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Cráneo y cerebro
Recetas mágicas de Hermes y Géber.
Los árabes, como los antiguos, utilizaban con finalidades mágicas órganos animales. En general los sesos de animales son comestibles, así que no extraña verlos aparecer en mixturas mágicas. En el Picatrix [1] se usan cerebros de animales para hacer talismanes o sahumerios, o como ingrediente en multitud de recetas, por ejemplo (3, 11) de amor o rechazo, para restaurar o anular el vigor sexual, para fabricar somníferos o venenos. Los animales son variados: gacela, perro blanco, rojo o negro, paloma, gallina, gorrión, gato negro, cerdo, simio, asno, caballo y otros. Recetas de este tipo «inveniuntur in libro qui nuncupatur Hediotoz [2] a sapiente Hermete compilato».
De origen humano se usan en general sustancias relativamente fáciles de conseguir, como sangre y cabellos, pero también aparecen de forma esporádica órganos que implican que el “donante” debe estar muerto, como la cabeza humana en esta receta de Hermes.
Otra receta, quizás también de Hermes, incluye corazón, hígado y bazo además del cerebro, junto a «capita gatti, vulpis, simie, galli, upupe, corvi, milvi, vespertilionis, anseris, hirundinis, testudinis, bubonis».
En Picatrix también está representado Géber: «In quodam libro a sapiente Geber edito inveni multa mirabilia que fiunt ex corpore hominis». Esta parte, sin embargo, no se encuentra en el texto árabe: fue interpolada de otro grimorio titulado Flores naturarum [3], un texto breve que trata casi exclusivamente de operaciones mágicas en las que intervienen partes humanas. En la introducción, este “Géber” explica que el autor del libro no es él, sino un sumo filósofo, que había investigado de forma exhaustiva todo tipo de conocimientos.
Cum inter cetera ipse [homo] sit dignior omnium creaturarum, et unumquodque specialibus virtutibus illustretur, ipsum illustratum virtutibus dignum videtur dignioribus virtutibus illustrari. Unde ego Geber dictus philosophus summis consideracionibus vigilancia interiori, facessente oculo, virtutes ipsius perfecte enucleare nequiens, omnes philosophos pro maiori parte quotquot summos audieram indagavi. Quorum quidam summus, cuius nichil fere inexpertum remanserat, preciosissimas hominis virtutes […] vacilanti manu in hoc mirabili opusculo quod non immerito Flos naturalium dicitur secretissime presentavit. […] | Siendo el propio hombre entre las demás el más digno de todas las criaturas y estando adornada cada unacon virtudes especiales, parece digno que él mismo adornado de virtudes, se lo adorne con las virtudes más dignas. Por eso yo, Géber, llamado filósofo, tras sumas consideraciones de cuidadosas meditaciones, con el ojo atento, no pudiendo averiguar de manera completa todas las virtudes de este, examiné a todos los filósofos, en su mayor parte cuantos había oído que eran los más elevados. De ellos ciertamente el más excelso a quien casi nada le había quedado por experimentar, presentó muy en secreto las más preciadas virtudes del hombre, […] con mano vacilante, en este admirable opúsculo que no inmerecidamente se llama Flor de las cosas naturales. […] |
In quo a digniori membro ipsius hominis, videlicet a capite, incepit pertractare dicens: | En ella empezó tratando del miembro más digno del propio hombre, o sea, la cabeza, diciendo: |
Cerebrum virtuosum ipsius hominis valet illis qui memoriam amiserunt si illud comederint; et similiter cerebrum porci. Capud ipsius in aqua decoctum, si ius eius datur hiis qui plus quam debent mulieribus utuntur, iuvat; similiter et illos qui memoriam amiserunt. Prodest autem ad idem ius capitis porci. Craneum hominis combustum, si bibatur cum sirupo de squil(l)a per ix dies, sanat epilenticos[4]. | El cerebro con más virtud es el del propio hombre: vale para aquellos que perdieron la memoria, si lo comen; igualmente con el cerebro de cerdo. La cabeza del mismo cocida en agua, si se da su jugo a aquellos que usan de las mujeres más de lo que deben, los ayuda; igualmente a los que perdieron la memoria. Es provechoso para lo mismo el jugo de cabeza de cerdo. El cráneo quemado de hombre, si se bebe con sirope de camarón durante 9 días, sana a los epilépticos. |
Ojos, cabellos, saliva, lengua, cera de los oídos, uñas, prepucio, orina, excrementos, sangre menstrual, esperma, sudor de pelvis, tienen usos insospechados, pero todos de eficacia comprobada, según testifica Géber: «Ego Geber hoc expertus sum et verissimum est».
Medicina espagírica craneal.
La antigua tradición (Escribonio y otros) de la efectividad del cráneo en la cura de la epilepsia venció el paso de los siglos y eclosionó en los tratados farmacológicos a partir del siglo XVI. Quercetanus (Joseph Duchesne) escribió en 1575: «Cranium non humatum proprietate quadam epilepticis prodesse, doctorum multi spcripserunt [5]». El uso más directo eran las rascaduras o polvos mezclados con otros ingredientes; los espagíricos hacían óleos, magisterios y esencias. En algunas farmacopeas se atribuye a Paracelso una “galreda cranii humani”, cuya fuente desconocemos.
