis qui insipientes prima lectione obmordet.
[7] Gallianus dicat ] “Gallianus” es un error de escritura por “Gellianus”. Cita tomada de Balduinus, Aurum superius et inferius (1675), cap. 6 (la edición primera de esta obra apareció anónima con el título Aurum aurae, 1673): «In animum versabar Gellianum scite admodum dictum: “Qui loqui vult quod nemo intelligat, magnam rem prestat si taceat“». La idea se encuentra en Cicerón, In M. Antonium, 3, 9, 22: «Nonne satius est mutum esse, quam quod nemo intelligat dicere?» Gelio (Noctes Atticae, 1, 15) no se refiere a los que hablan oscuro, sino a los presuntuosos que hablan sin saber: «Sed enim videas quosdam scatere verbis sine ullo iudicii negotio cum securitate multa et profunda, ut loquentes plerumque videantur loqui sese nescire».
La Lux obnubilata, obra continuamente citada por nuestro autor, también conmina al silencio antes que al lenguaje envidioso (Canz. 1, cap. 7):
Vos inuidi, causa tanti mali estis. Vos turbines domos quasque qua vestro ruente flatu diuertitis. Vos atrae nebules, grandinibus tyranidis vestrae messem pauperum dissipatis. Vos sagittae, cuspide vestrae linguae substantias miserum in cinerem vertitis. Vos foedi vapores maligno vestro animo mentes legentium adumbratis. Si docere negligitis discipulos promissis vestris non congregate. Silete postius nam & apud Deum ac mundum maiorem gloriam tacendo adepti eritis quam invide loquendo aliorem erroribus obscuratis.
[8] El autor presenta aquí dos leyendas que mezcla parcialmente. El origen “prehistórico” del árbol y madera de la cruz tiene numerosas variantes, cf. N. Fallon, The cross as tree: The wood‐of‐the‐cross legends in middle english and latin texts in medieval england (2009. Thesis, Univ. of Toronto). La leyenda del reparto de los huesos de Adán realizada por Noé es independiente de la anterior y tiene como única versión escrita la de Moses bar Cepha, obispo sirio del siglo IX, en De Paradiso (1569, Andrea Masius tr.), cap. 14, y cita como fuente al también obispo sirio Iacobus Orrhohaita o Edessenus (siglo VII).
[9] ¿Bautismo?
[10] ¿Hostia y comunión?
[11] El autor parece haber tenido aquí un lapsus; “hominum” no da sentido, pues se refiere al rocío y la grasa de la tierra que cita a continuación.
[12] Genesis 27: 28 y 39.
[13] Gen 49, 25 y Psalm 107 (Vulg 106), 23‐24
[14] La cita es el comienzo de una epistola (o liber) atribuida a Alejandro Magno. La primera versión impresa de este texto fue publicada, con el título Epistola Alexandri imperatoris, en el Liber Geber (incunable), compendio reeditado con el título Geberi philosophi ac alchimistae maximi, de alchimia libri tres (1529; 1531).
El Artis auriferae 1 contiene otra versión con el título, quizás de Gratarolo, Cuiusdam epistola quae Alexandri regis nomine circunfertur interpretatio. Esta versión, que es idéntica en contenido a la anterior, algo modernizada (aparece la quinta esencia), pero muy corrupta, tiene un inicio introductorio, como si fuera parte de una obra más amplia: Alexander in epistola de arte solis tractans ad imaginem et similitudinem mundi breviter dicit quod habeas fundari in ista demostratione; ostendit enim quod ars derivata est ex creatione hominis, cui omnia insunt, nam quemadmodum minor mundus ex quatuor virtutibus diversis compositus est, ita et ars ista.
En History of magic and experimental science 2, book 4, cap. 48, Thorndike, que no menciona estas ediciones, señala dos manuscritos con el mismo incipit pero diferente explicit. La versión del ms. Ashmole 1348 no coincide ni en la forma («written in the manner of a master to a disciple) ni en el explicit. El final del ms. Riccardianus 1165 es «et deo annuente ad optatum finem pervenies», que puede reconocerse en el final de la versión Geberi philosophi: «Igitur quod descripsi vides, et ad ea quae descripsi pervenies». En la versión Artis auriferae está al final, pero intecalado: «Igitur si meas literas legeris & intellexeris venies ad propositum tuum & Deo gratias ages».
La fuente más probable de nuestro autor es esta segunda versión, reproducida en el
Ginaeceum chimicum (1679).
[15] Liber de septem verbis philosophorum, en Magni philosophorum arcani revelator (1688), p.