El médico suizo J. J. Wecker, en Antidotarium speciale (1574)[6], publicó cuatro recetas de extracción de aceites de sustancias humanas: sangre, huesos, calavera y excrementos. En una segunda edición “aucta” (1588) realizada tras su muerte, se añadieron tres recetas de preparación del cráneo humano: dos esencias que ya habían sido publicadas por Quercetanus [7] y otro aceite.
En 1594, Penot, otro médico paracelsista con una modesta actividad como editor, dio una receta de un aceite digerido con oro, en la que se especifica que el cráneo ha de ser de un ahorcado [8]:
Cranium hominis suspensi in pulverem reduc, retortae imponatur & iuxta sapagyricorum artem oleum elice; exiet aqua, oleum & sal; simul accipe & iterum in nouam retortam pone, distilla, aquam separa & oleum rectifica, in quo adde drachmam 1 auri calcinati, digerantur leui calore. Summum remedium in morbis caephalicis, praesertim epilepsiae cum aqua paeonia vel vino albo scrupulum 1.
En Tetras gravissimorum totius capitis affectuum (1606), Quercetanus dedicó el capítulo 26 a la “preparación espagírica de un específico del cráneo humano para la epilepsia”. Los dogmáticos, dice, sobre todo los más recientes, dedican las máximas alabanzas a los específicos del cráneo humano: unos lo utilizan reducido a cenizas; otros consideran que la calcinación destruye el humor primigenio y vital[9], en lo cual yerran, ya que al atenerse a la anatomía externa, pues desconocen la interna, se quedan en la corteza de las cosas, ignorantes de su núcleo o médula. Por tanto son preferibles las preparaciones de los herméticos, de las cuales expone primero un magisterio que es la “summa & praestantissima ac peroptima praeparatio”. Este magisterio usa cráneos recientes perfectamente descarnados, que abundan en mercurio y azufre, pero no son tan fáciles de conseguir como las calaveras exhumadas. Estas, aunque desprovistas de mercurio y azufre, aún son ricas en sal, por lo cual la extracción espagírica de esta sigue siendo mejor que el uso de simples polvos.
Sal qui ex cranio arte extrahitur, in liquorem facile resolvitur, qui eo venis nostris ac spiritibus communicabilior & penetrantior est ullo pulvere aut cineribus terra sua & corporea mole adhuc obtusis & oppressis. In quo sale non tantum craniorum sed aliarum etiam omnium rerum abunde primigenius humor & vitale rerum principium insita sunt.
Existe una manera de extraer esta sal, mucho más accesible en tiempo y gastos a los farmacópolas y artífices menos hábiles, de manera que pueden socorrer cristianamente a los enfermos que no tienen medios para permitirse grandes gastos. Consiste en tomar tres o cuatro cráneos sin mandíbulas, que hayan estado enterrados lo menos posible; se lavan con vino, se trocean y humedecen varias veces con vino en el que se hayan macerado previamente diversas plantas y flores (romero, tila, caléndula, salvia, etc.); se ponen los trozos en una copela de tierra (no vidriada) y se calcinan a fuego de carbones (no de madera) en el horno de reverbero llamado atanor. La ceniza o cal se pone en un matraz con agua de romero que le sobrenade varios dedos, se lo obtura para que no respire y se lo deja digerir y circular cuatro o cinco días al baño maría, tiempo en el cual la sal teñirá e impregnará el agua; se enfría el vaso y se decanta el agua; se añade nueva agua al matraz, nueva digestión, etc., repitiendo el proceso mientras haya sal que tiña el agua. Esta agua impregnada de sal se suministra al enfermo, media cucharada. Si se desea puede extraerse la sal por destilación en el alambique.
Mylius [10] da varias recetas con el cráneo como ingrediente, entre ellas las de Quercetanus.
El médico J. Schröder publicó una Pharmacopoeia medico‐chymica (1641)[11] en la que los temas de cada sección (isagoge, laboratorio, mineralogía, fitología y zoología) son presentados alfabéticamente. En la farmacopea zoológica, sección 1, medicinas a partir de los “animales terrestres más perfectos”, dedica una extensa entrada al “homo” (cap. 23 en siguientes ediciones), organizada de la siguiente manera:
Sumuntur vel ex partibus corporis viventis. Quales sunt: 1 Capilli. 2 Ungues. 3 Saliva. 4 Aurium sordes. 5 Sudor. 6 Lac. 7 Menses. 8
Secundina. 9 Vrina. 10 Stercus. 11 Semen. 12 Sanguis. 13 Calculi.[12]
Vel ex partibus corpori demortui [seu] cadaveris. Tales sunt: 1 Integrum cadaver seu caro. 2 Cutis. 3 Pinguedo. 4 Ossa. 5 Cranium. 6
Vsnea cranii[13]. 7 Cerebrum. 8 Fel. 9 Cor.
Como en la vieja magia, esta medicina culta sigue usando el cerebro humano en la preparación de tres fármacos (dos aguas y un aceite) especiales contra la epilepsia. Quizás algo disgustado, como Plinio, con estos medicamentos, al final remite a otro autor:
Et haec sunt quae de medicamentis ex homine depromptis compendii ratio scribere permisit; ulteriorem farraginem qui cupit, passim apud aucthores inveniet. Peculiarem quoque inde conscripsit tractatum clarissimus Dn. D. Daniel Becker, professor & physicus Regiomontanus, qui primum in 12º, postmodum superioribus annis in 4º sufficienter augmentatus prodiit. | Y esto es lo que nos ha parecido razonable escribir en un compendio acerca de los medicamentos elaborados a partir del hombre. Quien desee mayor información la encontrará por todas partes en los autores. También escribió un tratado peculiar sobre el tema el clarísimo señor doctor Daniel Becker, publicado pirmero en 12º y en los últimos años en 4º, ampliamente aumentado. |
La obra de D. Beckher que Schröder no quiso nombrar es Spagyria Microcosmi (1622). El título de la segunda edición, que en extensión triplicaba la primera, es Medicus Microcosmus seu Spagyria Microcosmi (1633, reed. 1660, 1680), cuyo contenido queda claramente explicitado en la continuación del título: exhibens medicinam corpore hominis tum vivo, tum extincto docte eruendam, scite praeparandam & dextre propinandam.
Elixir encefálico.
Aurora consurgens se refería al cerebro humano como una de las sustancias alquímicas a las que daba un significado “típico” (frialdad flemática). La obra titulada Correctio fatuorum [14], sin preocuparse de interpretaciones más o menos alambicadas, lo rechaza, junto a otras sustancias, aduciendo razones físicas:
Multi enim fatui laborauerunt & adhuc laborant in hiis rebus vegetabilibus et sensibilibus, vbi nihil tamen veritatis inuenerunt, sed quasdam humilitates, de quibus indicamus insciis vt euitare possint deceptiones. […] Hi vero damnificati sunt damno apparenti. Et ista sunt rationes: capilli humani, cerebrum, sputum humanum, lac mulierum, cruor humanus, vrina, stercus, embrio, menstruum & sperma, ossa mortuorum, oua gallinarum, & simpliciter, in omnibus animalibus brutis, piscibus & volatilibus, vermibus & carnibus, scorpionibus, bufonibus, basilisco naturali et artificiali, in quo maxima trufa est, in testudinibus & succis quorundam herbarum & floribus, arboribus, & specialiter in his, videlicet, herba lunari & solari quae dicitur toxicum, & in omnibus in quibus finxerunt nomina ad placitum suum, secundum metalla, decipientes se & alios. | Muchos fatuos trabajaron, y aún trabajan, en estas materias vegetales y sensibles, donde no encontraron nada verídico, sino ciertas humedades, cosas que indicamos a los que no saben pra que puedan evitarse desengaños. […] Estos, en efecto, fueron dañados con daño real. Estas son las razones: los cabellos humanos, el cerebro, la saliva humana, la leche de mujer, la sangre humana, la orina, excrementos, embrión, menstruo y esperma, huesos de muertos, huevos de gallinas, y, simplemente, en todos los animales brutos, peces y aves, gusanos, en las carnes, escorpiones, sapos, basilisco natural y artificial, en el cual reside el máximo engaño, en tortugas y jugos de algunas hierbas y flores, árboles y especialmente en estas, a saber, la hierba lunar y solar que es llamada tóxico, y en todas las cosas cuyos nombres fingieron a su gusto, según los metales, engañándose a sí mismos y a los otros. |
Estos rechazos pueden sorprender a primera lectura, ya que no parecen haberse conservado recetas transmutatorias en las que se use el cerebro. Quizás sea una reminiscencia literaria de la alquimia árabe, donde fue, si no usado, al menos propuesto. Así, por ejemplo, en un texto árabe editado y traducido por Berthelot y Duval [15]:
Ce sont ceux dont les philosophes ont fai leur élixir et pour lesquels ils ont adopté des signes et des indications. Tels sont dix pierres, savoir: 1 Les cheveux; 2 le crâne; 3 le cerveau; 4 la bile; 5 le sang; 6 le lait; 7 l’oeuf; 8 l’urine; 9 la nacre; 10 les cornes.
Le plus noble est le cheveu; ensuite vient le cerveau, l’oeuf, le crâne, la bile, l’urine et la nacre; et après le lait et la corne.
Yabir, en el Libro de la misericordia[16], no daba valor a estas sustancias:
Certaines auteurs sont d’avis que l’opération animale est celle qui est pratiquée avec les matières non vivantes qui proviennent des animaux; par exemple avec la sang, l’urine, la salive, la cervelle, le fiel. Mais tout cela est loin de donner un résultat, parce qu’il y a trop d’écart entre l’animl et le minéral.
Otra obra de Yabir, traducida al latín con el título Liber claritatis [17], de contenido exclusivamente mineral (sustancias y preparaciones), dedica el capítulo 6 a tratar y destacar con gran despliegue retórico la importancia del “lapis absconsus”, sin el cual no se puede realizar la obra alquímica de ninguna manera («nullo modo potest fieri ars ista sine isto lapide, et hoc credatis firmiter»). El capítulo 7 trata “De disputatione philosophorum” sobre las diferentes identificaciones de esa “bendita piedra oculta”: para unos oro, hierro, cobre, sal, tierra; para otros trigo, cebada o vino; o según otros de origen animal. Estos últimos distinguen 12 piedras:
Alii dicebant quod non posset esse nisi de illis qui sunt nati et creati de carne, sed tamen videamus ex qua bestia possit fieri ista res. Omnes philosophi concordauerunt in istis XII lapidibus, scilicet, de ouo, de sanguine, de felle, de urina, de neruo, de ceruella[18], de oculis, de spleno, de capillis, de cornu, de coquillis.