400. Esta obra es una adaptación de “las cuatro palabras de los filósofos“, núcleo del Flos florum arnaldiano, aumentada con tres “palabras“, varias recetas y comentarios heterogéneos, en uno de los cuales (Hic sub brevibus sermonibus totum magisterium declaratum est) se encuentra esta cita, que carece de sentido en aquel contexto.
[16] Lux obnubilata suapte natura refulgens. Vera de lapide philosophico theorica, metro Italico descripta, et auctore innominato Commenti gratia ampliata. Pars prima (1666). Como se explica en el título, contiene dos partes, un poema en italiano y un comentario en latín. El poema se presenta a nombre de “Fra Marcantonio Crassellame Chinese”, que P. Maruzzi (“Dell’autore di un’ode alchimica italiana”, Lumen vitae 3, 1956) interpretó como anagrama de “Marchese Francesco Maria Santinelli”, poeta y alquimista italiano, identificación que se remonta a comienzos del siglo XVIII, aunque luego olvidada. Cf. A.
M. Partini (ed), Francesco Maria Santinelli, Sonetti alchemici e altri scritti inediti (1985). La cita se encuentra en el comentario, Canzone 1, cap. 1:
Microcosmus, qui totius mundi adaequata effigies symbolica est, nonne cordem tamquam centrum (a quo omnes arteriae, spirituum vitalium lineae & radii fulgentissimi exeunt) in medio continet. Quale fuit eius exemplar, nisi totius orbis structura?
Cp. Beda, De tabernaculo et vasis eius ac vestibus sacerdotum, lib. 3, cap. 10:
In unoquoque hominum figura omnium elementorum continetur: ignis in calore, aeris in halitu, aquarum in humore, terrae in ipsa soliditate membrorum. Unde a physiologis graece homo microcosmos, id est, minor mundus, vocatur.
[17] El texto citado no dice ni deja entrever que ese sujeto sea el hombre, simplemente especifica que es único y que no operar con él conduce al error: «Tale subiectum unicum est & corpus unum, a quo si aberret, devius numquam philosophicam viam ingreditur».
[18] No hemos localizado dónde dice Senior tal cosa. Radius ab umbra, una obra fuertemente influenciada por Filaleta, explica en el corolario que hay cuatro clases de materias, remotissima, remota, propinqua y propinquissima, y dice: «Remota pro ipso subiecto ac individuo materiali erit accipienda, a quo medicina quocumque gradu perfecta deduci potest».
[19] Canzone 1, cap. 2.
[20] Oliver(i)us de Oliveriis Tudertinus es un autor desconocido del cual se reeditan en Ginaeceum dos tratados publicados anteriormente, quizás en 1620 (cf. J. Ferguson, Bibliotheca chemica 2 (1906), p. 154). La cita pertenece al primer tratado, De lapide philosophorum conficiendo, cap. 10: «Accipite ergo menstruum ex materia prima extractum & auctum (quod Geber vocat acetum acerrimum) & in ipso corpora vestra solvite (clariusne dici potest?)».
[21] Según Ferguson, Pantaleón es el seudónimo de Franz Gassmann, que ejerció como médico en Passau y Viena. La obra mencionada está reeditada en el Ginaeceum, pero la cita no pertenece a ella. La obra original de donde procede es In Turbam philosophorum sermo unus anonymi, impresa en Theatrum chemicum 5.
[22] Esta breve cita, por el contrario, si se encuentra en el Bifolium metallicum, cap. 3. Pantaleón‐Gassmann atribuye al “enemigo de la primera verdad, el maligno espíritu de las tinieblas” haber persuadido con diversas sofisticaciones incluso a los hombres más sabios: «Multi urinae spiritum fugacissimum ac subtilissimum adhibuerunt, eo quod Morienes dicat, Lapidis materiam primam esse in te & in me, &c » (Ginaeceum, p. 475‐76).
[23] Citado de un breve texto reproducido en el Ginaeceum, publicado por primera vez sin título, a continuación de la Epistola Alexandri, en el Liber Geber (incunable y reediciones), luego en Artis auriferae 1, aquí titulado Authoris ignoti philosophici lapidis secreta metaphorice describentis opusculum. Es un texto confuso, sin un contenido orgánico, una especie de listado de imágenes alegóricas de origen árabe, en parte corrupto. D. Kahn, “The Turba philosophorum and its Frensch version (15th C)”, en Chymia. Science and Nature in medieval and early moderne Europe, (2010), que lo ha identificado como la fuente de un discurso de Platón en la Tourbe francesa, y al que titula, siguiendo a Bono, Epistola Rasis (p. 92), ha dado una versión con lecturas de dos manuscritos (pp. 103‐105).