Los árabes tenían el precedente de una piedra encéfalo en la alquimia griega, de la que se han conservado tres o cuatro referencias. Una está en un fragmento bizantino que trata de “Lo que dicen los antiguos sobre el huevo”[19]:
Οἱ μὲν λίθον χάλκιον, οἱ δὲ λίθον ἐγκέφαλον, οἰ δὲ λίθον ἐτήσιον∙ ἕτεροι λίθον οὐ λίθον∙ ἄλλοι λίθον αἰγύπτιον∙ οἱ ἄλλοι τὸ τοῦ κοσμοῦ μίμημα. | Unos lo llamaron piedra de cobre [20], otros piedra encéfalo, otros piedra etesia, otros piedra no piedra, otros piedra egipcia, otros imagen del universo. |
El fragmento que le sigue en la edición, que trata igualmente de los nombres dados al huevo por los filósofos, lo llama encéfalo alabastrino (ἀλαβάστρινον ἐγκέφαλον).
La denominación piedra encéfalo no aparece en los lapidarios. Antes de ser un nombre “místico” alquímico, tal vez fue un nombre local o especializado del alabastro, según parece desprenderse de este pasaje de Zósimo [21]:
(Zósimo) Γιγνώσκεται γὰρ ὅτι ὁ λίθος ὁ ἀλαβαστρίτης ἐγκέφαλος κέκληται διὰ τὸ κάτοχον αὐτὸν εῖναι πάσης βαφῆς φευκτῆς. | (Mertens tr.) Il est bien connu que la pierre d’albâtre est appelée encéphale parce qu’elle retient toute tincture fugace. |
Estéfano de Alejandría [22] atribuye esta explicación a María.
(Ideler ed.) Οὕτως ἡ Μαρία∙ Κάτοχος πάντων τῶν πυροφεύκτων ἀλάβαστρον, τὸν πάνυ λευκότατον λίθον, τὸ ἐγκέφαλον τῷ νῷ σῶζον ἔχοντα ὡς θέρμην. | (Pizzimenti tr.) Sic inquit Maria: Retinaculum omnium quae ab igne fugiunt est alabastrum, omnium candidissimum lapidem encephalum mente reconde [23], habentem uelut calorem. |
La lectura de Ideler τὸ ἐγκέφαλον τῷ νῷ σῶζον es conflictiva y de sentido incierto. Dos manuscritos tienen lo siguiente:
‐ Kassel 2º Ms chem 1[1: τὸ ἐγκέφαλον τὸν ὡς σὄζον
‐ Florenz. Pl 86.16: τὸν ἐγκέφαλον τὸν ὡς ὄζον
La segunda variante se encuentra en un fragmento que lo atribuye a Zósimo. El sentido sigue siendo problemático: el significado normal de ὄζον es brote, yema, pero Ruelle lo traduce por “paillette”, pepita de oro.
Kircher expuso sus ideas sobre la alquimia en Mundus subterraneus (1678), libro 11 (”Chymiotechnicus”), dividido en una sección histórica (”De origine alchymiae”) y otra técnica. En el capítulo 3 de esta segunda parte, dedicado a la elaboración de la piedra y tintura de los filósofos (”De lapidis et tincturae philosophorum conficiendae modo et ratione”), da varias recetas a las que llama “pragmatia”; la pragmatia V trata de cómo resolver los cuerpos en mercurio (“Quomodo corpora metallica in mercurium seu primam materiam resolvantur”): Hay quienes piensan que el mercurio puede extraerse del oro, operación que debe ser irreductible, de forma que el oro “de ninguna manera pueda ser restituido de nuevo a su naturaleza prístina”; así lo dice, por ejemplo, Morieno en la Turba [24]:
Aurum enim nostrum post dissolutionem ita alteratur ut nulla alia re quam aqua nostra mercuriali liquari[25] possit. Unde non est amplius essentialiter aurum, sed modificatum, quod aurum hoc pacto sive mortificatum, sive modificatum, nil quidem aliud est quam quod symbolice terram nigram, lapidem nigrum, corpus mortuum, caput corvi appellant artifices, quod postquam per aquam mercurialem et calorem vivificatum fuerit, tunc iis dealbatur laton, seu Aethiops, id est, caput corvi seu terra nigra. | Tras la disolución nuestro oro es alterado de tal manera que no puede ser licuado con ninguna cosa más que con nuestra agua mercurial. Por ello ya no es oro en esencia, sino modificado. Este oro así modificado o mortificado no es sino lo que los artífices llaman simbólicamente tierra negra, piedra negra, cuerpo muerto, cabeza de cuervo. Después de haber sido vivificado por el agua y el calor, entonces el latón o etíope, es decir, la cabeza de cuervo o tierra negra, es blanqueado por ellos. |
La negrura, como primero de los colores de referencia, es muy conocida y antigua. Aparece en la Turba, aunque allí la sustancia de partida es el “aes”, cobre, y no se la simboliza por el cuervo ni por la muerte.