[24] La cita se encuentra en Bracesco, De alchemia dialogi duo, reproducido en Ginaeceum
(primer diálogo, p. 321).
[25] Ianua patefacta (1678), libro que no hemos podido consultar, incluye cinco obras. Esta cita se encuentra en Orthelius, Commentator in Novem lumen chymicum Michalis Sendivogii, cap. 12, publicado en Theat. chem. 6.
[26] Radius ab umbra sive Restrictus theoricus. De multiplicitate nominum cum quibus philosophi velant materiam, & quid sit materia philosophorum. Auctoris anagramma: Si e nostri velleris fumus / ac mira hic arcana pando. La primera edición impresa es la del Ginaeceum (1679), la segunda en Hermogenes hermeticus (1680). En una traducción italiana de Comiers, Medecine universelle (1687), titulada La critica della morte, overo la apologia della vita (1690), el traductor anónimo añadió un Racconto sobre Gualdi, además de algunas cartas de este. En el Racconto habla del encuentro entre el marqués Santinelli, alquimista y poeta (autor del poema publicado en la Lux obnubilata, 1666; probablemente el comentario es suyo o de su entorno) y Gualdi (pp. 119‐20):
Questa fama dunque fù quella, che sopra ogni altra cosa concepire vna ferma opinione, che il signor Gualdi auesse il secreto de’ secreti, e fù all’ora, che più di prima il signor marchese Santinelli s’invuogliò della di lui confidenza, e la procurò per ogni mezzo […] onde uscito alla luce poco tempo doppo vn picciolo libro intitolato Androgenes hermeticus, che fù stampato a spese d’esto marchese. Si disse que fusse dottrina del Gualdi, mentre in effetto pochi anno scritto cosi bene di cotesta scienza souraumana, come si lege in detta operetta. Non si deue però neanche togliere la gloria de esta al signor marchese, li di cui Sonetti ammirabili in questo proposito danno splendore alle stampe, e fanno ben suporre che anche l’Androgenes possa esse suo.
El anagrama “Sic nostri velleris fumus / ac mira hic arcana pando” es interpretado por
A. M. Partini (ed. Hermogenes hermeticus, 2000) como “Franciscus Maria Santinelli Marchio super Vado”.
[27] La cita no es de Géber, sino de Bracesco, Dialogi, “129 propositiones”, 68: «Praeter sulphur & argentum vivum non sunt alia philosophorum metalla» (Ginaeceum p. 217). Nuestro autor, seguramente por un lapsus, ha cambiado metalla por principia.
[28] «Sulphur et argentum vivum sunt apud naturam omnium metallorum radix; & sulphur et argentum vivum sunt radix arboris philosophiae» (Ginaec. p. 329).
[29] Bracesco, 129 propositiones, prop. 46: «In generatione metallorum & elixir, sulphur etc.»
[30] El nombre del Trevirense‐Trevisano es Bernardus.
[31] Minera philosophorum es la otra obra de Ginaeceum reeditada en Hermogenes hermeticus. Lleva el siguiente subtítulo explicativo: «Brevis libellus incogniti authoris, in quo tamen multa quae in tot libris philosophorum occultata sunt ex tenebris in lucem edita reuelantur». En la cita que sigue, la parte final no está completa: «patiendo et agendo usque ad perfectam conceptionem, imo usque ad horam partus».
[32] Comm., Canzone 1, cap. 5.
[33] Bracesco, Dialogi (1673), p. 89, primer diálogo. Es un buen ejemplo de cómo tomar una alegoría al pie de la letra. Géber explica aquí a su discípulo Demogorgón el sentido alquímico de algunos mitos, entre ellos el nacimiento de Minerva de la cabeza de Júpiter:
Finxerunt etiam quidam Minervam filiam esse Jovis. Jupiter enim suum caput feriens, armatam ex ipsius cerebro prosiliisse Minervam. Figmentum hoc ita intelligendum esse censeo, Juppiter in ignem alteratus caput suum convertit, hoc est, sal istud quod Saturni nomine nuncupamus, in quo sal istud subtile, album, molle, humidum ut cerebrum continetur, ex quo per distillationem nascitur Minerva armata, hoc est aqua illa vestita sive amicta subtilissima parte fulphuris, quod Martis nomine vocamus.
[34] Visio, en Ginaeceum p. 549.
[35] Comienzo del texto, ya mencionado, Hic sub brevibus sermonibus, de Septem verba philosophorum, en Magni arcani revelator (1688), p. 400.
[36] Cita tomada de un texto anónimo del Ginaeceum, Liber de principiis naturalibus et de principiis artis chemicae (p. 524): «Sciendum est, ut dicit Geber in sua Summa: Sulphur aliud non est quam pinguedo terrae in minera sua calore temperato decocta, indurata & condensata.» El redactado de Géber es algo diferente: «Dicimus igitur quod sulphur est pinguedo terre in minera terre per temperatam decoctionem inspissata quousque induretur et sicca fiat, et cum indurata, sulphur vocatur.» (Summa, lib. 1, cap. 28; Newman ed, p. 327‐28)
[37] Philosophici lapidis secreta (= Epistola Rasis) ya mencionado (Ginaec. p. 568): «Scala nostra est turris nostra de terra viscosa, et terra viscosa est lutum nostrum». Nuestro autor cambió “lutum”, lodo, acorde con “tierra viscosa”, por “luctum”, luto, acorde con su “luctuosa” materia prima.
[38] Es el “auctoris anagramma”; hay que corregir “si e” por “sic”.
[39] Bracesco, Dialogi (Ginaec. p. 320).
[40] Clangor Buccinae (BCC 2 p. 150).
[41] En Ginaec. p. 574:
Dicit autem Rhodianus quod sperma istud quidam lapis est fugitivus a caliditate et siccitate, et aereum et volatile, et est frigidum et humidum, calidum et siccum.
El texto es la traducción árabe de una asamblea entre varios “filósofos del rey de los persas” que tratan sobre la naturaleza del “sperma lapidis”. Fue publicado por Gratarolo en Artis auriferae 1, quien le dio por título: Rachaidibi, Veradiani, Rhodiani et Kalidis philosophorum regis Persarum, De materia philosophici lapidis acutissime colloquentium, fragmentum. En Ginaec. en lugar de Kanidis se lee Kalidis.
[42] La lectura “mutum” no ofrece dificultad, pero no nos da sentido.
[43] Bracesco, Dialogi.
[44] Bracesco, Dialogi (Ginaec. p. 122).
[45] Bracesco, Dialogi (Ginaec. p. 232).
[46] En Novum lumen chimicum (1610), tract. 10. Esta edición consta de las tres partes más antiguas: Duodecim tractatus, Parabola seu aenigma y Dialogus.
[47] Tractatus de vero sale secreto philosophorum et de universali mundi spiritu (1651), p. 187. Es la traducción latina de Traitez de l’harmonie et constitution generalle du vrai sel secret des philosophes, & de l’esprit universelle du monde (1621), la cita en p. 301. Nuestro autor cambió a Nuysement de laico “dominus” (sieur) a fraile “dominicus”.
[48] Ginaec. p. 364.
[49] Balduinus, Aurum superius (1675), cap. 5, cita a su vez de un manuscrito alemán.
[50] Citado por Baduinus, Aurum superius, cap. 7, quien lo atribuye a Ficino en De triplice vita:
In conciliando coelestibus gratiis sive pro materia metallorum sive herbarum &c. ante omnia lunam esse considerandam, ut sit in mansione sua, operi optato convenienti, nec non in signo & aspectu ad illam gratiam quam tibi contendis expetisque.
En De vita de Ficino, sin embargo, no se encuentra esta cita de forma literal. Podría ser un comentario del propio Balduinus, puesto en cursiva por el tipógrafo. Lo más acorde con esta cita que hemos encontrado en Ficino es (3,6): «Praeter Iovem praecipiunt Lunam diligenter in omnibus operibus observandam tanquam medium inter coelestia competens atque terrena. Cf. C. V. Kaske & J. R. Clark, Three books on life. A critical Edition and Traslation with Introduction and Notes (1998), accesible en archive.org. Sobre Ficino y la alquimia, cf. S. Matton, Marsile Ficin et l’alchimie, en Alchimie et philosophie à la Renaissance (1993).
[51] Liber de principiis naturalibus et de principiis de arte chemica, en Ginaec. p. 542.
[52] Novum lumen chimicum, tract. 4.
[53] Parabola seu aenigma philosophicum en Novum lumen chimicum.
[54] Ginaec. p. 705.
[55] Canzone 3, estrofa 2.
[56] No es posible decidir si la lectura del ms. “fumi”, humo, que ha aparecido ya anteriormente como una clase de fuego, el autor la entendía como “fimi”, estiércol, que es su denominación tradicional.