El cuervo es también un símbolo de origen árabe. Se lo encuentra en el compendio de símbolos y alegorías intencionadamente abstrusas que conforma la obra titulada Septem tractatus atribuida a Hermes [26], primer capítulo, donde parece designar, igual que el buitre que le precede, la negrura inicial, de la que surgen otros colores y sustancias:
Caput artis est coruus, qui in nigredine noctis & claritate diei uolat sine alis. Ex amaritudine in suo gutture existente coloratio accipitur, a suo uero corpore rubor exiit & de suo dorso mera aqua accipitur.
Esta imagen seguramente se entendía mal y la “cabeza del arte” se tranformó en “cabeza de cuervo”, según se lee en un extracto, también de origen árabe, atribuido a Hermes [27]:
Notandum est quod artis origo est caput corvi [28] sine alis volantis, in nigredine noctis et apparitione diei. Ex gutture cuius felle coloratio accipitur, & ex cauda dessicatio, ac ex alis liquida aqua, ex corpore rubor [29].
La negrura y el cuervo se encuentran pronto asociados a otros símbolos igualmente antiguos, la putrefacción y la muerte. El cobre, como el hombre, tiene cuerpo y espíritu (“aes, ut homo, et corpus habet et spiritum”), dice Bonellus en la Turba. Pandolfus [30] lo confirma y añade que es preciso destruir el cuerpo para extraer el espíritu tingente.
Sapientes dixerunt aes et animam et corpus habere; anima autem eius est spiritus, corpus vero eius spissum. Ideo igitur oportet vos spissum diruere corpus, quousque eius spiritum extrahatis[31] ex eo tingentem.
El Compositum de compositis [32] albertino interpreta esta extracción como una separación de los elementos sui generis: la tierra que incluye al fuego y el agua que incluye al aire. Esta operación, asimilada aquí a la putrefacción, consiste en poner la materia (que no es una sustancia natural, sino ya elaborada, llamada materia prima, agua filosófica, etc.) dentro de un matraz sellado en un horno a calor temperado. De la materia se sublimará una “sustancia fumosa” que vuelve a caer, en un ciclo continuo, hasta que finalmente la materia líquida (porque lo era inicialmente o por la fusión) se coagula, totalmente seca:
Ipse ab intus incipiet putrefieri, suffocari, coagulari vi conservationis ignis, sic quidem amplius per fumosam aeream substantiam non ascendat, sed in fundo remaneat siccus, humiditate exhaustus, putrefactus, coagulatus, in terram nigram conversus, quod caput corvi nigrum, elementum terreum nigrum dicitur. […]
Ecce dei gratia habes secundum elementum in lapide philosophico, quod est terra nigra, caput corvi, mater, cor, radix aliorum, super quam terram tamquam stipitem omnia alia fundantur. Quod elementum terreum siccum multis nominibus in philosophorum libris dicitur. Dicitur enim latonthanaeus, faex nigra, aes nostrum, nummus noster, sulphur nigrum, masculus, vir & alia nomina infinita.
La operación siguiente (aquí llamada “segunda preparación”) es el blanqueamiento de esta tierra negra por imbibición con el “agua filosófica” que se da por conocida.
In ista compositione & operatione facta est vera coniunctio elementorum, quia ibi fit coniunctio elementi aquae cum elemento terreo, & aerei elementi cum igneo. Item ibi facta est coniunctio viri et mulieris, maris et femella. Item facta es coniunctio auri & argenti. […] Item facta est revivificatio mortuorum corporum. Quare dicit Philosophus, qui nesciunt mortificare & revivificare non laborent in hac arte[33].
A pesar de que acaba de llamar al blanqueamiento “revivificación de los cuerpos muertos”, compara la operación que le sigue, la fermentación, a la “animación del cuerpo muerto”:
Ad tertium est procedendum ad fermentationem terrae dealbatae, ut animetur corpus mortuum & reviviscat, ut eius virtus multiplicetur in infinitum, ut perficiatur ipsum elixir desideratum, album tingens mercurium ratione, corpus in lunam perfectissimam, verissimam. Sed nota quod fermentum non potest ingredi corpus mortuum nisi mediante aqua, quae facit matrimonium & copulam inter fermentum et terram albam.
Otro autor que usa la expresión cuerpo muerto como sinónimo de cabeza de cuervo, negrura o putrefacción es Ortulano, según lo extracta Dumbeler [34]:
De hac autem dispositione separationis huius aqua vel animae a sua terra vel corpore inquit Philosophus: Fili, a radio solis umbram suam extrahe. Vocatur autem ista terra a philosophis umbra solis vel corpus mortuum, corona vincens, nubes cotices [35] maris, magnesia magna, & draco qui comedit caudam suam et infinitis aliis nominibus nominatur. Et notandum est quod oportet modo istam terram nigram inspissatam iterum solvi in liquidam substantiam, & circa istam solutionem diversae sunt opiniones. | De esta disposición de la separación de este agua o alma de su tierra o cuerpo, dice el Filósofo: «Hijo, extrae del rayo del sol su sombra». Pues es llamada esta tierra por los filósofos sombra del sol o cuerpo muerto, corona vicoriosa, nubes “cotices” del mar, gran magnesia y dragón que come su cola y se le dan otros infinitos nombres. Hay que notar que es preciso esta tierra negra espesada sea disuelta en sustancia líquida, y sobre esta disolución las opiniones son diversas. |
Las primeras imágenes de cadáveres como símbolo de la muerte‐putrefacción‐negrura aparecieron a principios del siglo XVII. La primera de ellas es la cuarta llave de Basilio Valentín, en la que además del cadáver se representa un ave, probablemente un cuervo.