[57] Posiblemente compuesto hacia 1560 (citado por Pontano, cuya Epistola publicó Penot en 1582), la primera edición del Liber secretus es la del sieur P. Arnauld en Trois traitz de la philosophie naturelle (1612), quien dio el texto latino junto a una traducción francesa:
Tres proprie habemus ignes, sine quibus ars non perficitur, & qui absque illis laborat in vanum curas suscipit. Primus est lampadis, & is continuus est, humidus, vaporosus, aereus & artificialis ad inveniendum, nam lampas debet esse proportionata ad clausuram, & in hac utendum est magno iudicio, quod non pervenit ad atificem durae cervicis.
Cf. Geber, Summa, lib. 1, cap. 33, dice hablando del oro:
Cum ipso similiter commiscentur spiritus & figuntur per ipsum, maximo ingenio, quod non pervenit ad artificem durae cervicis et pectoris.
[58] Hay dos versiones de la Practica Mariae prophetissae, una en Artis auriferae 1, otra en
Theatrum chemicum 5. La cita dada aquí corresponde a la primera. La segunda dice así: [Aron:] Narra de isto vase sine quod non complebitur opus. Dixit Maria: Illud est vas Hermetis quod occultaverunt stolidi et non est vas ignorantium & mensura ignis, cui tu es sapiens.
[59] Canz. 2, cap. 6
[60] En lugar de “equinus” el autor escribe “aequinus” y lo interpreta como sinónimo de “aequalis”.
[61] El Libro de Trevisano no tiene un título propio; en francés se lo cita con el mismo del de Zacaire, Philosophie naturelle des métaux. Gratarolo, que publicó la primera de las dos traducciones latinas, lo tituló De chymico miraculo (1567). La cita (parte 3) está manipulada a conveniencia: Gratar. f. 32v: «solem esse purum ignem in mercurio». Original francés, ed. 1574, p. 243: «le soleil n’est que pur feu en mercure».
[62] Citado de los Aphorismi Gebriani, aforismo 94 (Ginaec. p. 207). Publicado anónimo en el Ginaeceum, el autor es G. Horn, un editor tardío de Geber, en Gebri Arabis chimia (1668).
[63] En Ginaec. p. 358.
[64] En Ginaec. p. 401. El Dialogus sive interrogationes factae a magistro adepto ad quendam discipulum cum responsionibus eiusdem, segunda parte del Radius ab umbra, es el “examen” de los conocimientos de un discípulo muy adelantado, ya que el maestro ni aporta ni corrige nada.
[65] Ginaec. p. 405.
[66] Ginaec. p. 509. Bernardus comes Trevirensis, Tractatus singularis de lapide philosophorum, ex gallico latinus factus, publicado anteriormente en Tractatus aliquot singulares (1647). Esta obra no se corresponde con ninguna de las publicadas a su nombre; tampoco parece que la versión francesa haya sido impresa. Cf. D. Kahn, “Recherches sur le Livre attribué au prétendu Bernard le Trévisan”, en Micrologus 9 (2003), p. 321.
[67] En Parabola seu Aenigma de Novum lumen chimicum.
[68] Rovillacius puede ser Philippus a Rovillasco, Pedemontanus, de quien Penot publicó una Practica en Paracelsi centum quindecim curationes experimentaque (1582). La expresión citada no se encuentra en esta obra, pero está, junto a la anterior atribuida a van Helmont, en I. Tackius, Chrysogonia. Phasis II. Chemico‐physicus (1673), p. 48: «Nisi enim quis centrum sive ignem mercurii noverit, vix intelliget spiritum vini Arnoldi, ignem aquam Helmontii, aquam ignis mercurialis Rovillascii, […]».
A. Calvet (“Le Traité du grand oeuvre de Philippe de Rouillac”, en Documents oubliés sur l’alchimie, la kabbale et Guillaume Postel, 2001), admite que pudo ser franciscano (los textos en francés lo presentan como cordelier). Por su parte, la Biografia medica piemontese, vol. 1 (1824) lo presenta como médico y caballero de Jersusalén:
Rovigliasco (Filippo da). Cavaliere Gerosolimitano, si laciò trascinare dal genio del secolo in cui viveva, dietro alle fallacie dell’alchimia, e non seppe ricusare qualche diligenza all’exercizio della negromanzia, ch’egli credeva necessaria per giungere alla scoperta della famosa pietra filosofale. Fisso in tale pazzia compose un libro, ch’egli intitolò Practica operis magni, Lugduni 1584.
[69] Canon 117.
[70] Merlini Allegoria profundissimum philosophici lapidis arcanum perfecte continens es uno de los textos del Ginaeceum, publicado primero sin título en el Liber Geber, luego, con título, en Artis auriferae 1.