La obra Azoth sive Aureliae occulta philosophorum (1613)[36] tiene varias imágenes con el tema de la muerte. La primera es un anciano moribundo, exhalando por la boca alma y espíritu representados por ángeles, y con un cuervo posado en las manos, símbolo expreso de la negrura (“corvo nigro assimilor”).
La tercera figura, de sentido similar (muerte‐negrura), asocia las calaveras con los cuervos.
Una forma simplificada, un solo cuervo posado sobre una calavera, aparece en otra imagen, que pretende abarcar toda la obra (“Opus universum philosophorum”). En el texto se explica que “el cuervo negro es la primera ave que sobrevuela los cadáveres, hasta que llega la paloma blanca”.
Entre los motivos ornamentales de la “chapelle” del Hôtel Lallemant, en Bourges, que Fulcanelli, en Le mystère, interpretó en clave alquímica, hay dos en los que aparece el cráneo.
Uno de ellos es un artesón que muestra un ave de presa en actitud de picotear un cráneo humano. Para Fulcanelli era «le corbeau igné, juché sur le crâne qu’il becquète, figures assemblées de la mort et de la putréfaction». Si la imagen fuera cierta, mostraría que el tema del cuervo sobre el cráneo lo habría tomado la alquimia de la iconografía preemblemática. Pero como ha mostrado el autor del website La rue de l’Alchimie, el ave no es un cuervo, sino un halcón de cetrería [37], de manera que el relieve podría aludir a la rapacidad del monarca o su cuerpo policial, pero no a la muerte.
Influenciado o no por esta imagen, Champagne eligió la representación del cuervo y el cráneo para su “ex libris hermeticis” y como “symbole alchimique” impreso primero en 1912 [38], luego en 1926 en Le mystère.
La otra imagen del Hôtel Lallemant, también en el oratorio, es el cráneo[39] alado de un capitel de pilastra. Fulcanelli lo describe como
un crâne humain, placé sur une console de feuilles de chêne et pourvu de deux ailes. Traduction expressive d’une génération nouvelle, issue de cette putréfaction, consécutive à la mort, qui survient aux mixtes lorsqu’ils ont perdu leur âme vitale et volatile. La mort du corps laisse apparaître une coloration bleu foncé ou noire, affectée au Corbeau, hiéroglyphe du caput mortuum de l’Œuvre.
La designación “caput mortuum”, cabeza de muerto, es postmedieval; se atribuyó a Paracelso [40] y parece una deformación, quizás intencionada, de “corpus mortuum”. Dorn [41] la define así: «Caput mortuum est fex reliqua manens a destillationibus».
El nombre se usó en espagiria farmacológica y prequímica para designar las heces en general, es decir, los residuos desechables. Ocasionalmente se simbolizó por la calavera humana esquematizada como un círculo con tres puntos interiores, correspondientes a ojos y boca.
La alquimia transmutatoria no se interesó en general por la designación “caput mortuum”, así que en este área no parece haber designado nunca la muerte‐putrefacción ni usar el cuervo para simbolizarla. El tardío autor del Dictionnaire hermetique (1695), vio en la “verdadera cabeza muerta” (a la que identifica con el cuerpo muerto) lo que los médicos habían visto en el cráneo: la sal.
La vraïe teste morte: c’est lors qu’on a ôté tout le soulphre & le mercure de la matière, & qu’elle est déporvuë d’ame & d’esprit; le corps mort ne contient plus que le veritable sel fixe, qui est le principe de toute fixation & coagulation.
Sin embargo, mucho después, Pernety [42] , que define la “tête du corbeau” como “matière de l’oeuvre en putrefaction”, sigue considerando la cabeza muerta solo como heces.
Jung, que en apoyo de su interpretación de la alquimia generó su propia simbología alquímica ad hoc, identificó la cabeza de muerto con el cuervo y la cabeza de cuervo, y afirmó que originalmente se refería a la cabeza del “negro Osiris” y posteriormente al mercurio de los filósofos.
Corvus (crow or raven) or caput corvi (ravenʹs head) is the traditional name for the nigredo (nox, melancholia, etc.). It can also, as pars pro toto, mean a ʺcapitalʺ thing or ʺprinciple,ʺ as for instance the caput mortuum, which originally meant the head of the black Osiris, but later Mercurius philosophorum, who, like him, undergoes death and resurrection and transformation into an incorruptible state[43].
No sabemos de ninguna receta u obra antigua de alquimia de la piedra filosofal que proponga al cerebro como materia de partida. Este vacío lo suplió una obra de 1792 escrita en España, titulada Tractatus Philo‐ Hermeticus de lapide philosophorum pro salutis conservatione et vitae prolongatione.