[71] Es posible que aquí nuestro autor citara de memoria. La atribución de esta cita a Morieno se encuentra en algunas obras del corpus arnaldiano, como el Flos florum, pero propiamente es de Mireris. Es posible que la cita esté solo iniciada intencionadamente, ya que en su contexto se dice que la ceniza se coge del fondo del vaso. Bracesco, Dialogi (Ginaec. p. 301), la cita así:
Dicit philosophus Mireris capiendas esse cineres, de quibus philosophi locuti sunt dicentes: Ne vilipendas cineres existentes in loco inferiori vasis, quia in ipsis est diadema cordis.
La obra original parece ser el Tractatus Micreris suo discipulo Minerfindo (TC5, p. 104):
In fece est quod quaeris […]. Accipe ipsum & sicco igne operare quousque ex ipso exeat spiritus, quem in eo inveneris, qui dicitur avis Hermetis, quam in tempus oportunus custodias. Et accipe cinerem de quo philosophi locuti sunt, ubi dixerunt:
Ne cinerem vili pendas, in inferiori testae loco existente, in eo enim est diadema qui permanentium cinis est.
[72] Sc. Hor, Aphorismi, aforismo 94, nota 2 (Ginaec. p. 206).
[73] Horn (Ginaec. p. 207).
[74] Bracesco (Ginaec. p. 248): «Erit autem vas putrefactionis calcis & calcinationis & lotionis sulphuris idem».
[75] Citado por Horn (Ginaec. p. 207).
[76] Ginaec. p. 402.
[77] El texto de la alegoría no tiene el “me” (Ginaec. p. 571. El muerto es el rey que quería dominar a todos los demás, al cual los sabios trituran, desecan y mezclan con una parte de sal amoniacal y dos de nitro alejandrino.
[78] La Visión de Daustin o Dastin (fl. 1300) es una alegoria con elementos crísticos: un rey, no conquistador esta vez, sino redentor de sus hermanos inmundos de lepra o sarna. En una escena confusa, el rey celebra sus bodas, pero en la unión con la esposa esta “absorpsit suum sponsus” de manera que parecía muerto. En un momento que todos dormían, la astuta serpiente entró en la cámara y derramó su veneno. El rey acabó así verdaderamente muerto, pero la esposa conservaba el alma:
Uxor autem cum regem diligeret & in se animam eius exhaustam possideret, cogitavit quomodo mortuum suscitaret. Et cum ex scientia naturali diligenter cognovisset quod absque alterationibus multis nihil revivisceret, primo ne corpus mortuum inficeret aerem, combussit in cinerem & regis exequiis magnifice celebratis se cum combusto cinere gratiose sepelivit.
[79] Summa, 2, 9 (Ginac. p. 106).
[80] Epistola Rasis (Ginaec. p. 566).
[81] Ya citado anteriormente, cap. 2.
[82] En Bifolium metallicum, cap. 2 (Ginaec. p. 467).
[83] El poema original dice “verno”, invierno. El comentarista latino escribe: «Sed quid auctor hyemis nomine velit dicere dubium mihi adhuc est, ita ut crederem fuisse errorem scripturae, quasi vellet dicere sigilarsi de vetro, non di verno».
[84] Orthelius, Commentarius in Novum lumen chymicum, cap. 12.
[85] Bernardo, que se está refiriendo al peso, dice así (ed. 1574):
Item ad ce propos dict tres bien Abugazal que fut maistre de Platon en ceste science: La puissance est terminee sur son resistant selon la resistence diferée, & selon l’action de l’agent en ceste matiere. Lesquelles paroles sont mots dorez sur le fondement du pois. […] Et qui ne sera clerc ne les entendra pas tost. Mais si tu n’es clerc, faisle toy exposer par ung saige et discret.
Gratarolo (1567) tradujo así: «Potestas terminata super suo resitenti, secundum resistentiam differtur actio agentis in ista materia». La traducción citada en el Tractatus es de Dorn (1583), cuya primera parte no da problemas de comprensión. En la traducción hemos cambiado “sibi” a “suum”.
[86] Doctrina singularis ex libro ms. H. Aquilae Thuringus, publicado en Tractatus aliquot chemici singulares (1647), reeditado en Ginaeceum. Aunque muy breve, está presentado como un texto completo, no como un extracto.
[87] Senior es Morieno en el Flos florum arnaldiano (Verae alchimiae 1561, part. 2, p. 71): Oportet igitur fermentum in corpore introduci, quia est eius anima. Et hoc est quod dicit Morienus philosophus: Nisi corpus immundum mundaveris & dealbatum reddideris & animam in eo non miscueris, nihil huic magisterio direxisti.
La operación se remonta a las recetas atribuidas a Demócrito. El “cuerpo inmundo” es el cobre, “aes” según lo traslada del árabe la Turba. Habla Eximenus:
Scitote omnes permanentes quod nulla tinctura fit verax nisi ex nostro aere. Nolite ergo animas et pecunias vestras destruere, nec tristitiam in cordibus vestris inferatis. Adiciam et firmationem vobis, quod nisi praedictum aes in album vertatis ac nummos apud visum faciatis, deinde rubeum faciatis donec tinctura fiat, nihil agitis. (Sermo 10, Ruska ed.).
[88] En Ginaec. p. 406.
[89] Geber, Summa, lib. 1, cap. 7.
[90] Propositiones Gebri, proposición 72 (Ginaec. p. 217).
[91] Construcción sintáctica incomprensible. Traducimos “corpore reducto”.
[92] El autor usa aquí la forma neutra del comparativo (“nigrius”) con valor femenino, (“nigrior”), referido a la materia. Ya ha usado una construcción similar anteriormente, final cap. 8: “si industrius sagaxque eris”.
La expresión “nigrum nigrius nigro” referido a una sustancia (vino) aparece en recetas similares de varias obras del corpus luliano: Magia naturalis, Epistola accurtatoria, Testamentum novissimum o ultimum.
[93] Daustenius, Rosarium, en Tractatus aliquot (1647), p. 107.
[94] Eclesiastés (Siracides, Sirach), 32, 8: ἐν κατασκευάσματι χρυσῷ σφραγὶς σμαράγδου
[95] Horacio, Epist. 1, 1, 90. Citado por Dastin en la Visio:
Multoties autem mutavit suos vultus, quandoque nigram et fuscam, quandoque rubeam et croceam, quandoque citrinam et albam emittens effigiem, ita ut cum Horatio dicerem: Quo teneam nodo mutantem Prothea vultus.
[96] Sendivogius, Parabola del Novum lumen chimicum:
Virgilii campus Elysius vix cum illa potuisset comparari: totum insulae litus, undique virentibbus myrtus, cupressis ac roremarino cinctum erat. Prata virentia varietate floribus tecta iucundissimo aspectu suavissime redolebant.
[97] Tritemio, Epistola Joanni Westemburgh de tribus naturalis magiae principiis, en De septem secundeis (1613), p. 44: «Nota tria principia in magia naturali occulta principia sunt, sine quorum noticia perfecta nullus operantem sequitur effectus».
Esta cita se ajusta más literalmente a la reproducción de este fragmento que dio Dorn en Lapis metaphysicus (1570), p. 421, quien atribuye a la “adepta philosophia naturalis” lo que Tritemio dice de la “magia naturalis”.
[98] La cita está amputada. Tritemio, id, p. 47: «Errant, crede mihi, errant omnes qui sine istis tribus principiis quicquam operari in occultis naturae scientiis se posse confidunt».
[99] Visio.
[100] Debería decir “completum”. Aunque algunas versiones lo transmiten así, en realidad este colofón no forma parte de la Tabla; son palabras de quien se presenta como su descubridor, un Apolonio de Tiana árabe (o del autor que dice resumirlo, ambos se confunden), a quien la transmisión de la Tabula vulgata llama Galieno.
[101] Tritemio, Epistola Joanni Westenburgh de tribus principiis, ob. cit. Tritemio describe los tres principios usando una fraseología numérica, no física. Al ternario le atribuye una serie de poderes maravillosos: curar enfermos, ahuyentar demonios, conocer el futuro. Pero no parece que él lo identificara con la piedra filosofal: «Hoc unico medio secretum naturae aperitur alchimistis, sine quo nec intellectus artis acquiritur, nec operationes effectus invenitur».
[102] Liber Octo questionum (1515), “De miraculis infidelium, questio tercia”. En lugar de “se ipsum” se lee “se ipsam”, referido a “mente”, pero el sentido apenas varía.
[103] Tritemio, Epistola Germano de Ganay en De septem secundeis (1613). En lugar de
cognitionem, se lee conditionem.
[104] Penot (1594), p. 188.
[105] El Liber secretus de 1612 dice “per mille annis aut circiter” y no menciona a Adán. La edad de 1025 años es transmitida por Roger Bacon en varias de sus obras, por ejemplo, Opus tertium, sección De scientia experimentorum (p. 127 ed. 1909 Duhem): «Si tamen Arthephius, qui gloriatur se vixisse mille viginti quinque annis, verum dicat, ipse pervenit ad ultimum istius rei».