[1] El título Picatrix es el nombre que la traducción latina da al autor anónimo de غاية بالتقديم النتيجتين واحق الحكيم Ġāyatu ‘l‐ḥakīm wa‐aḥaqqu ‘l‐natīýataini bi‐ʹl‐taqdīmi, El fin del sabio y el mejor de los dos medios para avanzar. Edición del texto árabe con aparato crítico, H. Ritter en Teubner col. Studien der Bibliothek Warburg, 12 (1933). Traducción alemana iniciada por Ritter, completada y publicada por Plessner en 1962. Traducción al español a partir del texto árabe por M. Villegas (1982).
[2] ). كتاب الھاديطوس (al‐hādīṭūs Kitāb)
[3] Ch. Burnett and D. Pingree, “Between the Ghāya and the Picatrix, ii: the Flos naturarum ascribed to Jābir”, en Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, Vol. 72, (2009), pp. 41‐ 80, da cuatro versiones de este texto, dos independientes, una manuscrita y otra publicada (1473), y dos versiones incluidas en Picatrix, una la editada, otra manuscrita.
[4] Flores naturarum, versión ms. de Montpellier, transcrita por Pingree, art. cit. El texto paralelo de la edición latina de Picatrix es el siguiente:
Multa alia mirabilia que fiunt ex corpore hominis. In quodam libro a sapiente Geber edito inveni multa mirabilia que fiunt ex corpore hominis. Qui sic dicit. Ego Geber […] incipio in homine et de capite primo. Et dico quod cerebrum illius valet illis qui amiserunt memoriam, si de cerebro eius comederint. Craneum combustum et bibitum cum syrupo de squilla per noven dies sanat epilepticos.
[5] Quercetanus, De mineralium, animalium et vegetabilium medicamentorum spagyrica paeparatione & usu, en Ad Iacobi Auberti Vindonis de ortu et causis metallorum (1575), p. 126.
[6] Lib. 2, cap. 18 De oleis ex animalibus, pp. 438‐39,
[7] Obra cit. , p. 127.
[8] Penot, Tractatus variii (1594), p. 189.
[9] Lemery, que no era dogmático, era de esta opinión. En su Pharmacopée (1697 ed. pr.), parte 3, cap. 6, comentando la receta “Poudre de lune” de Mynsicht, que describe un magisterio de cráneo humano, escribe:
Pour préparer le magistere du crane humain on fait calciner le crane, on le reduit en poudre, […] mais on detruit par cette préparation toute la vertu du crane, car on laisse échapper son sel volatil & son huile dans la calcination, en sorte qu’il ne reste qu’une terre alkaline privée de ses principes actifs. […] Il vaudroit donc beaucoup mieux employer dans cette poudre du crane humanin en substance, que non son magistere, mais on doit choisir de celuy d’un jeune homme mort par mort violente & qui n’ait point esté enterré, afin que tous ses principes actifs y soient demeurez.
[10] Basilica Chymica (1620), lib. 7, cap. 2,
[11] Schröder también publicó Quercetanus redivivus (1648) en tres volúmenes, una edición de la obra médica de Quercetanus, pero reorganizada y sistematizada. La farmacopea está recogida en el segundo volumen, dividida en dos secciones, dogmática y espagírica, esta a su vez subdividida en mineralógica, fitológica y zoológica. En la zoológica, cap. 3, sobre el cráneo, reune las recetas dadas en las dos obras de Quercetanus que ya hemos visto.
[12] En la edición de 1649 (2ª?) añadió: «14. Membrana caput foetus cingens».
[13] Propriamente la usnea no es humana, sino un liquen o musgo. Schröder la explica así: «Usnea cranii (i. e. muscus nascens in cranio interempti, aeri exposito)».
[14] De fecha incierta, siglo XIV‐XV, publicada en De alchimia opuscula complura (1550), f. 8v.
[15] La chimie au Moyen Âge, tome 2 (1893), p. 183.
[16] Edición y traducción en La chimie au Moyen Âge, tome 3 (1893), p. 178.
[17] Publicado por E. Darmstaedter en Archivio di Sotoria della Sciencia (de 1925 a 1928), aquí 1925, pp. 326‐328.
[18] “Cerebellum” es un diminutivo oral de “cerebrum”; la forma “cervella” podría ser el italiano “sesos”, considerado como un singular (“sesera”).
[19] Texto base de CAAG, 1, 3.
[20] El nombre que le da la alquimia latina es “aes”, traducido generalmente como bronce.
[21] M. Mertens, Zosime de Panopolis, Mémoires autentiques (1995), 13,1, p. 48 (= CAAG, 3, 2, 1).
[22] Texto griego editado por Ideler, Physici et medici Graeci minores, 2 (1842), praxis 8, p.
246. Traducción latina en Pizzimenti, Democritus Abderita etc (1573).
[23] Pizzimenti no tradujo σῶζον (participio presente) sino σῶσον (imperativo aoristo: “mente reconde”, guárdalo en la mente). Este inciso no convenció a Dorn, quien la corrigió así, seguramente sin conocer el texto griego:
Maria inquit: Retinaculum omnium quae ab igne fugiunt est alabastrum, omnium candidissimum, lapis encephalus mente reconditus habens velut calorem.