[106] La obra de Jenofonte está perdida. La referencia está en Valerio Máximo, lib. 8, cap. 13, secc. De Dandone, y en Plinio, Nat. Hist. lib. 7, 49, pero estos autores no dan nombre a los reyes.
[107] El autor se centra en la propiedad medicinal de la piedra que, comparada con la transmutación, tiene un tratamiento apenas testimonial en la literatura alquímica.
[108] ille … victuri sunt] el autor ha cambiado de singular a plural inadvertidamente.
[109] Aurum superius, ob. cit., cap. 7. La cita está alterada e incompleta y su sentido queda alterado: Ex solo liquore alkaest lapidem philosophicum confici posse, curandis ut morbis faciat, constanter asserimus.
[110] Bracesco, Dialogi (Ginaec. p. 266). Aunque Rasis es citado líneas antes, lo más probable es que esta frase sea del comentario de Bracesco.
[111] Es una variante de lectura de “emporitica”, una clase de papel basto usado para envolver, mencionado por Plinio, NH, 13, 23: «Emporitica inutilis scribendo, involucris chartarum segestribusque mercium usum praebet, ideo a mercatoribus cognominata».
[112] El luliano De secretis naturae seu de quinta essentia, lib. 2, canon 6, que “Docet nos curam perfectam daemoniacorum, melancholicorum & omnium morborum caducorum”, enseña a hacer medicinas con la quinta esencia y ciertas hierbas como la centaurea, tomillo, eléboro negro, etc. A continación se plantea una “quaestio” retórica:
Quaestio. Quomodo potest fieri quod daemones per medicinas possint a corporibus eiici, cum non habeant corpora in quibus possint recipere impressiones medicinarum, cum omnis potentia circurm obiectum operatur.
Solutio. Multae rationes possent assignari in solutione huius quaestionis, tam ex textibus sacrae scripturis quantum per rationem necessariam.
Entre las razones bíblicas (cita el mismo pasaje de Tobías) y otras de fondo teológico, da un argumento que se puede considerar racional:
Daemones ad corpora iunguntur humana propter malam dispositionem et humoris corrupti aut infecti melancolici, qui malas figuras, nigras et horribiles format in fantasia et intellectum conturbat. […] Qui [daemones], dum per quintae essentiae virtutem et aliarum rerum a corpore talis humor expellitur, qui est causa daemonum quare ad talem corpus deveniunt, tunc temporis daemones simul cum humore evanescunt.
El pasaje correspondiente de Rupescissa, lib. 2, canon 9, no abandona los límites del ámbito teológico: Por su propia naturaleza los demonios odian la luz y todo lo que prefigura la gloria de Dios, como la alegría.
Ideo abhorrent coelum et habitationem coelestem & naturaliter sibi complacent in tenebris & in umbra, in ira, in tristitia, melancholia & in rebus aliis que praetendunt complexionis infernii. Sed vide hoc: cum quinta essentia nostra sit caelificata & ad tantam fragrantiam perductam ultra quam credi possit, ut quasi videatur gloriam participare paradisi & hominem laetificare & tristitiam phantasticam quam daemones amant fugare possit, manifestum est quod conditionibus daemonum contradicit & eos ab homine et muliere extricat & expellit.
[113] Tras dar por suficientemente argumentado que hay medicinas con poder para ahuyentar los demonios, “Lulio” concluye:
Utere ergo ista medicina supradicta et curabis quoscumque demoniacos, apopleticos et melancholicos, et potissime si dictis medicinis addideris herbam quae dicitur ypericon, quae alias dicitur fuga daemonum seu perforata, nam fumigatio seminis eius fugat omnem daemonem a propinquitate corporis vel a domo.
Rupescissa especifica que se use solo la semilla:
Maxime autem hoc efficacius fiet cum quinta essentia auri & perlarum & semine herbae quae vocatur hypericon seu perforata, en in vulgari Aquitanico transacalam. Illud semen a philosophis probatissimis vocatur fuga daemonum & est pluries expertum quod ilud solum semen daemones infestos expellit ab habitationibus domorum. […] Et fortior operatio eius estsi solum semen coligatur cum herba. Fert enim in se influxum Iouis et solis et planetarum quorum influentias daemones detestantur.
De las enfermedades mencionadas de carácter neurológico, la melancolía tiene que ver con la depresión; la llamada medicina natural usa el hipérico o hierba de san Juan en los tratamientos de sus formas leves.
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