Trevisanus. De chymico miraculo, 1583, p. 183.
[24] Mundus subterraneus 1 (1668), p. 282. No hemos localizado en qué “Turba” se encuentra esta cita, cuyo lenguaje es excesivamente moderno para ser de un autor medieval.
[25] “Liquari” parece un error; quizás haya que entender “vivificari”, como lo expone a continuación.
[26] Publicada en la recopilación Ars chemica (1566). Esta obra se disputa (con más méritos), con la de Morieno, el prólogo de Castrensis, que convierte a una de las dos (la de Morieno según la mayoría de eruditos, aunque quizás ninguna, ya que no es obligado creer a Castrensis) en la primera obra alquímica traducida al latín.
[27] Allegoriae sapientum, distinctio 1, publicado a continuación de la Turba en TC5. Estas Alegorías son diferentes a las publicadas en Artis auriferae 1.
[28] Según el capítulo 4 de los Septem tractatus, “el origen del arte es lo que nace del cuervo”: «Quod ex corvo nascitur huius artis est principium».
[29] Pantheus, en Ars et theoria transmutationis metallicae cum Voarchadumia (1566), da otra variante y lo comenta así:
Et certe vna est putrefactio, unde Hermes in allegoria sua: Scitote, quod artis origo est caput corvi, qui in nigredine noctis et in claritate diei sine alis volat, et amaritudine nostra in suo sanguine exeunte coloratio accipitur, et a suo dorso mera accipitur aqua. Non est aliud caput corvi, nisi nigredo noctis. Quia sicut ista sunt nigra et obscura respectu diei, sic corpus putrefactum respectu corporis mundi, quod ex putrefactione oritur, seu per nostrum artificium extrahitur.
[30] Sermo 32 y 50 respectivamente (Turba, Ruska ed.).
[31] En el sueño de Zósimo, el hombre de cobre, que luego se convertirá en hombre de plata y finalmente de oro, es el sacerdote que dice de sí mismo:
J’ai accompli l’action de descendre les quinze marches, en marchant vers l’obscurité, et l’action de monter les marches, en allant vers la lumière. C’est le sacrificateur qui me renouvelle, en rejetant la nature épaisse du corps. Ainsi consacré prêtre par la nécessité, je deviens un esprit. […]
Je suis Ion, le prêtre des sanctuaires, et je subis une violence intolérable. Quelqu’un est venu au matin précipitamment, et il m’a violenté, me pourfendant avec un glaive, et me démembrant, suivant les règles de la combinaison. Il a enlevé toute la peau de ma tête, avec l’épée qu’il tenait (en main); il a mêlé les os avec la chair et il les a fait brûler avec le feu du traitement. C’est ainsi que j’ai appris, par la transformation du corps, à devenir esprit. (CAAG, 3, 1, 2, Ruelle tr.).
[32] TC4, pp. 836‐838, ed. 1659. Es una de las obras traducidas por A. Poisson en Cinq traités d’alchimie (1890), origen de la traducción de Martínez Arroyo, Siete textos de Alquimia (1930).
[33] El Filósofo es quizás el Hermes de los Septem tractatus. En el segundo trata de la negrura‐muerte y del blanqueamiento‐vivificación:
Et hoc scias, fili, nisi sciat mortificare, generationem inducere, spiritus vivificare, mundare et lumen introducere, quousque bellentur, incolorentur et a maculis mundentur, velut a nigredine et tenebris, nihil scit.
[34] TC4. Practica vera alkimica per magistrum Ortholanum, Parisiis probata & experta sub anno 1358, quam practicam Ioannes Dumbeler de Anglia excepit; aquí p. 927, ed. 1659.
[35] Significado desconocido.
[36] El original alemán fue publicado el mismo año con el título Occulta philosophia.
[37] El ave lleva un cascabel en cada pata. Cf. “Fulcanelli et lʹhôtel Lallemant à Bourges. Caisson 27, le faucon pélerin déchiquetant un crâne humain à terre”.
[38] En un catálogo de la librería Charconac, digitalizado por La rue de l’Alchimie, “Fulcanelli lʹalchimiste. Julien Champagne, lʹillustrateur de ses livres”.
[39] En la iconografía normal las cabezas aladas de niños representan ángelitos. ¿Se trata, todo el cojunto ornamental de la pilastra, del recuerdo a un niño muerto?
Para La rue de l’Alchimie el cráneo no es humano. Cf. artículo “Hôtel Lallemant de Bourges. La tête de mort de la chapelle”,
[40] Por ejemplo, el médico cirujano G. Courtin, Adversus Paracelsi de tribus principiis, auro potabili, totaque pyrotechnia portentosas opiniones disputatio (1575), f. 61r:
Cum vestra, quae toties praedicatis, e stirpium, metallorum aut animalium partibus extrahitis principia, remanent feces, has mortuum caput appellatis.
[41] Dictionarium Theophrasti Paracelsi (1584).
[42] Dictionnaire mytho‐hermétique (1758).
[43] Mysterium coniunctionis (1956), cap. 6. Traducción: The collected works, vol. 14 (1977 reimpr.).
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